¡Hola! Este es el primer fic que hago de hetalia (mi nueva obsesión), al que espero que siga muuchos otros más. ¡Espero que os guste!

ADVERTENCIAS: En realidad ninguna, quizá un poco de shonen-ai, ¡Así que ya sabéis, haters del yaoi, absteneos de posibles traumas! ¡Ah, casi se me olvida, tiene insinuación de USxUk/UKxUS!

DISCLAIMER: Hetalia y todos sus personajes son propiedad de Himaruya Hidekazu, hago esto sin fines de lucro y para mi única diversión y (espero) de los que lo lleguen a leer.


Ducha

Alfred F. Jones estaba bastante harto de aquella situación. Apretó con más fuerza todavía aquel cuerpo cilíndrico que se encontraba entre sus dedos, deseoso de que un blanco líquido saliera de su interior. No lo hacía. No importaba cuanto agitase o estrujase, la viscosa substancia no se dignaba a salir. Siguió insistiendo durante unos segundos y notó que por fin algo empezaba a emerger.

-¡Arthur!- Gritó, pero absolutamente nadie le contestó, tal y como era de esperarse teniendo en cuenta que su ex-tutor se encontraba en el piso inferior, ignorando completamente lo que estaba sucediendo en su baño.-¡Arthur! -Volvió a exclamar, esta vez golpeando un poco la pobre pared, que no tenía culpa de nada. A unos pasos se empezaron a escuchar, cada vez más cerca. Segundos después la puerta del aseo se abrió.

-What the hell do you want, git? - La cabeza del inglés se asomó. Estaba claramente enfadado. ¿Qué podría ser tan importante para hacerle dejar a sus pixies cuidando sus deliciosos scones mientras se cocían?

-Se ha acabado el champú, tráeme otro. -Dijo Alfed sin más.

-¿Qué? ¿Para esto me has hecho subir? I'm not your bloody servant!

-Oh, c'mon, Iggy! ¡No seas cascarrabias! ¿Por favor? -Inglaterra no se iba a doplegar por los ojitos de cachorro que ponía aquel emancipado, no señor. Desvió la mirada con una expresión que haría pensar a cualquiera que andaba estreñido. Pero a pesar de sus quejas, en unos segundos de infantil cabezonería se acabó dirigiendo al armario en el que guardaba los utensilios de aseo y, dando tal suspiro que hacía parecer que estaba haciendo un esfuerzo enorme, cogió un tubo naranja.

-Here you have. ¡Ahora haz el favor de ducharte de una jodida vez, que llevas allí metido más de una hora!

Sip, los ojitos de cordero a punto de ser degollado era un truquito bastante sucio que había aprendido durante sus tiempos de colonia y que todavía funcionaba a pedir de boca con su temperamental amante. Sonriente, Estados Unidos se dispuso a enjabonarse bien el cabello. Más tarde recompensaría a Arthur como era debido, es decir, durante toda la noche entre susurros de amor de su parte y peticiones extremadamente perversas y algún que otro insulto por parte de su novio; insultos que Alfred bien sabía que el mayor propinaba a modo de disculpa por no poder ser capaz de decir sus sentimientos con la misma facilidad con la que él lo hacía. Aun así, el poseedor de Nantucket sabía también que una vez el anglosajón deja un poco de lado su orgullo, demuestra todo el afecto que él mismo daba y más.


Y eso sería todo. ¡Muchas gracias por leer y espero que os haya gustado, planeo publicar otro hoy mismo así que, si os interesa, estad pendientes, por favor!