DISCLAIMER: Nada de esto me pertenece y todo lo escribo sin ánimo de lucro.

"Sobre la Verdadera Historia del Niño que Vivió"

Por NorixBlack.

CAPITULO 1

La sala esta en penumbra, hacía rato que había anochecido y a través de los cristales, levemente empañados debido al contraste de temperaturas del exterior con el interior, apenas se podía ver nada. De vez en cuando algún que otro tímido copo de nieve llegaba hasta el alfeizar, derritiéndose rápidamente.

Harry Potter se encontraba tumbado en unos de los grandes sillones de la habitación con un brazo por encima de los ojos y otro descansando suavemente sobre el vientre. No se sentía bien, pero los tonos fríos pero elegantes de la estancia lo ayudaban a relajarse, al igual que la presencia de los dos rubios, que lo miraban con empatía.

-Venga Harry, sabes que queda poco... no te puedes rendir -dijo la chica, tocándole levemente un hombro.

-¡¡Odio a la sangresucia, odio a Weasley, odio tener que estar en Gryffindor, odio fingir que os odio!! -el ojiverde se había levantado de pronto, haciendo que tanto Pansy Parkinson como Draco Malfoy retrocedieran.

El moreno aun recordaba aquel fatídico día en el que tuvo que aprender a fingir, en el que tuvo que empezar a ser alguien que no era. Porque Harry Potter nunca había derrotado al señor Tenebroso, porque Harry Potter no era un héroe, porque Harry Potter no era quien todos pensaban. Verdad era que había logrado sobrevivir a la maldición asesina, algo que nunca nadie había conseguido antes pero ésta no había rebotado como el propio Voldemort se había encargado de difundir, simplemente el cuerpo del muchacho la había absorbido, dejando como única marca la famosa cicatriz en forma de rayo.

Lord Voldemort se dio cuenta que no podría matarle pero lejos de enfurecerse, cambió el plan. Adoptaría al bebé Potter y lo entrenaría como mortífago, como el mejor de todos ellos, y si el niño merecía la pena lo convertiría en un futuro en su mano derecha.

Dejó al bebé entre las ruinas cuidando de que estuviese a salvo y se desapareció para hacer una visita a los Dursley, los únicos parientes del niño, para hechizarles con el imperius. Le harían creer al mundo mágico que Harry Potter después de haber hecho desaparecer al señor Tenebroso, se encontraba con sus despreciables tíos, viviendo como un vulgar muggle. Pero el joven no vivía con ellos, apenas los conocía de vista siquiera, ellos no eran nada para él. El ahora, no solo mano derecha sino también futuro compañero y futuro lord estaba internado en una Academia de Artes Oscuras creada por el mismo Voldemort, donde todos los sangrelimpias del país y parte del continente acudían con el fin de entrenarse, para entrar en un día no muy lejano, en la Orden de los Mortífagos.

Harry sería el primer mestizo que entrara en la escuela, mestizo, como su creador.

Niños y niñas convivían en la Mansión Riddle durante sus once primeros años antes de acceder a Hogwarts. Allí aprenderían desde la edad de tres años a soportar todo tipo de dolor, tanto físico como psicológico, a vencer cualquier tipo de miedo, a pasar períodos aislados, sin más compañía que si mismos y la negra oscuridad, a asumir la muerte como algo normal, a matar sin remordimientos. Pero era a los cuatro años cuando comenzaba su verdadero entrenamiento, aprendían Artes Oscuras, Transformaciones, Pociones, Astronomía... A los nueve se aprendían las Imperdonables y a los diez Legeremancia y Oclumancia.

Llegaban a Hogwarts completamente preparados.

Harry había encontrado allí a sus mejores amigos: Draco Malfoy, Pansy Parkinson, Blaise Zabbini y Theodore Nott. Los cinco formaban el grupo de Los Invencibles, alumnos destacados desde siempre, que se convirtieron a grandes pasos en los más fuertes y sabios de toda la Orden Oscura. Tanto que no se habían dejado marcar, pues ni siquiera se consideraban mortífagos, ellos eran superiores.

La mayor parte de los ataques producidos durante las vacaciones eran causados por ellos, pues era el único momento en el que podían abandonar el colegio. Nadie sabía quienes formaban el grupo, lo que era seguro era en el momento en que aparecía un invencible los otros cuatro no tardarían en aparecer, y eso solo significaba una cosa: muerte. Su nombre era casi tan temido como el del propio lord y nadie osaba pronunciarlo en voz alta por temor a que alguno de ellos se presentara.

Lord Voldemort, como agradecimiento por su trabajo aceptó no marcar a los jóvenes de ahora diecisiete años. Le habían servido durante toda su vida fielmente, no convenía contrariarles.

