Nami miraba su log pose de tres agujas y suspiraba aliviada al percatarse que las tres apenas se movían. Fuera cual fuese el destino que eligiera el capitán, sería un lugar tranquilo y agradable, sin sobresaltos y sin la muerte en los talones. Usopp, a la izquierda de Nami, lloraba de alegría ante la idea de tener al menos un día más de paz y tranquilidad. Franky, que llevaba el timón, esperaba órdenes para establecer un rumbo concreto.
- Oi, ¿dónde se ha metido nuestro senchou? Necesito que elija el destino para marcar nuestra nueva ruta – dijo Franky mientras se giraba para mirar a sus dos compañeros, deseoso de poder volver a otras tareas, pues tenía varias ideas en su mente que quería llevar a cabo para mejorar el Sunny.
- Ese idiota… nunca está cuando se le necesita – espetó Nami, que comenzaba a impacientarse - ¡LUFFY, SE PUEDE SABER DÓNDE TE METES! –
El capitán se encontraba tumbado en el césped de cubierta, haciendo dibujos sobre un papel. Le acompañaban Chopper, que estaba tumbado junto a él también coloreando, Brook, que tocaba una agradable melodía con su guitarra y Zoro, que estaba sentado con las piernas cruzadas, limpiando y cuidando sus tres katana. El ambiente estaba totalmente relajado hasta que escucharon las voces de Nami llamando al capitán, revolucionándolo por completo.
- ¡LUFFY, SE PUEDE SABER DÓNDE TE METES! –
- Shishishishi, ¿Qué le pasará a Nami? – rio el muchacho mientras estiraba su brazo derecho hasta alcanzar una de las puntas de la cabeza del Sunny para lanzarse como un cohete sobre sus compañeros.
El choque fue tan estrepitoso que alertó a todos los mugiwara, incluidos Sanji y Robin, que se encontraban en la cocina, el primero organizando la nevera aprovechando que Luffy estaba distraído y la segunda leyendo tranquilamente un libro de terror. Todos se pararon a mirar expectantes, pero cuando vieron que no era más que otra de las travesuras de Luffy volvieron a centrarse en sus tareas, todos a excepción de Nami y Usopp.
- ¿¡ESTÁS LOCO!? ¡ES QUE QUIERES MATARNOS! – dijeron ambos al unísono mientras golpeaban a Luffy en la cabeza, haciéndoles dos chichones a juego.
- ¡Chicos! Eso ha dolido, yo sólo he venido porque Nami me ha llamado – dijo el capitán mientras se llevaba las manos a la cabeza y ponía cara de pena.
- ¡Cómo sea, Luffy! Elige una de las tres agujas, vamos a establecer rumbo – le dijo la navegante mientras se levantaba y se colocaba de nuevo en su sitio.
- ¿Ah? ¡Pero si no se mueve ninguna! Qué aburrido, no quiero elegir – dijo el capitán mientras se incorporaba de un salto y se dirigía de nuevo a donde estaban Chopper y el resto.
- No, no, no, no, Luffy, eres el capitán, ¡tienes que elegir uno de los tres destinos! – Intentó persuadirle Usopp mientras le echaba el brazo al hombro – Que no se muevan no quiere decir que no haya aventuras, somos temibles piratas, la aventura siempre nos busca a nosotros –
- Oh, ya veo Usopp, da igual si la isla es peligrosa o no, nosotros somos los que crearemos nuestra aventura – dijo Luffy con una repentina iluminación.
- ¡PERO QUIERES DEJAR DE DARLE IDEAS, BAKA!- le gritó Nami a Usopp mientras comenzaba a zarandearlo.
- Shishishishi, sois muy graciosos – dijo Luffy mientras le palmeaba la espalda a los dos – bueno Nami, elijo la aguja del medio – terminó de decir el capitán mientras estiraba su brazo para trasladarse de nuevo con el resto de sus compañeros y contarles sobre la decisión.
- Ya has escuchado Franky… fija el destino – le dijo Nami resignada mientras se retiraba para elegir qué ropa ponerse.
