Prologo.
El sonido de los arboles alrededor, me hacía sentirme en paz aunque no era así, aquel día me sentía más miserable que cualquier otro. Los recuerdos golpearon a mi mente sin piedad y sin misericordia.
Cerré mis ojos.
Tal vez así encontraba paz, sentí la fresca brisa en mi cara, haciendo que mi cabello se elevara un poco, luego de un rato, aquella sensación de paz se fue dejando así solo un sentimiento de culpa y remordimiento.
Pude ver sus ojos, en un mar de lágrimas, llorando sobre el cuerpo de aquella a la que yo le decía hermana. Su nombre, ya no recuerdo, ni tampoco su rostro, solo sus ojos, de un color café brillante.
Mi nombre, tampoco recuerdo, he vivido sola desde hace mucho tiempo y no recuerdo cuando fue la última vez que alguien lo pronuncio, solo sé que comenzaba con "M" miento si recuerdo cuando fue la última vez que alguien lo dijo. Fue ella ese día, ese día en el que escape.
Corríamos cogidas de las manos por el valle, sin preocuparnos de cualquier cosa, éramos solo niñas para ese entonces, las dos de cabellos rojo fuego, sus ojos eran marrones, y los míos, ya no recuerdo.
Jugábamos a correr detrás de los arboles, mama gritaba que la cena estaba lista, pero nosotros no escuchábamos, ella me empujo, sé que no fue intencional, pero me enoje, yo la empuje con más fuerza, ella me devolvió el empujón, me enfade.
Y ahí fue la primera vez que yo me di cuenta que era diferente, que era un monstruo.
La empuje, sentí en mis manos un curioso cosquilleo, mire a mi hermana, tenía mis manos en sus hombros y ella convulsionaba febrilmente, me asuste, la solté inmediatamente haciendo que esta cayera en el césped con un ruido sordo.
Yo grite con todas mis fuerzas, tratando que ella volviera en sí, recuerdo la mirada que mi madre me dio, fue de puro odio, me sentí abrumada, solo era una niña.
-que has hecho, …..- curiosamente esa parte ya la olvide. Pero sé que dijo mi nombre.
Pero le grite de que no había sido mi culpa, ella me contradijo, y me dio una cachetada, me volví a enojar, y puse mis manitas en su estomago, el mismo acto se repitió, grite, y luego corrí, corrí y corrí al lugar más seguro que encontré. El bosque.
Cuantos años tenía en ese entonces, 10, 11 ya no importaba, cuanto había pasado en el bosque, solo sabía que mi rostro infantil se había ido, y de que de un día para otro, ya tenía pechos y mis caderas ensanchadas había pasado bastante entonces, el bosque me regalaba todos los recursos que podía darme y yo lo aceptaba gustosa, con el tiempo perfeccione aquel detallito, comprendí lo que era, unos años después. Que aquel "don" que me habían dado era el de poder controlar la electricidad.
Lo perfeccione, pero aun no estaba segura si poder controlarlo bien, aun veo aquella imagen ante mi rostro, sus dos cuerpos tirados en el césped, pero que podría haber hecho yo.
Si solo era una niña…
