Los personajes que se muestran aquí son de Rumiko Takahashi y la historia es invención mía ^^. Espero sus reviews esto vino a mi mente después de un lindo sueño. Esto ocurre después del final en Inuyasha Kanketsu-hen
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Capítulo 1
La joven sacerdotisa se acercó a aquel árbol que hacía que suspirara ante el recuerdo de aquel cumpleaños en el que su vida cambiaría completamente, ya hacía cuatro años que eso había pasado, el tiempo pasaba demasiado rápido si lo veía ahora. Con su blanca mano rozó la superficie del árbol cerrando los ojos fuertemente, al abrirlos sonrió abiertamente.
- Inuyasha… -fue lo que susurró la joven de cabello largo y azabache, el viento soplaba fuertemente haciendo que este se moviera, sus ojos achocolatados mostraban ansiedad por ver a esa persona. Salió de allí y camino hacia otro lugar, que hacia parte de sus recuerdos más importantes y tristes, cansada ya de que el viento desordenara su cabello tomó un pequeño listón y se hizo una coleta, luego volvió a ponerse la gran capa blanca que hacía que su olor fuera difícil de rastrear para él. Al llegar a aquel prado divisó en la mitad un pozo rodeado de plantas y pequeñas flores blancas, sonrió y empezó a correr hasta quedar frente a él, con sus dedos toco la madera de igual forma que había hecho con el árbol sagrado.
Los recuerdos fueron inminentes en su mente, escenas divertidas, felices y también tristes, pero se alegraba de estar allí de nuevo, por fin ya había acabado con su entrenamiento, solo había costado tres meses de estar alejada de todos aquellos a quienes quería. De repente tres personas en especial llegaron a su mente- Mamá, Sota, Abuelo… ¿Cómo estarán?-susurró la chica con nostalgia pero felicidad al saber que los tres habían apoyado su decisión y que se cuidarían unos a otros.
- Feh, ¿Es que acaso piensas irte, de nuevo? ¿Tres meses no fueron suficientes? –dijo con voz dolida y fuerte un chico a unos cuantos pasos tras Kagome, ella rió bajito y se giró viendo al mitad demonio de cabello plateados mientras dejaba caer tras de sí la capota permitiéndole a Inuyasha ver su rostro completamente a la luz del sol.
- Lo siento… -se limitó a decir ella mientras se encogía de hombros, ambos así viéndose fijamente duraron unos instantes, hasta que el no pudo contenerse y se acercó abrazándola con fuerza, necesitaba sentirla en su brazos respirar de nuevo su aroma saber que estaba bien y segura junto a él. Kagome sonrió y escondió su rostro en el pecho del chico.
- Eres una niña tonta… -dijo él separándose un poco para ver esos ojos cafés que tanto anhelaba. - ¿Sabes todo lo que hice para encontrarte? – la regañó haciendo una vez más reír a la chica.
- ¿Tienes idea tú todo lo que tuve que hacer para esconderme? ¡Eres un testarudo! Envíe ese mensaje con Kohaku para que estuvieras tranquilo... –reclamo ahora ella cruzándose de brazos y viéndolo- Te dije que tendría que alejarme de ti por un tiempo… así lo exigió el Monje Chojiro.
- Monje idiota –refunfuñó Inuyasha cruzándose de brazos y viendo a otro lado.
- No le digas así… -dijo Kagome de repente seria- Me ayudó mucho, ahora soy capaz de usar mi poder espiritual al máximo.
- Es que aún no lo entiendo, ¿Para que querías eso? Sabes que yo siempre te protegeré –dijo Inuyasha viendo el semblante serio de Kagome – Siempre.
Kagome cambió su semblante y sonrió de nuevo – Lo sé, pero este poder con lleva a una gran responsabilidad. He sido capaz de ayudar a muchas aldeas. Es algo… -la chica se detuvo y miró a Inuyasha.
- ¿Es algo? –preguntó confundido por la repentina pausa.
