Moguris!
Capítulo I
"Todo se vale en la guerra y los moguris"
"…Y así, es como se derrota a un bomb, haciendo uso de los enlaces elementales" me sentía nerviosa en frente de toda la clase, pero una vez que empecé a hablar (más que nada, siendo algo de lo que yo conozco de primera mano), me dejé llevar y di mi lección sin mayores contratiempos.
Todos me miraban serios, algunos incluso tomaban notas; otros, simplemente, estaban preocupados por sus propios asuntos. Un joven fue el único que provocó que me sintiera especialmente incómoda. Su mirada constante y escrutadora (¡no la desvió ni un segundo! ¿Pueden creerlo?); su sonrisa presumida, como si todos fueran inferiores a él; estaba tirado hacia atrás en su silla, en el fondo del salón; cabello rubio, peinado también hacia atrás, unos mechones caían en su frente; ojos verdes, un verde claro y extraño, pero con su propio encanto, debo admitir; alto, sí, tanto como Irvine, y tan atractivo como él. Creo que cualquier chica hubiera caído a sus pies con esta breve descripción, pero al escuchar su nombre, hasta las más valientes, hasta las más atractivas, incluso las más entregadas, hubieran dado un paso hacia atrás y hubieran salido corriendo. Seifer Almasy, el antiguo Caballero de la Bruja.
"Muy bien, Tilmitt. Puedes tomar asiento" la instructora me entregó la carpeta en la que estaba mi informe, sobre el cual había dado mi lección oral.
Leí la nota: '100/100. Gran trabajo, sigue así'. Últimamente estaba teniendo buenas calificaciones. No es extraño: todo lo que estamos viendo ahora, lo aprendí en mi viaje con Squall y los demás, en el cual derrotamos a la poderosa Artemisa, la bruja del futuro. Supongo que soy la clase de personas que aprende más viviendo que leyendo. No está mal. Lástima que no podamos revivir el pasado, así tendría estas mismas calificaciones en la clase de Historia de los Continentes.
"Gracias. Con permiso" me senté en mi banco, en el medio del salón.
La chica que era mi compañera, había quedado embarazada, según se rumora, así que se fue del Jardín para vivir en Dollet. No es como si hubiera tenido mucha relación con ella: con el asunto de haber venido de Trabia y el viaje con mis amigos, no habíamos tenido muchas clases juntas. Pero no me gusta para nada sentarme sola.
Faltaban cinco minutos antes de que sonara la campana del almuerzo. Dios, como necesitaba comer algo. Decidí distraerme con mi página del Festival Estudiantil.
"¡Nuevas firmas!" murmuré.
Varias personas se habían anotado en el Comité del Festival Estudiantil, el cual presido. Extraño: la mayoría son chicos. Pero es mejor; ellos pueden hacer los trabajos pesados más rápido y siempre están más dispuestos a hacer lo que les pido. Contuve una risita. Me sentí un poco manipuladora pensando eso.
"Estudiantes, escuchen" levanté la cabeza para ver a la instructora Ross en frente de su escritorio. Es una buena persona, pero es exigente; me recuerda un poco a Quistis. La gran diferencia es que la instructora Trepe podía imponer su autoridad sin levantar la voz, incluso sin hablar. Una mirada y todos se callaban. Todos, excepto Seifer, claro está. "Ha empezado un nuevo semestre y creo que es hora de hacer un cambio de asiento". Se escuchaba un murmullo general, al que me hubiera unido, de no haber estado sola. La idea de tener un compañero me puso contenta. Escuché la voz de la instructora proseguir. "Discutiré los asientos con sus demás profesores. Buscaremos la forma de beneficiar a los alumnos que han tenido problemas para adaptarse." En este punto, escuché a Seifer decir en voz baja algo como 'bah, qué idiotez', me volteé ligeramente, sin que me viera. Estaba mirando hacia su teclado, con el ceño fruncido y el puño apretado. Miré hacia el frente tan pronto como me despertó una voz femenina y calmada: "Las ubicaciones dependerán de ustedes, sé que podrán arreglárselas. Los compañeros no se podrán cambiar. Sin excepciones."
