La ardiente llama del amor.

Capítulo 1: Algo muy profundo.

La mañana gozaba de los rebosantes rayos del sol que embellecían la ciudad y le daban un tono único a esas horas del día.

Lo increíble de eso era que la temperatura no estaba ni muy alta ni muy baja.

Habían pasado unos cinco años desde que los seis guerreros habían regresado del digimundo y habían podido reestablecer el balance que existía entre los dos mundos y que había sido interrumpido por el malvado Lucemon que intentaba devorar los universos alternos en un afán de aumentar su poder.

Takuya Kanbara (el antiguo guerrero del fuego) charlaba con Tommy Himi (el guerrero del hielo).

—...pero es que cada vez que intento hablar con ella me pongo todo rojo y se me lengua la traba... perdón, se me traba la lengua.

—Ay Takuya, mira, solo necesitas tomarlo con calma —contestaba el menor de los dos.

—Se dice fácil, pero hacerlo es distinto —decía en tono resignado el chico de goggles y cabello castaño.

Los dos se quedan un buen rato pensando en el asunto meciéndose en los columpios del parque central.

—¿Y ya estás seguro de que también le gustas a ella? —preguntaba Tommy.

—No, no estoy seguro.

—Bueno, al menos has notado algún cambio en su comportamiento cuando está contigo o algo semejante...

—De hecho sí, ese cambio lo había notado desde hace mucho.

—Se siente raro que siendo tú mayor me pidas un consejo a mí —decía Tommy altaneramente.

—Sí, lo sé. ¡Ahhh! Tengo la cabeza hecha nudos.

—Te comprendo... —contesta el niño dándole unas cuantas palmadas a su amigo en la espalda—. También me acabas de meter en un lío, ahora tengo que ayudarte.

—Eres mi amigo, tienes que hacerlo —reclama Takuya.

—¿Y qué piensa J.P. al respecto?.

—No, creo que a él ya no le gusta —dice—, eso fue desde que dejamos de frecuentarnos un poco cuando llegamos del digimundo.

—Pues mira Takuya, yo opino que te la lleves a cenar a alguna parte en donde puedan estar los dos solos y relajados, le digas y ya... asunto resuelto.

—Gracias Tommy por tu ayuda, se supone que eso es lo que tengo que hacer, pero el problema es que no me atrevo —el tono de resignación aumenta.

—¿Y qué?, tienes qué hacerlo o te vas a arrepentir de nunca habérselo dicho —dice el chico subiendo el tono de la voz—. Ay, pobre de ti, la verdad es que te compadezco.

—Tommy, sabes que no me gusta que sientan lástima por mi.

—Ok, lo siento.

—¡Ya basta!, no me voy a pasar la vida lamentándome. Este próximo sábado le diré todo, TODO...

—Eso es... hasta que tu estado de ánimo mejoró —dice.

*****

Quisiera saber qué siento ese corazón tuyo, quisiera poder estar seguro de que sientes algo por mi, algo más que amistad, no me conformaré con eso, yo quiero que seamos algo más que amigos, más que simples amigos, quiero que quedemos unidos por toda la eternidad, unir nuestros corazones y que puedan latir los dos a un mismo ritmo, que nuestras almas compartan este sentimiento sagrado.

—¡Señor Kanbara, por favor ponga atención a la clase!.

—Sí profesor —le digo, aunque la verdad sea que no puedo concentrarme en otra cosa que no sea ella, en esa rubia tan linda.

Ahora que hemos tomado clases diferentes me siento tan solo, tan desprotegido, necesito que estés a mi lado para sentirme seguro de mi mismo, aunque no pueda confesarte mi amor.

Veo tu blanco rostro reflejado en uno de los cristales de la ventana, pareces tan real. Me sonríes, debo estar loco. ¡Oh no! Eres tú en realidad. Me has sonreído, mientras yo te devuelvo tu saludo con una sonrisa tonta y estúpida, no cabe duda que me pones nervioso. Pero ¿cómo puede un rostro tan hermoso y un corazón tan blando ponerme nervioso?.

Me doy cuenta de que aun estoy viéndote, tu me diriges una sonrisa nuevamente y yo trato de despistar mi mirada desviándola al pizarrón, pero aun en él puedo ver tu figura y tu bella sonrisa. ¡Maldición, ¿por qué?!.

Din-don-din

Ah, por fin la campana ha sonado, pero no estoy seguro de querer cruzar esa puerta, sobre todo porque ahí está la persona que más quiero, tú.

Recojo mis cuadernos lentamente y algo nervioso, mientras...

—¡Takuya! —me gritas.

Es como si no nos viéramos cada día, me pongo tan nervioso cada vez que está cerca de mi.

Salgo del salón, mientras vuelvo a escuchar tu linda voz de nuevo.

—¡Apresúrate, o llegaré tarde a clase!.

—Ya vo... voy Zoe —te contesto.

