Les había prometido una versión de La Bella durmiente, no? Aquí la tienen! Con unas cuantas modificaciones claro, y más que nada está basada en la película de Disney (que creo nunca volverá a ser lo mismo y algo hará crack en mi cabeza cada vez que la vea ). Les aviso que mis vacaciones se acabaron, lo bueno es que casi termino de escribir este fic, así como otros q tenía pendientes. Con un poco de suerte (y si se olvidan se ponernos los exámenes que tenemos pendientes) podré subirlos para el fin de semana. Por cierto, ¿quién creen que vaya a ser quién en el fic?
Disclaimer: Hetalia no es mío y nunca lo será, porque siempre tengo q repetirlo? T.T
Hace mucho tiempo, en un reino muy, muy lejano, vivían un rey y una reina.
A pesar de que eran felices juntos, ambos anhelaban tener un hijo más que nada en el mundo. Por suerte, un hada bondadosa se conmovió profundamente por el amor que se profesaban y por su deseo tan puro. Fue así como tiempo después, el rey y la reina fueron bendecidos con el nacimiento de un lindo y saludable varoncito.
Claro está, la noticia no tardó en propagarse por todo el país y de inmediato comenzaron grandes fiestas para conmemorar tan feliz acontecimiento.
De todas partes acudían visitantes al castillo, sin importar su rango o posición social, todos esperaban ansiosos por conocer a su pequeño príncipe y brindarle sus mejores deseos, así como al Rey Soren y a la Reina Nils, los orgullosos padres.
-Por última vez, te digo y te repito que no me gusta que me digan reina.
El entusiasmado monarca simplemente echó a reír ante el comentario de su…mujer…esposo…cónyuge, ganándose una mirada cargada de enojo del aludido.
-Vamos Norge, no seas aguafiestas. Un rey debe tener una reina, además ¡deberías estar feliz!-lo tomó de la mano y lo guió a la cuna, en un rincón del gran salón-¿Qué tal si él saca tu carácter?
-Sería mejor a que se pareciera a ti-sentenció tomando al bebé en sus brazos.
-¡Pues claro!-asintió el otro sin dejar de sonreír-Esperemos que sea tan bonito como tú.
Nils suspiró resignado. Obviamente, Soren no había entendido el comentario, o lo entendió a su conveniencia, como de costumbre. A veces se preguntaba por qué había aceptado casarse con él.
-Ahora de verdad somos una familia-expresó alegremente, para luego hacer que su reina se sonrojara al besarlo en la mejilla-Y no temas, pequeño-le acarició la cabeza a su hijo, quien lo miró con extrañeza-Tu mamá parece algo gruñón, pero en realidad es muy dulce. Nosotros te cuidaremos bien.
El otro rubio volvió a suspirar, esta vez en señal de resignación. Sabía que el fondo, ese tonto ruidoso que era su esposo tenía razón. Aunque no lo demostrara y le costara trabajo admitirlo en voz alta, también se sentía feliz por que fueran una familia de verdad.
Apenas alcanzó a dejar al niño en su cuna, cuando un sirviente les avisó de la llegada de dos muy importantes visitantes.
-¡The hero is here!
-Ya te oyeron, no hagas tanto escándalo.
Alfred F. Jones, valiente héroe y gran amigo del rey, y Arthur Kirkland, futuro soberano del Imperio Británico y prometido de Alfred.
-¡Muchas felicidades por su bebé!-gritó, pasando por alto la mirada desaprobatoria de su pareja.
-Y a ustedes por su futura boda. Ya veremos si después le dan a mi hijo unos cuantos amiguitos con quienes jugar-agregó con una sonrisa pícara y el otro soltó una estrepitosa carcajada.
-Cuenta con eso-sonrió y levantó una mano-Palabra de héroe.
Mientras tanto, Nils intercambió una mirada con Arthur que parecía querer decir "te compadezco", a lo que él le respondió contra que significaba "yo te compadezco a ti".
-Y quién sabe, puede que en el futuro nuestros hijos terminen casándose.
-Ya dijiste suficiente-Nils jaló a su esposo de la oreja antes que siguiera avergonzándolo más.
