Capitulo 1


Era una tarde calurosa en el gimnasio de la escuela de Royal Woods, todos los alumnos de la clase en turno se esforzaban en hacer los distintos ejercicios rutinarios de educación física de la semana. Desde carreras alrededor de la cancha, quemados, lagartijas, sentadillas e incluso cruzar una pista de obstáculos personalizada por el mismo entrenador Pacowski, misma pista que parecía haber sido sacada de alguno de esos programas de concursos que transmiten en la televisión, donde los participantes terminan perdiendo de formas penosas y dolorosas, sin llevarse ni un solo centavo.

Muchos de los alumnos quedaban tan adoloridos y bañados en su propio sudor en el proceso, que más de uno caía desplomado al suelo del cansancio, siendo uno de ellos el protagonista de esta historia.

-¡Levántate Lincoln! –Chillo el maestro de gimnasia, soplando su silbato –, ¡Aún te faltan 10 repeticiones!.

El aludido chico hace un esfuerzo para levantarse, y apenas logra quedarse sentado.

-¿No podría darme al menos unos tres minutos de respiro? –pregunto el joven, pasando su brazo por su cara para quitarse el sudor.

-Lo siento Loud, pero si hago una excepción contigo, tendría que hacerlo con el resto de la clase, y eso no sería justo –contesto el maestro, haciendo que varios de los alumnos clavaran su mirada hacia el chico, quien no tuvo más remedio que dejar salir un suspiro y tratar de continuar con las abdominales.

Tiempo después, terminando las clases, Lincoln se encontraba saliendo fuera de la escuela acompañado de Clyde, su mejor amigo de la infancia, ambos viéndose bastante exhaustos mientras caminaban.

-Te lo digo Clyde, ya es bastante malo tener que soportar esta ola de calor durante estas últimas dos semanas, como para que encima tengamos que hacer estos duros ejercicios que nos pone el entrenador –se quejo Lincoln.

-Te entiendo Lincoln –contesto Clyde –, mis piernas no dejan de temblar desde el lunes pasado. Además de que odio cuando la ropa interior se me queda pegada a mi trasero de tanto sudar.

-¡Ugh! Demasiada información, Clyde –dice Lincoln, poniendo cara de asco al hacerse una imagen mental del asunto.

-Lo siento. –respondió el moreno, apenado.

-Pero ¿Sabes una cosa? Aveces he pensado lo genial que sería tener músculos como Ace Savvy o Jack un ojo. Con eso sin duda pasaríamos los ejercicios sin problemas –menciona Lincoln, mientras doblan por una esquina, viéndose a si mismo rodeado de varias de las chicas de su salón, las cuales no dejaban de admirar sus abdominales.

-¡Si! Seríamos admirados por toda la escuela y el terror de los criminales. –concordó Clyde, teniendo una imaginación similar, pero sosteniendo en sus enormes brazos a Lori (la hermana más grande de Lincoln), quien le daba varios besos en la mejilla.

-¡Exacto!.

Una vez llegado a su destino, la casa Loud, Lincoln y Clyde se detienen frente a la puerta de entrada.

-Al menos tienes esa piscina inflable que compraste el año pasado para refrescarte. –mencionó Clyde.

-Lo tenía, pero debido a que mis hermanas y yo lo usamos constantemente juntos, la piscina termino por explotar. –contesto Lincoln.

-¿Qué hay del aire acondicionado?.

-Hace poco tuvo un desperfecto y Lana dijo que no tenía arreglo, por lo que estamos ahorrando para comprar otro. Mientras tanto, tenemos que conformarnos con la comida congelada del refrigerador.

-Vaya, que mala suerte, amigo. Si quieres, puedes venir a mi casa y quedarte conmigo esta noche. El aire acondicionado de mis padres está en perfecto estado.

-Gracias, pero no quiero causarte molestias. Además, no quiero que mis hermanas se enteren de que me estoy refrescando sin ellas.

-Cierto, mis padres aún no se recuperan de aquella vez en que ellas les pidieron quedarse a dormir.

Ambos chicos soltaron una carcajada tras recordar la anécdota, antes de finalmente despedirse uno del otro e irse cada quien a su respectivo hogar.

