1-InuYasha y compañía son propiedad de Rumiko Takahashi, ustedes saben.

2-Este fic no es de mi autoría sino una traducción, autorizada por la misma autora.

3-Dejaré el link del fic en inglés, en mi perfil.

4- A favor de la campaña: "Con voz y voto" porque agregar a favoritos y no dejar comentario es como manosearme la teta y salir corriendo.

Bueno, sin más que decir, espero disfruten de la lectura.


Todos aman a Kagome.

Capítulo 1

Kōga ama a Kagome.

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Ramas rasgaban su carne mientras corría. Estaba asustada. Tenía el corazón destrozado. Pero más que todo eso ella estaba enojada ¡Furiosa!

Kōga ama a Kagome.

¡Kōga ama a Kagome!

¡KŌGA AMA A KAGOME!

El corazón pesaba en su pecho, dolía incluso al respirar. No se molestó en limpiar las lágrimas que corrían por su rostro. No le importaba si las lágrimas la hacían lucir débil. Estaba demasiado enojada para preocuparse.

Enojada de que Kōga ama a Kagome.

Enojada de que él se atreviera a insinuar que ella era simplemente una hembra para criar en la manada de los demonios lobo, ahora que era la única superviviente conocida de las hembras demonio lobo.

Enojada de que su vida ya no fuera más propia.

Enojada de que se esperara diera un hijo a Kōga, aquél que ella lleva, ésa miserable chica humana, a la que antes él pidió hacer a la miko su compañera.

¡SU COMPAÑERA!

Ayame paró de correr cuando pensó en el niño dentro de ella. Aunque su estómago fuera todavía plano, ella lo sabía. Sabía que vida estaba creciendo en su interior. Y ése conocimiento era el que la hacía abandonar la manada, su nueva familia, e ir en busca de la miko.

Ella no perdería a su hijo por esa… ¡esa HUMANA!

Respirando pesadamente, la loba se preguntó si correr tan duro sería bueno para el bebé ¿Debería estar caminando en su lugar? Su mano voló a su estómago, un movimiento inconsciente de protección a su hijo nonato.

Pánico la llenó ante el pensamiento de involuntariamente dañar a su hijo. Pero ella no tenía nadie a quién preguntar sobre qué era bueno para su bebé. Su familia se había ido. Y ella ciertamente no regresaría e interrogaría a Kōga o su manada con cualquiera de sus dudas. En el momento en que se dio cuenta que estaba embarazada despegó en una carrera cuando se suponía que debía estar cazando para la cena. Ni una sola vez miró atrás. Kōga no podría saberlo. Él alejaría a su bebé de ella y daría al infante a Kagome por madre mientras ella esperaría tener otro bebé. Luego otro. Una vez él se enterara que ella podía concebir un hijo, no habría fin. Él intentaría repoblar su manada.

Con ella.

Entonces sus hijas criarían.

Ellas serían dadas a quienquiera que él sintiera fuera digno para comenzar las nuevas generaciones de la manada. Premiando a sus favoritas tan pronto como las niñitas se hicieran mayores de edad. Sus preciosos bebés… ¡preferiría dejar que la manada de lobos se extinguiera!

Se preguntó cómo se sintió Kagome, o si incluso ella sabía que Kōga no tenía intenciones de dejarla tener a su hijo. O al menos un niño vivo. Él no sería padre de un hanyō. O mejor dicho… él no tendría un hanyō como hijo.

Ayame no se había dado cuenta de que estaba rastreando a la miko hasta el final de la tarde. No estaba segura, todavía, si quería respuestas.

O sangre.

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