A pesar de que decidieron el rumbo por la mañana temprano y tuvieron un día de lo más agradable, sin contratiempos y con el viento a favor, tardaron bastante en ver su destino. Estaba ya atardeciendo cuando divisaron ante ellos una isla pequeña de aspecto otoñal, con apenas un pueblo de pocas edificaciones altas. A medida que se aproximaban se percataban de que los edificios más imponentes estaban en la zona más alta y de más actividad, y constaban de una iglesia con una alta torre campanario, el ayuntamiento y la única posada de la isla. Había muchísima vegetación domesticada en la isla, muchas especies de árboles, y lo más destacable, una vastísima extensión de viñedos que teñía la tierra de colores oscuros, pardos y morados, acrecentado el aspecto otoñal de la isla. El puerto era rústico y totalmente de madera y se extendía por toda la costa, dando a entender que el comercio era algo imprescindible para la supervivencia de la isla. Los lugareños, de rasgos bellos y piel morena curtida al sol, miraban el majestuoso barco sin escandalizarse, pues estaban acostumbrado a lidiar con los piratas y los peligros del Nuevo Mundo. La tripulación de los mugiwara se maravillaba con tal isla. Era difícil de creer que pudiera existir un lugar así más allá de Red Line, en un mar lleno de peligros y atrocidades. Atracaron en el puerto, en una nave interior para desguarecer los barcos y bajaron el ancla del Sunny para acto seguido hacer ellos lo mismo. Salieron de aquella edificación hacia el aire libre, y en ese momento, apareció junto a ellos un hombre robusto y alto, de avanzada edad, pelo cano y acompañado de un grupo de hombres y mujeres de aspecto cálido y amigable, pero también fuertes y duchos.
- ¡Buenas piratas! ¿Qué puedo hacer por vosotros? – preguntó el hombre con voz atronadora mientras se paraba en seco frente a los mugiwara.
- ¡Hooola, viejo! ¡Soy mugiwara no Luffy, el hombre que se convertirá en el próximo rey de los piratas y estoy buscando aventuras! Shishishi –
Rápidamente Nami, Usopp y Chopper se lanzaron sobre el capitán, intentando que no abriera mucho su bocaza e hiciera que los echaran de la agradable isla.
- N-n-n-no se preocupe, este idiota no sabe lo que dice, sólo estamos buscando un poco de paz, buen hombre – tartamudeó Usopp mientras se inclinaba repetidamente.
En aquel momento, bajaron el resto de sus compañeros, que habían terminado de organizar todo en el interior del barco.
- PERO QUE MUJERES TAN HERMOSAS HAY EN ESTA ISLA – gritó Sanji mientras se abalanzaba sobre las chicas que acompañaban al robusto señor.
- Sois una tripulación muy animada, JAJAJA – gritó el lugareño mientras cogía a Usopp con uno de sus brazos y a Luffy con el otro.
Mientras, Zoro, Robin, Brook y Franky miraban expectantes sin saber cómo iba a tornarse todo aquello, sintiéndose el blanco de las miradas de los campesinos.
- Mi nombre es Didier y soy el alcalde de esta isla, Alarije, mucho gusto en conoceros –
- El gusto es nuestro Didier-san, yo soy Nami, la navegante y… este idiota es Luffy, nuestro capitán – dijo la chica mientras le estrechaba la mano al alcalde.
- Pero bueno, ¡es todo un honor tener a piratas de semejante calibre en esta isla! ¡Vuestras aventuras no tienen parangón! ¡Mirad la expectación que estáis creando a vuestro alrededor! – rio fuertemente el hombre mientras alzaba la voz llamando aún más la atención.
Ante ellos comenzó a arremolinarse una expectante multitud. Todos querían ver a los mugiwara.
- Oi, ¿Confiáis así sin más en unos piratas? Pareciera que tenéis algo que ocultar – intervino repentinamente Zoro mientras agarraba la empuñadura de una de sus espadas con gesto amenazante.
Justo en ese momento, se adelantó uno de los hombres que seguía a Didier-san y le sonrió con gesto torcido. Llevaba una magnífica espada al cinto y su torso moreno y trabajado al descubierto, mostrando las cicatrices que había acumulado en todas sus batallas. Zoro se dio cuenta que era fuerte y se alertó aún más.
- Como era de esperarse de Zoro-sempai, tu fama te precede, nunca bajas la guardia – intervino el chico que en aquel momento imitó el gesto de Zoro y agarró también la empuñadura de su espada.
De repente, la multitud estalló en júbilo. Ni Zoro ni ninguno de sus compañeros era capaz de entender nada.
- Este es mi hijo, Domenique, es un gran admirador tuyo, Roronoa –
- Viejo, no has contestado a mi pregunta – dijo rápidamente Zoro mientras desenvainaba su espada y apuntaba al cuello del alcalde, a la misma vez que estaba atento a lo que hiciese su hijo.
A pesar de aquello, ninguno de los ciudadanos se inmutó, y el chico ni siquiera desenvainó su espada, sólo le lanzó una sonrisa a Zoro, soltó la empuñadura de su espada y puso los brazos en jarra.