- Nada olvídalo. –Dijo ella y tomó una de sus manos jalándolo – Vamos por mis cosas. – Inuyasha asintió y tomó a Kagome en brazos, corrió tan rápido que en menos de nada llegaron junto al árbol sagrado, allí estaba un caballo con las cosas de Kagome, ella prefirió ir a la aldea montando en su caballo, Inuyasha la miraba de reojo, ella parecía algo rara y distante, sabía que no era buena idea la de irse. ¿Y si ella ya no lo quería? ¿Qué tal si se volvía tan fría como alguna vez lo fue Kikyo? Un escalofrío le recorrió la espalda.
- ¡Kagome! –grito una anciana acercándose a ellos. La chica bajó del caballo con ayuda de Inuyasha.
-¡Anciana Kaede! –Dijo Kagome sonriente mientras la abrazaba – Me da tanto gusto verla.
- ¡Y a mí! –la anciana sonrió viendo a la joven.
- ¡Oh es cierto! He traído algunas plantas medicinales para la aldea –dijo una sonriente Kagome volviéndose a su caballo y soltando algunas cuerdas con dificultad por el gran peso.
- ¿Te ayudo? –dijo el chico acercándose demasiado a Kagome provocando una gran sonrojo en ella.
- S…si –titubeó ella haciéndose a un lado, que tonta ¿porque se sonrojaba? Después de todo estaban casados. La anciana Kaede que observaba todo la situación aguanto las ganas de reír.
- Creo que eso le llevara un poco de tiempo a Inuyasha, ¿quieres pasar a tomar algo? - sugirió la anciana Kaede, Kagome aceptó gustosa.
- ¿Dónde quieres que la deje? –pregunto Inuyasha antes de que ambas entraran en la casa de la anciana Kaede.
- En el templo Inuyasha, gracias. –dijo la anciana, el chico asintió y continuó su trabajo. Al entrar en la casa Kaede preparó un delicioso te, que Kagome tomo con mucho gusto.
- ¿Entonces has terminado? –preguntó la anciana.
- Así es, el monje me ha enseñado todo lo que sabe. –dijo Kagome contenta pero al final recordó algo y bajo su mirada al suelo.
- ¿Sucedió algo malo Kagome?
- No, solo que… el Monje Chojiro me dijo que debía alejarme de Inuyasha, que al final su mitad demonio me consumiría. –dijo Kagome con suma tristeza sin saber que Inuyasha se encontraba cerca y escuchó lo que había dicho.
-¿Y piensas hacerle caso? – pregunto Kaede realmente impresionada.
- No, claro que no. –Dijo rápidamente Kagome muy decidida- El monje nunca estuvo de acuerdo con que estuviera casada con un hibrido, decía que era algo contra el balance. –Kagome se detuvo viendo al suelo.
- Pero si estas tan decidida ¿qué es lo que te preocupa?
- Lo que después dijo… Cuando aceptó ser mi maestro dijo que igual no duraría mucho, que yo aunque una muy prometedora sacerdotisa seguía siendo una mortal humana… me aterra el hecho de que en cualquier momento la muerte me separará de Inuyasha… -dijo Kagome muy afligida, Kaede tomó sus manos y levantó su mentón.
- No pienses eso Kagome, vive cada día con Inuyasha eso es lo que vale la pena, y no te dejes afligir por un tonto monje solitario. –dijo finalmente Kaede haciendo que Kagome sonriera de nuevo.
- Gracias… -se limitó a decir la chica.
Inuyasha que aún se encontraba escuchando, apretó sus puños "¿Cómo se atrevía ese monje idiota a decirle eso a Kagome? Jamás la lastimaría". Inuyasha hizo un gran esfuerzo porque no notaran lo enojado que estaba, al entrar estaba Kagome sonriente como siempre, Kaede había animado mucho a la joven con esas palabras lo que logró que Inuyasha olvidara pronto lo sucedido.
