CAPÍTULO 1

Los rayos del sol que ingresaban por la ventana anunciaban un nuevo día.

Cubrió su cara con la sábana al notar esto, y no pudo hacer más que bufar al escuchar la alarma.

Tanteó con su mano por sobre su mesita de luz, hasta llegar al despertador muggle de color blanco, y lo apagó violentamente por el irritante sonido.

Destapó lento y sin muchos ánimos su rostro, y con sus azules ojos observó la hora.

5:30 p.m.

Volvió a bufar y se tapó nuevamente como una niña pequeña.

Hoy sería el último día de sus estudios.

Cerró con llave la puerta de su pequeño apartamento y se dirigió al ascensor del edificio.

Un niño algo regordete de unos 10 años ingresó corriendo al ascensor. La castaña lo miró molesta luego de ser empujada.

Decidió ignorarlo y mostrarse feliz, por el bien del mundo, claro.

–¡Hola! —Exclamó con su voz infantil y aguda, moviendo su mano frenéticamente. Sus ojos estaban muy abiertos, tanto que ella pensó que se le saldrían del rostro. Él debió notar la cara de impresión ya que fue bajando la mano lentamente.

–Hola —Saludó haciendo un intento de sonrisa. Nadie conseguiría jamás encontrársela de buen humor por la mañana.

–¿Qué hace despierta tan temprano, señora? —Dijo y ella apretó los labios al escuchar el "señora".

–Voy a la facultad un poco lejos de aquí, es mi último día —Dijo sonriendo levemente al pensar que ya estaba a un paso de terminar su carrera de cuidado de criaturas mágicas.

–¿No es muy vieja para estudiar? —Preguntó confundido el niño. Ella lo fulminó con la mirada, borrando su sonrisa.

–Tengo 22 años —Dijo con los dientes apretados.

–Pues, te ves terrible para la edad que tienes. —Dijo inocentemente. Al parecer no notó la mirada aniquiladora de la castaña ya que siguió hablando— Mi mami se ve mejor que tú y tiene 39, creo que es por la cantidad de cremas que usa y cómo se cuida, deberías hacerlo, te serviría de mu-

–Cállate niño —Dijo seca, a punto de golpearlo por ser un niño tan parlanchín.

Para su suerte, las puertas del ascensor se abrieron y ella salió casi corriendo de este. Pudo escuchar como el pequeño decía "Adiós viejita". Rodó los ojos y salió del edificio.

Un sentimiento de alegría comenzó a crecer en su interior, miró la hora en su reloj de muñeca y casi llora al ver la hora. 6:39 a.m. y ella debía estar en el instituto a las 7. ¡Tardaría mucho en llegar!

Pensó en aparecerse, pero al parecer era la bruja más inútil de la historia en esa estúpida tarea. Siempre terminaba en un lugar diferente, vaya a saber quién por qué.

Comenzó a caminar pensando en cómo mierda llegaría a tiempo, y la respuesta apareció frente a ella.

Un hombre volvía volando con su escoba, al parecer había olvidado algo dentro de su casa, por lo que entró y fue el momento perfecto para ella.

Prácticamente robó la escoba y cuando comenzaba a elevarse escuchó al hombre gritar para que se baje.

–¡Lo siento, prometo devolvérsela! ¡Gracias, buen señor! —Pudo ver cómo el hombre bufaba y molesto volvía a su casa.

Unos 30 minutos más tarde llegó a la puerta de la facultad y bajó de la escoba, comenzando a correr.

Dejó la escoba con la señora en la portería y entró apurada.

Como máximo, el profesor Jackson la regañaría, lo bueno es que le caía bien.

Comenzaron a llamar para la entrega de los certificados, y los sectores donde comenzarían las especializaciones. Podía sentir como sus piernas temblaban de la ansiedad y emoción. Observó a su amiga Lea, quien acomodaba su sombrero negro.

–Ugh, detesto éstos —Dijo dándose por vencida y se cruzó de brazos. Ella soltó una pequeña risa y sopló el listón del suyo que se había posado justo en su nariz.