- Zoro-sempai, la isla Alarije no se rige por las normas a las que estáis acostumbrados. Somos una isla neutral, no tenemos enemigos, y a la vez tenemos de enemigos a todo el mundo. No le rendimos cuentas ni a la Marina ni a los piratas, por eso actuamos de una manera diferente con cada barco que llega a la isla. Somos amigables con vosotros porque vuestra fama os precede, sabemos que sois gente justa a pesar de ser piratas. También sabemos que hay mucha gente corrupta en la Marina que ha intentado hacer daño a nuestra gente, no todos son trigo limpio. No nos debemos a nadie – le explicó el chico a todos en general y a Zoro en particular, con gesto serio.
- Bien hablado, hijo, pronto estarás totalmente preparado para sucederme – dijo con orgullo el hombre mientras ponía una mano cómplice en el hombro de su vástago – Lo has notado ¿verdad, Roronoa? Domenique es fuerte, y el resto de habitantes también. Vivimos en el Nuevo Mundo, tenemos que ser fuertes para podernos proteger los unos a los otros, y más sin ayuda de nadie –
En aquel momento, Zoro quedó satisfecho con la explicación y envainó la espada. Aún le parecía algo extraño, pero sabía que ese hombre era fuerte y no había intentado atacar a ninguno de sus nakama más débiles ni nada por el estilo. El ambiente comenzó a relajarse de nuevo y la multitud empezó a dispersarse para centrarse en sus tareas.
- ¡Eres un idiota, marimo! Cómo has podido pensar que esta gente podía tendernos una trampa, ¡es imposible en una isla con unas chicas tan bellas! –
- Tú sí que eres un idiota, ero-cook, ¿Ya te has olvidado de lo que pasó en Whiskey Peak, AH? –
- YA BASTA LOS DOS – gritó Nami interponiéndose entre ambos y agarrándoles de las orejas – Ya está todo aclarado, ya basta de numeritos –
- Luffy senchou, ¿Son siempre así? – rio fuertemente Domenique
- ¡Sí, siempre es así de divertido! Shishishi –
Ambos grupos intercambiaron algunas frases manidas más cuando Didier-san se centró de nuevo en la conversación principal.
- Bueno chicos, ¿Estáis aquí por alguna razón especial? ¿Podemos ayudaros en algo? –
- La verdad es que venimos siguiendo el rumbo del Log Pose y no sabíamos a dónde nos podía conducir, así que no venimos con ninguna idea especial – le dijo con sinceridad Nami mientras señalaba su muñeca.
- ¡Vaya! No puede ser, yo pensaba que veníais por el festival – intervino Domenique, que se había encargado previamente de dar órdenes a un grupo de personas.
- ¿El festival? ¿Tenéis una fiesta? ¡yohohohoho! – preguntó Brook, al que le gustaban las fiestas en particular porque podía tocar su música y lucirse ante todos.
- Vaya, pensábamos que estabais aquí por el festival de la vendimia – les informó el chico, que veía la sorpresa en los rostros de los piratas – Bueno, como sea, como habréis podido ver desde el barco, Alarije está totalmente cubierta de viñedos, de nuestra tierra salen los vinos más famosos del Nuevo Mundo, por eso no nos hemos sorprendido de veros aquí, todos los años acuden visitantes para ver el festival, muchos de ellos piratas –
- ¡CHICOS, UNA FIESTA! – Gritó Luffy loco de la alegría mientras se abrazaba a los dos lugareños – No lo sabíamos, pero es una buenísima noticia, contad con nosotros, shishishishi –
- Didier-san, ¿En qué consiste vuestra fiesta? – le preguntó amablemente Robin dedicándole una de sus encantadoras sonrisas.
- Ah, Robin-san. Esta es la fiesta más importante del año para nuestro pueblo. En ella conmemoramos el comienzo de la vendimia –
- ¿Qué es la vendimia, abuelo? – preguntó inocentemente el pequeño reno.
- Eso te lo puedo contestar yo, Chopper – le dijo Sanji mientras se encendía un cigarrillo – es el momento idóneo en el que se puede recolectar la uva, generalmente para hacer vino –
- Como era de esperarse de un buen cocinero, Sanji-san – le dijo Domenique entre carcajadas palmeándole la espalda.
- Todos los chicos y las chicas jóvenes del pueblo, al atardecer, se trasladan a los viñedos para recogen cada uno una cesta de uvas. Mientras, se cantan canciones populares y se baila el folclore de nuestra tierra – continuó explicando Didier-san – Una vez han terminado todos, hacen el camino de vuelta al pueblo, hasta reunirse con el resto en la plaza, donde justo en el centro colocamos un gran barreño para poder prensar la uva y así sacar el mosto. Con ese mosto se elabora el primer vino de cada cosecha, el más valioso y preciado, que siempre se entrega a las parejas que contraen ese año nupcias, como símbolo de unidad y fraternidad entre todos, es nuestra manera de desearles la mejor de las vidas – terminó de relatar el alcalde.
