Porque en el fondo ellos dos se han amado siempre...un songfic dedicado a Harry y Ginny :) espero que os guste, basada en "Canción de Amor" de Don Omar, disfrutadlo :)
Cada día se detenía unos segundos a mirarla, a contemplarla. Se levantaba cada mañana con ella a su lado, admiraba el brillo de su pelo, se embriagaba con el olor de su piel, con el perfume de sus labios, cada día.
A Harry le encantaba su sonrisa, era algo por lo que mataría, por verla sonreír aunque fuera un segundo...o para toda la vida. Cada vez que se cruzaba con ella no lo podía resistir, una sonrisa se dibujaba en su rostro.
La recordaba, la recordaba perfectamente, aunque en aquellos tiempos no sabía el futuro que le deparaba, tan sólo quería que fuera suya, amarla para toda la vida.
Sí, así es como la recordaba. Recordaba cómo poco a poco se fue convirtiendo en una mujercita, bastante más atractiva que las demás, más apetecible, mucho más sexy...atraía a muchos hombres y eso le hacía sentirse desconfiado, desesperado...le hacía sentir ganas de tenerla sólo para él.
Sus piernas se volvían de gelatina cada vez que ella pasaba por su lado, temblaba como un flan cuando ella se acercaba, cada vez que ella le dirigía la palabra y, sobre todo, no podía evitar derretirse cuando ella se ruborizaba al oírlo hablar.
Y es que, él sabía que a ella le gustaba él, que esos mensajes furtivos eran suyos aunque fueran anónimos. Pero era la hermana de su mejor amigo, no podía corresponderle...aunque el hecho de ver a otro chico acariciar su precioso pelo color caoba lo hacía temblar de rabia, sentía ganas de matar. Porque mataría por ella si tuviera que hacerlo.
Porque él daría su vida por ella aunque no le correspondiera, daría sus escasas pertenencias al mismísimo Lord Voldemort si ella se lo pedía. Iría hasta el fin del mundo por estar con ella aunque fuera un segundo, un mísero segundo.
-Buenos días, cariño, ¿qué tal has dormido? – dijo ella sonriente, recién levantada - ¿te apetece un café? – preguntó.
Él la miró. Nunca se hubiera imaginado que estaría felizmente casado con ella, compartiendo el resto de sus días con aquella mujer. Aquella mujer tan guapa, tan radiante, tan comprensiva...para él, era todo lo que podía desear. Le encantaba el pelo alborotado que tenía recién levantada, no podía dejar de mirarla...de mirarla embobado...
-No, Ginny – dijo sonriéndole – lo que me apetece es tenerte para siempre.
Y dicho esto, le dio un buen beso, sintiéndose el hombre más feliz del mundo. No sólo tenía a la mujer que amaba, sino que tenía tres hijos preciosos con ella, con Ginny, con Ginny Weasley, aquella chica a la que una vez amó en silencio...aquella chica que una vez le envió una ridícula postal de San Valentín...y no pudo evitar sonreír al recordarlo.
