Summary: Cuando las apariencias son más importantes que el amor, algunas personas no pueden sobrellevarlo, sobretodo si esa persona es la última agregada de Foks: Bella Swan, quién está acostumbrada a una vida de lujos y gustos cumplidos con el chasquido de sus dedos. El pasar su último año de instituto en Forks, el lugar menos de moda del planeta ¿Le hará cambiar de parecer?
Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer, la trama es mía y de Gris.
N.A: Gris, tú querías una combinación de un hippie y una snob, acá la tienes pero será un two shot, y no un OS. Luego tendrás flluf, lo prometo. Oh! y no hay Beta porque es un regalo jijiijiji
Love is free
Capítulo 1: Sórdido y mundano
Tenía todas las de perder, pero ya estaba hecho. Este mundo no podría ser suficientemente bueno sin mí, y yo necesitaba que siguieran adorando el suelo que pisaba. Si seguía en Forks, sería mi ruina.
Edward Cullen no podía seguir jodiendo mi cabeza. No podía seguir con la misma historia.
No.
Pero…
¿A quién iba a engañar? Él es la única razón por la que no había dejado el instituto en el que íbamos, hasta ese momento. Él y sus labios. Él y su voz, Él y sus besos. Él y su cuerpo. Él su forma loca de amarme.
La forma tan insoportable en la que me comportaba era horrible, pero no conocía otra… hasta que él apareció. Yo era la reina del Instituto de Forks. Nadie podía meterse conmigo y vivir (tranquilo) para contarlo.
El séquito que me seguía hacía trizas su reputación buena o mala y transformaba su vida en añicos.
No estaba segura como empezó todo, pero cuando Edward Cullen se metió por primera vez conmigo, fui yo quien organizó la "venganza", fui yo quien decidió que las cosas no podían quedarse en manos de las chicas que me idolatraban. Fui yo quien inició rumores, publicó fotos en Facebook e Instagram. Adjudicó revueltas ante los maestros como si Edward las hubiera organizado y todo para nada.
Ni siquiera se molestó conmigo cuando publiqué una foto de él fumándose un porro.
Parecía no afectarle nada.
Y ¿Por qué me había puesto así?
Todo porque él decidió llamarme reina del hielo. No es que Forks no estuviera casi completamente congelado 362 días del año y los otros tres apenas tibio, no era por eso, sino porque según lo que él había visto, yo no dejaba que nadie me folle. "Que nadie me caliente" literalmente.
Me enojé demasiado, lo tomé como un reto personal por decirlo menos. Hasta me pareció grosero y yo no era de las personas que se dejaran amilanar por comentarios tan insulsos.
En fin.
Él iba en último año, como yo, pero por causas que aún no conocía estaba retrasado por dos años. Bueno, casi dos años.
Eso no quitaba que fuera muy inteligente para copiar o hacer bien sus exámenes, eso era algo que tampoco sabía.
Un sonido en mi ventana (muy conocido) me hizo saltar y volver al presente. Él estaba aquí. De nuevo.
—Te dije que no quería verte esta noche. —susurré, aun no sabía si mi padre estaba frito. Y con los rumores que oí... me cabree aunque sabía que él era incapaz de algo así.
—¿Por qué dejaste tu ventana abierta, entonces? —contestó él, precavido. Buen punto, pensé.
—Porque tengo algo de calor. —mentí. Pero eso me salía bien. Mentir era mi fuerte.
Él alzó una ceja, su rostro se iluminó con picardía. Odiaba que él pudiera leerme tan bien. Que supiera que mentía o decía la verdad.
Lo odiaba.
—Si te has puesto esos shorts para combatir el calor, yo te puedo enseñar otra forma de combatirlo.
Se acercó con cada palabra, temblé por dentro, era muy sexy a pesar de sus jeans fuera de moda, viejos y gastados, de su llamativa y colorida camiseta y de su chaqueta de mercado de pulgas.
Jadeé cuando su mano acarició mis costados hasta ubicarse en mis caderas, atrayéndome bruscamente luego, pegándome a él.
Atacó mi boca justo antes de pronunciar un "te extrañe" susurrado. No me importó que tuviese barba o algo de bigote, aunque ya le había pedido que se afeitara, él nunca hacía caso. Automáticamente me apreté a él, sin siquiera tocarlo.
