Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y en algunos casos de Toei Animation.
Sorrento apagó la radio de su auto, no era que no le gustará la música que sonaba, sino que estaba cansado de escuchar al mismo grupo toda la mañana. Al acercarse a su destino miró a un grupo de mujeres reunidas fuera de la casa a la que se dirigía. Suspiró mientras se acercaba al lugar, al llegar frente a la casa tuvo problemas por las personas, algunas de ellas ignoraban el cordón policial que las separaba de la pequeña casa y lo rompían o pasaban sobre él.
Después de estacionar su auto lejos de la casa y de las personas, caminó entre la gente, se detuvo frente a uno de los policías y le mostró su placa de detective. Una vez dentro de la casa se acercó a otro detective que ya se encontraba en la sala.
- Llegas tarde- le dijo su compañero- te toca pagar el almuerzo.
- Hay mucho tráfico, muchas personas están afuera.
- Ya le dije a Baian que reforzará la seguridad afuera.
- Bien, ¿qué sucedió Kanon? - preguntó Sorrento mirando a su compañero.
-Suicidio - Kanon miró las notas de su libreta- se disparó justo en el corazón.
-Dicen que es...
-Es él -Kanon miró a su compañero- Io está triste.
Sorrento no contestó, caminó alrededor de la sala. Las cosas estaban tiradas. De su abrigo sacó un par de guantes de plástico y se los colocó; con una señal le indicó a Kanon que subiría a revisar las habitaciones.
Como había llegado una hora tarde el cuerpo ya había sido retirado, mientras subía vio a varios policías tomando fotos de cualquier cosa que considerarán sospechosa. Entró en la habitación principal donde había más policías; el lugar también estaba hecho un desastre, la cama estaba a medio tender y las colchas estaban manchadas de sangre ya que ahí fue donde se encontró el cadáver, el arma tampoco estaba, pero si estaba la marca que Kanon había hecho de ella en el suelo, en el lado derecho de la cama; había de gotas de sangre en el suelo que llamaron la atención de Sorrento; una botella de vino se encontraba también en el lado derecho de la cama. Sorrento miró toda la habitación teniendo en su mente la idea de una recreación de los hechos; detuvo su mirada en una foto que se encontraba en la esquina del tocador, se acercó con cuidado y la tomó, se sintió extrañamente triste cuando miró al dueño de la casa, persona que justo en ese momento se encontraba en la morgue.
Mime Benetnasch era un cantautor y líder del grupo "God Warriors"; tenía cerca de 10 años en el llamado mundo del espectáculo, y desde que entrara a este mundo, cuando tenía 14, se había convertido en uno de los mejores músicos. A pesar de su gran talento Mime fue rápidamente hacia los malos vicios y varias personas de ese medio comenzaron a despreciarlo debido a su comportamiento "extravagante y extraño". Muchos músicos lo veían como una versión o extraña mezcla entre Jim Morrison y Kurt Cobain; tal vez eso fue lo que lo ayudó a él y su grupo a cosechar un gran número de fans alrededor del mundo, consolidándose, así como uno de los mejores grupos de su generación; ganaban premios y reconocimientos en cualquier lugar al que fueran.
Drogas, alcoholismo y rumores de varias amantes fue la consecuencia de la pérdida del control de la fama, además de que eso terminó por separar a la banda. Mime anunció su separación, así como un proyecto en solitario de él hace casi dos meses y ahora estaba muerto.
Sorrento conocía toda esa historia porque uno de sus compañeros era gran fan del grupo. Por mucho tiempo maldijo el que Io fuera fan de God Warriors pero en esos momentos Sorrento agradecía el conocer parte del contexto en torno al suicidio.
Miró a las dos personas que acompañaban al musico en la foto, sus hermanos mayores Marín y Tōma, Sorrento suspiró al recordar que alguien tendría que hablar con ellos, y era muy probable que fuera él quien hiciera ese trabajo.
Con sumo cuidado, volvió a dejar la foto en su lugar; al darse vuelta vio una vez más las manchas de sangre, eso no le agradaba; esas gotas de sangre descuadraban un poco su planteamiento de los hechos. Se acercó y con cuidado tocó una de ellas, estaba seca, lo que le decía que las gotas no eran consecuencia de que se llevaran el cuerpo, era algo más.
Los pensamientos de Sorrento fueron interrumpidos por Kanon, que tocó el marco de la puerta para que su amigo lo mirara.
-Los familiares del suicida están afuera, alguien tiene que hablar con ellos...
- ¿Por qué no simplemente dices que quieres que hable con ellos? -preguntó Sorrento aún agachado- ven, quiero que veas algo.