- ¡Oh, qué fiesta tan bonita! – dijo Nami con los ojos brillantes.
- Oi viejo, ¿hacéis todo el prensado de manera artesanal? – preguntó repentinamente Franky.
- Bueno, el primero de todos sí, como manda la tradición. El resto lo hacemos con una máquina, pues tenemos muchas toneladas de uva. El problema es que la máquina se ha estropeado y no sabemos qué falla exactamente, así que este año tendrá que ser todo el prensado totalmente artesanal – le contestó el abuelo quitándole importancia al asunto.
- No te preocupes amigo, déjamelo a mí, estoy seguro que podría repararlo –
- ¿De verdad? ¿Harías eso por nosotros? –
- ¡Claro! Oye Usopp, ¿te unes? –
- Por supuesto, Franky –
Didier-san llamó al chico encargado de la prensa automática, que se alegró mucho de la ayuda que le iban a aportar los mugiwara. Les ayudó a coger unas herramientas del Sunny y partieron rápido hacia donde estaba la máquina.
- Bueno chicos, el resto venid con nosotros, no podéis ir con esas ropas a la fiesta – dijo el alcalde mientras les animaba a seguirles.
Dejaron el puerto atrás y cogieron la calle principal del pueblo, totalmente ajetreada. Estaba empedrada y había puestos por doquier, en algunos había incluso extraños objetos que harían de las delicias de Franky y Usopp. Las casas eran recias y estaban encaladas, con preciosos balcones repletos de flores de vivos colores, claveles, buganvillas, hortensias y jazmines, entre otras. También florecían preciosos naranjos y limoneros a ambos lados de la calle, contribuyendo al colorido aspecto del pueblo, despertando los más intensos recuerdos de Nami, que acto seguido pensó en su hermana Nojiko. Los lugareños eran agradables con ellos, se notaba que estaban acostumbrados a la presencia de gente variopinta en la isla y que vivían de venderles su vino. También eran fuertes, los hombres tenían gruesos cuerpos musculados y las mujeres estaban tonificadas, el duro trabajo en el campo y su propia autodefensa les obligaba a ser también buenos guerreros. Zoro terminó de tranquilizarse al presenciar la majestuosidad de esas gentes, no necesitaban emboscarlos, si quisieran serían honorables oponentes en una batalla justa, y por ahora no tenían ningún motivo para eso. Llegaron a la enorme plaza del pueblo y se maravillaron de lo que se estaba gestando. Cientos de lugareños construían un enorme barreño para hacer mosto en el centro de la plaza. Los niños traían cestas repletas de flores de los campos cercanos, y junto con sus abuelos y abuelas se dedicaban a tejer larguísimas y enormes guirnaldas de flores que después colgarían sobre sus cabezas.
- Aaaaah, qué bien huele aquí – dijo Luffy mientras se dejaba guiar por el olor.
Justo también en la plaza, un grupo de experimentados cocineros elaboraba las recetas típicas del lugar. Se esforzaban por cocinar a contrarreloj, pues debían hacer de comer para todo el pueblo.
- Qué comida tan maravillosa, me gustaría unirme a ellos, Didier-san – pidió amablemente Sanji mientras apagaba su cigarrillo contra el suelo.
- Por supuesto, por supuesto, pero primero debéis cambiaros de ropa. Mi esposa, Eliane, os ha preparado vuestras vestimentas, os espera en aquel edificio, la posada que ella regenta. Cuando terminéis volved aquí y os daré gustoso tareas para cumplir, estaré ayudando con la construcción del barreño de madera – les dijo el hombre amablemente mientras les señalaba la posada.
El grupo de mugiwaras caminó hasta llegar a la puerta, donde rápidamente les atendió Eliane. Era una mujer alta y atractiva, con algunas canas en su larga melena negra y con una fuerza arrolladora. Los guio hasta la primera planta y en una habitación dejó entrar a Chopper y a las chicas para vestirse y en la otra al resto. Las ropas eran sencillas piezas de suave algodón. Para las chicas finos vestidos de un blanco inmaculado, de media pierna, ajustados a la cintura y de finos tirantes. Para los chicos, todo también de color blanco, ajustados pantalones y una camiseta holgada con un pequeño escote en V y unas cuerdas en zigzag. Cuando salieron de allí, pasaban totalmente desapercibidos entre los lugareños. Se dirigieron de nuevo al alcalde y comenzaron a pedirles tareas, ansiosos.