- ¡Kagome! –se oyó una voz chillona tras Inuyasha, y en segundos el pequeño zorro Shippo estuvo abrazando a Kagome. Junto a él venía Sango con su bebé en brazos y las gemelas persiguiendo al pequeño zorro.
- Kagome, que alegría que estés de vuelta –dijo sonriente Sango al sentarse junto a Kagome que sonreía, estaba perfectamente junto a sus amigos y su Inuyasha, de repente las dudas y el miedo desaparecieron de su corazón, dejó aquellas palabras del monje a un lado para disfrutar su vida en la época feudal, Inuyasha notó el cambio de ánimo de Kagome lo que lo tranquilizo e hizo feliz.
- A mí me encanta verlos –dijo Kagome sonriente y viendo al pequeño Ichiro, con tan solo 4 meses eran un bebe encantador.
-¿Y ha estado bien el viaje Kagome? –pregunto Shippo subiendo a la cabeza tratando de escapar de las gemelas que querían tocar su suave colita.
- No era un viaje Shippo…-dijo Kagome riendo ante la desesperación de las gemelas por alcanzar a Shippo que ya había saltado a otro lado.
- ¿Entonces que era? –preguntó un Shippo confundido que en un descuido cayó y fue atrapado por Aimi y Emi que no dudaron en tocar su colita.
- Fui para aprender cómo controlar el poder que estaba sellado. –dijo Kagome sonriente al ver a las niñas jugando. Pero algo se le hizo extraño- ¿Y Miroku? –dijo Kagome viendo a Sango, ella dirigió su mirada a Inuyasha…
- Estaba contigo, ¿No? –dijo Sango entrecerrando los ojos de forma amenazadora.
- Sí, sí. Se ha quedado terminando un exorcismo en un pueblo cercano. –dijo rápidamente Inuyasha, Kagome observaba divertida la escena.
- Menos mal volviste Kagome, Inuyasha ya nos tenía al borde…-dijo Shippo repentinamente llamando la atención de todos, el zorrito de pronto tomó la forma de Inuyasha e imitó su voz… - ¿Dónde estará Kagome? ¿Con quién estará Kagome? ¿Cuándo volverá Kagome? ¿Por…- antes de que pudiera terminar de imitarlo Inuyasha lo golpeó en la cabeza haciendo que volviera a su forma natural y llorara.
- ¡Maldito mocoso como te atreves! –grito Inuyasha persiguiéndolo hasta que Shippo huyó de la cabaña de Kaede con Inuyasha persiguiéndolos. Las tres mujeres se quedaron riendo.
- Shippo ahora dura más en una imitación…-dijo Kagome.
- Es que aún continúa yéndose para ser un mejor zorro mágico. –dijo Kaede.
- ¿Y Rin? –recordó Kagome al no verla en ningún lado.
- Debe estar jugando con otros niños de la aldea, en estos meses ha hecho muchas amistades aunque aún extraña a Sesshomaru y a Jaken –dijo Sango acunando al pequeño que empezaba a quedarse dormido.
- Oh… Sesshomaru le ha enviado un obsequio, iré por el. –Dijo Kagome poniéndose de pie y saliendo de la cabaña, mirando a todos lados encontró a su caballo, llegó junto a él y empezó a buscar el obsequio de Sesshomaru pero se sintió observada así que dirigió su mirada al bosque tratando de encontrar alguna presencia pero nada.
-¿Qué haces? –dijo de repente Inuyasha que estaba a su lado cruzado de brazos. Kagome dio un brinco hacia atrás sorprendiéndolo. -¿Qué pasó? –dijo algo confundido Inuyasha.
- Nada, solo me asustaste… -rio nerviosa Kagome mientras sacaba el kimono de una bolsa.
- ¿Y eso? –dijo Inuyasha observándola, hasta ahora se había percatado que llevaba la ropa de sacerdotisa, desde que había vuelto de su tiempo era la ropa que utilizaba, pero no entendía porque ahora se fijaba en la forma que estas se pegaban a su cuerpo. ¿Qué diablos me pasa? ¿Se me habrá pegado lo pervertido de Miroku?
