¿Alguna vez has sentido como si te faltara la mitad de tu alma? ¿Como si no estuvieras completo? Así me sentía yo hasta que le vi por primera vez. A él, con su pelo negro con reflejos azulados bajo la luz de la luna y fríos ojos cobalto que me miraban como si fuera su próxima presa. Y sus primeras palabras creo que fueron un cumplido. "Realmente tienes valor, viniendo aquí solo". (Vamos. Eso era un cumplido fijo.)

¿Su primer movimiento hacia mí? Cortar mi brazo izquierdo con su katana. Sí, no empezamos con buen pie, pero no fue culpa nuestra, no, en absoluto. Es culpa de Komui Lee (un idiota de pelo morado que se cree un gran genio en la ciencia pero no que no deja de causar problemas y tiene un enorme complejo de hermana comparable al Everest.)

Su siguiente movimiento fue casi atravesarme el cráneo, deteniéndose justo a tiempo cuando dije que mi maestro había enviado una carta de recomendación a Komui. Sí, absolutamente su culpa. De no ser por ese científico de demonio posiblemente nuestra relación se basara en un cincuenta por ciento en peleas entre mantas y sábanas.

Y justo después de conocer a Lenalee Lee (la hermana pequeña y menos sicópata del científico del demonio) esa persona me dice que no quiere tocar a una persona maldita. Eso me desanimó completamente durante el resto del día, aunque creo que la pequeña conversación entre dos guardias en la que me llamaban un niño (¡Un niño! ¡A mí! ¡Podría ser su tatarabuelo por el fuego más sagrado del infierno!), la reparación de mi brazo en manos de Komui (Sí, otra vez el científico del demonio) y la sorpresa de conocer a Havlaska también ayudaron mucho.

En definitiva, no era uno de mis mejores días, aunque tampoco uno de los peores. Es lo que sucede cuando se es yo: un demonio expulsado de los infiernos ahora servidor de Dios camuflado entre los humanos.

Vereis: hace varios siglos (nos doce) los demonios vivíamos en paz y armonía con los humanos. Éramos gobernados por un rey justo y generoso que se preocupaba por su pueblo. Ese rey tenía dos hijos. El mayor iba a ser el próximo en el trono, pero intentó un golpe de estado, con lo que le condenaron al destierro. El menor fue elegido para suceder a su padre con el apoyo casi unánimo de los demonios. Pero como suele suceder en estos casos el mayor regresó, mató a su padre, desterró a su hermano y se apoderó del trono. Ahora es un aliado del Conde Milenario y es mi deber destruirle. ¿Por qué, preguntais? Porque yo era el hijo menor.

Pero dejémonos de historias melodramáticas y de venganza. En estos momentos me dirijo al comedor. Me estoy acercando al mostrador del otro lado de la sala, sin poder evitar notar que esa persona está sentado en una de las mesas completamente solo.

Cuando llego a mi destino veo al cocinero jefe. El hombre (no estoy absolutamente seguro de esto, tiene el pelo rosa en dos trenzas) se sorprende al mirarme.

-¿Un nuevo recluta? ¡Wow, y vaya chico guapo! Encantado de conocerte... ¿Qué quieres comer? ¡Puedo cocinar lo que sea! (Pd: imaginadle con estrellitas a su alrededor)

(Lo que sea... esas palabras son su perdición)

-Ok, entonces tomaré... lasaña y patatas y curry seco y tofu ma-po y estofado de vaca y pastel de carne y pollo y ensalada de patata, maíz y arroz, de postre quiero pudin de mango y dangos mitarashi. Una porción de todo.

(Exagerado, lo sé, pero soy un Exorcista de tipo parásito y eso consume energía y además un demonio a quién las misiones encubiertas dan hambre.)

Estoy a punto de responder su pregunta (¡¿Puedes comerte todo eso?!) cuando escucho un grito desde las mesas. Me giro y veo a un Buscador alto y ancho de hombros gritarle a alguien. Me doy cuenta de que ese alguien es esa persona.

-¡Venga, dilo otra vez!

Otro Buscador intenta tranquilizarle. Creo que le llama Buzz.

-¡Callaos!

Incluso desde mi posición lejana puedo escuchar cómo deja los palillos de bambú sobre la taza de cerámica con un cuidado esquisito. Hasta sus más pequeños movimientos gritan samurai. Empiezo a caminar hacia ellos en silencio, evitando que se me note. El sigilo siempre ha sido uno de mis puntos fuertes.

-Mi comida sabe mal cuando habláis de gente muerta.

Hasta yo reconozco que eso es un poco insensible.

-¡¿Es así como muestras respeto por tus camaradas?! Nosotros, los Buscadores, os protegemos con vuestras vidas... Y tú... Tú...-en este momento Buzz levanta el puño preparado para golpearle y yo me quedo cerca de ellos sin que nadie me note- ¡¿Y tú estas diciendo que te sabe mal la comida?!

Me siento orgulloso cuando veo a esa persona esquivar un golpe directo a la cabeza con un único movimiento fluido. (¿Os he dicho ya que se llama Kanda y que es un hombre Exorcista samurai con el pelo largo?) Lo que odio fue lo siguiente que hizo. Se gira y cierra su mano alrededor del cuello de Buzz.

