Disclaimer: J.K.R es dueña de HP.

N/a: Bien, esta es mi versión del romance entres Remus Lupin y Nymphadora Tonks, está basada en el cannon, pero más extendida. Al principio está un poco romántica y algo lenta porque Tonks está empezando a descubrir sus sentimientos. La mayoría de los sucesos en los primeros capítulos, son basados en experiencias mías .

De antemano, gracias por leer.

Espero les guste este primer capítulo y como todo escritor, vivo de los comentarios.


1-. Descubrimiento.

"Hazme visible en tu mundo mortal"

Visible-Jaguares


Caminaba distraída entre las calles del cada vez más húmedo Londres. Había estado lloviendo toda el día y solo hasta en la tarde había cesado. Perfecto para ella, dado que tenía que salir, estuviese como estuviese el clima. Al menos ahora se ahorraba una mojada y el peso de un paraguas. Podía aparecerse, pero no podía arriesgarse, además de que andar al estilo muggle le gustaba. Ese día en especial le estaba ayudando a aclarar su mente.

Saltó varios charcos, sumida en sus pensamientos y casi besa el suelo al resbalar en el liso pavimento, por suerte mantuvo el equilibrio. Se hizo una nota mental de tener más cuidado. Ella con su conocida torpeza entre asfalto mojado y barro, no era una buena combinación.

Siguió transitando entre avenidas y parques. Hacía unos cuarenta minutos de su departamento a la particular casa a la cual se dirigía. Ya se sabía el camino de memoria. Metió sus manos en el ligero suéter que portaba, ya que después de las lluvias, permanecía una fresca brisa que era agradecida por los habitantes luego de soportar el caluroso junio que había azotado en la ciudad.

Sentía como su cabello de un rosa chicle, bailaba con el viento y en ocasiones se le pegaba a la cara, logrando que despertase de sus ensoñaciones. Nymphadora Tonks era una chica alegre y extrovertida, sus momentos de silencio eran escasos. Sin embargo ese día algo le había inquietado, dejándola pensativa. Algo muy extraño.

Podía decirse que llevaba oficialmente dos semanas dentro de la Orden del Fénix, una organización secreta liderada por Albus Dumbledore, con el objetivo de derrocar a cierto mago tenebroso y su ejército. Había sido invitada por su mentor Alastor Moddy, para los amigos "Ojoloco". Sabiendo la amistad que había entre este y el director de Hogwarts, Moddy había propuesto a Nymphadora como una candidata ideal para pertenecer a la Orden. Y ella había aceptado encantada. Aún no tenían misiones concretas, dado que apenas tomaba forma el grupo, pero ella había asistido a todas las reuniones cada tercer día, desde su ingreso. Identificaba a varios, pero otros le eran unos totales desconocidos.

Con su naturaleza sociable, Tonks no había tenido problema alguno para integrarse, no era la más joven ni la menos inexperta, así que se había acoplado de maravilla, pero eso no le hacía sentirse incómoda todavía con algunas personas.

Se mordió el labio, recordando el curioso sueño que había tenido la noche anterior. Antes de dormirse había visto una película muggle por la televisión, gracias a su padre conocía de esos aparatos, en donde un grupo de amigos eran amenazados a muerte. La escena era impactante, aunque no paso nada grave, por un motivo desconocido la situación se había quedado grabada en su cabeza. Su sueño era parecido, había recreado el suceso de peligro pero en vez de los actores muggles, había varios miembros de la Orden, incluyéndola a ella.

En la película los amigos se abrazaban tratando de consolarse mientras veían como se acercaba su fin. En la versión de Tonks, no se abrazaban, pero todos estaban muy asustados, tenía al lado de ella a Ginny Weasley, lo recordaba bien a pesar de no haberle visto la cara. La metamorformaga estaba consciente de que estaba a punto de morir, y sin embargo no sentía rastro alguno de terror o angustia, era como si no le importara mucho lo que estuviera pasando. De pronto, de entre la multitud que tenía alrededor, había salido una mano. Una mano que había reconocido al instante y que rápidamente se había aferrado a ella.

El tibio y suave contacto fue tan real, que en el sueño compuso una sonrisa de oreja a oreja. No le importaba que estuviera a punto de ser aniquilada, estando con él, nada importaba más que ese roce de manos. La suya junta a la de él. Y había despertado, con esa sensación de calor en su mano derecha. Incluso le había tomado unos segundos darse cuenta de que estaba en su cama, en su habitación. Todavía se sentía con él, en un mundo extraño. Nunca un sueño le había parecido tan vívido. Y como era normal se había asustado.