- Es para Rin, se lo envía Sesshomaru. –dijo sin importancia Kagome.
- ¿Te viste con él?
- Si, de camino aquí. Creo que lo traería hasta aquí pero me vio, me tiró el kimono y dijo "Entrégaselo a Rin" y desapareció –dijo Kagome imitando la fría voz de Sesshomaru.
- Feh. Es un tonto. –bufó Inuyasha.
- Pero es un tonto que se preocupa por Rin –dijo con dulzura Kagome haciendo que Inuyasha se sorprendiera, ¿desde cuando Kagome hablaba así de su medio-hermano? Kagome de nuevo giró su vista al bosque, podría jurar que los observaban, por precaución tomo su arco y sus flechas.
- ¿Kagome, ocurre algo? –preguntó Inuyasha al verla.
- Es que siento que algo nos observa… -susurro Kagome.
-Iré a investigar, tú vuelve a la cabaña con las demás. –dijo de repente Inuyasha, Kagome asintió y corrió a la cabaña, todos la miraban extraño.
- ¿Ocurrió algo? –pregunto Kaede al ver la cara de Kagome.
- No, nada –dijo Kagome sonriendo un poco- Oh aquí está, es el regalo para Rin.
- Rin se pondrá muy contenta. –dijo Sango quien había dejado a un lado al pequeño Ichiro que estaba dormido y las niñas jugaban a las palmas.
- ¡Kagome! –grito desde afuera de la casa el que parecía ser Inuyasha.
- Ya regresó…- dijo con nerviosismo Kagome saliendo con su arco y sus flechas. Inuyasha se encontraba junto al caballo y esperaba a Kagome cruzado de brazos.
- No he encontrado nada…-dijo Inuyasha cuando Kagome llegó a su lado.
- Lo siento, seguro estoy nerviosa. –dijo Kagome bajando la mirada, Inuyasha la trajo contra si abrazándola con fuerza. – Perdón si te preocupé –susurró la chica apenada.
- Descuida, no pasa nada. –dijo el hibrido, la chica alzó la mirada y ambos se encontraron de nuevo mirándose en silencio, tan cerca después de haber estado tan lejos. Sus rostros se acercaron lentamente hasta terminar en un beso cargado de amor, anhelo y deseo. No tuvieron que decirse cuanto se extrañaron el beso lo decía todo. Siguieron hasta que ambos necesitaron aire separándose inevitablemente pero aun así mirándose, esta vez a diferencia de otros besos no hubo sonrojo, ya no se avergonzarían de demostrar lo mucho que se amaban, de nuevo se fundieron en un abrazo, pero entonces Kagome lo sintió de la cabeza a los pies.
- Inuyasha…-el chico se separó de nuevo para ver a Kagome- ¡ABAJO! –grito la chica haciendo que el hibrido cayera al suelo en eso sacó una de sus flechas disparándola en el momento justo en que un demonio con forma de serpiente y cuernos en la cabeza se disponía a atacarla.
- ¡Sacerdotisa dame tu corazón! ¡Dame la estrella! –gritó el demonio antes de ser atravesado por la flecha sagrada de Kagome. Inuyasha se puso en pie y vio con asombro aquello, en segundo la flecha había purificado al demonio. Luego se giró viendo molesto a Kagome.
- ¡¿Por qué demonios hiciste eso?! –grito Inuyasha al borde de los nervios, pensando en que algo le podría pasar.
- ¡Porque casi te hace daño! ¡ No sabias que ese demonio estaba aquí! –grito Kagome molesta, lo menos que esperaba era un gracias pero no que la gritara.
- ¡No me importa! Soy más resistente que tú… ¿y si no hubieras alcanzado? –dijo Inuyasha viéndola a los ojos con temor.
En eso salieron todos de la cabaña al escuchar los gritos y mirando la escena - ¿Qué pasó? – preguntó Sango viéndolos.
