4 naciones 4 historias.
-Le Batalla de las Cuatro Naciones-decía un hombre adulto de cabello negro, y con pequeños ojos oscuros.
-Zadin será el ganador de seguro, como siempre lo ha sido-decía una mujer anciana a su lado.
-El joven de la Nación del fuego es tan fuerte y decidido-decía otra mujer
Esta gente se encontraba en el mercado de Ba sing Se, comentaban acerca de la Batalla de las cuatro naciones, la cual se daba cada año, y lo ganaba un joven adolescente de la Nación del fuego, lo habían entrenado los mejores y era un orgullo para su tierra.
En la parte baja de Ba Sing Se, donde vivían los pobres y refugiados, allí se encontraba una familia de las más pobres en su zona.
-GALYA!-llamaba una mujer altísima con un peinado mas lato que ella y labios muy rojos.
-¿Que sucede?-preguntaba una joven bellísima, de rasgos finos en su rostro, cabello corto y castaño, con ojos penetrantes y verdosos, unos labios carnosos, y alta también como su madre, ella tenia 15 años.
-Debes salir a trabajar-decía ella mientras le entregaba unas bolsas con carbón que debía cargar atravesando todas las murallas que la separaban de los ricos.
-¿Como?, madre debo ir a hacer las primeras batallas esta tarde para ingresar en la Batalla de las cuatro Naciones-decía ella mostrando un pedazo de papel con dibujos de hombres utilizando el control de sus elementos para luchar.
-¿Como crees jovencita?, no me hagas reír, tu no serás mas que nadie en esta familia-decía ella mientras se la arrojaba encima- No por controlar la tierra llevaras a la familia a la deshonra, además unas cuantas bolsas mas y llegaremos a la parte media-decía la madre mientras miraba la joven con desprecio.
-Unos 199 años mas y quizás llegaremos a la parte intermedia-decía por lo bajo la joven mientras salía de la sucia y anticuada cocina en donde se hallaba ella con su madre, con las bolsas en su hombro y su ropa de trabajo salio a llevar el carbón.
-No te olvides de no gastar el dinero en el camino, lo necesitamos!!-le gritaba la madre desde la desmejorada puerta de su hogar.
-Claro, porque lo gastare en un tren hacia el exterior, donde un par de murallas no dividan el mundo-decía ella revoloteando sus ojos mientras se alejaba.
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-BUEN TIRO, PERO PUEDES MEJORARLO-gritaba un hombre de gran musculatura desde un estadio mientras observaba a un guapo adolescente luchar contra un hombre tres veces mas grande que el.
La batalla seguía y el joven lanzaba fuego hasta con sus codos, y daba piruetas por el aire esquivando al hombre tamaño gorila; hasta que finalmente con un golpe directo a su nuca logro dejarlo tumbado en el suelo.
-Bien hijo tomemos aire-decía el hombre del estadio aplaudiendo a su hijo.
Ambos salieron y allí estaban una muchedumbre de muchachas en su mayoría y también chicos, que deseaban el autógrafo del joven, todos estaban encimados y tratando de conseguir algo de el, pero el hombre contra quien estaba luchando antes ahora estaba deteniendo a esta locura que se aproximaba a el.
-¿Como has estado hijo?-preguntaba el hombre mientras ambos tomaban un te de jazmín en un pequeño bar.
-Algo nervioso, pero seguro de mí-decía el muchacho mientras tomaba una galletita de un pequeño plato.
-Si siempre ganas, serás un gran maestro fuego, de hecho¿que digo?, lo eres!!-decía emocionado el hombre poniendo su gigantesca mano sobre el hombro de el.
-Lo se, pero si quizás, un año, y solo uno me lo tomara, tu sabes, sabático-decía el chico titubeando, aquel muchacho tenia ojos oscuros, y cabello negro con pequeños rizos, era muy guapo y musculoso, lo distinguía su hermosa nariz recta.
-¿Es una broma?-decía el padre casi exasperado.
-No...-dijo el muchacho tímido.
-Espero que si, porque esto te abrirá puertas al futuro Zadin, no me decepciones ni a mi ni a tu madre, tus hermanos tienen un gran ejemplo-decía el hombre tomando aun con mas fuerza su hombro.
-Lo se...solo pensaba...pero ya se que no lo debo hacer, tu lo haces por mi ¿verdad?-decía el chico levantándose de su silla.
-Lo hago por tu bien-dijo el padre poniéndose también de pie.
-¿Ah si?, pues fíjate has nombrado a mi madre, a mis hermanos y a ti, pero ¿yo?, no estoy en tu lista, acéptalo, soy la soga que sacara del pozo a la familia-decía el muchacho mientras se retiraba de modo rebelde del lugar, atrayendo la miradas de todos.
-ZADIN!, no me hables así, vuelve a tu casa y deja de ser tan egoísta, y CRECE -decía el hombre adelantándose al paso de su hijo y perdiéndose en el camino.
-¿Crece?, JA!, iluso, soy adolescente es lo que intento-decía el joven mientras se abría camino por una pequeña plaza en el centro, donde había gente que se detenía y lo observaba y hasta hacia grititos.
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-Es mucho mas hermoso si lo combinas con estos aretes-decía un joven pálida de cabello negro con ojos azules perlados.
-Me encanta este vestido ¿ya no lo usas verdad?-decía otra, que estaba escabulléndose dentro de un guardarropas inmenso.
