Dame luz.
Capitulo 1: Embarazada.
Miraba por la ventana. Ya estaba oscureciendo, el cielo estaba rojizo y las nueves que aun estaban por ahí estaban teñidas de rosa. No podía dejar de contar los segundos para que la llamaran. Estaba hay desde las siete de la tarde y aun no la recibían.
- ¿Higurashi? –pregunto una enfermera con cabello rubio, ojos verde y piel blanca-. El doctor la esta esperando con sus resultados.
Se levanto de su asiento y se dirigió a las puertas que conectaban al pasillo. Camino por la derecha y toco una puerta que estaba casi al final del pasillo
- Adelante –se escucho desde el interior de la habitación-.
Abrió la puerta con mucho cuidado para luego cerrarla detrás de si con la misma delicadeza. Observo al doctor detrás de su escritorio. Tenía el cabello negro azulado y unos ojos color ámbar, los cuales eran capases de hipnotizar cualquiera. Estaba vestido con una camisa celeste, de la cual tenia los primeros dos botones desabrochados y al verlo levantarse noto que el color de su pantalón esta vez era negros, no blanco como en la primera cita.
No podía creer que esa muchacha fuera la misma que entro en su consultorio dos semanas atrás. Hace dos semanas estaba completamente divina… pero ahora no estaba maquillada, lo cual no hacia falta. Tenía el cabello color azabache recogido en un moño alto y estaba vestida con un jeans azul claro y un poleron ancho de color negro.
- Buenos tardes –la saludo al levantarse-. Ciento mucho haberla hecho esperar, pero es la paciente anterior tiene complicaciones y tenia que explicarles los cuidados que debía tener de ahora en adelante muy detenidamente. Tome asiento, por favor –ofreció una vez ya sentado en su silla-.
Lo obedeció y no pudo evitar sentir unas ganas de llorar al estar frente él. ¡Sabía lo que iba a decirle! ¡No sabía por que se presento si ya sabía lo que tenia que decir!
Lo observo abrir un sobre, el cual tenia estampado el logo de los laboratorios de la clínica. Noto que en su rostro se dibujaba una sonrisa y la observo durante unos segundos.
- Felicidades… -comento mientras sonreía más-. Tiene dos meses ½ de embarazo…
Dos meses…. Dos meses… no podía creer que demorara tanto tiempo en darse cuenta de algo tan obvio. Lo sospecho hace tres semanas… pero no pensó que tendría tanto tiempo.
Repentinamente sus ojos se llenaron de lágrimas y al no poder más, al no poder llorar libremente en su casa… estallo en llanto en el mismo consultorio.
¿Por qué lloraba? Acaso ¿era una de esas mujeres que lloraban de felicidad al saber que serian madres?... pero noto que su llanto no estaba acompañado por una sonrisa… o mas bien… no podía ver ninguna ya que su rostro estaba completamente cubierto con sus manos.
Se levanto se su asiento y se coloco en cuclillas junto a ella. Poso su grande mano morena sobre su espalda y comenzó a masajearla con el propósito de calmarla un poco.
- Tranquila señora… -le susurro-. Solo serán unos meses de espera… solo siete meses…
- Señorita -dijo luego de unos segundos-. No estoy casada.
¿No estaba casada? Ahora que lo decía… no llevaba alianza. Acaso ella…
- ¿Qué voy a hacer? –le pregunto sin pensar-. En solo un meses me gradúo de la universidad… mi madre no me dejaran poner un solo pie en la casa… no se que voy a hacer… -de repente dejo de llorar y mantuvo la vista fija en un punto determinado-. A menos que… -susurro para si misma en un momento de alteración por el llanto-.
- ¡NO! –Exclamo el doctor casi en un grito-. No voy a permitir que atente contra la vida de un inocente… -le dijo mirándola severamente-. ¡No es culpa de ese pequeño de la irresponsabilidad que usted tuvo!
- ¡No fue mi culpa! –exclamo para luego echarse a llorar-. ¡Él me engaño! ¡Me dijo que me amaba! ¡Que no me preocupara! ¡El se iba a cuidar! ¡Y luego me dejo sola! ¡LO ODIO! ¡LO ODIO! –confeso-. ¡Fui una tonta! –Dijo para luego golpearse la cabeza-.
No podía creerlo… había tenido pacientes con promesas de amor falsas… con la diferencia de que los queridos padres desaparecían unos meses después… pero esa pobre muchacha…
- No llore… -le pidió colocando sus manos en las de ella para detener los golpes-.