- Que Kagome, es una tonta. –dijo Inuyasha cruzándose de brazos y viendo a otro lado.
- Lo siento… -dijo Kagome resignada en un intento por que Inuyasha no siguiera enojado, pero antes de que Inuyasha pudiera verla algo la arrastró por la cintura - ¡INUYASHA! –fue lo último que alcanzó a decir. Inuyasha y los demás quedaron sorprendidos, y el hibrido no dudo ni un segundo saliendo a correr y siguiendo el aroma de Kagome.
Kagome abrió los ojos cuando sintió que había parado de ser arrastrada, miró el lugar ya casi atardecía y lo reconoció de inmediato, se encontraba en el árbol sagrado, habían unas raíces que la ataban, estaba asustada intentaba con todas su fuerza moverse pero no había resultado, se dio por vencida bajando la mirada hasta que oyó una voz.
-¡Kagome! ¡¿Kagome dónde estás?! –gritaba con desesperación Inuyasha.
- ¡Inuyasha! ¡En el árbol sagrado! –grito Kagome con el poco aire que sentía en los pulmones ya que las raíces la apretaban con más fuerza cada vez.
Inuyasha corrió y vio a Kagome un poco pálida -¡Quédate quieta!–grito mientras desenvainaba a Colmillo de Acero, cortando las raíces pero estas volvían a crecer.
- Ni te atrevas híbrido… sigue cortando y ella morirá asfixiada. –dijo la voz de una mujer en algún lugar del bosque. Kagome se sentía cada vez más débil, intentaba respirar pero era inútil.
- ¡No seas cobarde y da la cara! –gritaba Inuyasha mirando a todos lados. - ¡Deja a Kagome!
- ¡No seas tonto y aléjate de esto! ¡Solo necesito su corazón! –grito la voz y varias raíces empezaron a atacar a Inuyasha, por otro lado Kagome parecía perder la consciencia "No… no puedo darle mi corazón. No quiero alejarme de Inuyasha. No puedo ser tan débil." Pensaba con desesperación Kagome "Árbol Sagrado ayúdame", una rama empezó a trepar por el cuerpo de Kagome y estaba dispuesta a atacar su pecho al parecer para arrancarle el corazón, Inuyasha observó esto y se lanzó para ayudar a Kagome pero fue detenido.
Las ramas alrededor del cuerpo de la joven se fueron deshaciendo para ir a sus extremidades y dejarla en una posición que parecía crucificada, por un lado el aire volvió a sus pulmones haciendo que su vista fuera más clara.
- Inu…Inuyasha –susurró con esfuerzo la chica viendo como era envuelto por más raíces.
- ¡Kagome! ¡Maldita sea, da la cara! –grito Inuyasha viendo a todos lados.
- ¡Para que si esto se acabara en unos instantes! –dijo la voz mientras se regocijaba ante la escena, una raíz más puntiaguda que las demás se dirigió para atacar el corazón de Kagome con todas las fuerzas.
- ¡NOOOO! –grito Inuyasha aun inmovilizado, pero una pequeña luz apareció del pecho de la sacerdotisa, esta impedía que la raíz llegara al corazón de Kagome.
- ¿Niña tonta aún tienes fuerzas para luchar? Veamos si aun te resistes cuando hayas matado a este hibrido. – Las ramas alrededor de Kagome empezaron a hacer que moviera su cuerpo, era como un títere ante la fuerza de las ramas, estas la obligaron a sacar una flecha y apuntar hacia Inuyasha, por otro lado las ramas obligaron a que Inuyasha se pusieran en la misma posición en la hace unos instantes se encontraba Kagome.
- ¡Inuyasha huye! ¡Por favor trata de irte! –gritó y rogó Kagome viendo a Inuyasha, sus brazos empezaban a dolerle por la resistencia que ejercía.
