"Con un dolor de corazón en que se mezclan la angustia y la dulzura."
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Los días más desesperantes y angustiosos que recuerdo haber pasado, fueron a principios de marzo; cuando Shizune irrumpió en mi despacho, abrió la boca para decirme algo, pero las palabras quedaron atrapadas a la mitad de su garganta. Le ofrecí asiento, ya que su respiración daba a entender que había llegado corriendo.
— Shizune, ¿Qué sucede? — Ella alzó la mirada y fijó sus oscuros orbes en los míos, reflejaban cierta desesperación.
— Séptimo, Sakura... — Y no pudo proseguir, bajó la mirada.
Pero yo había entendido lo suficiente, algo le había ocurrido a Sakura.
Antes de que me diera cuenta ya había dejado un clon junto a Shizune y había salido corriendo con todas mis fuerzas por la ventana. Al llegar al hospital, una de las kouhais de Sakura corrió a mí.
— ¡Séptimo! —Parecía muy estresada. — ¿Vino a ver a Uchiha-sama?
— Sí, ¿Qué le ocurrió a Sakura? ¿Dónde está su habitación? ¿Estará bien? — tenía muchas preguntas aflorando con violencia en mi cabeza. Estaba muy desesperado, lo poco que me quedaba de juicio impedía que ingresara sin más a cada una de las habitaciones hasta dar con la de Sakura.
— Sígame, le explico en el camino. — Seguidamente empezamos a caminar con velocidad entre los pasillos del gran hospital de Konoha. — Uchiha-sama se desmayó y cayó por las escaleras de su casa: esa información nos la ha proporcionado su esposo, quién la trajo aquí. — Subimos unos escalones con prisa. — Llego inconsciente, pensamos que podría tener algún traumatismo, ya que presento una herida en la cabeza. — Aguanté la respiración mientras seguía oyendo. — Pero no fue así, tiene la presión muy baja y hay anomalías en su cuerpo y con su flujo de chakra. — La kouhai decayó repentinamente.
— ¿Anomalías? — pregunté sin entender cuando detuvimos la marcha frente a una puerta con el número "235", la cual parecía ser la habitación de Sakura.
— Al parecer, Uchiha-sama está perdiendo chakra sin razón aparente... — Guardó silencio un momento. —… Séptimo... — Entonces me miró con una especie de terror vívido en los ojos. — Es probable que el sello del byakugou está cobrando parte del contrato; hace cinco años perdimos a Tsunade-sama, quién presentaba las mismas sintomatologías los últimos días que vivió.
— ¿Contrato...? ¿Cómo...?
— Al usar el sello en uno mismo lo que haces es acelerar el proceso de mitosis de las células, las cuales solo se duplican solo cierta cantidad de veces, lo que acorta tu estimado de vida. — Ella se dio media vuelta, indicando que debía irse. — Esa es la maldición de las usuarias del byakugou. — Y se fue sumida en sus pensamientos.
Recuerdo a ésta chica: era una de las ex pacientes de Sakura, ella era hija de caídos en guerra. Al parecer había salido totalmente recuperada de su tratamiento, por lo que decidió estudiar medicina y ayudar a más niños que pasaban una situación parecida a la de ella en el pasado. Por eso estaba tan afectada, o eso suponía.
Pensé que al entrar a la habitación vería a Sakura delirar, sufriendo por un cansado cuerpo llevado a los límites biológicos y que perdería su mirada a la nada. Pero nada más ingresar a la habitación mi corazón se tranquilizó un poco más. Ahí estaba ella; leyendo un libro tranquilamente, tenía una venda por la cabeza que cubría su sello maldito en la frente. Sasuke estaba a su lado, parecía perdido en sus pensamientos, probablemente alguien del cuerpo médico ya le habían dicho sus sospechas acerca del estado de Sakura.
La pelirrosa levantó la mirada y me sonrió cálidamente. — ¡Oh, Naruto! No esperaba que vengas aquí personalmente. — Se sonrojó levemente al percatarse de que no era un clon. — No tienes porqué dejar la aldea de lado para venir a verme...
No dije nada, sólo me quedé mirándola mientras ella seguía hablando animadamente, como si ella no supiera que estaba muriendo.
— Dobe — Dijo Sasuke.
Entonces entré en razón.
— ¿Estás bien, Naruto? — Sakura me miró con preocupación.
— Sí... estoy bien, Sakura-chan. — Y le sonreí como siempre.
¿Pero cómo podía estarlo si ella nos dejaría?
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