- ¿¡Que no llore!? –Grito-. ¡Mis padres van a matarme! –Exclamo volviéndose a tacar el rostro con las manos y llorar más amargamente que antes-.
Nunca le había tocado una paciente como aquella. Por lo general eran mujeres casadas, o con planes de casarse… también le avían tocado mujeres jóvenes con un embarazo no deseado… pero lo asumían de todas maneras… pero esa muchacha…
- ¿Cuántos años tiene señorita? –Pregunto de repente-.
¿Qué? Estaba trastornada por saber que iba a ser mama y ¿ese doctor solo atina a preguntarle su edad? ¿Es que no entendía por lo que estaba pasando? ¡Pero claro! Ningún hombre en su sano juicio optaría por ponerse aunque fuese un segundo en el puesto de una mujer despechada y engañada.
- tengo veintiuno… -respondió-. Veintidós en un mes…
Que joven… en sus diez años de profesión ha visto a muchas muchachas embarazadas… pero contentas en algunos casos… hasta hace dos meses tuvo una paciente de catorce años… y su novio a acompañaba a cada una de las sesiones… también hay que entender que era un muchacho de veinte años… ¡Como es posible que los muchacho de hoy en día pueden optar por tener relaciones con muchachas que aun son niñas en muchos sentidos! ¡Ni siquiera en su época de estudiante le había tocado algo similar!
- ¿Quiere un poco de agua? –le ofreció-. Le servirá para aplacar un poco el llanto.
- Gracias…
Lo vio tomar el teléfono y marcar solo dos números, escucho como pedía un vaso de agua y un café bien cargado. Cuando colgó le pidió que se pusiera de pie y que se quitara las zapatillas y el poleron.
- ¡Esta loco! –exclamo asustada mientras se abraza a si misma-. No pienso desvestirme en frente de usted ¡ni aunque me pagaran!
Al escucharla decir eso sonrió y no pudo dejar escapar una carcajada. Al menos logro que dejara de pensar en ese hombre que le hizo el favor para luego mandarse a cambiar a quien sabe donde.
- No quiero que me haga un stripter señorita… es solo rutina… -le comento acercándose a ella con una sonrisa-. Tengo que pesarla… medirla y después de eso una ecografía para saber como esta el desarrollo del embrión. Después le daré una receta para que compre unas vitaminas y pastillas de calcio, además de una alimentación adecuada de ahora en adelante.
- ¿Qué voy a hacer? –le pregunto una ves ya calmada-. Mis padres me querrán echar de la casa… no se a donde ir… no se como es que fui tan tonta…
- Primero lo primero… señorita –dudo un momento-.
- ¿Puede llamarme por mi nombre? no me gusta mucho cuando me llaman "señorita" –le pidió dejando ver… aunque fuera por unos segundos, una pequeña curvatura hacia arriba en sus labios-. Me llamo kagome…
- Muy bien kagome… yo soy inuyasha y me gusta mucho este tipo de relación con mis pacientes… -confeso con una sonrisa-. Como ya sabes… soy ginecólogo y obstetra… y si tu me lo permites… quiero hacerme cargo de tu embarazo… quiero que te atiendas conmigo… después te puedo derivar a un bueno pediatra… pero por ahora… Te entenderás solamente conmigo… si es que te parece bien…
- Si… me gustaría atenderme con usted inuyasha… al menos hasta que tenga en claros mis ideas –dijo bajando sus manos a su regazo y poniéndolas en puño-.
No entendía… pero esa muchacha le producía un sentimiento de protección… no pensaba dejarla sola… era una muchacha joven… sola… y con un miedo enorme a sus padres.
- Si quieres… puedes decirle a tus padres que vengan a hablar conmigo… yo le explicare la situación… pero solo lo que me has contado… o lo que me quieras contar… -le dijo tomando una de sus pequeñas manos con la propia-. Pero lo que necesito es que me des tu palabra de que no atentaras contra la vida del ser que llevas en tu vientre –le pidió para luego titubear antes de colocar su mano en la panza de ella-.
Se sintió rara al sentir la mano del doctor en su panza. Tenía una vida ahí. Nunca relaciono el hecho de tener relaciones con tener un hijo. Con la mano propia, la coloco sobre la mano del doctor y lagrimas comenzaron a salir de sus ojos, con la simple diferencia que ahora sus ojos brillaban y tenia una sonrisa en los labios.