- ¿Qué? -Kanon se agachó frente a Sorrento.
-Estas gotas de sangre, siguen camino hacia el baño- dijo Sorrento mirando hacia la puerta que estaba frente a la cama, se levantó rápidamente y caminó hacia la puerta- se detienen aquí y hay un leve intento por limpiarlas, pero solo lograron que se quedara manchado todo el suelo.
-Eso ya lo sé Sorrento, había papel manchado de sangre en el cesto de la basura. Tenía un corte muy grande en su mano derecha, tal vez primero trató de cortarse las venas, pero finalmente decidió dispararse.
- ¿Y se hizo un corte en la mano para...?
-No lo sé, Sorrento- Kanon se levantó y se acercó a la salida- no sé cómo funciona la mente de un suicida.
-Hablando de eso, ¿Dónde está su carta?
-Aún no la encontramos- respondió Kanon levemente avergonzado.
- ¿Y cómo están tan seguros de que fue suicidio? -Sorrento levantó una ceja.
-Todas las evidencias apuntan a eso- contestó Kanon antes de salir de la habitación.
Sorrento suspiró mientras veía al suelo. Comenzaba a sospechar del suicido, pero dejó sus sospechas para otra ocasión; salió del cuarto lentamente y se dirigió hacia la sala, donde era probable que se encontraran los hermanos de Mime.
Al llegar a la sala sonrió al darse cuenta de que su idea no había sido incorrecta, caminó de forma elegante hacia donde se encontraban los dos hermanos, que estaban sentados en uno de los sillones esperando a que alguien les dijera algo.
-¿Marín y Tōma? -preguntó mientras se paraba frente a ellos.
-Sí, ¿y usted es? -Tōma dejó de abrazar a su hermana mayor para levantarse y saludar al detective.
-Soy el detective Sorrento Schneider, voy a estar a cargo de este caso.
- ¿Dónde está Mime? ¿qué sucedió? -Marín se levantó del sillón mientras veía a Sorrento con lágrimas en los ojos.
-Señorita Benetnasch le pido que por favor se tranquilice - Sorrento trató de tocar el hombro de Marín, pero ella lo detuvo.
-Ese no es mi nombre, ¿Dónde está Mime? -dijo mientras daba un paso hacia atrás.
-Es el apellido de Mime... ah... ahora no es momento de hablar de eso -Tōma abrazó a su hermana- ¿qué sucedió detective?
Sorrento se quedó en silencio, no sabía que decir, a pesar de que Kanon le había dicho que era suicidio, Sorrento tenía sus dudas y no sabía que decirles a los hermanos de Mime. Los miró a ambos por largos segundos, meditando las palabras que usaría para explicar la situación.
-Creemos que fue un suicidio.
- ¿¡Qué!? -ambos hermanos gritaron. Marín comenzó a llorar mientras que Tōma había palidecido por la noticia.
-No, no, no, ¡no es verdad! ¡él no haría eso! - ante los gritos de Marín tanto Tōma como Sorrento trataron de calmar a la joven haciendo que se sentara en el sillon.
-Señorita Marín, sé que es difícil, pero hasta ahora es lo que tenemos, necesitamos hacer una investigación, solo así sabremos lo que en verdad ocurrió y...
-Pero él no podría hacer eso- Marín estaba tratando de tranquilizarse mientras abrazaba a Tōma- él no lo haría detective, tiene que creerme, me cree, ¿verdad?
-Yo...
-Marín tiene razón, él no lo haría- dijo Tōma tratando de que su voz no sonara entrecortada.
-...Tengo mis dudas... -dijo Sorrento después de pensar en su respuesta.
-Entonces- Marín tomó las manos de Sorrento entre las suyas- ¿investigará quién mató a mi hermano?
-Haré todo lo que este a mi disposición- Sorrento sonrió y le dio un leve apretón a las manos de Marín- pero necesito que ustedes también me ayuden, por ahora una patrulla los llevará al hospital, para que vean el cuerpo. No se preocupen por la prensa, nos encargaremos de eso.
-Gracias -susurró Tōma ya que Marín se había separado de Sorrento y abrazaba a su hermano.
Después de asentir Sorrento caminó hacia donde estaba Baian y le indicó que acompañara a ambos hermanos a la patrulla. Se dirigió a la cocina, porque ahí no había ningún policía, y pensó en lo que acababa de hacer; había prometido algo que no podía cumplir, era muy probable que el chico se suicidara, pero aun así Sorrento se había arriesgado con su corazonada.
Aunque si lo pensaba bien casi nunca se equivocaba con sus corazonadas, la pregunta sobre si había sido un suicidio o no estaba en su mente, y lo estaría durante las próximas semanas.