Antes de que pudiera protestar, las ilustres visitas siguieron llegando. De pronto, apareció la mujer (o mejor dicho, hada) que hizo realidad el gran sueño de los monarcas: Elizabetha Héderváry, seguida por otros tres importantes…er…(el hecho de poseer instrumentos mágicos no los convertía en hadas), los célebres caballeros: Gilbert Beilschmit del reino de Prusia, Antonio Fernández Carriedo del reino de España y Francis Bonnefoy del reino de Francia.
-Muchas gracias por la invitación-Elizabetha hizo una educada reverencia, y le dio una discreta patada a Gilbert cuando vio que le hacía una mueca de burla.
-Es un honor contar con su presencia-saludó cortésmente la reina al hada, observó a los otros tres en silencio y luego los ignoró.
-¿Qué clase de recibimiento es ese?-cuestionó molesto el albino y Elizabetha disimuló una sonrisa orgullosa.
-Ya sabes cómo es Norge-se acercó a él sin darle mucha importancia-Qué bueno que pudieran venir.
-No nos lo perderíamos por nada-sonrió orgulloso Francis.
-Por supuesto-sonrió Antonio-¿Y el bebé? Le tenemos una sorpresa.
-¿Sorpresa? ¡Me encantan las sorpresas!-exclamó entusiasmado Soren como si el regalo fuera para él-¿Qué es?
-Cada uno le concederá al pequeño príncipe un don especial-expresó sonriendo la castaña acercándose a la cuna-Mi regalo para ti será…
-¡Oresama va primero porque soy más genial!-la apartó de un empujón y levantó en alto su espada-Oh por Dios, que mirada tan fuerte tiene este niño…
-Ah, eso lo sacó de Norge-explicó tranquilamente el rey, ignorando que el aludido se debatía seriamente si darle o no un golpe. Mientras tanto, la chica se adelantó y golpeó al prusiano con una sartén.
-Bueno, como sea-se sobó la cabeza y regresó a su pose "genial"-…kleine prinz, mi don para ti será…¡Genialidad prusiana!- movió su espada una vez-Serás fuerte y ágil en el manejo de las armas y el combate.
-Sigo yo-se acercó Francis, sacando una rosa-Petit prince, yo te otorgo el regalo de la habilidad francesa-pasó la flor sobre la cuna-Será dueño de una gran destreza y arte para trabajos manuales…y para otras cosas también-susurró en voz baja que nadie más pudiera oír.
-Mi turno-Antonio se aproximó sonriendo, sosteniendo entre sus manos algo rojo y redondo que nadie pudo ver bien-Pequeño príncipe, mi don para ti será…pasión española-pasó ese objeto sobre la cuna-Será atento y detallista y hará muy feliz a la persona de quién se enamore.
Al terminar él, hubo un corto periodo de silencio. Elizabetha esperaba cruzada de brazos. Su actitud decía "¿Ahora sí me toca?". Al ver que nadie se movía, tomó aire y caminó hacia el bebé, pero justo en ese momento, la temperatura del salón comenzó a descender drásticamente y las luces se apagaron. Nadie comprendía lo que sucedía. Por si acaso, ambos monarcas intercambiaron una mirada decida y cada uno se colocó al lado de la cuna donde descansaba su hijo, para protegerlo. Los demás guardias e invitados se pusieron en posición.
De pronto, la enorme puerta de madera a la entrada se abrió, revelando a una figura misteriosa que avanzaba en dirección a ellos. Los murmullos y susurros no se hicieron esperar. ¿Quién era el desconocido? Nadie recordaba haberlo visto antes.
-Saludos, sus majestades-hizo una reverencia.
Todos se sorprendieron de que el causante de tanto alboroto fuera un chico rubio de lentes. Pero el más sorprendido, fue sin duda alguna, Alfred.
-¿Matthew?-lo contempló dudando-¿Qué haces aquí?
