-Dale, mirá lo que es, no da más de lo buena que está.
-Quinn, ¿te podés calmar? Te recuerdo que todavía sigue siendo mi hermana.
Revoleo los ojos, cansada, hastiada y encaprichada. Me gusta su hermana desde el primer momento en que la vi. Bueno, no, mejor dicho desde la noche de cumpleaños de mi amiga, Santana, cuando apareció, tarde, aún vestida con su uniforme del colegio y de la mano de un chico con cara de bobo. Ambos venían acelerados, ella tenía el pelo un poco revuelto y el uniforme mal colocado.
Desde ese día se me metió en la cabeza una idea que aún no puedo sacarme: la quiero en mi cama.
Lo decidí y empecé a actuar en consecuencia a eso y es lo que vine a contarles acá.
Cumpleaños de Santana
Son las diez y media de la noche, estoy en la fiesta que da mi mejor amiga por su cumpleaños. Voy por el tercer vaso de cerveza y prefiero mantenerme acá sentada, hablando con nuestros amigos a intentar pararme y pasar vergüenza. Un poco me aburro, si bien todos conversamos, cada tanto ellos se enfocan en sus parejas y yo quedo aislada. En uno de esos momentos estoy cuando la puerta se abre y entra Rachel, la hermana cinco años menor de Santana. Va al ante último año del colegio, y está muy pero que muy buena.
La poca luz no ayuda pero alcanzo a distinguirla, sus piernas largas, una pollera corta, una camisa por fuera de la pollera, con la corbata más suelta de lo que debe usarla para ir al colegio. Sin embargo, lo que más me llama la atención es la mirada que tiene. Por un momento siento que logra atravesar toda la habitación y meterse adentro mío. Ok, no es el mejor pensamiento para tener en medio de una fiesta. Y con la hermana menor de tu amiga. Pero ¿Qué puedo hacer? Ya siento como me empiezo a mojar, al ritmo en que su lengua lame su labio inferior. Y cuando creo que ya no puedo estar más caliente, se lo muerde, con desdén, como si supiera que todos ahí desean cogerla y no le interesa, no le importa para nada.
-Al fin llegás! ¿Dónde estabas?
Santana me devuelve a la realidad. A la fría realidad. ¿En serio acabo de mojarme pensando en Rachel? Por dios, necesito sexo urgente. Sexo violento y con ella. Necesito meterme debajo de su pollera y chuparla hasta queOK no.
-Perdóóón Santy, se me hizo tarde, tenía que ayudar a Finn con su tarea. –El cara de bobo sonríe, sonríe como diciendo "Si, claro, una tarea que consistía en chuparmela". – Feliz cumple, linda!
Rachel se le tira encima a Santana y se quedan un rato abrazadas, mientras Finn va a servirse algo y yo no puedo apartar la mirada de ellas.
-¡Quinn! Hacía mucho que no te veía por acá – Rach se me acerca velozmente, tanto que no puedo ni prepararme mentalmente para todo lo que siento ahora, teniéndola pegada a mi cuerpo, sintiendo sus pechos contra los míos, su respiración en mi cuello.
-Hola hermosa, te extrañé un montón! –Ella sonríe contra mí y me muerde el lóbulo de la oreja. Pobre Rach, no debe ni imaginar la descarga directa al clítoris que me dio.
-Sos re mala, me tenías súper abandonada.
-Lo sé, lo sé, tenés toda la razón, pero ya estoy acá, toda para vos.- Toda, y no te imaginas cuanto. Bueno, eso obviamente no se lo digo, pero lo pienso.
-Eso me encanta. –Dice abrazándome nuevamente, más fuerte que antes. – ¿Me das un poco?.- Me señala el vaso y la miro desconfiada.
-¿No sos muy chiquita vos para tomar esto? Tu hermana me mataría.
-Daale, Quinn, ¿Chiquita? Ni te imaginas las cosas que hago, un vaso de cerveza no me va a matar.
Ok, ¿Dijo lo que creo que acaba de decir? Todos la oyeron, ¿No? De todas formas, antes de que pueda responder ya me sacó el vaso y se acomodó arriba mío. Por el movimiento su pollera quedó más levantada y yo aprovecho para, casualmente, acariciarle la pierna hasta el límite de la tela. Ella rápidamente entra en conversaciones con los demás y todo pasa desapercibido. Mis caricias, mi excitación y yo.
O eso creía, porque al fondo de la habitación está Santana, mirándome fijamente. Y por lo que entiendo, más que enojada está excitada.
La fiesta sigue, vaso tras vaso, todos estamos bastante complicados ya, bailamos erráticamente.
-Se te veía entretenida con Rach encima de tuyo, Q.
-¿Qué decís San? Estás ebria.
-Si, claro, y a vos te gustan los hombres.
-Ni en sueños.
-¿Entonces? Confesá, dale, te vi, te conozco.