- ¡No seas tonta! ¡Saldremos juntos de esto! –gritó Inuyasha de vuelta viéndola a los ojos tratándole de dar esperanza, pero la verdad Kagome estaba tan débil que estaba a punto de soltar la flecha en dirección a Inuyasha. "NO, NO…No seré débil de nuevo" gritó con todas sus fuerzas Kagome en su interior. De repente la luz que hace unos minutos se había visto en su pecho empezó a resplandecer más y a los pies de Kagome algo aparecía…
-¡SUELTAME, NO ME TOQUES! –Gritó Kagome resplandeciendo completamente mientras a sus pies se dibujaba un cuadrado y sobre este un rombo.
- ¡LA ESTRELLA! –gritó la voz que se mantenía oculta, el resplandor de Kagome se empezó a pagar hasta que luego aumentó el doble quemando las raíces por completo. Inuyasha miraba sorprendido el poder de Kagome.
La sacerdotisa cayó al suelo con el cabello suelto y algunos rotos en su ropa pero con mucha energía, alrededor de ella se había creado un campo de energía que la cuidaba de que fuera atrapada de nuevo, Kagome sacó tres flechas y las apuntó en dirección a los pies de Inuyasha, disparó desasiendo las raíces. Inuyasha de un salto estuvo al lado de Kagome, ambos cuidando sus espaldas y viendo en todas direcciones buscando a aquella que los había capturado. La sacerdotisa pudo sentir una energía y disparó una flecha sagrada que alumbró la oscuridad del bosque, al final se escuchó un grito de dolor.
- Maldita sacerdotisa, esto no ha acabado… las estrella me dará la eternidad…-dijo la voz, la pareja vio como una sombra se fue volando. Inuyasha iba a seguirla pero Kagome lo detuvo con el brazo.
- Volvamos con los demás, deben estar preocupados… -dijo la chica con una débil sonrisa y sosteniéndose de caer gracias a su arco.
-¿Estas bien, Kagome? –preguntó Inuyasha tomándola por la cintura y preocupado.
- Si, solo estoy cansada… -susurró Kagome antes de desmayarse, Inuyasha la tomó en brazos y su arco y flechas.
- Tonta, ha usado todas su fuerzas… -refunfuño Inuyasha viendo su rostro pálido.
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Kagome despertó de a poco se sentía mucho mejor, los ultimos recuerdos volvieron a su mente, ella siendo atrapada, la raíces y ramas, la voz de esa mujer, casi matando a su esposo….¡Inuyasha! ¿Dónde estaba?
-¿Inuyasha? –susurró Kagome tratando de levantarse pero fue detenida por las manos de Sango.
- Tranquila ya regresará…-dijo con una pequeña sonrisa.- ¿Cómo te sientes?
-Mucho mejor aunque me duelen los brazos… -dijo Kagome de nuevo intentando sentarse, pero esta vez Sango la ayudó.- ¿Pero a donde fue Inuyasha?
- A ver si encontraba cerca a quien los atacó…-respondió Miroku que se encontraba junto a las gemelas y el pequeño Ichiro cuidando de que durmieran tranquilos, y dedicándole una sonrisa a Kagome.- Es un gusto volver a verte Kagome.
-Gracias Miroku… veo que ahora eres todo un hombre de familia. –dijo Kagome con una pequeña sonrisa.
- Lo que uno hace por amor…-dijo Miroku que ahora estaba junto a Sango poniendo su mano en el trasero de su esposa.
- Nunca cambiaras…eh –dijo Sango que le había dado una cachetada, por ser tan demostrativo frente a su amiga.
- Je, je como en los viejos tiempos… -dijo Kagome con una gotita en la cabeza, en eso entró Inuyasha sonriéndole un poco a Kagome.
- Ya despertaste… ¿Cómo te encuentras? –dijo desde la puerta con la vista fija en ella.
- Muy bien, te lo dije solo estaba un poco cansada… -ella le sonrió a Inuyasha, que solo suspiró.
- Como sea estaré afuera… -dijo Inuyasha saliendo de la casa.
- Está muy preocupado…-murmuró Kagome bajando la mirada a sus manos.