Quería decir lo mismo, pero no podía, la regla con él era solo sentir.
Su boca era tierna al principio, pero cuando sus manos estaban libres me tocaba en todos lados, como si no tuviera suficiente de mí, y me fascinaba aquello. Soltó mis labios un momento
—Bella… —siseó. Para provocar mi ira en la escuela, me llamaba por mi nombre: Isabella
Aquí, en mi habitación cuando sea que estuviésemos a solas, me llamaba Bella. Mordí mis labios para no gemir. Para no soltar aquello que luchaba dentro de mí siempre que él estaba cerca.
—Déjame probarte… por favor, —soltó cerca de mi oído. Yo asentí, se suponía que no lo quería aquí esta noche, que tenía que reunir fuerza para dejarlo, para tomar mi decisión e irme de Forks, pero no podía. No quería. —Vamos, nena, deja la tensión. Nadie nos ve aquí. Nadie te juzgará.
Esa frase me congeló. El hecho que me recordase mis complejos de superioridad a pesar de que le había rogado que no lo hiciera ni en broma, y me lastimó.
Me aparté de él por primera vez como si su toque quemara de forma desagradable.
—Quiero que te vayas, ahora. —dije.
—Otra vez con eso, —soltó rodando los ojos, e intentó acercarse.
—Sí, Cullen. Vete de mi casa y por favor no vuelvas.
No pude verlo a los ojos, ni siquiera pude aguantar estar allí. Él hacía las cosas muy difíciles para mí. Lo escuché suspirar pero su tono fue algo brusco cuando agregó:
—Bella, no salgas con esto ahora.
—Busca a Lauren Mallory, a quién se te dé la gana, pero a mi déjame en paz. Ahora. —casi me sale un grito. Pero recordé a mi padre abajo. Me estaba poniendo histérica.
—¿Así que todo es porque Lauren me besó? Sabes muy bien— eso me cogió con la guardia baja. Mi cara de póker se fue al traste.
—Era cierto… Tú y ella… ¿Cómo—
—Yo, yo pensé que lo sabías. Lo siento, Bella. Perdón, ella se lanzó contra mí, yo no lo vi venir. Pero yo no—
—Claro, tú te quedaste de piedra ¿no? —eso fue la gota que derramó el vaso. Todo lo poco que dudaba ante el hecho de largarme de Forks había desaparecido y reemplazado por la pena de saber –o darme cuenta –que él era igual o peor que el resto. —Pensé que eras diferente, pero me doy cuenta que no vales la pena igual que el resto de los idiotas aquí. Te tengo noticias… —no debía decirlo así, me doy cuenta ahora, pero él había cagado mi sueño de mantenerme lejos de todos aquí. —Me voy de Forks, tú puedes ir a buscar cualquiera de esas zorras que se te lanzan como moscas.
Su boca se abrió y me vio dolido.
—Ahora sal de aquí antes que llame a mi padre.
—Bella, no…
—Soy Isabella, para ti o para cualquier otro gusano aquí. ¿Entiendes? Jamás vuelvas a llamarme así. Ni con público ni si él. Para divertirme un rato me serviste, pero ahora que sé que estás de benefactor ajeno, no quiero las ladillas que esa pueda tener. Lo voy a repetir solo una vez más: Sal de mi habitación.
Mi voz era afilada y tenía muchas ganas de llorar. ¿Por qué me enamoré de este idiota? ¿Por qué no me fijé en James Ferguson o Marco Vulturi? Ellos venían de familias adineradas como la mía, tenían todo ese dinero a disposición, ese lujo que rodeaba sus casas. Y Cullen tenía prácticamente lo mismo que mi padre, una casa pequeña, padres acomodados a vivir con varios hijos y ningún lujo o capricho por cumplir.
Supongo que por eso mamá dejó a papá, y luego fue a Florida y se encontró con Phil, quién se pudría en dinero, yo merecía eso, no una casa hipotecada en los suburbios.
—Y tú has vuelto a ser la perra de siempre. Pero me alegro que te largues; Mallory si sabe lo que quiero. Ella está dispuesta cuando—
Lo abofeteé. Parecía sacado de novela barata, pero no pude evitar golpearlo, me había herido como jamás pensé que haría y ahora solo quería que se largara.