-Bueno, si, no sé si fue por el tiempo que no la ví o qué, pero casi me muero. Me encanta.
-Dios, cómo te conozco! Ni se te ocurra, si? Debe ser virgen y todo!
-Ay dale San, ¿De verdad crees que es virgen? ¿No viste como llegó hoy?
-Es obvio que estaba apurada porque llegaba tarde, habrá venido corriendo.
Si, claro. Corriendo. La gente no ve lo que no quiere ver, ¿Verdad?.
La fiesta ya terminó y estoy llevando en brazos a Rach, la acuesto despacio y me alejo para observarla. Ahora la camisa está prácticamente desabrochada y sobresalen sus pechos entre la corbata. Dios, quiero arrancársela con la boca. Besarle la panza, el ombligo que me mira incitándome. Me siento en la cama y le acaricio las piernas hasta llegar al borde de la pollera. Miro hacia la puerta, no hay nadie, sólo se oye el silencio. Vuelvo la vista a ella. Muevo apenas mi mano hacia arriba, sólo un poco. Y un poco más. Tiene la piel más suave que recuerdo. Sigo subiendo hasta llegar a tocar la tela de su ropa interior. Y está mojada. Mi corazón se acelera, desbocado, mi pecho sube y baja, me corre una electricidad por todo el cuerpo. Dejo la mano quieta hasta volver a tranquilizarme. Ella se remueve apenas cuando yo empiezo a rozarla con mis dedos, muy suavemente. Acaricio su clítoris, lo presiono. Rach se agita y de su boca se escapa un gemido casi silencioso. Sé que debería salir de este cuarto pero no puedo. Deslizo mi mano un poco mas abajo y siento toda la tela húmeda. A punto estoy de correrle la ropa interior y meter un dedo para sentirla, pero escucho un ruido que me devuelve a la realidad: estoy en la pieza de Rach, hermana menor de mi mejor amiga, cinco años menor que yo, tocándola mientras duerme. Finalmente me levanto y me voy.
-¿Qué hacías? Tardaste mucho.
-Tu hermana pesa más de lo que recordaba me costó llevarla a su habitación.
-Si, creció mucho este último tiempo. ¿Dormís acá conmigo? No tengo ganas de armar la otra cama.
-Si, no hay problema.
Santana está ya acostada, como es verano y hace calor, apenas está tapada con una sabana que dejó en la mitad de su cadera. Sus piernas se enroscan y puedo ver la misma piel suave de Rach. El vientre plano es algo que siempre me fascinó de Santy, ahora marcado levemente por los abdominales. Ella me mira divertida y tiene sentido, observándola me quedé a medio desvestir.
-¿Qué pasa, también te gusto yo?
-Siempre me gustaste vos.
-Uf, estoy demasiado ebria para esa confesión, Q.
Termino de sacarme el jean y me subo a la cama en ropa interior, gateando hasta llegar a ella.
-San, estoy muy caliente, no puedo más, por favor, tocame.
-¿Qué?
-Que me toques.
-Si, Q, ya escuché, muy normal tu petición, ¿A todas tus amigas les pedís el mismo favor?
Sé que esa reacción sólo es porque está nerviosa. Desde que me conoce quiere estar conmigo pero yo siempre la esquive. Así que me acerco a su cuello y empiezo a darle besos, a los cuales no se resiste.
-Dale, Q, ¿Qué estás haciendo?
-¿No te parece obvio?
La destapo por completo y voy bajando lentamente mi cuerpo hasta quedar sobre el de ella. Cuando nuestras piernas se tocan, automáticamente pienso en las piernas de Rach. Y me caliento más.
-No sé como haces, pero me excitas demasiado rápido rubia.
A esta altura ya está entregada y me agarra con fuerza de mi cabello. Enreda sus dedos en mis cortos mechones y me tira la cabeza hacia atrás, está desatada. Me besa el cuello, lo lamé, muerde mi oreja mientras nuestros cuerpos tienen su propia lucha. Mi sexo frotándose contra el de ella, haciéndola gemir en mi oído.
-Qué fácil que sos, Santy.
-Callate, rubia, o te dejo así.
Sé que no lo haría, pero desliza su mano adentro de mi tanga y ya no puedo hablar. Estoy tan mojada que pienso que sus dedos se van a perder ahí adentro.
-Por amor de Dios, Q. ¿Todo esto es por mi hermana?
La palabra mágica. Su hermana. Y mi cabeza vuela lejos, mi cuerpo ama a la persona que está ahora en mi mente: Rach. Acaricio todo el cuerpo de Santana, la rasguño, la desnudo y después de chuparle los pezones, bajo a chupar su clítoris. Todo pasa muy rápido, y mientras ella gime acá, en mi mente está gimiendo Rach, la estoy cogiendo a ella con todas mis ganas y se siente genial. Y cuando Santana y yo acabamos, sólo confirmo la decisión a la que llegué hace horas: necesito a Rach en mi cama. Y la necesito pronto.