–A mi me gustan —Dijo con una sonrisa amplia. Todo rastro de mal humor se había esfumado de su cuerpo, ahora solo deseaba tener su certificado en sus manos y saber donde comenzaría con su especialización.

–Porque eres bonita y todo te queda bien —Le dijo la rubia sonriendo ladeadamente.

–Cállate y escucha, cariño —Dijo señalando al frente.

–Lea Hudgens —Llamó el director y ella se levantó de un salto.

La castaña miró con una sonrisa cómo su amiga tropezó al subir al escenario.

El campus era amplio y muy hermoso. El instituto tenía el aspecto de uno de esos que aparecían en las películas muggles. Estados Unidos era de los pocos países con ese tipo de instituciones mágicas.

–Danielle Jones —Llamó y ella sintió cómo sus piernas casi le fallaron al levantarse. Caminó ansiosa hasta el escenario, sentía las miradas posadas en ella, seguramente debido a los nervios y eso solo logró ponerla más nerviosa. Subió y agradeció a Merlín por no dejar que se cayera u rompiera algo como hubiese sido común en ella.

Se acercó sin poder evitar una sonrisa al que hasta ese día fue uno de sus mayores influyentes. El director de la Institución le entregó su certificado con una sonrisa y ella lo abrazó con fuerza.

–Felicitaciones, Dani, lo lograste —Dijo en su oído y ella soltó un par de lágrimas.

Se separaron y ella le agradeció, para luego seguir caminando y tomarse la fotografía. La vicedirectora Maggie la esperaba con una sonrisa al final. Ella había sido la encargada de escoger dónde realizarían las especializaciones.

–Danielle Jones, especialización en dragones. —Leyó su certificado y con una sonrisa le entregó un pergamino— Lamento decirte, pequeña, que deberás viajar mucho.

–Adoro viajar, profesora —Dijo la ojiazul con una sonrisa.

–Entonces supongo que te alegrará saber que encontré un lugar perfecto para ti, donde tendrás a tus preciados dragones. —La miró para ver su reacción— ¿Haz oído hablar del Santuario de Dragones en Rumania?

La boca de Danielle se abrió tanto que posiblemente alguna mosca debió haber entrado.

–¿Rumania, dijo? —Los ojos se le llenaron de lágrimas y se lanzó a abrazar a la mujer, quien sorprendida correspondió escuchando algunas risas de los estudiantes que observaban la escena.

Luego de soltar a la mujer, quien sentía que Danielle le rompería algún hueso en cualquier momento, bajó corriendo las escaleras. Y como era de esperarse, tropezó, haciendo que los demás rían, pero no le importó.

¡Iría a Rumania, a trabajar con los dragones!

El vuelo saldría en media hora, su madre no la soltaba por nada del mundo y ya comenzaba a hartarse.

–Ya, mamá, aún no me fui —Dijo al escuchar cómo decía extrañarla.

–No importa, ya te estoy extrañando —Dijo negándose a soltarla. Danielle rodó los ojos y siguió abrazando a su madre.

–Iremos a visitarte. —Dijo su padre guiñándole un ojo— ¿Tienes dinero, los papeles, todo?

–Sí, papá, me lo haz preguntado unas... —Contó con sus dedos— ¿30 veces?

–Lo siento —Soltó una risita y se acercó a abrazar a las dos mujeres de su vida. Las rodeó con sus brazos fuertes y los tres se fundieron en un abrazo familiar, prometiéndose comunicarse y demostrándose el amor que se tenían.

Cuando llegó el momento, su padre había llevado ya sus valijas, ella se despidió por enésima vez y subió al avión.

Caminó abriéndose paso para llegar a su asiento. Se sentó del lado de la ventana y tomó su libro. Observó por la ventana el aeropuerto y sonrió, sintiendo cómo ya extrañaba a sus padres y cómo extrañaría su hogar y amigos.

Desvió la mirada a su libro, lo abrió y se concentró en la lectura, evitando así las lágrimas que luchaban por formarse en sus ojos.

No estaba segura de en qué momento se quedó dormida, pero al despertar sintió cómo su estómago pedía comida, y al parecer la suerte estaba de su lado, ya que la azafata estaba pasando con el carrito.