Que desaparezca.
Su rojo rostro no se volvió contra mí, pero supe que tomó su mejilla, asombrado por el golpe, si hasta yo estaba asombrada él con mayor razón, pero no mostré una mínima parte de dolor o sorpresa, salí de mi habitación y me fui al baño. Esperaba que cuando estuviese de vuelta, él ya no estuviese allí.
En cuanto cerré la puerta de baño, mi dejé caer en la tina de baño y lloré en silencio, por mi corazón roto, por haberme enamorado, por él y por mí. Lloré porque tendría una semana más para enfrentarme a su rostro. Y no sabía cómo lo haría. Aunque aún me quedaba sábado y domingo para pensar en cómo hacerlo.
…
Tuve suerte y al volver con los ojos hinchados en demasía, él no estaba en mi habitación, eso logró que llorase otro poco. Se había ido para siempre de mi vida y no quería que fuese así, pensé que podríamos mantener una relación a distancia, que nuestro amor (aunque no reconocido por mí) podría durar hasta que él terminara este año y luego podernos encontrar en otro estado, cuando fuéramos a la universidad, pero todos esos sueños creados en mi cabeza se desvanecieron con la humedad de mis ojos.
…
A la mañana siguiente, papá me observó con ojos entornados. Yo no me había visto en el espejo aun, así que probablemente mis ojos estaban realmente hinchados.
Sin embargo él no dijo una palabra al respecto. Estaba en pijamas, y le pregunté si quería desayunar. Él asintió y me ayudó a poner el café. Parecía debatirse entre hablar y no decir una palabra.
—Bella ¿Estás bien? —mis ojos que habían parecido secos hasta hace un segundo se llenaron de lágrimas otra vez. —Lo siento, cariño. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Sólo abrázame papá. —sollocé sobre su camiseta, porque no quería decirle la razón de mi llanto, así que después solo le conté una parte. —Voy a extrañarte mucho. —y esa parte era totalmente real. Charlie Swan era una de las pocas personas que existen en el mundo con quien es fácil vivir. Con quién no tienes que hablar mucho aun estando uno al lado del otro.
—Cariño, ¿Quieres que le diga a Renée…?
—No, tengo que hacerlo. Pero voy a visitarte, Charlie Swan. No te librarás tan rápido de mí.
Realmente esperaba poder hacer eso sin romperme en el intento.
…
Antes de que llegase el lunes no pude pegar el ojo. Aparte del hecho que sentía mis ojos vacíos y mi alma hueca, mi coraza estaba resquebrajada y no tenía ánimo para ir a la escuela. Menudo lío, apenas íbamos a terminar el período para poder darnos las vacaciones de mitad de año y yo quería irme en la última parte del instituto. Sería un caos al volver a Florida, pero necesitaba largarme, estar en Forks me intoxicaba.
Bueno, me intoxicaba un ciudadano en especial.
Al observar la ventana caí en la cuenta que el sol ya estaba cubierto por una fina constelación de nubes grises, el lunes había llegado después de todo. Y con él, mi martirio personal.
Me vestí después de ducharme, bebí jugo de frutas, comí un poco de cereal, me preparé un sándwich y otro para Charlie, arreglé mi bolso Prada y me calcé unas hermosas zapatillas negras con puntera de charol, cortesía de Chanel. Iba con un abrigo que no me lo había comprado en ninguna tienda exclusiva, pero para el tiempo que hacía me venía muy bien. Afuera podría congelarme fácilmente. Mis jeans eran sencillos también. Me había costado hacerme a la idea que aquí, en medio de la nada, no hubiese algo parecido a una tienda exclusiva y peor conocer el hecho de que apenas había un salón de belleza en todo Forks, el único spa estaba todavía en Port Angeles y no tenía ganas de conducir hasta allá.
Era toda un pesadilla.
Para alguien como yo.
Estacioné mi auto en mi lugar de siempre y cuando salí todos estaban aglomerados en la puerta de la escuela donde una pareja que no lograba identificar estaba en medio.
Al acercarme noté que mi cuerpo sentía a Edward cerca, y mis peores pesadillas se hicieron realidad cuando le vi de la mano de Lauren en la entrada, mientras todos les rodeaban, mi corazón que apenas había estado latiendo se destrozó en segundos.