Sanji se unió al instante con los cocineros, Brook al equipo de músicos que afinaba sus instrumentos y probaba sus melodías, Nami, Robin y Chopper se unieron a la elaboración de guirnaldas de flores y a Luffy y a Zoro les encomendaron unirse al grupo de la vendimia, la poderosa fuerza de ambos iba a resultar muy conveniente para cargar con las cestas.
- P-pero viejo… yo quiero comer algo… y la comida está aquí – dijo Luffy con cara triste, pues no quería moverse de la plaza, que era donde estaba la comida.
- Bueno, no se hable más, sólo Zoro-sempai se viene conmigo – intervino Domenique dando por zanjado el asunto.
El espadachín siguió al chico en silencio. Deshacían el camino previo por la calle principal hasta llegar al muelle, y una vez allí tomaron la dirección hacia los campos de vides.
- Oi sempai, siento lo de antes –
- ¿Uh? –
- Sí, lo de mostrarme amenazador y eso, no suelo ser así con los visitantes, pero podía sentir tu fuerza y eso comenzó a animar mi espíritu de batalla – dijo el chico entre carcajadas, caminando por delante de Zoro.
- No es nada, yo también he notado la fuerza de vuestro pueblo, es de admirar que sobreviváis sin apoyo de nadie – le dijo el espadachín en tono amigable, pero desviándose del rumbo.
- ¡SEMPAI QUÉ HACES! A los viñedos se va por aquí… sólo tienes que seguirme –
Zoro, como siempre, había estado a punto de perderse por su pésimo sentido de la orientación. Las lágrimas producidas por la risa caían del rostro de Domenique, que se había situado ahora a la altura del crispado y avergonzado espadachín para no perderle de vista. Tras caminar sólo unos minutos más, llegaron al principio de los viñedos, donde decenas de jóvenes arrancaban los lustrosos racimos de uvas.
- Vamos sempai, coge todas las cestas que puedas y llénalas, vamos tarde y está empezando a anochecer –
- ¡Vamos oneee-chan! No puedes pillarme –
- E-espera Ally-chan, no corras por cubierta, ¡por favor! Podrías tropezar y lastimarte –
- Yo no voy a lastimarme, ¡voy a ser una valerosa pirata! –
La pequeña chica correteaba entre los integrantes del G5, con un palo de madera en la mano simulando una espada. Ally, una de las niñas que había sido víctima de los experimentos de Caesar Clown, desprendía vitalidad por todos los rincones de la nave. Su tamaño era normal, gracias a la medicación de Vegapunk, y era la última en volver a su casa, todos sus compañeros ya estaban sanos y salvos. Tashigi, la capitana del G5, corría tras ella temerosa de que se hiciera daño a escaso tiempo de devolverla a su casa, pues sus padres ya habían sido informados de que estaba sana y salva y no quería decepcionar a nadie a última hora. El vice-almirante Smoker ojeaba la escena algo irritado mientras miraba la flecha del eternal pose hacia Alarije. Faltaba poco para llegar hacia su destino, pues ya podía apreciarse la isla a lo lejos. Repentinamente, la niña tropezó y su cuerpo se abalanzó sobre la espada desenvainada de uno de los tripulantes, que se encontraba limpiándola en aquellos momentos. Smoker, rápido como siempre, la cogió en el último momento envolviéndola en una nube de su propio humo.
- Deberías hacerle caso a Tashigi sobre tropezar y hacerse daño, de eso ella sabe mucho – le dijo con un intento de rostro agradable Smoker, pero que quedó de lo más sombrío.
- ¡No diga esas cosas Smoker-san, yo no soy una patosa! – Le contestó molesta Tashigi mientras cogía a la niña en brazos – Vamos Ally, es hora de que te des un baño, quiero que tus padres vean que te hemos cuidado bien –
- ¡Sí onee-chan! ¡Qué bien, hemos llegado a justo para la fiesta de la vendimia! –
- ¿La fiesta… de la vendimia? –
- ¡Sí! ¿Ves los colores tan bonitos? Cuando las vides se ponen de ese color empieza la recolección de los frutos – rio la niña – Vamos onee-chan, ¡dúchate tú también conmigo! –
- Sí… claro… - le contestó la capitana distraída pensando en cómo sería esa fiesta, después de todo, no venía nada mal relajarse de vez en cuando.
El barco llegó a puerto justo cuando las dos chicas terminaron de arreglarse. Había toda una multitud esperando a la pequeña, y sus padres eran incapaces de contener las lágrimas ante la idea de ver de nuevo a su hija. Con Smoker a la cabeza, bajó al completo toda la tripulación del G5. Ally, que en aquel momento agarraba la mano de Tashigi, se soltó corriendo para fundirse en un tierno abrazo con sus padres. La tripulación de marines estalló en júbilo al instante, y la capitana también fue incapaz de aguantar las lágrimas. Aquello era lo que le reconfortaba de su trabajo, lo que le hacía creer firmemente en la justicia y le daba energías cada mañana para seguir mejorando, para ser más fuerte. No había nada que le satisficiese más que ayudar a los demás.
