Había pasado un tiempo en la academia y todas las brujas disfrutaban como nunca su estadía ahí. Desde que Akko y las demás habían liberado la magia que cambiaría al mundo, hubo un resurgimiento de energía mágica y las piedras filosofales eran cada vez más potentes. Se decía que si ese incremento continuaba, pronto ya no necesitarían de las piedras y podrían hacer magia en todo momento y lugar. Ahora había magia en abundancia y parecía que la ésta disfrutaría de un renacer. Nadie volvería a decir que la magia es inútil.
Y de todas las brujas, la más feliz era Akko. Por fin comenzaba a mejorar, sus calificaciones subieron, Diana ahora la respetaba, Finnelan también y por sobre todo, lo que más le gustaba era pasar tiempo con su profesora favorita.
Akko creía que era lo mejor que le podía haber pasado, que Chariot, su ídolo de la infancia, y Úrsula, la maestra que tanto creyó en ella, fueran la misma persona. Úrsula y Akko pasaban bastante tiempo juntas en la torre de astronomía, la bruja pelirroja le enseñaba a Akko de todo y se les hacía muy tarde platicando de eso y aquello. Akko disfrutaba especialmente escuchar las anécdotas de la maestra.
-Y entonces –dijo Chariot una noche en su torre, a la luz de una vela-, Croix se acercó mientras las demás reían y me dijo que tenía la boca manchada de leche. Fue tan vergonzoso.
Akko rio.
-Me encantan sus historias, maestra. No me canso de ellas. Su vida es muy divertida.
-¿Te lo parece? Bueno, seguro sirve para hacer reír a los demás. Por cierto, tú también tendrías muchas cosas lindas y divertidas que contar. Has pasado por mucho en tan poco tiempo. Me da gusto ver que has progresado bastante. Sé que serás una gran bruja algún día, siempre estuvo en tu destino.
-Gracias, maestra. Significa mucho viniendo de usted.
Entonces, la pelirroja vio que Akko daba el último trago a su té y ponía la taza vacía en la mesa.
-¿Te gustaría más té?
Para desilusión de Chariot, en ese momento, el reloj marcó las diez.
-Oh, ¿ya es tan tarde? –dijo Akko, triste-. Me encantaría otra taza y otra historia pero creo que debería irme ya.
-Parece que cada vez pasa más pronto el tiempo. ¿Nos veremos mañana?
-Claro que sí. No me lo perdería por nada.
Akko se despidió de Chariot y salió de la habitación de la profesora. Cuando estuvo sola, la pelirroja regresó a la mesa donde había compartido el té con Akko y volvió a sentarse. Se quedó por largo rato mirando frente a ella donde había estado su alumna sintiendo una presión en su pecho. Casi quería salir corriendo y decirle a Akko que no tenía por qué irse, pero se contuvo.
El tiempo pasó y la vela se extinguió, dejando a Chariot sólo iluminada con la luz de la luna que entraba por su ventana. "Me pregunto si Akko…", pensó la profesora. "No, Chariot, ya le hiciste daño una vez. Déjala en paz".
La maestra se levantó por fin y se dirigió a su vestidor para cambiar su ropa. Poco después ya estaba acostada pero no pudo dormir. Algo con nombre y apellido le quitaba el sueño.
-inter-
Al día siguiente, Akko, Sucy y Lotte despertaron muy temprano pues tenían clases con Finnelan a las siete de la mañana y debían estar ya sentadas en sus lugares para cuando la campana sonara o sería retraso. Y para empeorar las cosas, las tres ya tenían un par de retrasos así que uno más sería equivalente a detención.
-Esto es horrible –se quejó Akko-. Es inhumano poner una clase a esta hora. ¿Qué no sabe la profesora que el sueño a nuestra edad es importante?
-Deja de quejarte –dijo Sucy-. De todos modos te quedarás dormida en alguna clase así que, ¿cuál es el problema?
-Además, entre más temprano comiencen las clases –dijo Lotte-, más temprano estaremos libres.
Lotte lo decía con especial importancia pues desde que Diana y sus compañeras se suavizaron había comenzado una bonita relación de amistad con Bárbara. Ya que ni Akko ni Sucy compartían su afición por las novelas de "Cae La Noche", esperaba con ansias poder reunirse con Bárbara para discutir sobre los libros, hacer teorías o escribir fanfiction al respecto.
Sucy por su parte, ya que Lotte y Akko pasaban mucho tiempo con Bárbara y Úrsula, estaba muy feliz. Feliz de poder tener la habitación para ella sola por un par de horas. El tiempo lo ocupaba principalmente en preparar pociones o en leer literatura gótica y victoriana. Vaya que le encantaban el silencio y la soledad.
Por los pasillos de la academia, de camino a clases, se toparon con la nueva profesora de ilusiones: la señorita Saskia Amundsen, una bruja recién llegada de Noruega.
