¡Hola a todos! Este fic está dedicado a Beatiful-Sadness porque tomé su reto del foro Proyecto 1-8.

Bueno, Beatiful-Sadness lo pusiste difícil con la pareja, tuve que pensar mucho y no sé si te gustará la historia pero me he esforzado a base de bien en hacerlo lo mejor posible así que espero que lo disfrutes :)


Un ruido se escuchó a sus espaldas, un sonido extraño que no estaban acostumbrados a escuchar en el lugar en el que vivían. Uno de esos sonidos que tan solo sabes que existen porque aparece escrito en forma de onomatopeya en los libros de cuentos para niños o porque lo escuchas de fondo en algún documental que retransmiten por la tele después de comer. Aquel sonido los hizo volverse y se encontraron de frente con un animal grande, que balanceaba la cola de lado a lado espantando las moscas que querían posarse sobre su lomo y que los miraba con sus grandes ojos como si tratara de adivinar qué hacían allí. Se quedaron quietos y observaron también a aquella criatura con detenimiento.

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El teléfono empezó a sonar e inundó la casa con su estridente ruido. Toshiko Takenouchi se secó las manos que tenía mojadas con el delantal y acudió al salón para coger el teléfono fijo que estaba en un pequeña mesita junto al sofá. Lo cogió con parsimonia y colocó su auricular en la oreja. Al escuchar la voz proveniente del otro lado de la línea una sonrisa se dibujó en su rostro, siempre le agradaba tener noticias de su hija Sora. La joven vivía en Kyoto desde hacía algo más de un año con su novio Matt aunque pronto dejarían de ser solo novios para convertirse oficialmente en esposos. El esperado enlace se celebraría en unos pocos días y ése era el motivo por el que la pelirroja estaba llamando a su madre.

─¿Qué has querido decir con que todo está arreglado?─ Murmuró Toshiko a su hija al no entender muy bien que le estaba diciendo pues nada más coger el aparato le había soltado a boca jarro una frase sin pies ni cabeza, aparentemente. "Todo está arreglado, mamá" ¿Qué era lo que estaba arreglado? La mujer enarcó una ceja al escuchar un suspiro de parte de su hija.

"¿Recuerdas que te dije que Matt y yo nos encargaríamos de pagaros el viaje a ti y a su padre?"

─Bueno Sora pero pagar un viaje en avión cuesta un dinero y vosotros lo necesitáis para terminar de pagar la boda. Creo, sinceramente, que deberías dejar que tanto el padre de Matt como yo nos pagáramos nuestro viaje y ya está.

"Mamá, hemos encontrado una oferta buenísima en una pequeña compañía."

─¿Cuánto te ha costado?

"Eso no te lo voy a decir porque si no insistirás en devolvérmelo y no pienso permitirlo."

Esta vez fue Toshiko la que suspiró al darse cuenta muy a su pesar de lo testaruda que podía llegar a ser su hija.

─¿Cuándo tengo que coger el avión?

"Mañana. A las seis." Contestó Sora con un tono de voz tajante que impedía que su madre pronunciase cualquier tipo de réplica. La decisión estaba más que tomada y no iba a haber vuelta atrás. Toshiko intercambió algunas palabras más con su hija y finalmente colgó el teléfono. Echó un vistazo a la casa que estaba muy vacía y triste desde que su hija ya no vivía allí y la habitaba ella sola. En realidad, echaba mucho de menos la presencia de aquella revoltosa pelirroja que siempre le había llevado la contraria en todo. Al fin y al cabo, era su única hija y la quería tal y como era con todos sus defectos y virtudes. Se separó del teléfono para ir a su habitación y empezar a meter lo que necesitaría para el viaje, bufó. Su hija podría haberla avisado con un poco más de antelación pero seguramente no lo había hecho porque la conocía y sabía que al final se hubiera pagado un billete de viaje para ir por su cuenta. Con razón era hija suya, qué bien la conocía...

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Paralelamente, Hiroaki Ishida fumaba tranquilamente a la puerta de los estudios de la Fuji TV donde trabajaba. En esos momentos, la calle estaba repleta de personas que iban de un lado a otro volviendo a casa del trabajo tanto a pie como en coche con el consiguiente colapso que la salida del trabajo ocasionaba día tras día. Él observó su cigarrillo que se consumía poco a poco convirtiéndose en un pequeño montón de ceniza. Alzó la cabeza y miró el pedazo de cielo que se podía avistar entre los rascacielos, un pedazo de cielo oscurecido y sin ninguna estrella. "Maldita contaminación lumínica." pensó para sí mismo mientras le daba la última calada al pitillo que tenía en la mano. En cuanto lo terminó, tiró la colilla al suelo, la pisó con fuerza con el zapato y se llevó la mano al bolsillo delantero de la camisa con la intención de sacar la cajetilla en la que guardaba sus cigarrillos y el mechero, dispuesto a fumarse un par más antes de volver a sumergirse en el trabajo. Sin embargo, el tono melodioso de su móvil le impidió encender su anhelado cigarro. Rebuscó en el bolsillo de su chaqueta y lo sacó.