- Un hijo… - susurro colocando la otra mano en el mismo lugar-. Voy a ser mamá…
- Así es… -dijo quitando su mano para acariciarle una mejilla-. Vas a ser mamá… -estaba absorto en la belleza que kagome obtuvo. Con los ojos brillantes… y una sonrisa en sus labios-.
Un golpe en la puerta lo saco de su admiración.
- ¡Adelante!
Entro una enfermera de cabello café, ojos del mismo color, piel medianamente bronceada y maquilada con colores que resaltan sus facciones. En una bandeja traía una pequeña taza de café y al lado un vaso largo con agua.
- Gracias sango…
- de nada doctor… recuerde que a las nueve de la noche tiene que estar en pabellón para la cesárea a la señora hitomi –dijo dejando la bandeja sobre el escritorio-. Hola –se dirigió a kagome-. Soy sango… ¿Tu eres…?
- kagome… kagome Higurashi… -dijo con una sonrisa aun más grande que la anterior-.
- ¿Cuánto tienes? –Le pregunto al ver sus manos en su panza-.
- Dos meses –dijo con un brillo más expresivo en sus ojos-. ¡Voy a ser mamá!
La enfermera le sonrió y se dirigió nuevamente a inuyasha.
- Lo esperamos en pabellón.
Luego salio e la consulta he inuyasha se acerco a su escritorio para tomar el vaso con agua. Se lo tendió a kagome, la cual lo acepto y el tomo su tacita de café.
- Sango es mi enfermera particular –le informo-. Con ella atiendo casi todos mis partos…
Se quedo un rato mirando a kagome… no era la misma muchacha asustada que entro a su consulta. Ahora estaba feliz… los ojos le brillaban cada vez que se tocaba la panza… estaba… estaba preciosa.
- Por lo que veo… ya no tienes miedo. –le dijo tras dejar su tacita de café en la bandeja y volviendo a colocarse en cuclillas junto a ella-.
- no le puedo mentir… ¡voy a ser mamá! –exclamo sonriendo-. Es algo en lo que nunca pensé. Durante estas dos semanas estaba pensando en si llegaría a terminar mi carrera, como reaccionaria mi mamá si todas mis sospechas eran ciertas. –Contó con la vista baja-. Pero nada se compara al pensar que de una depende un ser tan pequeño. Que va a estar con una sin importar las circunstancias…
Le gustaba oírla hablar así…
- Bueno –comento colocándose de pie-. Vamos a hacerte unas revisiones… y voy a comentarte de… algunos cambios que vas a sufrir durante el embarazo… ahora que yo creo que algunos ya se han presentado le dijo extendiendo su mano para ayudarla a levantarse-.
- Bueno… -dijo sonrojada aceptando su ayuda-. La verdad es que… mis… mis…
- ¿Pechos? –pregunto con una sonrisa tierna en sus labios al ver la inocencia con la que hablaba. Ella asintió-. ¿Están sensibles? –pregunto nuevamente y ella asintió-. Es algo muy normal en los meses de embarazo. En algunas mujeres empieza mas tarde y en otras mas temprano. En tu caso es temprano. Lo bueno de eso es que te dejaran de molestar alrededor de los cinco meses de gestación.
- Pero es que también los… pezones me arden…. –dijo mientras se quitaba la chaqueta-.
- Esa es una molestia que te va a acompañar hasta que tengas a tu bebe… pero hay unas pomadas para que el ardo cese durante algunas horas. Recuéstate –ella lo obedeció y se recostó en la camilla que estaba junto a un televisor-.
- ¿Qué es eso? –Pregunto indicando el televisor-.
- Un monitor –dijo con una sonrisa en los labios mientras terminaba de colocarse los guantes-. Que esta conectado al teclado que ves junto a el y cuando pase esto por tu panza –explico indicando un aparato del tamaño de un ratón de computador-. Podrás ver a tu bebe…
Inuyasha levanto hasta la cintura la camiseta de tirantes blanca de kagome hasta su cintura. Antes de volver a concentrarse en su trabajo, no puedo evitar dar una mirada a todo el cuerpo de la muchacha… sus pechos, se notaba que se estaban hinchando. Tenía una cintura estrecha y caderas anchas. Su piel era tan blanca como la de su rostro. Tuvo la tentación de pasar una mano por sus mejillas sonrojadas he ir bajando de a poco hasta llegar a su panza.