-¿"Nos protegeis"? Todo lo que podeis hacer es "protegernos". Vosotros no habeis sido elegidos para llevar la Inocencia-empieza a apretar la mano con fuerza y Buzz se queda sin aire. Funzo el ceño-. Si no quereis morir, huid. Vuestras insignificantes vidas pueden ser reemplazadas en un instante.

Eso me puso en movimiento. Puedo soportarlo todo, menos que se juegue con las vidas de otros. Me adelanto en silencio y le sujeto la muñeca con mi mano izquierda, sabiendo que eso le molestaría. Puede ser mi alma gemela o lo que quiera que sea, pero es un completo idiota.

-Déjalo-sus ojos se desvían hacia mí y puedo reconocer por un segundo la sorpresa de verme-. Siento interrumpirte cuando no tengo nada que ver con esto, pero no creo que esta sea la mejor manera de solucionar las cosas.

Se queda en silencio un momento y pero fin habla.

-Apártate, moyashi.

(¿Moyashi? ¡¿Este estúpido mortal acaba de llamarme Brote de Soja?! Me las pagará.)

-¡Soy Allen!

Aparta la mirada con una pequeña sonrisa divertida en los labios finos que deseo morder.

-Si no has muerto el mes que viene recordaré tu nombre. Hay muchos que mueren aquí, como este tipo.

(Te juro, Kanda, que en un mes harás mucho más que decir mi nombre. Lo gritarás con fuerza cada vez que entre en tí.)

Utilizo un poco de mi fuerza demoníaca para inutilizarle los tendones el tiempo suficiente para que suelte a Buzz. Los delicados huesos de su muñeca resuenan entre sí. Su mirada se centra en mi mano entre aturdida y sorprendida.

-Ya te lo he dicho, no deberías hablar de eso.

Me mira con un odio profundo y le suelto despacio. Nuestros ojos se encuentran.

-Vas a morir pronto... Odio a los de tu tipo.

El modo en el que lo dice me indica que no se refiere a estar maldito y que tiene una ligera idea de que no soy humano.

-Bueno, gracias.

Lo digo con todo el sarcasmo que pude. Justo en ese momento puedo jurar que las llamas bailan a nuestro alrededor, y no en el buen sentido. (Y yo con mis esperanzas de recomponer nuestra relación rota ayer. Bueno, qué más da, lo hecho, hecho está.)

Mis oídos ultrasensibles escuchan al subjefe River llamarnos para estar en el puesto de mando en 10 minutos. Cuando llegamos vemos a Komui durmiendo en su escritorio y a River intentando despertarle.

(Tengo un buen truco para esto, pero el suelo está lleno de papeles, literalemente, y podrían ser importantes.)

¿Llamarle? Resultado: nada. ¿Sacudirle el hombro? Resultado: nada. ¿Golpearle la cabeza? Resultado: nada. ¿Decirle que Lenalee se va a casar? Resultado: un grito espantoso que casi me destroza los tímpanos y cinco minutos de lloriqueo incesante. (Científico del demonio...)

Nos sentamos en el pequeño sofá lo más alejados entre sí físicamente posible. Y entonces llega la mejor parte.

-Muy bien, no tenemos mucho tiempo, así que en cuanto oigáis el resumen, os vais. Si quereis información más detallada, os leeis esto mientras os dirigís al objetivo.

¿Lo peor? HABÍA HABLADO EN PLURAL.

Kanda y yo nos miramos sorprendidos. Él está sentado con las piernas cruzadas elegantemente y un brazo (irónicamente el más cercano a mí, como si me invitara a acurrucarme a su lado) descuidadamente sobre el respaldo.

Miramos a Komui con la misma expresión exacta de desesperación e irritación. ¡Y el tío va y nos pregunta que cuál es el problema! (Sinceramente, yo me lo cargo. Luego le reviviré y le mataré de nuevo de una forma diferente. Y luego, cuando esté en mi legítimo lugar en el trono de los infiernos, me encargaré personalmente de torturarle día a día.)

Estoy demasiado ocupado planeando su muerte como para enterarme de la misión (aunque sí sé que es en el sur de Italia). Lo siguiente que sé es que estoy en la salida acuática subterránea de la Isla Negra (lo sé, se comieron el coco buscandole un nombre) y me estoy quejando de que mi nuevo uniforme es demasiado grande.

Y de repente Timcampy sale de mi manga. Tim es un pequeño golem dorado, creo que el único con alas de plumas, con la capacidad de grabar y reproducir imágenes y videos y de crecer. Le adoro.

-¿Se puede saber dónde te habías metido todo este tiempo?

No le había visto desde la noche anterior.

-Timcampy tiene la habilidad de proyectar el pasado de aquel con quien ha estado. Lo cogí para ver tus aventuras. Por eso no pude dormir.

Lanzo a Komui una mirada asustada, pero luego recuerdo que le dije a Tim que borrara cuando muestro mi verdadera forma. Al final sonrio e incluso me despido del científico del demonio.