"Papá, mañana tienes que ir al aeropuerto a las seis de la mañana."

─¿A qué aeropuerto?

"Al Aeropuerto Internacional de Narita, ¿dónde querías ir?"

─Yo solo preguntaba, Matt.

"¿Todavía estás trabajando?"

─No, ahora estoy descansando.

"Está bien pero vuelve pronto a casa y acuéstate si no mañana no te levantarás."

─¿Cuánto dura el viaje?─preguntó mientras intentaba encender un nuevo cigarro a la vez que sujetaba el móvil apretándolo entre su hombro y su mejilla para poder utilizar las manos.

"Unos setenta minutos, tal vez algo más. El avión os dejará en el Aeropuerto de Osaka y luego tendréis que tomar un bus que os dejará en Kyoto."

─Creo que hubiera sido más fácil tomar un tren, ¿sabes?

"Vamos, papá. No te quejes."

─Está bien, está bien. Entonces, mañana nos veremos, hijo. ¿Sabes algo de tu madre?

"Mamá está de viaje así que vendrá directamente a la boda."

Un profundo silencio se estableció entre padre e hijo hasta que este último emitió una breve despedida y canceló la llamada. Hiroaki terminó su segundo cigarrillo y decidió que ya era hora de subir a hablar con sus jefes para reclamarles esos días de vacaciones que no había disfrutado en años.

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Matt se dejó caer en el sofá, tiró el móvil un poco de mala gana sobre otro sillón que había enfrente y permaneció unos instantes mirando el techo blanco de su pequeño piso en Kyoto. Podía escuchar la voz de Sora mientras ella hablaba con su madre desde el teléfono fijo que tenían en la habitación que compartían. Parecía que a Sora le estaba costando un poco convencer a su insistente madre para que aceptara el billete que habían comprado. Un rato después, la vio salir del cuarto y se la quedó mirando con esos ojos azul marino. La pelirroja advirtió la mirada y se acercó a él todavía con los labios apretados.

─Que testaruda puede ser a veces, más terca que una mula─. Se quejó Sora mientras se sentaba junto a Matt con los brazos cruzados sobre el pecho.

─No seas así con tu madre.

─Es muy fácil decirlo porque tu padre no te pone tantas trabas─. El rubio se quedó callado y Sora se recostó hacia atrás dejando descansar la espalda sobre un mullido cojín y la cabeza en el hombro de Matt. Cuando alzó la cabeza para mirarlo volvía a tener en el rostro aquella expresión dulce de siempre, aquella que adoptaba cada vez que miraba a ese chico del que estaba enamorada hasta la médula. Acercó sus labios a los de él y a Matt le faltó tiempo para unirlos en un beso. Sora se incorporó, puso una pierna a cada lado del cuerpo de Matt y se sentó sobre las piernas de éste.

─¿Qué haces?─ Preguntó él con una media sonrisa al ver como su pelirroja empezaba a desabrochar uno a uno los botones de la camisa. Ella no contestó pero esbozó una sonrisa provocativa. El rubio la rodeó con los brazos, la aproximó mucho a él y empezó a besarla.

─¿Y qué haces tú?─Susurró ella contra su oído antes de dejarse arrastrar por los besos y las caricias y dejar pasar lo que tenía que pasar.

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A aquellas horas de la madrugada el aeropuerto estaba casi desierto, nadie cogía vuelos a esas horas. La mujer que tenía que extender los billetes y comprender las tarjetas de embarque tenía cara de cansada, tenía la cabeza apoyada en la mano, sentada ante un pequeño mostrador iluminado con un cartel en el que refulgían unas letras en color azul. La mujer miró a aquel hombre de cabello corto y castaño y sin muchas palabras le dio lo que necesitaba. Hiroaki guardó el billete y empezó a dirigirse hacia su puerta de embarque pero antes miró los paneles en los que aparecían los horarios de los próximos vuelos y allí estaba. Un único vuelo de una compañía de la que no le sonaba ni el nombre. Frunció el ceño. Tendría que haber cogido un tren.

Unos zapatos con un poco de tacón se hicieron escuchar por toda la terminal por el suave repiqueteo que dejaban flotando en el aire cada vez que tocaban el suelo al compás de los pasos de su portadora. Hiroaki ladeó la cabeza, era raro que alguien más tomara ese vuelo a parte de unos hombres que había visto entrar por la puerta de embarque hacía un rato y un pequeño grupo de estudiantes. La mujer de ojos rasgados lo observó con detenimiento y tardó unos segundos en reconocerlo fruto de que todavía estaba un poco dormida. Se puso derecha y fue a formalizar sus trámites y después con su maleta detrás de ella se acercó a aquel hombre.

─No sabía que usted iba a viajar conmigo, señor Ishida─. Dijo con una sonrisa delicada y dulce mientras le tendía la mano.