-Um…es que fui a visitarte, pero me avisaron que ibas a estar aquí-expresó tímidamente, haciendo que los demás bajaran la guardia-La verdad…no estaba seguro si venir, como nadie me invitó…
-No fue nuestra intención-trató de excusarse el rey-Con tantas cosas, hay algunos detalles que siempre se terminan olvidando-dijo sin intención, pasando por alto el sutil cambio en la expresión del recién llegado-Y como hace mucho no teníamos noticias tuyas…
-Me fui a estudiar lejos, el arte de la magia y ese tipo de cosas, pero regresé hace más de un mes-esbozó una sonrisa que atrajo la atención de Francis y Gilbert tuvo que darle un codazo para que dejara de babear-Me sorprende que Alfred no se los mencionara-agregó mirando a su hermano, quién rió forzadamente y luego se quejó al recibir un golpe en la nuca de parte de Arthur por haber olvidado comentarles ese detalle-Pero...pues si realmente no estoy invitado, creo que será mejor que me vaya-se dio la media vuelta-Sólo quería ver que ustedes y su hijo estuvieran bien.
-¿Seguro?-preguntó con cautela Nils. No sabía bien por qué, pero tenía un extraño presentimiento. Elizabetha pareció sentir lo mismo, manteniéndose en estado de alerta.
-Seguro-asintió Matthew-Pero antes de irme, yo también quisiera darle un don especial a su hijo-rebuscó entre sus ropas hasta que sacó una hoja de maple-El príncipe si crecerá feliz y con los dones que le han otorgado ya, pero…-la hoja cambió de color, volviéndose negra y comenzando a desintegrarse-Al cumplir dieciocho años, se pinchará el dedo con el huso de una rueca…¡Y morirá!
La hoja terminó de deshacerse y el polvo flotó hacia el bebé, introduciéndose en él. Nils lo notó e intentó impedirlo, pero una extraña energía lo empujó. Por fortuna, Soren consiguió atraparlo y evitó que cayera.
-¡Matthew!-gritó espantado Alfred-Hermano…¿por qué…?
-¿Hermano? ¡¿Hermano!-chilló indignado, apretando los puños con fuerza. A sus pies apareció un osito blanco-¡Ahora si recuerdas que tienes un hermano! ¿Sabes qué? ¡Estoy harto de que siempre se olviden de mí!-centró su atención en los preocupados padres, que le dirigieron una mirada cargada de odio y él se limitó a sonreír-Tal vez de esta forma consiga hacer que me recuerden-soltó una carcajada.
Soren corrió a tomar su hacha y lanzarse a atacarlo, siendo imitado por los guardias. Pero Matthew fue más rápido y se desvaneció en un remolino de hojas de maple, seguido por el oso blanco.
-¡Quiero que lo encuentren!-ordenó el rey. El capitán de la guardia, un hombre rubio de mirada seria asintió y le indicó a sus hombres que lo siguieran.
Nils se había recuperado del golpe y tenía en brazos a su hijo. Muchos se sorprendieron al verlo. El usualmente estoico y serio muchacho lucía profundamente preocupado, y no era para menos.
-De verdad…lo siento mucho-se disculpó Alfred-Matthew no es así, no sé qué le pasó.
-No es culpa tuya-Arthur le puso una mano en el hombro y luego se dirigió a la afligida reina-Tanto tú como yo conocemos de estas cosas, recuerda que siempre hay una forma para romper una maldición.
-¿Crees que no lo he pensado ya?-era obvia la desesperación en su voz-Pero nunca antes había visto ese tipo de magia. No sé cuánto tiempo podría tomar encontrar una solución. Sabes tan bien como yo que si cometemos algún error, la maldición podría duplicar su poder.
-Por primera vez, Arthur tiene razón-corroboró Francis-No todo está perdido.
-Todavía hay alguien que falta de otorgarle un don al pequeño-recordó Antonio y Elizabetha dio un paso al frente con gran determinación.
-¿Ella?-la señaló Gilbert-¡Ja! Suerte con…¡Auch!
-Perdón, se me resbaló-se disculpó inocentemente la chica sosteniendo su sartén.
-¿Puedes deshacer el hechizo?-preguntó esperanzado Soren.
