Hola a todos!

Luego de un par de meses de esclavitud en la universidad, ya tengo tiempo para escribir! Yay! Aún no les prometo otro capítulo de mi fic La Flor Camuflada, ya que tengo un bloqueo mental en medio capítulo y la otra semana me voy para… Disney! Yayayay! :D entonces no tendré tiempo de terminar el capi y subirlo pronto :( … pero haré lo posible de no hacer en update que tarde un año, je…

En cambio! Escribí este otro fic porque tenía unas ganas enormes de escribirlo! jeje Es un corto fic de solamente un par de capítulos en que me inspiré en una canción para la historia. En realidad, espero que les guste! :]

Reviews, críticas, recomendaciones, o lo que sea, son bienvenidas! jeje :D

Disfruten~

Disclaimer: El Tigre © Jorge Gutiérrez & Sandra Equihua.

P.d.: el segundo capítulo lo subo mañana D: ya estoy muy cansada para terminarlo hoy je…

Realidad… ¿o fantasía?

Primera parte

-¿Estás viendo lo mismo que yo?

-Si mis ojos no me están engañando, entonces sí…

La palabra 'atónitos' era muy simple para describir el estado en que se encontraban éstos dos amigos, parados sin mover un solo músculo en frente de una pancarta de dimensiones exageradas que sería imposible pasarla por desapercibida. Tenían sus cabezas colgadas hacia atrás para abarcar mejor su espacio visual en el contenido de la gigantesca pancarta mientras quedaban boquiabiertos al leerla una y otra vez, aún sin creer lo que tenían frente sus narices. Han estado así de inmóviles desde que llegaron a la Secundaria Leone, parándose a un lado de la entrada principal en donde había una gran multitud frente al gran afiche; pero ya que la campana sonó cinco minutos atrás, sólo se encontraban ellos dos, petrificados en ese mismo lugar, olvidando que tenían clases e ignorando que ya habían empezado. En ese momento, sólo tenían la mente en una sola cosa: la gran pancarta.

-"Gran re-apertura: Club de Salsa. Este viernes en la noche. Única noche disponible para la entrada a jóvenes mayores de 15 años. ¡No falten a la mejor de todas las fiestas!" Vaya… -leyó en voz alta pero muy despacio el chico moreno luego de haberlo hecho otro par de veces anteriormente.

-Esto. Es. ¡GENIAL! –exclamó la chica peli azul, volviéndose a su mejor amigo cuando pudo sentir que sus neuronas se despertaron al mandarle señales a sus músculos para que volvieran a funcionar. –Manny, ¡tenemos que ir! Y mira, "mayores de 15 años" –le re-leyó, jalándole desesperadamente la manga de la chamarra mientras iba señalando con el dedo índice de su mano libre hacia aquellas palabras, -esta vez ya no podrán sacarnos a patadas del lugar y ¡es sólo por una noche! Definitivamente tenemos que ir.

El Club de Salsa lo habían vuelto a construir meses después de que fue destruido por el monstruo guacamole del Dr. Chipotle Jr., el día en que Manny obtuvo a Raul. Pero eso sucedió tres años atrás. Ahora, solo hace tres meses atrás, cerraron el Club por remodelaciones en el que parece ya terminaron y lo van a abrir ese viernes. Y con solo ver (o leer), utilizaron una gran estrategia al accederles la entrada a jóvenes solo por esa noche (siendo la entrada común para mayores de 21 años), ya que con eso podrían aumentar el número de posibles futuros clientes frecuentes al club; en el que de seguro Manny y Frida ya están en esa lista de espera.

-Y solo faltan cuatro días, Frida. ¡Cuatro días! Yo no sé si podré aguantar tanto tiempo… ¡¿Por qué no es esta noche?! –exclamó Manny con pura desesperación e impaciencia, pero su mejor amiga le dio unas palmaditas en el hombro para tranquilizarlo.

-Tranquilo, Manny. Yo estoy igual, pero son solo cuatro días; ya verás que pasarán en un abrir y cerrar de ojos –le dedicó una sonrisa, confiada de sí misma, y con la cual Manny se derritió en ella.