…
Ese día no hablé con mucha gente, y el resto de la semana fue más de lo mismo.
Edward parecía evitarme o tal vez era yo la que me alejaba de él tan rápido como entraba en mi visión periférica, en cuanto a las clases que teníamos juntos (cuatro en total) esas no podía pasarlas de largo, así que en cuanto sonaba la campana para cambiar de aula prácticamente me desvanecía del salón.
Pero el viernes (ayer) que ya la gran mayoría de alumnos del instituto sabía que me iría a Florida a estudiar decidieron despedirme como si ya conocieran que no iba a acudir a la fiesta de graduación sin que lo supiera nadie en realidad. No le había dicho a nadie. Simplemente no iba a ir. Menos si la parejita feliz iba a ser coronada como reyes de graduación.
Eso nunca.
Todos con los que me crucé me decían que esperaban que volviera cuando triunfara, que visitara a mi padre y a ellos de vez en cuando, que me extrañarían y que el pueblo no sería lo mismo sin mí.
No entendía nada, era una perra con ellos y me querían ¿Estaban locos o qué?
Edward se me acercó una vez antes de irme a casa, pero subí a mi auto lo más veloz posible y me largué.
No quería llorar delante de él.
No quería llorar nunca más.
Menos por su causa.
…
En casa busqué las cajas que me hacían falta para mi ropa y los libros que había adquirido durante el año, y para los pocos artículos que necesitaba en esos momentos.
Y lo encontré. El vestido que quería usar para la graduación, de un tono de azul zafiro, sencillo y a la vez complicado, era a la altura de las rodillas con corte A, con vuelo. Y manga corta con escote ojal. Nada del otro mundo y lo habían hecho a mi media. El detalle maravilloso, era los intricados bordados de plata que tenía en toda la extensión del corpiño y las mangas. Y puesto a que el diseño terminaba en la parte más angosta de mi cintura creaba una imagen estilizada y dulce.
Me fascinaba, había sido mi regalo adelantado de graduación cuando mi madre me visitó el pasado setiembre en mi cumpleaños.
Quería llorar de nuevo, ni eso tendría, porque quién se suponía que era mi pareja de promoción estaba metiéndole la lengua a la garganta de Lauren en algún rincón de este pueblucho.
Mi vida era una mierda.
…
Me largué a dormir sin más. Quería tanto golpear a Edward ahora, para poder dormir tranquila y golpear a Mallory me haría un favor mayor, pero no tendría ninguno. Mañana tendría que terminar de empacar. Aunque había planeado irme a fin de mes, no deseaba dilatarlo más, estar acá me lastimaba más cada día y mientras los estudiantes de Forks estarían disfrutando mañana de la graduación yo estaré yendo a buscar una vida diferente.
Cerré los ojos deseando borrar los recuerdos que tenía de ésta habitación, de ésta cama. De él.
Mi mente estaba destruida, incluso podía percibir el irritante sonido de los golpecitos en mi ventana.
Cogí la almohada y tapé mi cabeza. Me puse bocabajo para intentar continuar pero el persistente sonido seguía molestando. ¡Agh!
Me levanté con la intención de gritarle al viento por joderme el sueño. Y tuve que quedarme quieta de inmediato. Él estaba aquí. Susurró un "Bella" y yo me derretí, pero no demostré nada, retrocedí hasta sentarme en la cama. Me debatí internamente pero estaba demasiado herida como para permitirle acceso a mi vida, y menos a mi corazón.
Él me había destruido.
Negué con la cabeza antes de verlo por última vez. Él crispó su rostro, adolorido.
No me importó. Quería seguir viva, aunque estuviese vacía por dentro. Bajé la cortina de mi ventana y me metí de nuevo. Su silueta seguía allí, cerca de mi ventana cómo en estado de shock.
Lloré otro poco sin hacer ruido o intentando lo más posible de no hacerlo.
.
Temprano por la mañana me dolía la cabeza, el llanto había durado bastante a pesar de que mis ojos aclamaban calma, pero no pude evitarlo. Este era mi último día en Forks. No quería volver, aunque...
Okay, ¿demasiado drama? Que piensan de Edward? Y de Bella?
Sean sinceras, por favor.
Y... ¿Te gustó Gris?
