Ohayo gozaimasu~! Después de muchisimo tiempo de haberme desaparecido de la faz de la tierra/haber luchado contra un dragón para rescatar a una princesa/entre otras cosas sin importancia... ok no, nada de eso es cierto, solo... digamos que me tome un largo receso~ xD Bueno despues de ese largo receso al fin he vuelto con una nueva historia D:! Creanme que esta historia es un reto para mi por muchas razones que eventualmente descubriran ^_^U Pero bueno... hay que tomar nuevos retos en la vida para llegar a limites insospechados *w* ~

Esta historia me nació desde hace mucho tiempo, tenia muchas ideas divagando en mi cabeza pero hasta hace poco le di forma a todas esas ideas~... así que espero que el orden en mi mente continue y no vuelva al caos que es malisimo para mi ~

Disclaimer: Axis Powers Hetalia ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todos son creación de Himaruya Hidekaz (el cual es como un kami-sama terrenal para mi~), asi mismo este fic está libre de cualquier fin de lucro, es hecho por una fan para todos y todas las fans de la serie en sí.

Advertencia: Este fic es del genero yaoi y en algunos de sus capitulos contiene escenas de sexo explicito (cariñosamente llamadas lemon), a su vez este fic esta centrado en mi pareja favorita (Alfred x Arthur - USA x UK), habrá otras parejas pero les anticipo que esta es la principal... así que, tú que en este preciso momento estás leyendo esto, si estás en desacuerdo con alguna de las advertencias antes mencionadas por favor... lee otro fic más acorde a tus gustos, me gustan las criticas pero odiaria una critica de alguien que por adelantado sabe que leerá algo que no le gusta ^^U

En fin, disfruten mucho de este primer capitulo por favor... esten a la espera del segundo más pronto de lo que se imaginan :D!
Dedicado a: El amor de mi vida u/u (Ai shiteru yo desu~ */*) y a Mei (sister de mi alma :D)


Capitulo 1

Otro día más, un día más sin novedad… un día más de vacío. Su vida se traducía en esa sencilla pero significativa palabra, de hecho su propia existencia parecía haber sido más un castigo de los Dioses, si es que existen, que una bendición. Llegó a su casa desecho, un día largo por el solo hecho de ser apático, sin embargo gastaba la gran mayoría de sus fuerzas en actuar de forma entusiasta hacia los demás para olvidarse de sus propias penas y encontrar refugio en las risas que les causaba a sus conocidos. Su nombre, Alfred F. Jones; alto, cabellera lacia, corta y de tonalidad rubia asemejando en intensidad de tono a los rayos del crepúsculo en curso, ojos azul intenso que imitaban en coloración a los del cielo diurno, piel blanca, aunque no pálida, de hecho parecía haber adquirido cierto color pero muy poco perceptible, su complexión era la de un muchacho fuerte pero a su vez esbelto, tenía una figura envidiable entre los hombres pero aun así carecía de robustez. Cerró la puerta de su hogar, un departamento que indicaba que pertenecía a la clase media-baja, empezando a remover de sus pies unas botas de color negro las cuales dejó olvidadas en el suelo, en la cercanía de un sofá, para luego ocupar su lugar en el mismo al acostarse por completo y encender un televisor algo pequeño con un control remoto sencillo y atrofiado por las caídas y descuidos del propio muchacho, cual era poseedor de algunos 19 años de edad.

- Nada bueno, como siempre – inquirió sin mucho afán, empezando a accionar el control para recorrer todos los canales que existían en su servicio de televisión satelital – Si tan solo tuviera todavía mis consolas de videojuego esto sería mucho más entretenido pero… Un hombre debe ordenar sus prioridades, ¿verdad, Padre? –

Rió, y el sentimiento de esa risa se aproximaba a una amarga ironía que incluso podía ser palpable y evidenciada por el brillo que perdieron sus preciosos zafiros al formular aquella interrogante. Enfadado, eligió detener su recorrido al sintonizar la televisión en un canal de caricaturas, riéndose de los chistes infantiles pero reconfortantes del programa mismo… Si, olvidar era lo mejor que podía hacer aquel muchacho en realidad.