Se contuvo. Sacudió levemente su cabeza y tomo u tuvo que estaba sobre la maquina. Abrió el orificio y lo apretó sobre la panza de kagome. De el salio un gel de color azul claro y frió.
- No te muevas –le dijo mientras encendía la maquina y tomaba el aparato-. Te voy ha hacer tu primera ecografía –dijo regalándole una sonrisa-.
Con el aparatito esparció el gel y en el televisor se empezó a ver u fondo negro pero también líneas blancas.
- ahí esta –dijo-. Esta muy bien para estar de dos meses ½.
No lo podía creer… ahí hay un bebe… su hijo… iba a ser mamá. Después de todo el tormento que ese mal nacido le causo, algo bueno salía de todo. Desvió su vista hasta el doctor… tenia la piel bronceada… y también ya se le notaba un poco la barba, después de todo, ya era tarde…
- Se ve muy sano –le dijo-. Pero no podemos descartar alguna complicación. Eso se ve alrededor de los cuatro meses –le informo-. ¡No te asustes! –le dijo al ver su expresión-. Si ahora no se ve nada raro es muy escasa la posibilidad de una complicación –la tranquilizo con una sonrisa-.
- Ahhh –suspiro kagome tranquilamente-. ¿Puede indicarme en donde… exactamente esta? No lo veo –confeso sonrojada-.
- Ningún problema kagome –le dijo para enseguida inclinarse al televisor y colocar el dedo sobre la imagen, en un punto que parecía una habichuela-. Ese es tu hijo kagome… -le sonrió al ver como sus ojos brillaban al verlo-.
- ¿No se puede saber si es niño o niña? –pregunto entusiasmada-.
- jajaja –rió-. Aun es muy pequeño… sus genitales aun no están desarrollados. Lo sabrás a las veinte o veintitrés semanas.
- Mmjmm –exclamo desanimada-.
Inuyasha le iba explicando con tranquilidad cuales eran los cambios que sufriría en el embarazo, además de los pechos. Kagome rió cuando le dijo que iba a estar un poco irritable a en el tercer trimestre. Luego siguió moviendo el aparato por la panza e kagome hasta que ya el gel comenzaba a espesarse… ¡Esa ecografía duro más minutos de lo normal! Pensó inuyasha.
- Bien –dijo al tomar un pedazo de papel y limpiaba el gel-. Ahora vamos a pesarte y medir… por lo que ciento… tienes un muy ligero abultamiento en tu vientre –le sonrió-.
Se bajo la camiseta y se sentó en la camilla para quitarse las zapatillas blancas. Se coloco de pie y fue donde estaba inuyasha. Él le dijo que se colocara sobre la balanza y el la peso, luego le indico que se diera la vuelta para medirla. Ya tenia claro que no media mucho. Después de todo ese doctor era un gigante… al estar descalza apenas y alcanzaba su barbilla si es que no le llegaba a los hombros.
- Bien… colócate tu chaqueta y las zapatillas. –Le dijo para luego ir a su escritorio y hacer unas anotaciones-. ¿Cual es tu peso habitual? –pregunto-.
- Cincuenta y seis kilogramos –respondió a la vez que se sentaba en frente de el-. ¿Por qué?
- Has bajado de dos a tres kilogramos… -le informo-. Eso no es sano para la criatura… ¿Te pusiste ha dieta? –Pregunto colocando los brazos sobre el escritorio y mirándola con sus ojos ámbar-.
- No… -respondió al instante-.
- En ese caso has estado echando alimento que te llevas a la boca… ¿no es verdad? –Pregunto aun sabiendo cual era la respuesta de antemano… pero quería seguir hablando con ella-.
- Si… desde hace un mes que no puedo comer bien… todo me da asco… por eso mamá… me dio dinero para ver a un doctor… -dijo sonrojada-.
- y ese dinero fue con el que pagaste los análisis –adivino-.
- Si… para pagar esta consulta he tenido que decirle que el doctor me quería hacer un chequeo…
Pobrecita… teniendo que recurrir a mentiras para quitarse una angustian tan grande de encima… pero el haberlo confirmado tiene que ser un peso aun más grande.