Los invencibles habían sido inseparables hasta los once años, cuando su señor puso en marcha la segunda parte del plan.

FLASH BACK

-Harry Potter, preséntese en le despacho del Señor Oscuro inmediatamente -tronó una voz amplificada por arte de magia.

El joven de once años se separó de sus amigos y se dirigió inseguro hacía el despacho, preguntándose que habría hecho esta vez. Estaba acostumbrado a soportar el dolor, la cruciatus ya no funcionaba con él, Voldemort se había encargado de ello personalmente, enseñándole con paciencia, mucha disciplina y, porqué negarlo, cariño. Recordando esto llamó a la puerta que tenía enfrente con cierta seguridad.

-Harry, siéntate. Este año como ya sabes ingresarás en Hogwarts, y necesito que te conviertas en mi espía personal. Creo que Dumbledore aún sospecha de Severus... y con razón -terminó el mago con una sonrisa malvada.

Harry observó al hombre que tenía enfrente. El pelo negro le caía elegantemente sobre unos ojos verdes increíblemente oscuros, sus labios delineaban en ese momento una mueca burlona... no aparentaba más de veinticinco años, teniendo unos setenta.

No comprendía como podía ayudarle, así que alzó una ceja al mas puro estilo Malfoy para demostrar que no tenía todo el día, lo cual era cierto, debía entregarle a McNair un trabajo sobre las acromántulas que no había ni empezado.

Lord Voldemort sonrió complacido ante el gesto que acababa de hacerle su alumno preferido.

-Irás a Gryffindor -sentenció.

-¡¿QUÉ?! ¡No me puedes hacer eso, Tom! -cualquier otro estaría siendo castigado por haber pronunciado su verdadero nombre, pero no Harry Potter -Sabes que por mis venas corre sangre de Slytherin.

Voldemort volvió a sonreír, había hecho un gran trabajo con el chico, no habría podido elegir mejor compañero. El muchacho no le temía, actuaba según sus convicciones sin importarle las consecuencias, era poderoso, inteligente, leal, era... único -si, esa era la palabra.

-Entrarás en Gryffindor, te harás amigo de tus compañeros y le confirmarás a Dumbledore que eres tan inocente y bueno como todos creen.

Harry no pudo reprimir una mueca, mezcla de desprecio y contrariedad.

-No pienso hacerlo.

-Lo harás Harry, porque hasta los diecisiete, ya que Sirius está en Azkaban, yo soy tu tutor -el nombre de su padrino resonó en los oídos del ojiverde. Remus Lupin, su profesor de Artes Oscuras le había hablado de él y de la traición de Wormtail.

En la guerra, sus padres habían optado por la neutralidad, pero al conocer que Voldemort iba tras su hijo se escondieron. Sus amigos, Remus Lupin, Sirius Black y Peter Petigrew, aunque eran fieles partidarios del señor Oscuro habían decidido no confiarle el paradero de los Potter. Su amistad estaba primero.

Pero Petigrew los traicionó, y el idiota de Dumbledore dijo que había sido culpa de Sirius. Ni siquiera Voldemort, a través de todos sus contactos, pudo evitar que fuera encarcelado.

Harry odiaba al viejo mago con todo su ser, un odio que tendría que haber estado dirigido hacia el asesino de sus padres. Pero Harry, curiosamente, no le tenía ni el más mínimo resentimiento a Voldemort, que tendiendo la oportunidad de elegir entre dejarlo entre las ruinas y recogerlo, había elegido la segunda opción, ofreciéndole la familia que antes le había arrebatado.

FIN FLASH BACK

Harry había cumplido con su misión a la perfección. Logró infiltrase en las filas enemigas, hacerse amigo de todos sus estúpidos compañeros de casa y volverse íntimo de una sangresucia sabelotodo y un traidor Weasley. Fingió odio hacia su mejor amigo, desprecio a las Artes Oscuras que tanto le fascinaban y admiración hacia Dumbledore, su más acérrimo enemigo.

En primer curso casi podrían haber conseguido la Piedra Filosofal, pero Voldemort, ya inmortal y con más riquezas que las que podría gastar en dos vidas, prefirió representar una pequeña obra que llevase al alquímico objeto a su destrucción, de tal manera que nadie más pudiera usarlo.

Segundo había sido interesante. Tom le planteó un examen en forma de acertijo... interactivo. Debía averiguar que era lo que estaba petrificando a los alumnos, cosa que no le costó deducir mucho ya que conocía la historia de la Cámara de los Secretos, averiguar donde se encontraba ésta y como había logrado Voldemort, que no se había movido de la Mansión, abrirla. Por último debía derrotar al basilisco.