Pero aún así, retomó su postura y estaba a punto de contradecirle cuando ambos dieron un brinco del susto al oír un chirrido furioso desde la puerta del edificio: los gritos del vice-principal Chakal. -¡Rivera! ¡Suárez! ¡Tarde otra vez! –Los chicos se estremecieron a esos ladridos y se dirigieron sin pensarlo dos veces al interior del edificio. Ya habían progresado bastante desde hace tres años para que sean expulsados ahora.

Y en efecto, Frida tuvo toda la razón. Los cuatro días pasaron volando y de repente ya era el esperado viernes. Más bien, para Manny, fue como si una espesa nube pasara frente a él y ¡plín! ya era viernes. Ya en la tarde, saliendo de clases, Frida le había dicho a Manny que se tenía que ir a probar un vestido que había mandado a hacer desde el lunes, por lo que él salió solo de la escuela dirigiéndose directamente a su casa, sin tener ánimos de pasar el tiempo jugando algún videojuego o haciendo alguna travesura, ya que sin Frida no era lo mismo. Además tenía mucho en que pensar.

Durante clases o en los recreos, ambos no hablaron de otra cosa que no fuera de la gran fiesta en el Club de Salsa, de la emoción en que sentían y de lo mucho que podría pasar, que cada vez que hablaban perdían un poquito más de su paciencia. Pero cuando Frida empezó a parlotear sobre el vestido que mandó a hacer y el que iba a usar para la noche, Manny no le prestaba mucha atención a la mayoría de lo que decía, ya que ese era un tema en el que él no comprendía muy bien que digamos o –pensaba él– que utilizaba un dialecto, incomprensible para hombres, en el que él no tenía la más mínima idea de que ella sabía. Así que solo se limitó a mover su cabeza en afirmación a todo lo que ella le decía o cuando ella esperaba alguna respuesta de su amigo.

La verdad era que su mente se encontraba en otro lugar completamente distinto. Veía cómo se movían los labios delicados de su amiga al habla, como si el simple movimiento lo hipnotizara completamente y le mandara señales para que los hiciera callar; pero, claro, no con los dedos o un mero 'shush'. Siendo tema de conversación, la imaginaba con un vestido -no muy apropiado para su salud mental o cordura- que le hacía resaltar toda su figura. Desde que Manny empezó a sentirse extraño al estar cerca de Frida, un sentimiento en el que él no comprendía por lo que le sudaban las manos y su corazón le daba un brinco cada vez que ella lo volvía a ver, comenzó a mirarla de verdad. No fue hasta hace unas semanas que se dio cuenta que, al paso de los años, Frida había crecido; y no refiriéndose tanto a su estatura. Tenía unas curvas en las que Manny no desperdiciaba el momento de echarle una miradita cuando ella se encontraba a espaldas de él, y las cuales le asentaban muy bien con su típica mini falda color rojo vivo y su camisera blanca sin mangas. Se había dejado crecer aquel cabello azul cielo, que tanto la diferenciaba e iba con su forma de ser…y que a él tanto le fascinaba, a un largo que le llegaba un poco más debajo de sus hombros. Pero, con un vestido así, le resultaba difícil a Manny visualizarla sin sus medias altas y botas que le cubrían gran parte de sus finas piernas; por lo que hizo que se sintiera más impaciente y ansioso de que fuera ya de noche.

Con las manos en los bolsillos de sus jeans, Manny cada vez caminaba más despacio hacia su hogar en la cima del edificio Casa de Macho. Pero por alguna razón Manny no quería llegar a su casa tan rápido, por lo que hizo que se desviara hacia el parque que se encontraba muy cerca de donde estaba. Se compró un churro y se sentó en la orilla de la fuente que se encontraba en el centro del parque. Miró hacia su alrededor y notó que el parque se encontraba muy desolado, y se preguntó el por qué. De seguro andan alistándose para la noche, pensó el chico moreno mientras le daba un perezoso mordisco al churro. La apertura del Club fue un tema en que se hablo casi que por toda Ciudad Milagro, en especial en su secundaria, por lo que no sería extraño si ésa en realidad era la razón de tan desértico parque.