- Vice-almirante Smoker, gracias por todo, estamos en eterna deuda con usted – dijo el padre de Ally, mientras le hacía una reverencia.
- Levántate, no es a mí a quien tienes que agradecerle… es a ella – dijo Smoker mientras apuntaba directamente a la capitana – ella es la que se ha hecho cargo de los niños, la que más luchó por ellos y la que les ha devuelto a la normalidad y al calor de sus padres. Es a ella a la que tenéis que agradecerle todo –
- ¡Sí, sí, papá, Tashigi onee-chan se ha portado muy bien con nosotros! – dijo la pequeña mientras agarraba de nuevo la mano de la capitana, totalmente cohibida.
- Y-y-y-yo, no… no ha sido nada –
- Gracias… Tashigi-san, si no fuera por ti no estaríamos de nuevo con nuestra hija – dijo la madre de Ally, haciendo una profunda reverencia que fue imitada por todos los lugareños que allí se encontraban.
- ¡kyaa! No por favor, esto es m-m-muy vergonzoso, y-yo no puedo aceptar esto, muchos han ayudado a salvar a estos niños… muchos – dijo la chica primero muy nerviosa y avergonzada, para después terminar recordando el incidente con los mugiwara y su honorable acción ayudando a los niños, si estaban a salvo era también gracias a ellos, eso no podría olvidarlo nunca.
- Bueno, que no se hable más, ¡estáis invitados a la fiesta de la vendimia! –
- Una fiesta, ¡vamos Smoker-san! ¿Podemos? – preguntaron los miembros del G5, deseosos de beber, comer y bailar, pues la última fiesta había sido hacía bastante tiempo con los mugiwara en Punk Hazard.
- Ahh, está bien, pero comportaos con la gente del lugar, malditos desgraciados –
Y al instante, estallaron todos los marines en júbilo. Los aldeanos, que tenían asumido que iban a asistir a la fiesta, les entregaron los trajes típicos, los ropajes blancos que un rato antes les habían entregado a los mugiwara. Resultaba cómico ver a aquellos hombres de un blanco inmaculado, pero la que eclipsaba a todos era Tashigi, la hermosa flor del G5. Llevaba el mismo vestido que Nami y Robin, pero se moría de vergüenza al llevar una prenda así, después de todo, era incapaz de recordar la última vez que había llevado un vestido, y aunque era por la rodilla, lo consideraba demasiado largo. Aunque peor aún era el escote, muy generoso para su gusto, ¡no ocultaba nada! No tenía nada donde sujetar su espada, así que las aldeanas le regalaron un cinto a juego con sus botas para poder cargarla.
- Tashigi-chan, ¡eres preciosa! –
- ¿Por qué no te pones esos vestidos más a menudo? ¡Te hacen una figura tan bonita! –
- Y-Y-YA BASTA CH-CHICOS – les gritó la capitana totalmente roja, intentando ocultarse bajo su capa de marine.
A los lugareños les caían bien ese tipo de marines, tan sinceros y despreocupados, y les invitaron a dar comienzo a la fiesta con ellos. A lo lejos, comenzaron a divisar a los primeros muchachos que cargaban las cestas y barreños repletos de jugosas uvas, y esa era la señal para dar el comienzo al desfile. Ally, también de un blanco absoluto, le tendió una cesta a la capitana repleta de flores, que debían ir lanzando sobre el camino que iban a pisar posteriormente los muchachos cargados de las frutas. Era símbolo de la belleza y la fertilidad del campo, y a la vez un ruego para que volviera a repetirse al año siguiente una buena cosecha.
El trabajo de vendimia era mucho más fino de lo que Zoro había pensado en un primer momento. Los racimos de uvas eran grandes, pero delicados, y había que cortarlos con cuidado para no destrozar las pequeñas frutas. A la hora de echarlas a la cesta, sucedía lo mismo, tenía que apilarlas con cuidado y delicadeza para no porracear la fruta. Era un trabajo que le reconfortaba. Le gustaba el alcohol, más el sake que el vino, pero sabía que cuando era bueno, como sucedía allí, era todo un placer para el paladar. Además, ver cómo se elaboraba desde cero y lo ardua que era la tarea hacía que apreciara aún más la bebida.