Ahora que lo recordaba, aún podía percibir el contacto de la mano de Remus Lupin con la de ella. Ese era el grave problema. Puede que un sueño casi real muchos lo tengan, pero…¿por qué había soñado precisamente con Remus? ¿y agarrados de la mano? ¿qué significaba aquello? ¡SI APENAS LO CONOCÍA, POR MERLIN! ¿Por qué aquella sensación de infinita felicidad al sentirlo? Esas preguntas la habían asaltado todo el día.

No podía negar que desde que conoció a Lupin, algo en él la había atraído, pero no era nada fuera de lo común. Le había parecido atractiva su actitud, ese sentido de responsabilidad que tenía, su inteligencia, su excesiva caballerosidad, su linda sonrisa. Pero de eso, ¿a soñar con él?, le parecía algo bastante precipitado y extremo. No podía estarse enamorando tan rápido. Además, ¿qué era el estar enamorado exactamente?

Nymphadora no lo sabía a ciencia cierta, si bien había tenido unos cuantos novios, si así se les podía llamar, solo habían sido por no desaprovechar la oportunidad y ya. Nunca se sintió realmente enamorada, así que desconocía por completo el comienzo de ese proceso, que muchos calificaban de "lo más hermoso de la vida". Pero Remus no podía ser. Él no era para ella, se notaba a leguas de distancia. Jamás se fijaría en alguien como Tonks. Pensando con la cabeza fría, nunca habían mantenido una conversación, solo unos saludos de cortesía y ese había sido su máximo contacto. ¿Por qué demonios había soñado con él?

Dicen que los sueños representan nuestras anhelaciones, aquello estaba más que claro, obviamente si se diera la oportunidad de tener algo con Remus, tal vez Tonks no se lo pensaría mucho. Pero era algo que nunca ocurriría. ¿Y si empezaba a encapricharse con él? Lo único que lograría sería dañarse ella sola. ¡Remus ni siquiera la hacia en su mundo! Ah…ya parecía una adolescente con las hormonas alborotadas.

Inspiró profundo y soltó el aire, antes de cruzar la última cuadra para llegar al numero doce de Grimmauld Place. ¿Lo podría ver sin pensar en su sueño? No, no lo creía.

Observó como unos niños corrían en el parque de enfrente, tras una pelota, y como unas señoras platicaban sentadas cómodamente en una banca. El crepúsculo daba su inicio cuando ella vio aparecer entres las casas numero once y trece, otra más.

Se acercó y tocó el timbre. Se maldijo al instante por hacerlo. Le abrió una bruja bajita y algo rechoncha, de un cabello anaranjado y una sonrisa de resignación. Nymphadora pidió disculpas por haber provocado que la señora Black, que en ese momento casi hacia estallar sus tímpanos con sus horribles gritos y blasfemias, se despertase.

Un mago alto, con una cortina de cabello negro y ojos grises, cruzó la estancia irritado y con algo más que esfuerzo, logró acallar la tronante voz. Luego le sonrió, con la misma actitud de la señora Weasley. Tonks correspondió el saludo.

-Vamos, están en la cocina- susurró Sirius Black, acompañando a su sobrina escaleras abajo. Lo siguió, cautelosa de no tropezar en aquellas penumbras en las que se encontraba sumisa aquella sección del lugar.

Entraron a una calida estancia, de techo alto y alargada, donde una conocida mesa se extendía, con los platos ya puestos y varia gente en sus sillas. El olor a deliciosa comida le golpeó en el rostro, y los cotilleos y risas inundaron sus oídos.

Sus ojos dieron de inmediato con Remus. Estaba platicando animadamente con Hestia Jones, una bruja alta de largo pelo negro y guapa, le calculaba la misma edad que Remus. Ambos conversaban, en ocasiones se cruzaba por el rostro de Remus una cálida sonrisa que hacía temblar a la metamorformaga. Al parecer esa tal Hestia lo estaba divirtiendo. Nymphadora pudo percibir las sugestivas miradas que la mujer le dedicaba a Lupin. Su sonrisa vanidosa, sus acciones, los toques casi imperceptibles de sus manos rozando casualmente las de él, sus movimientos, el pestañeo, todo era tan claro. Ella le estaba coqueteando y de una manera nada sutil. Tonks no supo cuanto tiempo llevaba parada en el umbral de la puerta observando a ese par que ni se percataban de su presencia. Aunque, ¿qué podía esperar? Parecía que Remus ni siquiera se daba cuenta que Hestia le estaba tirando la onda en sus narices.

