¡Hola a todos! Vengo con una transcripción de una de mis historias favoritas en el mundo: "Marauder! Crack" ya que grande fue mi sorpresa al darme que no existe quien la haya subido a esta plataforma, personalmente no encontre en ffnet, solo en Livejournal y se me hacia algo pesado leerla ahí por lo que contacte con la talentosísimo Miss_Jota (Irati) que me dio permiso para subirla a comodidad, subiré los capítulos diarios, supongo ya que no creo que me tome mucho tiempo. Mi único deseo es que esta historia pueda ser disfrutada por todos los amantes de Wolfstar de ffnet.
Reitero que NO ES MIO, y aquí la pueden encontrar en Livejournal - - . ?user=miss_jotakeyword=Marauder!Crackfilter=own La autora del fanfic es Miss_Jota (livejournal) Irati Jimenez Uriarte.
Nota de Autora: "Juro solemnemente que mis intenciones NO son buenas" Esta historia sobre los marauders se me ocurrió hace tiempo pero iba a ser completamente diferente, de estructura y todo lo demás. Se me ha ocurrido simplificarla, ya que no soy capaz de simplificar nada más en mi vida. Y publicarla como drabbles, al estilo de lo que hice el otro día. Ocurre en mi universo particular de los marauders, donde Sirius está bueno pero no se entera, Remus es gay, James persigue a Lily y ella es la mejor amiga de Remus. Nada nuevo en ese sentido. Ah, sí, Lucius Malfoy es compañero de estudios de nuestros chicos. No sé si eso paso o no, pero a mí me viene bien y no soy Jo para tener que ajustarme al cañón, ¿no?" - Miss_Jota.
Marauder! Crack
Instinto Territorial
La bufanda tiene los inconfundibles colores de Gryffindor. Es de un rojo profundo, como un corazón que bombea sangre adolescente y tiene franjas gruesas de un amarillo intenso, color de la arena del desierto a última hora de la tarde. Cuando camina por los pasillos en dirección a la Torre de Gryffindor, los colores se superponen y se mezclan sobre el milenario suelo de piedra. Arrastra la ropa con ese caminar perezoso. La suya es una torpeza tan sutil que parece una sofisticada forma de la elegancia. Exhausto, con los oídos taponados y la nariz roja por los restos de un resfriado que no acaba de curarse. Con la cabeza metida en el libro de Aritmancia para repasar la última clase. Distraído y renqueante y vestido con ropa de invierno cuando la mayoría de los chicos todavía apuran el otoño. No hace demasiado frío pero es el primer día de la luna menguante y Remus Lupin tiene cicatrices en el cuello que no quiere que nadie vea.
En la esquina que lleva a las escaleras flotantes, gira, choca y ve rodar su libro hasta los pies del cuerpo con el que ha tenido un encontronazo. Sonrisa afilada, pelo tan blanco como una mañana de enero, escarcha en la expresión, furia disimulada bajo grandeza y un tono de voz deliberadamente lleno de desprecio. Lucius Malfoy con sus tres esbirros Slytherin. Estupendo.
- Mirad, chicos. La señorita Lupin paseando por ahí sin sus guardaespaldas Gryffindor. ¿No te da miedo salir por ahí sin Black, Remus?
- No especialmente, pero agradezco tu conmovedor interés. – Intenta abrirse paso. Está cansado, tiene clase y pocas ganas de perder el tiempo. - Un encuentro breve pero emocionante. Y ahora, si me disculpas... – deja caer el final de una frase hecha pero ningún Slytherin da un solo paso para moverse.
- ¿Quieres marcharte tan pronto, Lupin? ¿Qué pasa, no te gusto tanto como Black y Potter? Siguen cerrándole el paso.
- Tengo cosas que hacer, Lucius.
- ¿En serio?- se acerca a él con esa pose pretendidamente intimidatoria. - Me pregunto qué cosas serán.
- Excelente. Me alegra resultarte tan interesante como para que dediques tu precioso tiempo a pensar en mí. Es profundamente halagador.