Entrando a la sala, se sentía un ambiente cálido, casi parecido a un horno, al menos para el joven Loud. Camino pesadamente hacia el sofá frente al televisor y se dejo caer boca abajo sobre este, tirando su mochila a un lado.

-Si… Definitivamente sería genial tener un cuerpo atlético como Ace Savvy, pero no creo que eso vaya a pasar en un futuro cercano. Ni siquiera tengo energías para subir las escaleras, así que dormiré un rato aquí. –Finalizo, dejando salir un sonoro suspiro y cerró los ojos, rápidamente cayendo dormido del cansancio.

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Pasado un buen rato, el chico abrió los ojos lentamente, notando por el rabillo del ojo algo oscuro viéndolo por un lado del sofá. Dejo salir un grito, a la par de que se pegaba al respaldar del mueble, pero rápidamente se tranquilizo al reconocer a la persona frente a él.

-Hasta que despertaste –dijo Lucy, una de las hermanas menores de Lincoln. Ella tenía la costumbre de aparecer detrás de sus hermanas y hermano cuando nadie la notaba. Dado que su personalidad suele ser muy callada y tranquila, provocaba que ellos se sobresaltasen muy seguido.

-¿Has estado viéndome dormido todo este tiempo? – pregunto el chico.

-No, solo desde que termino la hora de comer –contesto la chica.

-¡¿Qué?! ¡¿Comieron sin mí?! ¡¿Pues cuanto tiempo dormí?! –espeto, quedándose sentado sobre el sofá.

-4 horas. Lynn y Luna trataron de despertarte con gritos y tocando música a todo volumen, pero no respondías.

-Eso explica porque me están zumbando tanto los oídos –Dijo Lincoln, metiendo y sacando los dedos de sus orejas.

-Sí. Lisa pensó en usar el desfibrilador portátil para reanimarte, ya que apestabas peor que un cadáver sacado de su tumba –mencionó Lucy, mientras Lincoln fruncía el seño –, pero Mamá y Papa insistieron en dejarte descansar toda la tarde. Yo solo me aseguraba de que aún no habías caído en el "descanso eterno" tan pronto.

-Um… Gracias.

-Por nada –Dijo Lucy, dirigiéndose hacia las escaleras que llevaban al segundo piso–. Por cierto, hay unas sobras de pizza en el refrigerador, por si tienes hambre –Culmino, despareciendo de la vista de su hermano mayor al subir los escalones.

-¡¿Hubo Pizza para la comida?! ¿¡Que rayos!? –Maldijo Lincoln para sí mismo, caminando directo hacia la cocina.

Busco en el refrigerador y se sirvió una rebanada de Pizza, la única rebanada que encontró entre las sobras. Luego de calentarlo en el microondas junto con unos dedos de pescado, subió hacia su recamara, cerrando la puerta tras de sí.

-Bueno, pudo haber sido peor –reflexiono –. Es decir, habré sudado como un marrano en gimnasia, no podré haber comido la Pizza cuando recién la entregaron y me perdí el episodio nuevo de "Arrgh!" de hoy, pero al menos me siento descansado, no moriré de hambre y tengo todo el fin de semana libre para jugar videojuegos.

Luego de devorar su alimento con mesura, se levanto y camino de regreso a la cocina, donde posteriormente tomo una esponja y jabón para lavarlo.

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Al subir de regreso a su habitación, Lincoln sintió una ligera sacudida que casi lo hizo perder el equilibrio. Rápidamente fijo su vista al cuarto a la derecha de su habitación, poniendo una mueca de fastidio.

-Lisa –musito.

Lisa era otra de sus hermanas menores, que a la vez es la más inteligente de toda la familia, a pesar de ser de tan corta edad. Era muy común que ocurrieran accidentes en el interior de su habitación, debido a que Lisa siempre realizaba diferentes experimentos extraños para sus investigaciones científicas todos los días. Algunos eran inofensivos, mientras que otros podían llegar a ser muy peligrosos.

Al entrar al cuarto, el chico encuentra a la niña genio sentada frente a su mesa de trabajo, con la cara cubierta en hollín y sus cabellos de punta hacia atrás. Claramente tuvo otro de esos accidentes con su laboratorio de química.