Compró un gran sándwich y una bebida. Con eso le bastaba. Comió observando al chico a su lado, quien estaba dormido y le resultó bastante atractivo.

Retomó su lectura y cuando acabó, lo guardó y volvió a caer en un profundo sueño, sabiendo que cuando despertara se encontraría en las atractivas tierras de Bulgaria.

Tomó sus maletas y bajó del avión, con su mirada comenzó a buscar algún cartel con su nombre hasta que dio con un hombre vestido con un uniforme marrón y blanco. Este sostenía un cartel que decía "Danielle Jones", atento por si ella aparecía. Se acercó con emoción y sonrió cuando él lo hizo.

–¿Danielle Jones? —Ella asintió embobada por su acento u voz gruesa— Mi nombre es Erik Ivanov. Sígueme, te llevaré a tu nuevo hogar.

Mordió su labio con nervios y siguió al musculoso hombre, debía ser uno de los dragonalistas que harían de su guía y le dirían qué y cómo hacer su trabajo.

–¿Quieres que lleve tus valijas? —Ella negó restándole importancia al peso que llevaba. El arqueó una ceja y le arrebató las pesadas valijas— ¿Qué tanto traes aquí dentro?

–No quiero molestarte —Dijo ella

–No es molestia para mi, mujer —Dijo caminando como si no pesasen nada.

Ella no pudo evitar ver cómo sus músculos se apretaban con aquel uniforme. Erik tenía la piel bronceada, seguramente porque trabajaba al rayo del sol. Su cabello era de un color castaño claro que resaltaba su piel y sus ojos eran de un color avellana. Era muy guapo. ¿Todos los dragonalistas serían así?

Luego de caminar un poco llegaron a una tienda, donde una mujer rubia atendía.

–¿Es ella? —Erik asintió. La mujer se acercó y la observó de arriba abajo y luego la miró con aprobación— Vaya, es una americana muy bella —Le dijo al castaño y este volvió a asentir tomando terminando de cargar una mochila. Ella se sonrojó.

–Bien, ¿nos vamos? —Danielle asintió y él se colocó la mochila en la espalda.

Se acercó a tomar las valijas nuevamente, sin escuchar las quejas de la castaña. Le tendió la más liviana para que se calle y ella rodó los ojos al notarlo. Le tendió la mano, algo confundida la tomó, y juntos desaparecieron.

Cayó al suelo con su valija a su lado. Soltó un bufido por el golpe en su trasero y se levantó, limpiándose su jean.

Cuando observó dónde estaba no pudo evitar abrir la boca por la impresión.

Frente a ella se hallaba un enorme muro, era obvio que estaba frente al Santuario de Dragones. La emoción creció dentro suyo y casi corrió a la entrada.

–Hey, Jones, —La llamó el dragonalista— te aconsejaría que vayas detrás mío, por si acaso —Ella asintió y entro por la gran puerta detrás del alto chico.

Se encontraron en un pasillo al "aire libre", el sol pegaba en las paredes cubiertas por algunas plantas, dándole un aspecto luminoso y acogedor. Comenzaron a caminar y Danielle no podía esperar más. Se detuvieron frente a una puerta marrón y antes de abrir, Erik volteó a verla.

–¿Lista, novata? —Ella asintió sonriente y él la miró divertido. Abrió la puerta y fue tal como lo imaginaba.

Un gran campo se extendía como lo que serían una manzanas, por supuesto que era gracias a la magia, ya que desde afuera no se veía tan grande.

Caminó observando a todos los dragonalistas haciendo su trabajo. Pero lo mejor fue la enorme sombra que la cubrió cuando caminaba. Miró hacia arriba y pudo ver a un enorme dragón gris volando por encima suyo. El techo del Santuario era altísimo. Sintió que lloraría de la felicidad, y lo hizo al notar mojadas sus mejillas. Había grandes puertas que deberían ser los distintos sectores para los dragones.

Estaba tan sumida en su mundo, mirando hacia todas partes que se sorprendió al sentir como su cuerpo chocaba con el de otra persona.