- Mira… -dijo tendiéndole una receta médica-. Tienes que hacer ejercicio… pero no brusco. Una caminata por las tardes estará bien. El aire fresco te ayudara con las nauseas y, para controlar los ascos te anote un medicamento –abrió un cajón de su escritorio y saco cuatro cajas de medicamentos-. Estas dos –dijo indicando unas que tenían líneas azules-. Son las vitaminas que tienes que tomar con el desayuno y antes de acostarte, y estas otras –indico las dos restantes con líneas rojas-. Son tabletas de calcio… tienes que tomarlas junto con las vitaminas… los comprimidos te duraran dos semanas… y yo te los iré renovando –le informo con una sonrisa de satisfacción en los labios-. Y esto –dijo tendiéndole una tarjetita-. Es para que pidas una nueva cita para dentro de dos semanas… y en el dorso esta escrito mi número… cualquier síntoma raro que tengas me llamas. No importa la hora.
- En dos semanas –aseguro guardando todo en su bolso-. Muchas gracias inu… es decir… doctor Taisho –corrigió con las majillas sonrojadas-.
- Se que es algo apresurado. Pero quiero que traigas a tu madre la próxima vez –hizo saber con un poco mas de seriedad-. Si quieres. Yo le contare lo que tú me has contado…
- No, gracia… prefiero ser yo quien se lo cuente…
- Tienes que contárselo pronto –le informo al observar como su rostro comenzaba expresar pánico-. Se que no te costara. Pero ten en cuenta de que ya a los dos meses tienes un ligero abultamiento, a los tres lo mas seguro es que ya no te entren, como ahora, los pantalones –le informo-.
- Está bien… pero no le aseguro nada doctor… -le sonrió-. Es que será tan difícil… llevaba saliendo con el seis meses. Mamá lo adoraba… sentía que su niña estaba en buenas manos. Querrá matarme por haber sido tan débil… -comento con una sonrisa melancólica-. Solo espero que no me corra de la casa –se levanto de la silla para dirigirse a la puerta-.
Él también se levanto y la acompaño hasta el ascensor. Mientras caminaban por el pasillo, en completo silencio, miro la hora en su reloj de muñeca, veinte para las nueve… debería de estar en camino al pabellón.
- Bueno kagome… seré tu ginecólogo ¿o no? –Pregunto cuando ya estaban junto al ascensor-.
Kagome lo miro a los ojos… esos ojos tan hermosos y además raros, nunca había visto un color así, tenían un brillo especial… no sabia como describirlo. Pero se sentía a gusto con él, se sentía seguro.
- Si –acepto mientras presionaba el botón del ascensor-.
- Bueno… pues te espero dentro de dos semanas –se inclino para darle un beso en la mejilla-. Y también espero ver a tu mamá – le dijo enderezándose-. Con respecto a lo que te dije en un principio. Me gusta tener confianza con mis pacientes. Denantes me ibas a llamar por mi nombre de pila y te retractaste… espero que eso no vuelva a ocurrir –dijo sonriendo-.
- De acuerdo –dijo sin más al ver esa sonrisa que llegaba hasta mostrar sus dientes blancos y perfectos-.
-Tengo que irme a pabellón. ¡Adiós! –se despidió desapareciendo por las puertas que se encontraban al otro lado de donde estaba su oficina-.
Seguramente para aya estaban los pabellones. Bueno… espero a que llegara el ascensor, pero cuando éste recién abrió sus puertas kagome no entro en el.
- ¡Dios! –Exclamo para luego meter una mano en su bolso y sacar la tarjeta que le había dado-. ¡La cita!
Se apresuro donde la secretaria y concertó una cita con el doctor taisho a las tres de la tarde.
Volvió hacia el ascensor, pero al hacerlo tenía que pasar frente a las puertas por las que desapareció inuyasha y, al hacerlo, escucho ha alguien discutiendo. Se asomo un poco y vio que era inuyasha hablando por su teléfono celular.
- ¡Ya te dije que no! –alego inuyasha enfurecido-. No te daré más dinero –dijo mas tranquilo luego de unos segundos en silencio-. A menos que él necesite algo. Lo cual comprare yo ya que tú lo gastaras con unos de tus nuevos amantes –le espeto inuyasha-. Lo recogeré el fin de semana para ir a la playa.
Una vez que vio que colgaba el teléfono kagome se retiro rápidamente hacia el ascensor y espero nuevamente… pero esta vez con una pregunta en su cabeza
- ¿Con quién abra estado discutiendo? –Se pregunto en un susurro-. ¡No es asunto tuyo Kagome! –se reprendió-. Seguro era con alguna amiga o su… esposa…
Continuara!!!!