- Dios, estoy exhausto… -

Dejó de poner atención al televisor, acomodándose en el mueble de tal forma que su mirada se enfocaba en el desgastado techo de su humilde apartamento. Su activa imaginación se perdió un poco al quedársele mirando a ese paisaje tan abstracto, empezando a dejar volar sus pensamientos hacia un mundo fantasioso donde tenía los poderes fantásticos de sus héroes favoritos, y era capaz de hacerlo todo, absolutamente todo… era aquel mundo con el cual había soñado desde su niñez, y al cual se aferraba a creer para pasar el mal trago que acontecía por aquellos infelices años que se habían extendido hasta su presente y parecían no tener una parada próxima.

- Al menos sería lindo, por un día, vivir en un mundo así… Es decir, ¿Qué tiene de malo soñar con ello? – Comentó, solapando a su propia mentalidad soñadora – Sería genial… volar como superman, correr tan rápido como flash, tener la genialidad de capitán América… que se yo, ser como ellos y realmente hacer algo por la gente que me importa – haciendo una pausa – si fuera como ellos, tal vez lo hubiera salvado a él – musitó con pesadez

Se rindió, por más que deseara estructurar ese mundo donde pudiera hacerlo todo, ser un súper humano, hacer lo que quisiera… sentirse libre, no sería capaz nunca de crearlo ni mucho menos vivir en él, la realidad era mucho más poderosa y, por desgracia, mucho más triste y cruel. Eventualmente sus ojos se cerraron casi por sí mismos, oyendo como un eco perdido sus propios pensamientos y el sonido del televisor… hasta que su cansancio y desgaste lo obligaron a ceder a dejarse atrapar por los brazos de Morfeo, encerrándolo en un temporal sueño profundo.

- ¡Ven a mí, guardián! – una voz poderosa pero joven recitaba desde un lugar incierto, haciendo imposible que descubriera su localización – Ven a mí, vuélvete mi escudo y mi espada… Lucha mis peleas y apóyame en esta misión. ¡Oh, guardián! ¡Oh, destinado!

Observó a su alrededor, sus ojos le informaban que se encontraba en una especie de jardín custodiado por amplias montañas y adornado con la presencia de un lago de agua completamente cristalina. Vaciló, a su vez que miraba hacia todos lados en busca de la fuente de aquella voz que lo despertó de su sueño…

- A propósito… ¿Cómo demonios llegué aquí? –

Sus pasos lo llevaron hasta la orilla del lago, donde ocupó asiento y dejó que sus pies se humectaran, emitiendo un suspiro quedo pero que indicaba que el solo hecho de que el agua de aquel lago estuviera tocando sus pies le producía cierto placer y relajación combinados. Sin poder evitarlo, terminó acostándose completamente en la tierra contigua al lago, aun dándose el lujo de mantener sumergidos sus pies en la deliciosa agua y moverlos un poco.

- Ven a mí, mi custodio… Vuélvete mi fiel siervo, mi arma más poderosa...-

No pudo evitar temblar un poco ante la sorpresa de escuchar aquella fuerte voz, que nuevamente parecía venir de ningún lado en realidad. Dejó de lado el lujo de permitirle a sus pies ser bendecidos por aquella agua y finalmente se levantó, empezando a recorrer el lugar con parsimonia y minuciosidad.

- ¡Hola! – Inquirió amigablemente - ¡¿Hay alguien aquí? –

Nada, no había respuesta alguna por parte del dueño de aquella misteriosa voz… lo cual cambió su sentir de una inseguridad tenue a un miedo terrible por el solo hecho de pensar que tal vez estaba ante una entidad fantasmal. Y estaba de más decir que aunque ha vivido solo ya por mucho tiempo, es un hombre que se asusta con mucha facilidad, así que el solo pensar en la presencia de un fantasma le crispaba los nervios… Pero, por otro lado, el lugar no podía si no traerle cierta calma, era una sensación parecida a la que sentía cuando estaba con su padre, era como si aquel hombre al abrazarlo con ahínco fuera capaz de protegerlo de absolutamente cualquier peligro natural o sobrenatural. Negó con la cabeza, ese recuerdo era una memoria muy lejana… no podía recordar, no debía recordar, pero conforme crecía mientras más trataba de auto convencerse de olvidar, más persistían esos recuerdos para su entera desgracia.