-¿Estás bien? –le pregunto a su hermana.

-Por supuesto, Lincoln –respondió Lisa, acomodándose los lentes y el cabello –, esto solo es un pequeño contratiempo.

-¿Y Lily?.

-Dormida, como podrás comprobar ahí –señalo hacia la cuna al otro lado de la habitación, donde se encontraba la mencionada Lily, la miembro más pequeña de la familia, durmiendo tranquilamente con su oso de peluche favorito. Lincoln aveces se preguntaba cómo es que la bebé podía quedarse dormida con todo escándalo que puede haber en la casa. No solo por los experimentos de Lisa, sino por las numerosas peleas que tenía él con el resto de sus hermanas casi todo el tiempo.

-¿Qué estabas haciendo?.

-Solo estaba haciendo un repaso de inventario, cuando uno de los contenedores de residuos radioactivos que tenía resguardado se me resbalo.

-Espera… ¡¿Tienes objetos radioactivos ocultos en la casa?!

-Em… Nnnoooo... –respondió la niña, gesticulando una sonrisa temblorosa al darse cuenta de su anterior sentencia, a lo que el chico de pelo blanco solo se limito a verla con sospecha.

Tras notar algo inusual en la mesa de trabajo de Lisa, el joven se acerco hacia este y cogió una pequeña botella de vidrio en medio de los tubos de ensayo rotos.

-¿Qué es esto? –pregunto Lincoln, viendo detenidamente la etiqueta que tenía impreso, el cual solo tenía la figura de una flecha apuntando hacia arriba.

-¿Eso? Es solo un concentrado de vitaminas para un proyecto en desarrollo. No tiene importancia por ahora –dijo la niña recobrando la compostura, luego se bajo del banquito en el estaba parada y empujo a su hermano mayor fuera de la habitación –. Ahora si me disculpas, tengo que cambiarme de ropa –culmino, cerrando la puerta.

Fue entonces cuando el chico dirigió nuevamente su atención hacia la botella en su mano, llevándose su mano restante a la barbilla.

*Concentrado de vitaminas ¿Eh?*

Una sonrisa de oreja a oreja se dibujo en su rostro, volteando a su alrededor para cerciorarse de que no había nadie cerca.

-Esto podría serme muy útil, pero antes –se olfateo las axilas, lo que casi le hace vomitar hasta sus entrañas –. Tengo que tomar una ducha urgentemente.

Se deslizo lentamente por el pasillo, hasta llegar al baño al otro lado del camino.

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Esa noche, en la cochera de su casa, Lincoln se encontraba dando vueltas de un lado a otro, sin apartar la vista del pequeño envase en sus manos.

-Ok, esto puede resultar en algo muy bueno o algo no muy bueno para mí –murmuro, sentándose finalmente en una silla de madera –. Por un lado, podría darme el impulso que necesito para ponerme en muy buena forma. Por el otro lado, podría no pasar absolutamente nada.

Sirvió la sustancia sobre un vaso de leche que tenía sobre la mesa. Lo coge con su mano derecha y se pone de pie nuevamente.

-Bueno, es ahora o nunca –pronunció, antes de darle un buen trago a su bebida. Esperaba que tuviera un sabor acido o amargo, pero solo pudo saborear la leche en sí misma.

Dejo el vaso sobre la mesa y saco una revista de comics mientras espero a que hiciera efecto.

Pasaron varios minutos, y nada ocurrió. Tomo una de las pesas de su hermana Lynn que tenía en el piso e intento levantarla, pero no pudo ni siquiera hacer una repetición.

-¡Rayos!, En verdad esperaba que esto funcionara.

Decepcionado, se levanto de la silla y se dispuso a salir garaje, cuando de pronto tocaron a la puerta.

-Toc, toc –se escucho decir desde afuera.

-¿Quién es? –dijo Lincoln, rodando los ojos al reconocer la voz.

-Lola.

-¿Lola?.

-Lo ladrones te vienen asaltar ¡Jajajaja! ¿Entendiste?

Lincoln gruño pesadamente y abrió la puerta, dejando entrar a Luan, otra de sus hermanas mayores, a la cual le encantaba hacer bromas cada que tenía la oportunidad.