Tres noches al mes, Remus se transforma. El animal interior estalla en su pecho y le destroza, desgarra cada célula y cada trozo de piel, hasta que no queda nada del colegial con uniforme raído. Sabe que el lobo no es solo producto de un mordisco infame, hace tantos años. Es parte de él. Su rabia, su ira, esa cólera que habita en lo más profundo del estómago. Tres noches al mes, esa rabia es una explosión que podría destrozar a Lucius Malfoy solo con un simple movimiento certero de sus colmillos. El resto del tiempo, la bravuconería de Lucius Malfoy y sus insinuaciones le dejan indiferente.
Al contrario que James y Sirius, Remus intenta elegir sus batallas.
- Dinos, Lupin. ¿Le sacas brillo a la varita de Black o a la de Potter? ¿O te utilizan por turnos, para que ninguno se ponga celoso?-Malfoy acorta la distancia entre ellos y Remus no es un lobo pero lleva uno dentroque es capaz de olisquear el odio de Malfoy, rezumando con una intensidad asesina. - ¿Eres la novia de los dos?
Da un paso atrás para no tener que oler su aliento.
- ¡Malfoy! Aparta tu asquerosa cara de él, sino quieres que te la deje todavía más fea de la que la tienes.
Lo que faltaba.
Estupendo, Canuto, defiéndeme, eso acabará con todos los rumores.
Lucius se aparta de él al instante, se hace a un lado y brilla en esa mirada gélida la satisfacción de haber conseguido al fin la pelea que andaba buscando. Tras él, varita en mano, exudando energía después del entrenamiento de Quidditch, pavoneándose, mirando a Malfoy como si fuera la peste hecha carne, deseando algo contra lo que descargar su constante furia, el más altivo, más fuerte, más alto y musculoso de todos los Gryffindor de séptimo curso.
- Fíjate quien llega para defender a su novia.
Sirius, naturalmente.
- ¿Qué pasa aquí Malfoy?
Encara a los secuaces de Malfoy. Invade su espacio personal. Remus sabe que le encantaría olisquearles, gruñir y mear a sus pies para marcar su territorio. Sabe que el perro no fue una elección casual y el disfraz de animago es solo su animal interior saliendo a la luz. Sirius no eligió el perro. El perro le eligió a él. El perro siempre ha estado ahí.
- No pasa nada, Black. -No hay palabras para describir hasta qué punto destilan desprecio las palabras de Malfoy. - Solo estábamos charlando. No te pongas celoso- le desafía. Poniendo un énfasis especial en esa última palabra. Celoso.
Remus intenta sembrar paz en un territorio minado.
- No pasa nada, Sirius. Ya me iba.
Es inútil. Hay un centímetro escaso entre la barbilla afilada de Lucius Malfoy y la mandíbula de Sirius Black y parece que en cualquier momento, alguno de los dos recorrerá ese único centímetro y morder.
- ¿No has oído a la señorita? Quiere que le lleves a casa, Black.
En cualquier otro momento, ése comentario provocaría un puñetazo, sangre de Slytherin en el suelo, y un castigo para Sirius o algo peor - tal vez esa expulsión con la que siempre le amenazan- pero esta vez, Remus reacciona, sale del paso, coloca una mano en el hombro de su amigo, baja el tono de voz, adopta en la mirada cierta severidad contenida como de anciano profesor, murmura "no merece la pena, Canuto" y la ira de Sirius se evapora, como si el aliento de un lobo hubiera extinguido un incendio de un solo soplido. Da un paso atrás, lanza una última mirada incendiaria en dirección a Malfoy y sigue los pasos de Remus en dirección a la Torre, murmurando sus habituales maldiciones en contra de todo lo Slytherin habido y por haber.
- Maldito gilipollas. ¿Qué coño habrá querido decir?
Ha querido decir que me gustan los chicos, Sirius. Eso ha querido decir
Sirius Black puede rastrear un olor a millas de distancia en una noche de luna llena pero es incapaz de mirar a Remus y ver que hay un chico bajo el lobo que aúlla por él cuando se oculta la luna llena.
El mago más inteligente, el perro más despistado.
A veces Remus cree que es el único del colegio que no se ha dado cuenta.