- Si, ha pasado horas afuera buscando algún rastro. –dijo Miroku viendo a Kagome.
- ¿Horas? ¿Qué horas es? –dijo Kagome al ver que lo único que iluminaba la casa era la pequeña fogata.
- Ya debe ser más de media noche, lo mejor será descansar… -dijo Sango poniéndose en pie y a su lado Miroku. – Que tengas buena noche Kagome. –dijo la exterminadora sonriéndole, Kagome asintió y volvió a recostarse intentando dormir pero recuerdos venían a su mente como la vez que estuvo en la oscuridad por culpa de la Perla de Shikon, había tenido tanto miedo de no volver a sus amigos, a su familia y a su Inuyasha, ese miedo se había repetido hacia unas horas en el árbol sagrado. Kagome siguió dando vueltas sin poder dormir entonces se preguntó que estaría haciendo Inuyasha. Kagome salió de la casa percatándose de no despertar a nadie, al salir no vio a Inuyasha por ningún lado pero entonces recordó aquel árbol en el que solía subir. Al llegar a él pudo ver su silueta iluminada por la oscuridad.
- Deberías regresar y dormir –dijo Inuyasha al captar su olor en el viento, lo que no sorprendió a Kagome que se acercó hasta donde pudo verlo mejor.
- Es que no puedo dormir - dijo Kagome aun mirándolo esperando que el la observara, pero Inuyasha parecía estar perdido observando la hermosa luna. - ¿Por qué no entras conmigo? –dijo dulcemente Kagome.
- Feh. No, creo que es mejor que me quede aquí. No estoy cansado y no soy tan débil. –dijo a modo de burla ahora si viéndola. Kagome bajó la mirada indignada por la parte de débil. Cruzándose de brazos suspiró cansada de que fuera tan testarudo.
- Inuyasha…Abajo- dijo con voz calmada, y en segundo el hibrido estuvo estampado en el suelo.
-¡ ¿Por qué hiciste eso?! –dijo Inuyasha tan pronto como estuvo de pie mirando con ojos amenazadores a la sacerdotisa.
- Shhh…No grites que todos están durmiendo… -dijo la chica señalando la aldea- Y lo hice porque eres un testarudo. – y la chica volvió a cruzarse de brazos- No volverá a atacar tan pronto.
- ¿Y tú como lo sabes? – espetó Inuyasha viendo enojado a Kagome.
- Porque le tomo mucho planear esto… -dijo Kagome aun cruzada de brazos y sin ver a Inuyasha.
- ¿De qué hablas? –se confundió Inuyasha frente a las palabras de la joven.
- Desde que me separé del monje sentía que me observaban, pero siempre estaba alerta lo que no le que convenía a quien quiera que esté detrás de esto, pero hoy cuando pasó todo bueno yo… estaba distraída –dijo Kagome viendo a Inuyasha, este entonces lo comprendió y de cierta manera se sintió aún más culpable.- Por eso te digo que entremos… estaremos bien por esta noche. –dijo Kagome sonriéndole un poco y jalándolo de la mano en dirección a la casa, pero él se quedó en su lugar.
- No me iré. –dijo completamente decidido y volvió a subir al árbol.
- Bien. –Dijo Kagome, Inuyasha se impresionó de lo fácil que había sido convencerla hasta que… - Yo también me quedaré-dijo Kagome juntando unas ramitas y encendiendo una fogata, luego se sentó recargando su espalda en el tronco del árbol.
- Feh –dijo simplemente Inuyasha y se cruzó de brazos viendo nuevamente la luna, pasaron unos 10 minutos cuando echó una mirada a Kagome que se frotaba los brazos con sus manos para obtener algo de calor, ya que el viento era frio informando que pronto el invierno estaría con ellos.
Kagome veía embelesada como las llamas del fuego danzaban al vaivén del viento hasta que algo cayó sobre ella impidiéndole ver dándole un gran susto, al quitárselo se dio cuenta que era el haori de Inuyasha.