Fue hasta que Charlie Weasley le pidió que le diera espacio para salir de la cocina, cuando la chica despertó totalmente de aquella asidua examinación de cierta persona. Fue consciente de su cuerpo, pues hasta su mente la había abandonado para irse a instalar en aquel rincón de la estancia, que percibió tener el ceño fruncido y el labio inferior atrapado con fuerza entres sus dientes. Sus manos estaban ligeramente apretadas en puños.

-¿Qué te pasa, Tonks?- Preguntó el chico, cuando la aludida se disculpó y le dio lugar para que pasara- Tienes el cabello rojo. ¿Acaso quieres unirte al club?- Inquirió divertido, guiñándole un ojo y desapareciendo escaleras arriba.

Tonks con los ojos abiertos se agarró un mechón de cabello y lo llevó hasta su cara, comprobando que en efecto tenía un color fuego. Inmediatamente lo cambió a un rosa chicle confundida por su actitud. Al mismo tiempo un enojado Sirius Black salía de la alacena donde una señora Weasley lo sermoneaba de la poca limpieza que había tenido, no solo en esa parte de la casa, sino en toda. Todos los presentes se voltearon al escuchar los gritos de Sirius alegando que no tenía tiempo para encargarse de eso y que si tanto le molestaba que lo hiciera ella.

-¡ME DAN GANAS, SIRIUS! ¡SÓLO PARA DEMOSTRARTE LO QUE ES HIGIENE!- Decía exaltada tal cual madre regañando a su hijo- Si ya vamos a estar frecuentando esta casa una limpieza no le haría nada mal. Esto es un cuchitril.

-Creo que me ha leído el pensamiento, querida Molly- La serena voz de Albus Dumbledore se abrió pasó, entrando majestuosamente a la cocina, seguido de un Charlie sonriente.

-¡Ah! veo que lo has cambiado- Comentó Charlie, parándose al lado de Tonks, con sus ojos cafés analizándola. -Mucho mejor. Ya teníamos suficientes pelirrojos ¿no crees?

Nymphadora solo pudo corresponderle a su sonrisa. Aún estaba algo revuelta por su descubrimiento.

-Buenas noches a todos- La atención de la joven recayó en el director de Hogwarts que invitaba a todos a sentarse, lo cual hicieron, excepto una intrigada Molly.

-¿A qué te refieres, Albus?

-Dado que el cuartel general se estableció en esta casa y como todos seremos casi huéspedes de aquí, en efecto Molly, sería beneficioso que accedieras a que tu familia se estableciera aquí por el resto del verano y tal vez más.

-¿Qué nos mudemos?

-Así es.

La cara de desconcierto y algo de asco de Molly Weasley hizo que Sirius se riera. Un codazo de Remus le advirtió de que era mejor que se abstuviera. El aludido se mordió los labios, incapaz de encontrar otra mejor idea de calmarse.

-Nos parece grandioso- Exclamó de pronto el señor Weasley para romper la tensión que se había creado alrededor de su esposa. El director los veía alternadamente, esperando una mejor respuesta, estudiándolos con sus penetrantes ojos azules. Algo como un tic nervioso apareció en el ojo derecho de la mujer pelirroja.

-Bien- Afirmó Dumbledore dando una palmada. Tomó asiento y procedió a continuar con la reunión.

Tonks envidió la suerte de los Weasley. Ella daría lo que fuera por irse a vivir a esa casa. Estando quien estaba… ¡Aaaalto!. Aquellos pensamientos empezaban a tomar rutas insospechadas. Sus ojos volaron de inmediato hacia un extremo de la mesa, donde Remus ponía toda su atención al profesor.

Lo volvió a examinar con detalle. Aquello se estaba convirtiendo en costumbre. Admiró la elegancia sutil con la que se sentaba, sus manos, el traje aunque un poco viejo bien puesto, sus ojos color miel, su cabello, las finas cicatrices en el rostro que lo hacían mas atractivo, su perfecta nariz, la bella y tímida sonrisa que en ese momento estaba haciendo y de nuevo esos ojos que eran capaz de derretirla como mantequilla al sol. ¡Espera! ¿por qué la esta viendo? ¿por qué todo el mundo la está viendo?