- Ven a mí, mi guardián… Aliméntate de mi fuerza para vencer al mal. Ven a mí, mi guardián… y Asume tu destino al convertirte en mi protección para toda la eternidad

Tragó saliva con pesadez, la situación solo parecía tornarse cada vez más intimidante por el hecho de que esa persistente voz no tenía un punto de origen visible para el americano. Aun así no desistió, apretujó sus puños en clara señal de estar tomando el valor suficiente para seguir aventurándose por aquel misterioso lugar que parecía de ensueño… pero que se sentía tan real que dudaba mucho estar atrapado en el mundo de sus propios pensamientos.

- Además de que nunca he soñado con un lugar tan hermoso… normalmente mis sueños están llenos de cosas malas y… no, de hecho prefiero no recordarlos, ni siquiera hablar de ellos – haciendo una pausa, continuando con su indefinida trayectoria en busca de respuestas – Sin embargo, tampoco recuerdo haber visto nada igual en mi infancia o anteriormente… - encogiéndose de hombros - ¡Mejor dejo de darle tantas vueltas al asunto y sigo explorando! –

Se animó de esa forma, prosiguiendo con su travesía hasta encontrarse frente a una especie de umbral formado por piedras torpemente apiladas. Lo curioso es que si rodeaba las mismas, veía el mismo paisaje en el que estaba "atrapado", pero si veía a través del umbral formado observaba una especie de valle desolado y gris. Intentó atravesar el umbral, pero al intentarlo no llegaba al paisaje carente de vida que veía a través de él, sino más bien se quedaba en el mismo valle paradisiaco. Repentinamente, de en medio de ese triste paisaje que solo podía ver, una figura humana emergió en forma de una sombra… una simple sombra. Esta se aproximó lo suficiente y de repente se quedó en un punto estático. Alfred retrocedió un poco y la sombra que veía a través de aquel "portal" imitaba su movimiento.

- ¿Quién eres tú? –

Se sintió algo tonto al preguntar por ello, sobre todo porque quizás la pregunta más obvia que debía hacer era "¿Dónde estoy?". Dudoso, decidió aproximarse de nuevo al umbral y la sombra que veía a través del mismo imitaba sus movimientos, incluso le pareció que aquella efigie sin rostro podía imitar su forma de caminar, su respiración acelerada, su porte ligeramente imponente… francamente se sentía intimidado y extrañado.

- Creo que… he visto demasiadas películas últimamente y comido muchos dulces… -

Pero, rompiendo con el esquema, la sombra se aproximó por su propia cuenta hacia el límite del portal y de repente Alfred pudo ver una mano muy parecida a la suya aproximándose hacia su efigie. Sintió su cuerpo congelarse, impidiéndole a su instinto tomar el control de sus acciones y huir tan rápidamente como sus piernas se lo permitieran.

- ¡Te invoco, mi guardián! Y hasta el final de nuestros días seremos inseparables compañeros de guerra… ¡Te invoco, rehaciendo el pacto de eternidad que nos unió desde el principio de los tiempos! -
- ¿Qué o quién eres…? – cuestionó Alfred, bastante asustado ya al ver impedida su voluntad de moverse con libertad, fijando su mirada en la figura sombría que parecía estar encaminándose con más seguridad hacia él, pues podía observar ya con claridad el resto de su brazo y parte de su pecho, la punta de su nariz y parte de sus piernas - ¿Qué quieres de mí? –

La efigie humana terminó de atravesar el portal, causando una reacción sorpresiva en el desorientado americano que no pudo más que negar con la cabeza, tachando de irreal la situación en la que ahora mismo se encontraba… pues aquella figura, al terminar de manifestarse frente a sus ojos, resultaba ser una réplica exacta de su persona, solo que sin lentes y con una mirada tan seria que congelaba.