- Oh, sempai, se te da bien esto – admiró el chico mientras le acercaba una bota de vino al espadachín – esto es para ti, es un gran reserva de hace unos años, de lo mejorcito que vas a beber en tu vida –
Zoro cogió la bota y bebió sediento de ella después de tan duro trabajo. El líquido salía con fuerza y caía por sus labios y su cuello de manera descuidada, manchando su impoluta ropa blanca.
- Vaya, vaya, te has manchado todo – le dijo Domenique poniendo los brazos en jarra – En fin, quítatela, cuando lleguemos a la posada le diré a mi madre que te dé una limpia –
- Oi, disculpa – le dijo Zoro un poco avergonzado.
- No te preocupes, muchos hombres aquí vamos sin camisa precisamente por eso – sonrió el chico mientras cogía su cesta y ponía la camisa sucia de Zoro encima – Vamos, en marcha, está anocheciendo y ya ha empezado el desfile de las flores –
Zoro se preguntó qué era el desfile de las flores, pero no dijo nada, supuso que era otra más de sus costumbres. Cogió la enorme cesta repleta de racimos de uvas y se colgó la bota del brazo para seguir a Domenique. Todos los lugareños rebosaban felicidad y cantaban alegres canciones, algunos incluso se paraban en medio del camino para ponerse a danzar. Lo que más le incomodaba a Zoro eran las indiscretas miradas de aquellas chicas, que se giraban sin pudor alguno para observarle. Algunas se atrevían incluso a rozarse con él, de manera inocente para justo después disculparse.
- Ahh sempai… qué envidia, qué popular eres entre las chicas… bueno, si te interesa alguna, sólo tienes que decírmelo – intervino de repente el chico mientras le guiñaba un ojo y alzaba su dedo pulgar.
- ¡DE NINGUNA MANERA VOY A SER COMO EL MALDITO ERO-COOK! –
Zoro, ofuscado, adelantó a la mayoría de la gente para llegar lo antes posible con sus nakama. ¿Cómo podían haber pensado que él era también un cabeza hueca pervertido? se esforzaba mucho en dar una imagen de chico duro ajeno a todo, estoico. Llegó casi de los primeros, incluso no se había perdido, aunque hubiera sido el colmo perderse en una calle repleta de gente, todos caminando en la misma dirección. Cuando llegó a la plaza, vio a sus compañeros. Brook estaba tocando música en la orquesta, Sanji haciendo la comida, Nami y Robin entregaban cestas de flores, Franky se encargaba de poner las últimas guirnaldas y en el centro, Luffy, Usopp y Chopper, metidos en el enorme barreño, bailaban al son de la música pisando las uvas. Se habían descalzado, y se habían colocado los palillos en la nariz, símbolo de que estaban metidos de lleno en la fiesta y estaban dispuesto a todo. Zoro, se aproximó a Didier-san, que estaba recogiendo las cestas con otros lugareños, que limpiaban los racimos de uvas, y se lo entregó.
- Ah Zoro-san, un magnífico trabajo – le dijo felicitándole - ¿No estás con Domenique? –
- Él se ha quedado rezagado… prefería estar detrás de las muchachas – le contestó Zoro malhumorado.
- Jajaja, como siempre, ¡él tan mujeriego! –
Zoro estaba algo cansado, y necesitaba más de aquel extraordinario vino, su bota se encontraba vacía. Se acercó al puesto donde estaban repartiendo las botas de vino y cogió una enorme, de la cual empezó a beber con gusto. Le apetecía sentarse un rato y ver la fiesta mientras disfrutaba del estupendo elixir, así que se recostó apoyando la espalda junto a una viga, al lado de sus dos compañeras, mientras veía a Luffy y el resto pisar las uvas.
El nuevo mundo era un lugar aterrador, pero también repleto de belleza, como estaba advirtiendo la capitana. Los últimos rayos de sol se reflejaban en las blanquecinas casas, produciendo un espectacular destello. El olor a flores y a uva recién recolectada embriagaba el lugar, y les levantaba a todos el ánimo y les caldeaba el corazón. Los jóvenes sonreían y hacían bromas entre ellos. Tashigi y el G5 se habían integrado en el lugar, incluso Smoker, que desde hacía rato ya bebía el exquisito vino de la isla. Todo iba de maravilla cuando de repente la capitana pisó una resbaladiza flor del suelo y se precipitó de bruces contra éste.
- Oi, por poco te matas, ¡tienes que tener más cuidado! – Le dijo a la capitana un chico alto y robusto, con una espada al cinto – Mi nombre es Domenique, ¿estáis de visita, verdad? –
- Ah… sí… g-gracias – dijo avergonzada la chica mientras se incorporaba y le miraba por primera vez – Y-yo soy Tashigi, la capitana del G5 de la Marina. Mucho gusto, Domenique-san – dijo tímidamente la capitana mientras le hacía una reverencia.