Caminamos los dos por el pasillo de la escuela, me siento tan bien de que acepte mi compañía y sobre todo que acepte que sea yo quien la lleve hasta su clase. Con un movimiento brusco de sus manos los libros se le caen y antes de que pueda inclinarse los recojo y se los entrego, ahí es cuando me muestra de nuevo su bella sonrisa.

Ella toma mi brazo y lo entrelaza con el suyo, siento como una corriente eléctrica recorre mi cuerpo hasta llegar a mi cabeza, después nos tomamos de las manos.

Ah, el camino ha terminado, odio que esto ocurra, quisiera que nuestro camino fuera eterno y seguir abrazados los dos para siempre.

—Gracias Takuya, nos vemos luego —me dice moviendo su mano en señal de despedida.

—S... sí —le contesto mientras la veo entrar al salón.

Mi siguiente clase era álgebra elemental, esa odiosa materia que tanto me hace sufrir.

De nuevo me pasé toda la clase pensando cómo le haría para decirle que si quiere salir conmigo, la maestra me llamó la atención, definitivamente este no es mi día, había recibido una regañiza de parte de la mayoría de los maestros.

—Tengo que ordenar mis ideas —me digo a mi mismo en el pasillo en donde voy en camino a la clase de Zoe.

Afortunadamente la profesora de matemáticas nos dejó salir quince minutos antes de la hora establecida, así puedo pasar por "mi chica" (ojalá lo fuera en realidad).

Hago esto cada vez que salimos de clase, a ella le encanta mi compañía, y a mi la suya (que daría yo por tenerla siempre conmigo).

Sale de su clase luciendo su hermosa cabellera y me dice:

—Estoy lista, vámonos.

—Sí —le contesto.

Unos minutos más allá en el camino comienza nuestra plática, en lo que ella se despide de todas sus amigas (por cierto, ya no la he visto tan apegada a ellas, ahora la pasamos la mayor parte de nuestro tiempo libre en la escuela juntos).

—¿Cómo vas con tu clase de matemáticas Takuya? —me pregunta.

—Pues no he mejorado nada.

—Lo lograrás —me anima.

—Y tú ¿cómo vas con tus clases? —le pregunto.

—Pues... no es por presumir, pero en realidad he sido la primera en mi salón. Esto de estar en la preparatoria me ha resultado muy fácil.

—Cla... claro —le digo con una gota en la cara.

—Si quieres me llevo tu mochila —le digo en tono caballeroso.

—Ah, sí gracias.

Su rostro es hermoso, puro y limpio, jamás había observado tanta belleza en alguien, o tal vez sea el amor que siento por ella el que me hace figurar esto.

—¿Qué piensas Takuya? —me pregunta sacándome del trance en el que me encontraba.

—Eh... que tengo algo que decirte...

—¿Y bien, qué es...?

—Pues, que si quieres venir conmigo a un día de campo...

—¡¡Genial!! —dice emocionada—, y ¿quién más irá?.

—Ehm... pensaba que fuéramos... solos... tú y  yo —le digo MUY sonrojado.

—Sí, está bien. Me gusta que pasemos momentos juntos.

—¡Genial! —le contesto en realidad emocionado.

Mmmm... ya hemos llegado a su casa, una mansión de tres pisos de color blanca y jardines repletos de pasto y los arbolillos con figuras de animales y otras cosas.

Le entrego su mochila, ella suavemente toma mis manos y siento el calor que provocan sus manos con las mías.

—Entonces... el sábado —me dice.

—Ajá.

—¿A qué hora más o menos?.

—Quiero que sea algo temprano, qué te parece a las diez de la mañana...

—Ehm... sí está bien —me dice—. Espero ansiosa el día.

Se acerca lentamente a mi y me da un tierno beso en la mejilla, un sueño del que no quiero despertar.

—Hasta mañana Takuya.

—Ciao, le digo como zombie—, paso mañana por ti temprano para irnos juntos a la escuela.

—Está bien, adiós —me grita ya un poco alejada.

A lo lejos veo como su figura se menea de un lado a otro provocándome un cosquilleo intenso.

Dejo escapar un suspiro.

—Por fin se lo dijiste —dice una voz detrás de mi.

—Sí —digo aun hechizado por aquélla hermosa rubia—. Oye ¿¡Tommy estuviste escuchando todo!?.

—Ehm... no, no todo, la mayor parte, pero no todo —me dice el muy cínico.

—Vas a ver...

Empiezo a perseguirlo, mientras él se aleja, una sonrisa se dibuja en mi rostro, ya que fue un día muy especial, demasiado especial, diría yo.

Fin del capítulo.

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Este es mi primer fic de digimon, no sean muy crueles al mandar los reviews (los espero con ansias), ojalá les haya gustado este primer capítulo. Desgraciadamente estoy pasando por una situación semejante a la da Takuya. Nos vemos luego cuando les traiga el segundo capítulo.

Los personajes de digimon no me pertenecen, son de Akiyoshi Hongo y Toei Animation. Solo los utilizo para hacer este fanfic.