- Tú eres yo, yo soy tú – comentó con un tono que se antojó carente de sentimiento – Ha llegado la hora, tu destino esta llamándote… mi destino está llamándonos -
- ¡Estoy soñando! ¡Esto es un sueño! – Exclamaba, cerrando los ojos con fuerza - ¡Esto tiene que ser un sueño y como lo he descubierto, debo despertar ya! –

Un silencio, de repente incluso el mismo viento pareció detenerse y callar completamente. Sintió su cuerpo libre, percibió la existencia de una fuerte luz que incluso lo encandilaba aun con los ojos cerrados…

- ¡Es un sueño! –

Sus ojos se abrieron en un santiamén, ahora estaba de nueva cuenta en la sala de estar de su departamento. Se sintió empapado en sudor frío, pero no se sentía enfermo o mucho menos con fiebre, su cuerpo temblaba, sentía su boca seca y cierta pesadez para realizar incluso el movimiento más sencillo.

- Si… todo fue un sueño… realmente todo fue un sueño – agregó, como si hubiera salido de una situación que hubiera puesto su vida en peligro – Tal vez hice mal en cenar tantas hamburguesas está noche y… -

Se percató de la televisión aun funcionando, por lo cual la apagó y se levantó del medianamente cómodo sofá en el cual había decidido dormitar. Fijó su mirada en un reloj de pared, refunfuñando un poco al darse cuenta que había dormitado hasta la mitad de la madrugada. No hizo demasiado caso a ello y caminó directamente hacia su cama, aun con su calzado haciéndole falta para encubrir sus finos pies… deteniéndose habiendo dado dos pasos.

- Es mi imaginación… o tengo los pies húmedos… -

Tembló un poco, aludiéndole esa sensación de humedad al hecho de estar más dormido que despierto. Sus pasos lo llevaron finalmente a la cama, cobijándose en la misma y dejándose vencer por segunda vez por su cansancio, dejándose arropar por los brazos de Morfeo una vez más… esta vez se sumergió en un sueño más placentero y menos enigmático, uno donde era abrazado por una figura humana que lo hacía sentir protegido pero le intrigaba el hecho de que su cara parecía ensombrecida e imposible de ser distinguida… a excepción de una franca sonrisa que le pareció la más hermosa que había visto alguna vez en sus más de 19 años de existencia.

¿Quién eres…?

Un día más, el estridente sonido de un despertador anunciaba el inicio de un día más de labores y con ello obligaba al muchacho de ojos azules a despertar de su sueño. Se espabiló por completo, lamentando el hecho de haberse despegado del mundo surrealista de sus profundos sueños cuales había olvidado por completo una vez abrió los ojos.

- Otro día, otro dólar –

Se animó a sí mismo, sumergiéndose en cuanto terminó esa frase en su ya muy ensayada rutina… la vida no le ofrecía nada nuevo, y él no tenía porque buscar nada nuevo en realidad, había olvidado la motivación verdadera después de todo. Se duchó; se arropó con un pantalón de mezclilla, una camisa blanca con un colorido estampado de la bandera de los Estados Unidos de América, una chaqueta de color café oscuro cual tenía un felpudo en su cuello de color negro azabache, algunos estampados tales como una estrella en la parte superior derecha del frente, los dibujos de unos aviones en la parte superior de los brazos y en la espalda un gran "50", tenis casuales de colores poco llamativos, sus inseparables lentes que le restaban jovialidad a su aspecto y unos guantes negros para combatir el frío soportable pero a su vez considerable que hacía en la ciudad que lo albergaba; peinó sus cabellos y posteriormente fue hasta la cocina a prepararse un desayuno, lo primero y más sencillo que observó que era un cereal con leche… de todas formas podría comer algo mejor en un momento posterior del día como lo hacía siempre.