-No, mucho me temo que no es posible, excede por mucho mis capacidades-se lamentó con un suspiro-Pero puedo atenuarlo un poco-inhaló profundamente y avanzó hacia el bebé, levantando su sartén-Pequeño y dulce príncipe, si por causa de ese cruel hechizo tuvieras que pincharte el dedo con el huso de una rueca, no morirás, caerás en un profundo sueño del que serás despertado por el primer beso de amor verdadero.
-Seguro que dijo eso para cumplir sus extrañas fantasí…¡¿Eh?-exclamó el albino erizándose entero y sonrojándose al sentir que la chica se recargaba en él. Al parecer, le había costado demasiado esfuerzo y Gilbert aprovechó para pasarle un brazo por los hombros distraídamente.
Los reyes se sentían un poco más aliviados gracias al esfuerzo de Elizabetha, sin embargo, no dejaban de pensar que su hijo corría peligro y especialmente Soren no iba a quedarse de brazos cruzados. Esa misma noche, mandó quemar todas las ruecas del reino. Una medida drástica, pero era poco si podía mantener a salvo a su familia.
Más tarde, lo sucedido en la presentación del príncipe Berwald seguía siendo el tema más discutido. Un gran número de soldados fueron enviados a buscar a Matthew, mientras que la reina Nils realizaba una búsqueda exhaustiva en los libros de su biblioteca, esperando encontrar algo que pudiera contrarrestar por completo la maldición a su hijo.
-Realmente no entiendo por qué lo hizo, Matthew no es así.
-Ya deja de mortificarte por eso-repuso Arthur mientras tomaba una taza de té-En lo que tenemos que enfocarnos es cómo ayudar a Nils y Soren.
Se encontraban reunidos en una de las habitaciones del palacio. Por obvias razones, los reyes habían decidido quedarse al lado de su hijo, dejándolos solos por el momento.
-Pensé que Elizabetha había contrarrestado el hechizo-intervino Antonio, pasando su esfera roja por un plato y apareciendo unos bocadillos.
-El problema para que funcione, es que el príncipe debe enamorarse de alguien, y esa persona debe corresponder sus sentimientos-volteó su sartén vacía sobre otro plato y de la nada cayeron unas crepas-Si por mala suerte, y esperemos que no sea así, la maldición de Matthew se cumpliera y Berwald no tuviera a nadie en especial, o si esa persona no sintiera lo mismo por él, estaríamos en graves problemas.
-¿Qué pasaría entonces?-preguntó curioso Alfred mientras recibía la taza con café que la chica hizo el favor de aparecerle con ayuda de su sartén.
-Simplemente seguiría dormido, hasta que alguien rompiera el hechizo-explicó ella, para luego cortar unos trozos de su crepa-Pero sería un poco difícil conseguir que alguien se enamore de él si está dormido, o que se fijara en alguien.
-Debiste pensarlo mejor antes de hablar-opinó de mala gana Gilbert a la vez que partía una salchicha aparecida de quien sabe donde con su espada-No hiciste más que complicarlo todo.
-Tenía tiempo límite, ¿está bien?-la castaña frunció el ceño-Si hubiera tardado unos minutos más, hubiera sido imposible modificar el conjuro.
-Tranquila, cherí-quiso calmarla Francis. Tocó con su rosa una copa y al instante se llenó de vino-Sabemos que hiciste lo que pudiste.
-El wine bastard tiene razón-secundó el inglés con cierta dificultad-Además, quién sabe si Matthew llegara a intentar otra cosa-bebió un sorbo de té-Para estas alturas ya debe saber lo que hizo Elizabetha, o por lo menos debe imaginarse que estamos haciendo todo lo posible para que su maldición no se cumpla.
-¿Y si hablo con él?-preguntó Alfred.
-No creo que eso funcione-negó Arthur-Está demasiado enojado, no creo que tenga ganas de verte, o qué podría pasar si lo consigues.
-Yo estaría dispuesto a correr el riesgo-todos miraron sorprendidos al francés-¿Qué? Apuesto a que sólo necesita algo de amour en su vida-esbozó una sonrisa que les produjo escalofríos-Y la verdad, no me importaría dárselo~.
-¡Ni se te ocurra!-gritaron al unísono Alfred y Arthur.
Matthew podría haberse ido por el camino del mar, pero no por eso iban a permitírselo. No se lo deseaban ni a su peor enemigo.