─La verdad es que yo tampoco estaba el corriente de esto, solo sabía que nuestros hijos nos habían pagado el vuelo a los dos. No pensé que íbamos a viajar juntos.

─Así mejor, ¿no cree? Creo que viajar solo no es muy agradable.

─Puede que tenga razón─. El aviso para los pasajeros de aquel vuelo nocturno no se hizo esperar y ambos avanzaron hacia la puerta. Toshiko llevaba una pequeña trolley tras ella y Hiroaki una bolsa de deporte que llevaba colgada al hombro.

─¿Usted ha facturado la maleta?─preguntó Toshiko al ver que no le decían nada por llevar en la mano una maleta que superaba con mucho el peso máximo de lo que se podía llevar uno consigo al asiento durante el vuelo.

─Pues no, no me han dicho nada...

Ella asintió sin estar muy convencida sobre el tema y los dos se reunieron con un pequeño grupo de gente. Una azafata vestida de azul los hizo bajar de uno en uno por unas pequeñas escaleras. La joven abrió una puerta y los pasajeros se encontraron en la pista de aterrizaje. La azafata los instó a moverse para llegar al avión.

─Perdone señorita...─dijo uno de los hombres que Hiroaki había visto entrar antes que ellos─.¿No hay un autobús que nos lleve al avión?

La azafata rio como si le hubiera contado un chiste muy gracioso, sacudió la cabeza y salió al aire libre, dispuesta a cruzar la pista de aterrizaje. Los pasajeros se miraron unos a otros y finalmente fue Hiroaki seguido de Toshiko el que encabezó la marcha para seguir a aquella risueña azafata. EN cuanto salieron del edificio se quedaron de piedra al ver un minúsculo avioncito, un tanto maltrecho y algo sucio situado en medio de la enorme pista que parecía que le quedaba demasiado grande. Hiraki dejó caer los hombros y alzó una ceja en un gesto de indignación. ¿Le estaban tomando el pelo? Toshiko hizo el mismo gesto que él y lo miró.

─Voy a matar a mi hija en cuanto llegue a Kyoto...

─Creo que yo me encargaré de Matt─. Sentenció Hiroaki pensando en una manera dolorosa de matar a su hijo mayor. El hombre se encogió de hombros, ahora no había marcha atrás tendrían que subir a ese avión que parecía que iba a caerse a pedazos en pleno vuelo. Siguieron a la azafata y empezaron a subir uno por uno con sus maletas al interior de la avioneta. Hiroaki abrió mucho los ojos al ver el interior del aparato. Los asientos de tela color beige tenían manchas, a saber de qué cosa. Había papeles y colillas esparcidos por el suelo. Algunos de los estantes sobre los asientos en los que se guardaban los bolsos de mano estaban abiertos. Desde allí podía ver los dos extremos del avión, lo que se dice largo no era y ancho aún menos pues entre las dos filas de asientos a penas había un pasillo de medio metro. En cuanto Toshiko subió se tapó los ojos con la mano y sacudió la cabeza, eso no le podía estar pasando. ¿Acaso sus hijos querían matarlos en un accidente de avión antes de su boda? Se rio con sarcasmo de lo que le había dicho Sora sobre eso de que habían encontrado una oferta fantástica en una pequeña compañía, una oferta "fantástica".

Siguió a su acompañante de viaje, él la dejó pasar y ella se sentó junto a la ventanilla. Hiroaki tomó asiento y dejó la bolsa de deporte a sus pies. Intentó apoyarse en su asiento para intentar pasar el viaje lo mejor posible pero el rompecabezas estaba roto lo que le obligó a colocar la cabeza en una posición un tanto incómoda. Toshiko esbozó una sonrisa divertida al ver a Hiroaki pelear contra el asiento, intentando enderezarlo. Él esbozó una media sonrisa que a la mujer le recordó muchísimo a la de Matt.

─¿De qué te ríes?─Dijo Hiroaki empezando a tutearla.

─Lamento decirle que me río de usted.

─Si quieres puedes hablarme de tú, dentro de poco seremos familia, será mejor que vayamos familiarizándonos, ¿no crees?

Ella asintió y sonrió.

─Puedes llamarme Toshiko.

─Hiroaki.

─Parecemos dos adolescentes que se acaban de conocer en una discoteca o en la parada del bus.

Hiroaki sonrió y Toshiko también. Ella se quedó mirando aquellos pequeños ojos que le transmitían confianza y se sintió un poco más reconfortada a pesar de estar metida en un aparato mecánico volador que parecía de todo menos seguro. Giró la cabeza y miró a través de la ventanilla mientras el avión despegaba y empezaba su vuelo...

Hasta aquí lo dejo, últimamente tengo muchos exámenes pero en nada subiré lo que me queda de este fic :) Sé que ahora habrá cosas que no cuadrarán hasta que no suba la segunda parte pero pido un poco de paciencia. Todas las opiniones son bien recibidas.!

Takari95