En el tercer curso, fue el año merodeador. Pues recuperó el famoso mapa, Sirius escapó convirtiéndose en una leyenda y poniéndose, con más ganas si cabía, de nuevo a las órdenes del señor Oscuro y Remus les dio clase de Defensa lo que provocó que durante varios días le entrase la risa cada vez que lo veía.

En cuarto, tras el Torneo de los Tres magos Voldemort había decidido volver a la sociedad y el mismo Harry había matado a Diggory.

En quinto se representó el montaje de la muerte de su padrino con ayuda de los recientemente fugados mortífagos y luego Dumbledore le había contado la profecía. O su versión de ella.

Harry tuvo que hacer uso de toda su sangre fría para no estallar en oscuras carcajadas mientras el director con rostro serio y aparentemente culpable se la iba relatando.

Cierto era que era que era el Elegido, él único que tenía el poder suficiente para derrotar al señor Oscuro. Pero también era aquel que, si tal era su decisión, podría crear un nuevo mundo de Tinieblas. Dumbledore, comprendiendo la gravedad de la situación, manipuló la historia de manera que los dos magos se retasen finalmente en un duelo muerte, de donde, si había suerte, no sobreviviría ninguno.

Durante su sexto año tuvieron dos novedades importantes, los invencibles habían conseguido convertirse en animagos (la forma de Harry consistía en un poderoso jaguar) y Ginevra Weasley se había cambiado de bando, descubriendo que los mortífagos no eran como los pintaba Dumbledore. Cierto que había que obedecer, cosa que a los invencibles les importaba más bien poco, que era duro... pero la última Weasley no se rindió y demostró ante Voldemort todo lo oscuro que tenía su alma cuando mató por primera vez en el atentado de Devon al secretario del ministro de magia. Como recompensa, se le hizo partícipe del secreto mejor guardado de todo el mundo mágico: la verdadera identidad de Harry James Potter, líder de los invencibles. Deseosa de pertenecer al selecto grupo, puso todo su empeño en conseguirlo, descuidando incluso los TIMOS, y consiguiéndolo a principios del año siguiente.

Descubrió que Pansy no era una tonta superficial, si no una chica simpática e inteligente que le ayudó a adaptarse a las nuevas condiciones de vida. Aprendió a distinguir las verdaderas sonrisas de Draco de entre todas las arrogantes y se dio cuanta de que en verdad el joven Malfoy era muy agradable y atento con todos los que le importaban. Blaise era el bromista, el hiperactivo, el que no paraba ni un segundo y Theo el callado y misterioso, una combinación que a la pelirroja le encantó.

Poco a poco se fue enamorando de él, y el sentimiento fue correspondido, pero temía confesárselo a los demás pues ignoraba si en el lado oscuro se podía amar. Cual fue su sorpresa cuando vio que todos recibían la relación con los brazos abiertos. Sus nuevos amigos los felicitaron, Bellatrix le dio algunos consejos sexuales y hasta Voldemort les dio su aprobación.

Pero ahora estaban a mediados del séptimo y último curso de Hogwarts y Harry se encontraba en la sala común de Slytherin. Los alumnos no se sorprendían al verlo ahí, ya que todos ellos habían ingresado previamente en la Academia y conocían la verdadera historia de Potter.

-Vamos Harry, solo unos meses... –le animaba Draco.

-¿Y después que? Después me tendré que hacer un jodido auror y... ¡maldita sea! ¡Esta vida es una mierda! Lo primero que haga cuando se descubra que soy el espía será cargarme al puto viejo, a la sangresucia y a la comadreja...

-Nido de serpientes -la puerta secreta de la sala común acaba de abrirse mostrando a Blaise y a Ginny, que se quitaban la capa de invisibilidad perteneciente al moreno.

-Creía haberte dicho que sería yo la que matara a mi querido hermano, Harry –dijo con una sonrisa.

-Vale que tenga que vivir con ellos pero, ¿por qué coño se meten en mi vida? La sangresucia no para de decirme que tengo que buscarme novia, que últimamente estoy muy susceptible y que necesito descargar tensiones. ¡Lo que necesito es humillarla, torturarla, destruirla! –continuó Harry, levantándose del sofá furiosamente.

Los demás rieron y Draco le dio un abrazo reconfortante para intentar calmarlo.

-Ya sabes que puedes venir aquí cuando quieras –susurró en su oído. Le guiñó un ojo y tras desearle buenas noches a la pelirroja, desapareció por la muerta del dormitorio de chicos.

-Venga chaval, será mejor que os vayáis o la sangresucia irá a llamar al director porque Voldemort te ha secuestrado -los despidió Zabbini sonriendo.

Harry y Ginny se pusieron la capa invisible y salieron de la sala común.