Manny suspiró luego de tragar el último pedazo de churro, pero no fue un suspiro de satisfacción sino uno de confusión y agobio. No entendía ese sentimiento que le merodeaba y lo molestaba a cada rato en cuando Frida estaba presente. Le había comentado a su padre sobre el asunto y él le respondió con unas de sus típicas frases que siempre confundían al chico. Algo así como que hay que esperar a que se abra ese frágil cascarón y a su tiempo ver la hermosa sorpresa que se encuentra dentro…vaya que eso no tuvo sentido. Hay veces que su padre utiliza metáforas sin sentido que hacían que a Manny se le retorcieran los sesos para entender por lo menos una parte de lo que significaban aquellas palabras. Al fin y al cabo, eso hizo que Manny se dirigiera a su abuelo. Pero cuando le contó a Granpapi, éste simplemente le dijo: "Vaya que ciego que eres, Manny." Y con una carcajada salió por la ventana, como una forma de decir 'descífralo tú mismo, es fácil'. Pero, ¿qué significaba? ¿Que tenía que ir a donde un oftalmólogo?

Vaya ayuda…

Y suspiró de nuevo. Frida era su mejor amiga… ¿qué era lo que tenía ella que lo hacía sentir así de raro? Todo ese asunto lo estaba volviendo loco.

Pero quizás… no, no, eso sería absurdo. Desde que Manny tenía trece años le han gustado varias chicas que lo hacía sentirse como un tarado y babeando como un bebé, pero siempre despertaba para darse cuenta de lo que sentía era simplemente algo débil y pasajero. Pero lo que sentía a presencia de Frida era completamente distinto, razón por la cual sería absurdo que a él le gustaba… ¿cierto?

O si es todo lo contrario y para sentirlo como algo fuerte y no pasajero, ¿debía ser completamente distinto? ¿Así como lo hacía sentir Frida?

Arg, la frustración y tanto pensar hacía que le empezara a doler la cabeza. Manny cerró sus ojos y se frotó las sienes con los puños. Puede que una siestita le ayudara a no pensar en todo ello, y además de quitarle el dolor de cabeza, se le pasaría el tiempo más rápido para que llegara la noche. Y aún con todo alborotado en su cabeza, no le impedía sentir un poco de impaciencia para ver a Frida con ese tal vestido que ella tanto le habló.

Luego, con otro suspiro -vaya, cuantos suspiros en un día, tienes muchos problemas Manny, pensó para sí mismo-, dejó caer sus brazos y se puso de pie, ahora metiendo las manos en los bolsillos de su chamarra, y caminó alejándose de la fuente. No quería sentirse tan solitario como el parque en que se encontraba, por lo que salió y ya sí se dirigió a su casa.

En su camino, Manny se encontraba tan distraído y hundido en sus pensamientos, además con el dolor de cabeza, que no se percataba de que el Oso estaba robando -otra vez- el banco o que la Parvada de Furia estaba destrozando una entrada en el museo de joyas, o de que el White Pantera llamaba a gritos a su hijo para que le diera una mano contra el monstruoso jalapeño del Dr. Chipotle Sr. Pero Manny, ignorando todo el escándalo de explosiones, el creciente sonido de las sirenas de los carros de policía y los gritos, siguió su camino a paso lento. Y aún así, si se hubiera percatado de toda esa conmoción, no tendría los ánimos de volverse el héroe.

Llegó a Casa de Macho alrededor de las cinco de la tarde -vaya que sí fui lento en caminar, pensó-, pero no entró al edificio, sino que decidió sentarse en la segunda grada de las escaleras de la entrada. Apoyó el codo derecho en su pierna y recostó su barbilla en su mano formado en puño, con los hombros y ojos caídos, mientras se le perdía la mirada a ningún lugar en específico. Se podría decir que 'perdió la mirada hacia el horizonte', pero el edificio del frente arruinaba aquella metáfora. Quería tanto despejar su mente y pensar en nada más que en la nada, pero fracasó horriblemente ya que la imagen de Frida siempre se le venía a su mente. Siendo su mejor amiga desde preescolar, era difícil que él no pensara en ella o hablara de ella, pero esta vez era muy distinto; su forma de pensar era la distinta. Y hablando de pepinillos…

-¿Manny? ¿Te encuentras bien?