- Veamos…- agarró su móvil, el cual atinadamente había guardado en uno de sus bolsillos delanteros de su pantalón, observando la hora y refunfuñando un poco - ¡Diablos! Creo que no importa cómo le haga, el tiempo no me alcanza tanto como quisiera y… levantarme aun más temprano es imposible~ - dijo juguetonamente, haciendo un pequeño puchero – En todo caso, creo que rezaré para que este día haya menos tráfico que todos los días anteriores –

Su voz se antojó un poco enfadada, casi sin afán, terminando casi a su vez de desayunar y levantándose al tiempo. Se detuvo solamente para tomar sus llaves, asegurándose de llevar su cartera bien resguardada en una bolsa interior del propio saco que llevaba. Sus pasos, apresurados, lo llevaron hasta el estacionamiento del complejo departamental donde abordó a la brevedad una motocicleta algo discreta pero igualmente bella cual poseía una coloración azul rey con algunos vivos en rojo y unas estrellas blancas distribuidas equitativamente a lo largo del vehículo. Se colocó un casco que estaba perfectamente atado al manubrio de la motocicleta y sin esperarse a más, porque el tiempo apremiaba, decidió arrancar inmediatamente. Bufó enfadado al darse cuenta de que el tráfico en aquel preciso día era tan malo o peor que en días anteriores, golpeó su cabeza contra el manubrio del vehículo aunque el mayor impacto lo llevó su casco de cualquier manera.

- Tengo que darme prisa, el jefe de mi primer trabajo últimamente es demasiado cascarrabias conmigo – mordiéndose el labio inferior – Todo por esa señora gorda… - apretujando un poco sus puños – Si ella claramente había dicho que quería una pizza mediana con dos ingredientes y me acuso de confundir los pedidos y… - se tensó un poco, recordando esa situación – En fin, tengo que esforzarme mucho… Últimamente es más difícil conseguir trabajo en esta ciudad y no pienso darme el lujo de perder los que ya tengo ahora mismo –

Viendo que la fila de carros parecía no dignar a moverse, decidió usar la practicidad de su motocicleta al ser tan estrecha para empezar a conducir entre los vehículos de mayor volumen, ganándole un poco la batalla al tiempo que parecía siempre estar en su contra.

- Te invoco, rehaciendo el pacto de eternidad que nos une desde el principio de los tiempos

Fijó la vista en el camino, ignorando aquella voz que le había llamado con tanta claridad en ese preciso instante para no provocar un innecesario accidente. Pero la voz persistía, y de hecho mientras más se esforzaba en tratar de ignorarla, más imperativa se volvía como si intuyera las intenciones del norteamericano.

- Debo estar… enloqueciendo ahora sí – dijo con ironía, haciendo acopio de toda su voluntad para mantener casi intacta su concentración – Es decir, tengo dos trabajos los cuales consumen todo mi día… si, es normal que esté enloqueciendo de este modo pero es el único modo que tengo por ahora de sobrevivir –

Pero, como era obvio, la voz ignoró olímpicamente sus comentarios y siguió gritándole sin clemencia alguna… era como si alguien estuviera a su lado diciendo todas esas palabras una y otra vez con la mayor fuerza posible en su voz y, además, usando un megáfono o algo tan potente como ello, llegó el momento en el que no pudo soportarlo más finalmente… se aturdió lo suficiente como para perder el sentido de en donde se encontraba y observó de reojo a una estampida de carros, por llamarla de alguna manera, dirigirse hacia él a toda velocidad luego de que la luz verde del semáforo les diera señal de aprobación y posteriormente… nada, no sintió nada más allá de eso y no percibió otra cosa más que una fuerte luz nublando su visión por completo.


D: que les parecio? tienen preguntas? D: pues deberian xD jojojo~ porque este capitulo no dice mucho acerca de la trama principal... xD solo quise que conocieran un poco al protagonista de este fic que pinta para ser largo.. o al menos eso le pido a inspiración-sama y a cerebro-sama(?).
Ya en serio, espero que haya sido de su agrado este capitulo y sobre todo haya alimentado su curiosidad n_n el siguiente capitulo es el inicio oficial de la trama principal *-*
Dudas? Comentarios? Criticas? Por favor expresame todo lo que tengas que decir con un bello review n.n, nee? :D Los revs son alimento, aunque sean para decir "wey, no sabes escribir (?)" xD ok no pero... ^_^ igual, por favor dejen reviews, es importante para mi como escritora leer la opinión de los lectores para mejorar n.n
Abrazos gratis a todos *-* y nos estamos viendo en el proximo capitulo~

Atte.
Elle "Crimson" Jones Kirkland