Hacía poco tiempo que Croix había encontrado una solución para que Chariot pudiera volar de nuevo y había vuelto a la academia como profesora. Pero no volvió sola. Croix había conocido a Saskia mientras viajaba por el mundo y se habían hecho amigas después de trabajar juntas en el Instituto de Innovación Mágica en París. Saskia había llamado a Croix diciéndole que deseaba cambiar de aires y ella la recomendó para Luna Nova, lo que Saskia aceptó encantada.
La profesora era una mujer de unos treinta años, alta y delgada, de piel muy pálida, ojos verdes y largo cabello negro ligeramente ondulado. Vestía con la tradicional túnica azul de la academia.
Desde que llegó se ganó a todas las alumnas y profesoras pues era una mujer muy carismática. Incluso Finnelan la aprobó pues a pesar de haber trabajado en innovación mágica, creía en las tradiciones y las promovía. "Es el ejemplo perfecto para las brujas jóvenes", había admitido Finnelan.
-Buenos días, señoritas –saludó Saskia amablemente.
-Buenos días, profesora Amundsen –saludaron al unísono las jóvenes brujas, quienes sentían bastante simpatía por la nueva maestra.
-Señorita Manbavaran, a usted no se le puede alejar de esas pociones, ¿verdad?
Saskia notó que mientras Akko y Lotte iban sólo sosteniendo sus libros, Sucy llevaba consigo unos tubos de ensayo con los que experimentaba mientras caminaba.
-Necesito agregar tres gotas de esta infusión de Descurainia Sophia en este tubo dentro de diez minutos, no podía dejarlas en mi habitación.
-Mmm, que interesante. ¿Prepara poción para transfigurar?
Akko, sospechando quién sería el objeto de pruebas, miró a Sucy acusadoramente. Mientras tanto, Saskia tomó el tubo donde estaba la mezcla azul de Sucy y la observó con cuidado.
-Yo tendría cuidado si fuera usted, señorita Manbavaran –dijo la maestra devolviéndole el tubo a Sucy-. Esta mezcla es muy volátil. En fin, espero verlas pronto en clase.
Sucy se sintió un poco molesta al recibir advertencias sobre una materia que dominaba como casi ninguna otra alumna, Diana siendo la única excepción. Ella estaba segura de haber hecho bien la poción. Pero por otro lado no podía negar que sí debía tener precaución extra.
Hasta ese momento, Akko, Sucy y Lotte sólo habían tenido un par de clases con Amundsen. Les había caído muy bien a las tres pues se notaba que enseñaba con pasión y que era una gran bruja, tan interesante como Croix y Chariot.
-Tengo muchas ganas de ir a clase de ilusiones otra vez –comentó Lotte-. Me parece tan emocionante esa clase.
-A mí también me gustó mucho –dijo Akko-. La profesora Saskia es asombrosa. La admiro casi como a Chariot y Croix. Creo que entre las tres hacen mucho por el futuro de la magia. Así debemos ser nosotras, ¿no creen?
Lotte asintió mientras Sucy seguía con su atención puesta en su mezcla, asegurándose de que todo iba bien. Al poco rato, antes de llegar al salón, Sucy gritó.
-¡Akko, Lotte! ¡Cuidado!
Acto seguido la poción comenzó a hacer espuma y antes de que pudieran alejarse, se derramó salpicando por todas partes. Para mala suerte de las tres, sus uniformes resultaron manchados por el accidente.
-¡Aaaaaaaaaaah! –gritaron Lotte y Akko mientras otras alumnas llegaban corriendo a clase.
-No podemos entrar así a clase de Finnelan –dijo Lotte, alarmada-. Nos matará.
-No podemos hacer gran cosa. Ya no hay tiempo de regresar a cambiarnos –dijo Sucy resignada.
-¡Tranquilas! Esto se puede arreglar con magia –dijo Akko, confiada en sus florecientes habilidades.
Akko lanzó un hechizo limpiador pero no consiguió que los uniformes quedaran presentables pues aún se notaba cierto tono azulado en sus blusas que debían ser blancas.
-Estamos muertas –dijo Lotte al ver que Finnelan había aparecido y entrado al salón sin hacer mayor ruido.
Las tres brujas intentaron entrar también al salón sin llamar la atención de la estricta profesora pero pronto se dieron cuenta de que no había escapatoria.
-Kagari, Yanson, y Manbavaran –anunció Finnelan desde el frente del salón-. Son las siete con dos minutos. Llegan tarde de nuevo. Les informo que deberán cumplir castigo en detención.
-Maravilloso –dijo Akko, apesadumbrada mientras ella y sus amigas ocupaban sus lugares-. Gracias, Sucy. De una forma u otra siempre salgo perdiendo con esas pociones tuyas.