-¿Heh? –se limitó a decir cuando a sintió como a su lado se sentaba Inuyasha.
- Póntelo o pescaras un resfrío… -dijo Inuyasha viendo el fuego, Kagome asintió y se la puso agradeciéndolo ya que se encontraba helada, y elevo la vista al cielo observando las estrellas. – La estrella…-dijo Inuyasha sacándola de sus pensamientos y Kagome lo miró confundido. - Eso era lo que quería aquel ser, ¿no? –le aclaro el hibrido a la chica que asintió e inevitablemente llevó su mano hasta su pecho. -¿Sabes qué significa? –dijo Inuyasha con curiosidad al ver lo que hacía, ella negó pero algo vino a su mente.
- Pero una vez… cuando era pequeña mamá me dijo que me había puesto Kagome porque en mi pecho vio algo, creo que dijo que era una constelación que se llamaba como yo. Además cada vez que voy a disparar la veo para disparar en el lugar correcto… -dijo Kagome recordando cuando Naraku había utilizado a la Sacerdotisa Hitomiko para matarla.
- ¿Y es así? –dijo Inuyasha dibujando la forma que había aparecido a los pies de Kagome cuando ella se había desecho de las ramas que la aprisionaban.
- Si, es así. ¿Dónde las has visto? –dijo Kagome confundida.
- A tus pies… hoy… antes de que te libraras de las ramas… -dijo Inuyasha apretando los puños y molesto.
- Dime una cosa… -dijo Kagome tomando su rostro y obligando a mirarla- ¿Por qué estás tan molesto?... Es que no entiendo, pudimos salir de esto. Dime la verdad –dijo en tono de súplica la chica.
- Porque… hoy estuve a punto de perderte y no pude hacer nada. –dijo Inuyasha tomando las manos con fuerza y viéndola a los ojos con gran temor.
- Inuyasha… -dijo Kagome con tono dulce para después ponerse en pie- ¡Eres un tonto! ¡¿Por qué crees que acepté entrenar con el Monje Chojiro?! ¡Para poder ayudarte y defenderme!
Inuyasha se sorprendió y también se puso de pie – ¡Eso no era necesario, sabes que siempre te protegeré! ¡Eres mi esposa! –Grito Inuyasha.
- ¡Eres un tonto y aparte machista! Así que es por eso ¿eh? –Dijo Kagome furiosa- ¡Estas molesto porque esta vez no fui la damisela en peligro y no llegaste tú para salvarme!
- ¡No es eso! –grito Inuyasha y luego volvió a sentarse viendo al fuego – Estoy molesto porque siento que va a llegar un momento en el que no me vas a necesitar y te vas a ir. –dijo con tristeza Inuyasha haciendo que Kagome se sentara y todo quedara en silencio por unos segundos.
La Sacerdotisa tomó una de las manos de Inuyasha y la puso sobre su pecho, Inuyasha se sonrojo pero entonces observó que Kagome quería que sintiera su corazón – Aquí fue donde empezó la luz ¿recuerdas? –Inuyasha solo asintió viendo a los ojos a su linda Kagome- Siempre te voy a necesitar a mi lado, porque mi deseo más grande es permanecer a tu lado, siempre lucharé por eso. Así que no te preocupes. –Dijo Kagome con una enorme sonrisa
Inuyasha acercó su rostro y le dio un tierno beso. –Eres un testarudo… -susurró Kagome en sus labios.
- Por eso te tengo a mi lado… -dijo el con una sincera sonrisa, Inuyasha recargo su espalda en la corteza del árbol mientras que abrazaba a Kagome, era un momento perfecto para ambos, estuvieron hablando de cosas sobre el viaje de Kagome hasta que ella pudo dormir acunada por los brazos de su amado esposo.
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¿Qué pasara más adelante? ¿Qué significará eso de la estrella? Lo sabremos en los siguientes capítulos de Inuyasha Ashita He.
Espero les haya gustado y espero sus opiniones *o*