Sintió como Charlie, sentado a su lado, le daba un pequeño puntapié.

-¡¿Qué…?!-

-Tonks, ¿estás de acuerdo?- Inquirió su antiguo director de Hogwarts mientras la mesa completa la observaba. ¿Tan distraída estaba?

Balbució un poco antes de hablar, veía a todas direcciones como si esperaba que la respuesta apareciese por ahí bailando. La sangre se le heló. Debía de parecer una idiota. ¡Y Remus la veía! ¡¿por qué Merlín?!

-Aaah…-Hestia acababa de formar una sonrisa burlona. Vieja bruja. -Profesor Dumbledore- Se aclaró la garganta. Charlie le susurró disimuladamente en el oído: Di que si…-Claro que estoy de acuerdo- Habló tratando que la voz le sonara lo bastante segura.

-Perfecto- Exclamó Dumbledore guiñándole el ojo.

Ella dibujó una sonrisa nada convencida. Dumbledore dio por finalizada la reunión y la mayoría se levantaron de sus asientos. La metamorformaga bufó enfadada. ¿Qué demonios había sido eso? Charlie se acercó mas a ella en su silla, la veía preocupado.

-¿Qué te ocurre? Estuviste muy callada…-

-Y perdida…-Murmuró Sirius Black que en ese momento pasaba al lado de ellos.

Tonks le sacó la lengua al hombre mientras este se reía. Iba a reunirse con el causante de su distracción, Remus Lupin. Apartó la vista de inmediato. Charlie seguía al lado de ella con el ceño fruncido.

-Nada Charls, estoy algo cansada, solamente- Respondió con un tono tranquilo.

-¿Mucho trabajo en el ministerio?

-Algo…- Vaciló unos momentos, rogando que su amigo se tragara el cuento.

El pelirrojo abrió la boca para refutar, pero su madre lo llamó en ese momento.

Tonks respiró aliviada. Recargó sus codos en la mesa y se sostuvo la cabeza. ¿Por qué le importaba tanto lo que Remus viera de ella? ¿por qué de repente sentía una punzada de odio al ver a Hestia? ¿qué le pasaba? Demasiadas preguntas se volvían a formar en su cabeza. ¿Por qué se cuestionaba todo? Definitivamente ese hombre la traía de nervios.

En el acto sus ojos lo buscaron, seguía sentado con Hestia y Sirius platicando. Ajeno a todo por lo que estaba pasando Tonks. Se le hacía tan perfecto. Era ilógico que se fijara en una niña como ella. Incluso sentía que ella no le caía bien del todo. Con su pelo rosa chicle extravagante y su torpeza. Sacudió la cabeza: No, complejos de inferioridad no en esta bruja.

Se levantó. Quizá si ayudaba a Molly con la cena se distraería un rato, sin apartar su atención de Remus cruzó la estancia hasta la cocina. Pasó al lado de él pero ni siquiera la vio. ¿Tan insignificante era? Notó los ojos de Hestia que curiosa se posaron en ella un segundo pero Tonks la ignoró olímpicamente.

Quizá, antes de tacharse y sentirse una miserable, debía intentarlo. Acercarse a él. Hablarle. Eran unos completos extraños. ¿Pero cómo? Nymphadora no era una chica tímida, pero al estar en presencia de Remus cualquier tema de conversación se le borraba de la mente, un nudo en la garganta le impedía hablar y al parecer su torpeza aumentaba un cien por ciento más.

Y por estar tan concentrada en sus problemas de adolescente enamorada, no se percató de la maldita tabla que por los años, se había superpuesto por unos centímetros arriba de las demás. Una trampa mortal en la que ella como mosca cayó. Dio un traspié y logró sujetarse por que Charlie salía en ese momento de la cocina refunfuñando y la atrapó.

-¡Cuidado!- Advirtió demasiado tarde. Ella solo pudo maldecirse.

-¿Estás bien?- Preguntó Sirius, que desde la mesa fue testigo (junto con Remus, gracias) de la caída.

-Sí, sí. Sólo fue... ya sabes.-Habló sintiendo como un calor comenzaba a llenarle la cara. Las puntas de su cabello se tornaron naranjas. Y la mirada de Lupin se clavó en ella.

Talvez fuera lo que estaba esperando, pero no de esa patosa manera.

Jaló a un extrañado Charlie de nuevo a la cocina.

Y todo por el desgraciado sueño.