–¡Lo siento! —Exclamó apenada al ver cómo aquel chico recogía nuevamente todos sus artefactos extraños. El cabello rojizo llamó su atención, ese sí que era un hombre.

Tenía unos hombros anchos y unos pectorales musculosos, sus brazos estaban al descubierto por la sudadera sucia que llevaba puesta. Su cabello era corto y aunque no podía ver su rostro, sabía que sería sumamente apuesto.

Al terminar de recoger sus cosas se levantó, quedando así probablemente una cabeza entera más alto que ella. Al darse la vuelta confirmó lo que sospechaba. Los ojos de aquel hombre eran azules, de un color más claro que el de ella, no tenía rasgos de una persona nacida allí, su nariz era perfecta y tenía manchas de barro por su rostro y brazos, lo que le daba un aspecto sumamente sexy y atrayente. Su corazón se detuvo y sus ojos casi salen disparados al reconocer a aquel pelirrojo. Él había ido a Hogwarts, lo recordaba perfectamente. Charlie Weasley, Gryffindor, tres años mayor que ella. Él tampoco tardó demasiado en reconocer el bello rostro de la muchacha, sin duda había madurado y ahora era toda una mujer hermosa. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo sin poder evitarlo, notando lo bien desarrollada que estaba, no había muchas mujeres en el Santuario y a decir verdad, no veía a una mujer tan linda desde hacía mucho tiempo.

–Charlie Weasley —Murmuró ella para luego sonreír de costado. Él sonrió al ver que ella lo había reconocido.

–Danielle Jones —Dijo él de la misma forma, con su voz grave y le tendió la mano, sosteniendo las cosas con la otra. Ella la estrechó notando que ésta era mucho más grande que la suya.

Se quedaron mirando a los ojos hasta que un carraspeo los sacó de su burbuja.

–Creo que ya se conocieron —Dijo Erik mirándolos con una ceja alzada. Danielle ocultó un rubor mirando hacia otro lado.

–Ya nos conocíamos, de hecho —Le dijo Charlie a su compañero, sin dejar de mirar a la castaña, y es que no podía despegar los ojos de su cuerpo y su hermoso rostro.

–¿A si? Eso les facilitará las cosas. —Dijo el castaño con una sonrisa pícara. Charlie negó con la cabeza, reprimiendo una risa y Danielle sintió cómo sus mejillas se volvían aún más rojas— Danielle, te presento a tu guía en tu nuevo trabajo —Ella abrió los ojos sorprendida.

–¿Tú? —Le preguntó a Charlie y este la miró divertido.

–Sí, ¿no te agrada la idea? —Preguntó sonriendo al ver cómo volvía a ruborizarse.

–¡N-no! ¡Me encantaría! Eh, digo, —Se aclaró la garganta— no estaría mal que tú seas mi guía, jaja, ya sabes... —Quiso golpearlos al ver las miradas burlonas que le lanzaban— No me molesta.

–Genial, entonces, empiezas mañana —Dijo con una sonrisa y se dio la vuelta, siguiendo con su trabajo. Ella pudo ver como su pantalón se acomodaba perfectamente a sus glúteos redondos y perfectos. ¿Qué había pasado con el flacucho y travieso Charlie del colegio?

–Veo que te agrada Charlie —Dijo Erik burlón. Ella le dio un golpe en el hombro, este estaba duro y probablemente le dolió más a ella que a él.

–Solo cállate —Dijo al ver su mirada pícara.

–Ven, novata, te enseñaré el lugar —Dijo y ella no pudo hacer más que dejarse guiar por él.

¡Hola!

Un nuevo fanfic, esta vez sobre uno de los mayores Weasley, Charlie Weasley

Leí varias historias sobre él y así me inspiré para hacerlo, es un personaje que merece un poco más de atención. Sin embargo, no es para nada una copia, por el contrario, no vi ningún fic con la trama parecida a este.

Las actualizaciones no serán muy frecuentes. Voy a tratar de actualizar, en lo posible, pronto.

Les dejo el capítulo uno, y según si gusta o no, tardaré más, o menos en subir el segundo.

¡Ojalá les guste!