- Ahhh, ¡Así que tú eres la marine que ha traído a Ally-chan! Wooah, eres realmente bonita, Tashigi-chan – le dijo Domenique acercándose mucho a su rostro.
- P-p-pero qué dices, ¡yo no estoy aquí para jugar! – le gritó la chica cohibida mientras se separaba rápidamente de él.
- Vaya, vaya… bueno, ahora no tengo tiempo para jugar contigo, estoy buscando a un amigo –
- A un… ¿amigo? ¿Se ha perdido? –
- Me temo que sí, ¿sabes? Me he dado cuenta de que tiene un pésimo sentido de la orientación –
- P-pero… ¿Se pierde en su propia isla? –
- ¿Eh? ¡Ah, no! ¡Es un visitante como tú! El festival de la vendimia siempre suele ser multitudinario, todos los años vienen muchos grupos de piratas y marines a verlo –
- ¿Pi-pi-pi-pirataaaaaaaas? – gritó Tashigi intentando recomponerse, ¡cómo iba a haber piratas! ¡Y cómo iban a poder hacer una fiesta con ellos! Ya lo hicieron en Punk Hazard con los mugiwara y había sido una gran excepción que se dijo nunca volvería a repetirse.
- ¿Y por qué no, Tashigi-chan? Después de todo, somos una isla neutral. El Nuevo Mundo es diferente, aquí prima la supervivencia del más fuerte, nos protegemos a nosotros mismos de todo y todos. No te lo tomes a mal, capitana, es nuestra filosofía de vida. Tampoco te preocupes, mientras estéis aquí no habrá peleas ni problemas de ningún tipo, nunca los ha habido, en la fiesta de la vendimia todo el mundo entierra el hacha de guerra y disfruta de la fiesta – le dijo Domenique en tono muy cálido y amable a la capitana, relajándola y apaciguando su carácter.
- Bu-bueno… ¿Quiénes son esos piratas entonces? –
- Ah, ya llegamos a la plaza, ¡ahora mismo lo verás! –
Una chica de la plaza se acercó hasta Tashigi y le retiró la cesta de flores totalmente vacía. El sitio era precioso y encantador, y la música y el ambiente animaban a cualquiera. Lo que más llamaba la atención era el gran barreño que había en el centro, y más si se cabía por aquellos que dentro se encontraban. La capitana se quitó las gafas, las limpió y miró hacia el centro de nuevo, totalmente sorprendida. ¿Qué hacía mugiwara no Luffy y dos de sus compañeros pisando uvas?
- N-no puede ser, ¡Vice-almirante! ¡Capitana!, pero si son los mugiwara!
- ¡Zoro-sempaaaaaaai! ¡Menos mal que estás bien! ¡Pensaba que te habías perdido! – gritó de repente Domenique, alegre de encontrarse con el pirata.
- ¿Zo-zo-zo-zo-zo-zoro...sempai? – preguntó retóricamente la chica, cuyas piernas estaban empezando a aflojarse.
Allí se encontraba él, apoyado contra una viga, bebiendo de una bota de vino y con el torso aún desnudo. Alzó la vista cuando escuchó la voz del chico y vio a la capitana junto a él. Tras una rápida ojeada también vislumbró a Smoker y a todo el equipo del G5. No hacía más que preguntarse qué hacían ahí, lo que podía haber sido una agradable velada iba a crisparse por culpa de ellos, sobre todo de la capitana, con su horrible humor y carácter. Se centró de nuevo en ella y la miró duramente a los ojos. Aquella mirada no tuvo que sentar muy bien a la chica, que casi al instante desenvainó su espada y se lanzó contra él.
- Roronoa… ¡maldito pirata! ¿Qué haces tú aquí? –
Zoro se levantó raudo, desenvainó a Shusui y enfrentó a la chica. Del poderoso choque de sus espadas salió una lluvia de chispas que llamó la atención de todos, los mugiwara, el G5 y los lugareños.
- Esa es mi frase… imitadora -
¡Hola a todos! Bueno, una historia nueva. Va a ser cortita, sólo tres capítulos, se me ocurrió así de repente escuchando una canción de The Cardigans que es precisamente la que da nombre al título I need some fine wine and you, you need to be nicer. Es curioso, porque mientra escribía me preguntaba a menudo, ¿Quién necesita el vino y quién necesita ser más amable? Para mí los dos las dos cosas :P Tengo varias cosas más en mente, si esta historia tira las pondré en marcha, así que espero que no seáis tacaños con las reviews, ¿eh? No tardaré mucho en actualizar, va rápido la cosa. ¡Saludos!