Sonó la campana del almuerzo. Milagro. Mi estómago hace sonidos graciosos cuando tengo hambre. Hoy estaba demasiado gracioso. Tomé una de las manijas de mi mochila de moguri (reciente adquisición) y cuando la levanté de un tirón… ¡se cayó todo lo que tenía adentro! Puedo jurar que algunas cosas volaron.
"¡Oh, no!" me arrodillé para juntar mis lápices, algunas hojas y mi cuaderno que tenía dibujado un adorable chocobo. Metí todo tan rápido como pude, pero no encontraba mi bolígrafo con el adorno de girasoles. "¿Dónde está?" estaba a punto de largarme a llorar. Ese adorno me lo había regalado Rinoa cuando fuimos a Timber, a cambio, le regalé uno de un hada. Era como un símbolo de amistad.
"Oye, Mensajera, quiero pasar. Muévete" esa grave e inconfundible voz. Tiene un timbre de voz agradable, pero, por alguna razón, la usaba para decir cosas pura y exclusivamente desagradables, obscenas y/o molestas, así que el solo hecho de escucharla hace que uno se sienta incómodo. Miré para arriba, traté de fruncir el entrecejo, de hacer una mirada amenazadora. Claro que su reacción fue de risas. Carcajadas, para ser exactos. Es decir, ¿Yo, Selphie Tilmitt, una amenaza para 'el gran' Seifer Almasy? Creo que me sentía un poco confundida para haber intentado algo tan… imposible. "¿Puedes moverte? Por cierto, ¿no estás un poco crecidita para usar bragas de moguris?" Una sonrisa socarrona cruzó su pálido rostro. Me levanté de un salto, completamente ruborizada. Lo sé, porque sentí un intenso calor en mi rostro.
"¡Eres un pervertido! ¿Cómo te atreves a mirarme bajo la falda?" otra vez, intenté poner un gesto amenazador y acerqué mi rostro, tanto como pude, al del 'perrito faldero' de la Bruja, tratando de maximizar el efecto. Los resultados fueron igual que antes, sólo que multiplicados por diez. Pobre de mí…
"¿Quién no miraría?" se rió a carcajadas de nuevo y luego plantó en su rostro esa sonrisa presumida. En este punto, yo estaba tratando de decidir si golpearle la cara o la entrepierna. Maldito lujurioso. Luego lo escuché seguir hablando, con su tonada orgullosa, como si sus palabras fueran algo que el mundo estuviera feliz de recibir. "Además tu trasero estaba apuntando hacia mi asiento cuando te lanzaste al suelo como una desesperada. No estaba nada mal, por cierto" Bien, decidido: sería un rodillazo en su mismísima entrepierna. Me detuvo lo que dijo después (sí, lo sé: habla demasiado para ser él mismo), sorpresivamente me miró serio y ordenó: "Tu mano", ofreciendo la palma de su diestra.
"¿Para qué?" con total desconfianza, escondí la izquierda en la derecha y ambas en mi pecho.
"Sólo dámela" fue la simple respuesta de Seifer. Ante mi duda, que no fue tan larga, simplemente hundió sus dos manos en los bolsillos de su amplio abrigo blanco y dándome la espalda dijo: "Tch, como quieras" Y se fue. Sólo eso. Me quedé, con los ojos bien abiertos, mirando como se iba.
Me despertó mi estómago. Había olvidado el hambre y ahora gritaba con fuerza. Tomé mis cosas (esta vez deteniéndome a ver si estaba la mochila cerrada) y me fui brincando a la Cafetería.
-o-
Un Selfer especial. Nuevo proyecto. No se preocupen, no voy a dejar de lado ningún otro fic (principalmente porque tengo bastante material) pero éste pobrecito, estaba tirado ahí, adentro de una carpeta de mi escritorio y tenía que ser subido ¡Lo merecía! :Exodya empieza a llorar dramáticamente:
Ejem…
¡Dedicado a todos los Selfer-maníacos como yo! Que saben muy bien lo que es que hayan pocos fics… como siempre, voy a dar lo mejor en ésta nueva historia. Se aceptan consejos y críticas constructivas!
¡Disfruten!