Aquella voz lo sobresaltó e hizo que volviera a la realidad. Tratando de calmar a su corazón acelerado tomando una boqueada de aire, volvió su cabeza hacia arriba para ver quién era. Y no era nada más y nada menos que la mismísima chica que inundaba sus pensamientos. Con ese toque de amarillos y anaranjados que desprendía la luz del atardecer, la piel de la peli azul resplandecía con un color exquisito para la visión, y sus ojos y cabellera brillaban con un toque de dorado en el que Manny sintió que se deshacían sus adentros. Uy… que h-horrible, se mintió para ver si lo hacía sentirse un poco… ¿mejor?, pero no le funcionó.

-Híjole, creo que te puse peor de lo que estabas –murmuró Frida al ver la sobresaltada reacción de su amigo. Se sentó en la grada, a la par de él. –Manny, parecías como un pajarillo perdido y tirado fuera de su nido. Decime, ¿estás bien? –Pero el chico no le respondió, sólo se quedó mirando hacia la nada. Frida esperó un rato pero eso solo hizo que ella se sorprendiera e inhalara ruidosamente por la boca al pensar en (según ella) la razón por la que Manny estaba así. – ¡No me digas que ya no piensas ir al Club de Salsa! Manny, por favor dime que no es eso, -le rogó mientras lo sacudía violentamente por los hombros. Pero Manny ni dijo siquiera mu, no reaccionaba, estaba petrificado. Y eso sí hizo que preocupara a Frida. – ¿M-Manny?

-¿Eh? ¿Qué? ¿Cuándo?... ¿Qué? –preguntó desorientado, parpadeó varias veces despertando de su trance, y volvió a ver a Frida. Su cara reflejaba pura ansiedad.

-Manny… preguntaba si te encuentras bien, -repitió Frida con la voz medio apagada, claramente inquietada por el comportamiento de su amigo.

-¿Ah? Ah, sí, sí… Me encuentro bien, no te preocupes Frida… Estoy bien, -Manny le agregó a su mentira, y le sonrió falsa y forzosamente.

-Hmm, eso estuvo poco convincente, pero bueno –encogió sus hombros, tranquilizándose un poco, ya que Manny por fin reaccionó, y dejando atrás lo que acaba de suceder. –Pasaba por acá para ver si ya estabas en tu casa, y sí los estas, y recordarte de que te tienes que alistar temprano… Espero que en realidad esto que no sea porque no pensabas ir al Club de Salsa, -se interrumpió a sí misma al pensar en lo que ella le había preguntado anteriormente. Manny negó con la cabeza. –¡Genial! Hay que estar ahí casi que de primeros para poder conseguir entrada. Y… ¡mira! –se puso de pie y le mostró una bolsa plana, rectangular, grande y blanca, que parecía guindada de un gancho, la cual ella llevaba consigo todo ese tiempo. –Ya por fin me dieron mi vestido, me lo probé y todo y quedó genial; pero no te lo voy a enseñar ahora, sino hasta la noche. Bueno, será mejor que me vaya yendo ya para ver si empiezo a alistarme, y deberías hacer lo mismo. Nos vemos luego, Manny.

-Claro… -le respondió casi en un murmullo al verla alejarse. Y cuando ya estaba fuera de su alcance visual, se dio un manotazo sonoro en la mejilla. – ¡Auch! –Bueno, se lo merecía. Debió parecerse como un grandísimo idiota en cómo quedó petrificado justo enfrente de ella. Pero simplemente se quedó sin aliento al verla con esa iluminación. –Estas realmente enloqueciendo, Manny. Sé que me dijo que me alistara temprano, pero esa siestita que tenía en mente no suena nada mal para echármela ahora. –dijo luego de suspirar. Y eso le bastó para ponerse de pie, subir lo que quedaban de escaleras y entrar en el edificio.

Ya en su cuarto, Manny se desparramó en su cama. Estaba tan confundido que ya se sentía mareado. Mareado, con dolor de cabeza, desanimado, frustrado y confundido, ¡qué desastre! Pero así no es como un Rivera tiene que ser. Él no se tenía que rendir así nada más. Tenía que poner la cara en alto, llegar hasta el fondo del asunto y averiguar o resolver de sus extraños sentimientos hacia Frida. Pero, con toda la sinceridad, Manny ya se sentía tan agotado por todo eso, y el mareo y dolor de cabeza no le ayudarían en nada.

Así que Manny cerró sus ojos y, afortunadamente, quedó total y profundamente dormido.

Continuará ~