-Más importante, todavía no sabemos qué hacer-les recordó la única mujer-Las paredes tienen oídos, y Matthew podría estarnos espiando ahora mismo-miró a su alrededor con cautela-Berwald no está a salvo aquí.
-¿Y si lo convertimos en tomate?-sugirió distraídamente el español-Nunca se le ocurriría buscar un tomate.
-¡Qué gran idea!-exclamó entusiasmado Gilbert, ilusionando a su amigo-Claro, funcionaría hasta que alguien lo preparara en salsa, y entonces, adiós principito-Antonio agachó la cabeza y Francis le dio unas palmaditas en el hombro para consolarlo-Si a esas nos vamos, mejor mándalo a una cabaña perdida en el bosque alejada de la civilización.
-¡Eso es!-gritó de pronto Elizabetha, ganándose una mirada de extrañeza de los presentes-¿No lo ven? Lo más obvio sería que Matthew se mantenga al pendiente de lo que pasa en el castillo, ¿por qué debería importarle lo que suceda con un pequeño niño criado en el bosque, lejos de aquí?
-Supongo que…-Arthur lo consideró unos momentos-Podría funcionar. ¿Pero quién cuidaría al bebé?
-Yo lo haré-sonrió la chica, pero no todos estaban de acuerdo.
-Si tú lo cuidas, seguro que crecerá con unos cuantos traumas-expresó el albino-Todos podrán haberse tragado esa imagen de hada bonita y compasiva-junto las manos y ladeó la cabeza, intentando imitarla, según él-Pero yo sé que la razón por la que les diste un bebé a Soren y Nils, fue para cumplir tus propias fantasías bizarras de ver a un hombre embaraza…
No pudo terminar la frase, puesto que un sartén se estrelló con fuerza contra su cara. Los demás hicieron una mueca, el golpe pareció muy doloroso.
-¿Alguien más?-preguntó Alfred.
-Um…yo podría cuidarlo-levantó la mano dudando el español-Tengo algo de experiencia con niños.
-Qué heroico de tu parte-opinó el de lentes.
-Y yo podría ayudar-secundó el francés-Después de todo, cuidar a un bebé no es nada fácil.
-¡No se olviden de oresama!-exclamó el prusiano, disimulando lágrimas del dolor y con el rostro completamente rojo-Soy genial con los niños.
-Ludwig ni siquiera puede ir al baño sin seguir un protocolo…-comentó distraídamente la castaña y el hermano mayor del aludido la miró con odio.
-Basta los dos-se interpuso Francis-Estaremos bien, tenemos nuestra magia.
-Eso no-soltó al instante Arthur-Sería muy arriesgado, Matthew podría detectarlo.
-Por eso me ofrezco a cuidar sus varitas…
-¡No son varitas, son awesomes herramientas mágicas!
-Lo que sea-lo ignoró Elizabetha-Las cuidaré hasta que llegue el momento apropiado.
Una vez acordado el plan, acudieron a contárselo a los monarcas, quienes no parecían muy convencidos, y sobre todo no querían separarse de su hijo. Pero al final estuvieron de acuerdo en que a su lado, no estaba seguro y que tenía más posibilidades de evitar el cruel destino que le fue señalado si se encontraba lejos. Por lo que con gran pesar, se vieron obligados a decirle adiós.
-No se preocupen-Antonio tomó en sus brazos al pequeño-Cuidaremos bien de su hijo.
-Lo mantendremos a salvo-prometió Francis.
-Una vez que cumpla dieciocho años, cuando estemos convencidos de que sea seguro, lo devolveremos-señaló Gilbert.
Tras lo cual, los tres desaparecieron en la obscuridad de la noche, llevando consigo al pequeño príncipe, quien ignoraba el peligro que corría su vida y la tristeza de sus padres. No volverían a verse hasta dentro de muchos años después.
Primer capítulo! Subiré el segundo mañana o pasado, depende de q tan ocupada esté v.v
Törnrosa significa "La Bella durmiente en sueco", al menos según google-sama y otra fuente confiable que sí habla sueco XD ¿A que ya saben quién va a ser el príncipe azul?
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