Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, sólo me pertenece la historia que estoy narrando.
El agua corría hacía el norte, donde la luz se hacía más pura y clara. Theodore no sintió miedo al seguir al riachuelo, aunque apenas sentía la humedad bajo sus pies. Por otro lado, el pesado traje de etiqueta aprisionaba su cuerpo y el terrible calor le hacía querer hundir las manos en el agua y mojarse las sienes hasta que la calidez desapareciera. Siempre había odiado los primeros y bochornosos días de verano, cuando el campo dorado quemaba la vista y los árboles aguantaban bajo los rayos solares y era gracioso, pensó, que incluso en sus sueños las cosas que más le molestaban estuvieran presentes.
¡Cómo deseaba desnudarse y nadar en la claridad de la consciencia hacía la pronta liberación! Aún así, Theodore temía mancillar el agua, por lo que avanzaba quedamente en la orilla, guiado por la luz invernal, echando hacía atrás con indiferencia los largos rizos negros hasta que una piedra lo hizo tropezar y casi caer.
Fue detenido por un suave contacto y una suave risa femenina lo hizo levantar la mirada.
- ¿Estás bien?- preguntó una voz como campanillas, pero él no pudo contestar. Ante él se alzaba una niña que nunca había visto, pero que le hubiese encantado seguir mirando. Alta, de largos cabellos oscuros, sus ojos azules eran profundos y amables. Su tez blanca relucía de las gotas del rocío y vestía una especie de camisón de seda.
- ¿Cuál es tu nombre?- preguntó Theo en sueños y sintió como su contacto se difuminaba, el tiempo y el espacio siendo lógicos incluso en un lugar anclado a los recuerdos.
- Ya deberías saberlo- le respondió ella con una sonrisa y él pudo ver que estaba descalza y que el agua cantaba para ella mientras los pies vadeaban hacía lo desconocido.
"Cuando al mar debas ir, cuidado con el canto del agua" había dicho su madre cuando estaba viva y él quiso repetirlo para que la muchacha volviera. Ahora sólo veía su espalda, surcada por una cicatriz que afeaba ligeramente su belleza y la marea subía, ahogaba la tela que la cubría como un manto azul.
"Regresa" pensó él y de pronto ella se volvió, como si lo supiera todo. Ahora su semblante era grave y las pestañas estaban plagadas de lágrimas sin derramar. En sus cabellos había flores y sus brazos estaban llenos de ellas, hermosas córolas que aliviaban su miedo.
- Hay una flor por cada muerto- dijo la niña tristemente- ¿No querrías regalarme una?
- Pero tú no estás muerta- dijo él temblorosamente, deseando desesperadamente poder asirla por encima de su calor y la consciencia de irrealidad que lo había salvado en tantas ocasiones.
La recompensa fue una de sus miradas largas y profundas, un contacto que lo hizo pensar que ya la conocía, que la vería siempre.
- No- la voz sonaba lejana- Pero por ahora, sólo vivo en tus sueños.
No hubo quiebre en el despertar, ningún preludio anunció la desvaída escena gris de su recámara en Inglaterra. Por un momento, la respiración del muchacho se vio comprometida por sus pensamientos y luego él se relajó.
"Sólo un sueño" pensó "Sólo una ilusión".
Se puso en pie para abrir la ventana y un estremecimiento lo recorrió cuando al aire marino empezó a soplar, haciéndolo tomar consciencia de dónde se encontraba realmente. Caminó por la duela sintiendo el suelo helado bajo sus pies y se apoyó en la balaustrada queriendo que se aflojara el peso de sus hombros.
Abajo, una voz impaciente reclamó su atención:
- ¡Hey, Theodore!-los claros ojos grises y el semblante puntiagudo de Draco fueron seguidos por la encantadora sonrisa de Blaise Zabini- Baja, ¿Quieres? Tu padre nos ha dado permiso para jugar.
Él los miró con sus grandes y acuosos ojos negros, que con tanta frecuencia parecían esconder los secretos del universo. No había mucho que no compartiera con aquellos rapaces compañeros y de verdad quería bajar para que, en su compañía, olvidara a la niña de ojos azules, así como todos los miedos que no podía olvidar.
Así que lentamente, sonrió.
- ¿Iremos al bosque?- preguntó en un susurro que se llevó el viento y los vio alzar las manos y asentir.
- Apúrate- dijo Blaise mientras Draco echaba a correr- Si llegas al último, te caerá una maldición.
El heredero de los Nott sintió como un escalofrío se deslizaba por su espalda pero obedeció y echó a correr silenciosamente, para escapar de la agobiante rutina de un sangre pura.
Por una vez, deseó ser sólo Theo y no saber todo lo que sabía.