-Esto es horrible-dijo una muchacha saliendo de otro cuarto, llevaba un vestido color perla que se ajustaba a su silueta y la hacia lucir mayor
-Te ves hermosa Cassy-decía la joven pálida.
-Creo que eres cada día mas hermosa!-le decía la otra muchacha.
-Claro...-le respondía la muchacha de piel canela, con cabello color plata y ondulado que caía suavemente hasta sus caderas, sus ojos turquesas se hacían ver aun más hermosos por su color de piel, tenia una hermosa silueta femenina y una cara refinada.
-Responde ¿usas o no este vestido?-preguntaba la muchacha que tenia ojos grises y piel morena.
-NO!, la verdad me importa poco y nada-decía la muchacha arrojándose sobre una cama redonda que la parecer era un colchón de agua.
Donde ellas tres se hallaban era la habitación de Cascada, ella vivía en la tribu agua del Norte, y era la princesa de allí, hija única, su madre y su padre, todo el tiempo la sobreprotegían, no iba a la escuela, la escuela iba a ella, igual que los negocios, las tiendas, y las amigas, siquiera le agradaban a ella, no conocía el exterior, a menos que la llevaran con 5 hombres rodeándola, aprendía Agua-control con un maestro especializado, pero no debía enseñarle métodos de defensa muy avanzado, era más que obvio que los padres creían que ella jamás necesitaría aquello.
-Princesa Cascada, sus padres la quieren ver-dijo un hombre gigantesco de cabello oscuro.
-Bien ahí voy!-dijo ella levantándose de mala gana bajo por una escalera de cristal, hacia donde estaban sus padres.
-Hija mía-decía una mujer de cabello platinado y ojos del mismo color, muy parecida a Cascada.
-Debemos darte grandes noticias-dijo el padre un hombre de gran musculatura y ojos turquesas.
-¿Aceleraran mis aprendizajes¿me dejaran salir?-decía ella emocionada con sus ojos brillando.
-OH pues, no-dijo la madre con una risa cómplice con su marido.
-¿Entonces?-decía ella con su ceja levantada.
-Eres la princesa, y finalmente hemos conseguido un pretendiente digno de ti-decía el hombre abrazando a su hija.
-¿Que?-dijo la muchacha de 16 años incrédula.
-Lo que has oído Cascada, eres una princesa y debes contraer matrimonio-decía la madre con la paciencia que acostumbraba tener la Reina de la Tribu Agua del Norte.
-Pero...quiero decidirlo por mi cuenta, y además, SOY JOVEN!-decía ella retrocediendo de los brazos de su padre para encontrarse incrédula
-Hay una guerra, y seguramente las familias reales caerán primeras, debes contraer matrimonio-decía la madre, el palacio era hermoso, con un trono cristalino, y todo el lugar acorde de colores celestiales, y allí detrás de una columna se ocultaba su prometido.
-Además, no sabes ni quien es-decía al padre con una sonrisa.
-Me muero por saberlo!-dijo ella irónica.
-Tu prometido es...-
-Yo Princesa Cascada-decía un joven rubio de piel pálida como la nieve, y ojos cristalinos.
-¿Saku?-dijo ella extraña al ver que le salía de su escondite con su ropa lujosa color azul marino.
-El príncipe Saku de la Tribu agua del Sur-decía el padre casi corrigiendo a su hija.
-¿Así que tu plan de protección es casarme con el príncipe de la tribu del Sur?-decía ella alejándose de su familia.
-Es nuestro plan, aunque si no lo aceptas princesa, lo considerare algo en contra de mi tribu-decía el príncipe tomando la mano de ella.
-Cree lo que quieras-dijo ella y la soltó-Por mi que sea Guerra!-y siguió su camino corriendo hacia su cuarto.
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-Issay!-decía un hombre mientras despertaba a un joven nómade aire de quedarse dormido en el pastizal.
-SI SEÑOR!-grito desesperado en su posición de ataque.
-Issay¿dormiste bien?-decía el monje que había despertado el joven nómade aire.
-Oh si, solo tomaba una siesta!-dijo el con una pequeña risa picara en su rostro.
-Ja!, apresúrate muchacho el Monje Yai su se molestara si vuelves a llegar tarde a su clase de aire-control-dijo el monje mientras se sentaba en el pastizal.
-¿De nuevo tarde?-decía el chico y salía volando literalmente hacia su clase.
El lugar era uno de los mas altos y jóvenes ya estaban controlado el aire, haciendo pequeñas esferas las cuales montaban y se balanceaban sobre ellas, un monje alto con una larga barba grisácea estaba en frente de ellos contándolos.
-¿Issay?-decía el mientras intentaba hallar al joven.
-AQUI!-dijo este aterrizando sobre su profesor.
-Tarde-dijo este con una cara de un muy mal humor mientras sacaba de encima al joven nómade.
-Lo se, estaba...bueno...estaba...-
-Durmiendo-dijo una muchacha de su misma edad con su cabello recogido en dos pequeñas coletas y con grandes ojos violáceos, y muy hermosa.
-Emiko!-grito el joven-¿Como?-decía el
-Los nómades aires del templo del oeste nos han venido a dar una visita, por la Batalla de las cuatro Naciones-.
-Así es pateare tu trasero Issay-decía la joven con una sonrisa en su rostro de mejillas rosadas.
-Por favor mantén la compostura Emiko-decía el monje mientras la tomaba de su muñeca.
-Ya oíste!-dijo Issay riendo.