-¿Qué haces aquí? –le preguntó Lincoln.

-Yo siempre vengo al garaje en las noches para ensayar mis actos de malabares cada que Luna se acuesta temprano. ¿Qué haces tú aquí?. –Repuso Luan.

-Pues, err… Solo buscaba un lugar tranquilo donde leer mi nueva historieta, pero ya estaba por irme a la cama. –le enseña la revista a su hermana y finge un bostezo.

-¡Oh! Está bien. Que no te piquen los mosquitos cuando duermas –contesta ella, guiñándole un ojo.

El chico de nueva cuenta se encamino hacia la puerta para irse, pero entonces escucho a su hermana decir:

-¿Vas a terminarte esto?.

Rápidamente Lincoln giro la cabeza en dirección a Luan, a quien vio terminarse de beber lo que quedaba del vaso de leche.

-¡Luan! ¡Espera! –grito, corriendo hacia ella.

-Lo siento, tenía algo de sed y esa fue la "última gota que derramo el vaso" ¡Jajajaja! ¿Entendiste? –dijo Luan, poniendo el vaso sobre la mesa.

Asustado, el joven rodea a su hermana mirándola de arriba abajo, tratando de encontrar algo inusual en ella, mientras que la chica arqueaba una ceja.

-Toma una foto, así te durare más ¡Jejeje! –dijo la hermana comediante.

-Una pregunta ¿Te sientes bien? ¿Algo te duele? –poniendo sus manos sobre los hombros de ella.

-Me siento a todas margaritas ¿Por qué? –cogiendo las manos de su hermano menor, removiéndolas de su cara.

Tras oír esto, Lincoln se aparto de Luan y suspiro de alivio, con una mano a su pecho.

-Por nada, olvídalo. Buenas noches.

Lincoln se dio la vuelta y recogió su revista del piso, sacudiéndolo un poco para quitarle el polvo.

-¿Te puedo preguntar algo también?.

-¿Qué cosa? –volteando a verla.

-¿Tienes uno de mis pollos de plástico en tu bolsillo? –apuntando con un dedo por debajo de la cintura de Lincoln, a lo que este ultimo la miro extrañado.

-¿Qué? Yo no tengo-

Inclino su cabeza hacia abajo, dirigiendo su vista hacia su entrepierna, y fue ahí cuando se dio cuenta.

-¡¿Qué demonios?!

Los ojos de Lincoln se abrieron como platos al contemplar un enorme y largo bulto que parecía palpitar debajo de la tela de sus pantalones.

Retrocedió unos pasos, recargando sus manos sobre la mesa detrás de él y quedándose paralizado de la sorpresa. Pronto empezó sentir como su playera empezaba a quedarle más y más apretada de lo normal, haciendo que cambiara su atención al resto de su cuerpo.

-De… De verdad está funcionando –pronunció Lincoln, no pudiendo disimular su alegría.

Uno a uno sus prendas de vestir reventaron, desde sus zapatos hasta sus calzoncillos salieron disparados por todas direcciones, notando como su cuerpo crecía exponencialmente. Gruño por debajo, sintiendo también como si sus huesos se rompían y se recomponían al mismo tiempo para su nueva forma.

Para cuando termino, todas sus ropas habían sido reducidos a trozos de tela en el suelo, dejándolo completamente desnudo. Respiro de manera agitada, alzando sus brazos para flexionar sus enormes bíceps, mientras admiraba sus muy bien formados abdominales.

-¡De verdad funcionó! –grito de alegría, antes de hacer otro descubrimiento –. ¡Wow! ¡Incluso mi voz se escucha diferente!. ¡Clyde no lo creerá cuando se lo cuente! ¡Yo!-

Se detuvo súbitamente, al recordar que no estaba solo en la cochera.

Levanto la cabeza para ver a Luan, quien se había quedado boquiabierta, teniendo su vista clavada en él.

-Este… Puedo explicarlo –logro articular, con su cara toda roja de la pena.

-Había oído el término de "dar el estirón", pero esto es ridículo –dijo por fin la chica, sin darse cuenta de que su pecho comenzaba a expandirse, cosa que no paso desapercibido para el chico de pelo albino.

-Oh, rayos –atino a decir Lincoln.

Continuará