Tu Regalo… soy yo
Por Mayra Exitosa
Capítulo I
Un cambio de Padres
Candy se encontraba en el hogar de Pony, pensaba que ya no era la hija adoptiva debido a su empeño en que no debía ser la hija de Albert, la Tía Elroy como era quien se hacía cargo de Albert en el momento de la adopción, dio la orden de ser ella quien quedara a cargo de Candy. Elroy al no contar con hijos propios, lo mejor sería que Candy contará con su protección y no la de William Albert Andrew.
Su plan era a futuro, si William contraía matrimonio no era bueno contar con una hija adoptiva, dejarla sin apellido después de haber pertenecido a una familia tan importante y no solo eso, salvar la vida de William era algo que agradecería eternamente. George al ser ella quien se quedaba con los papeles de Candy sonreía, para él fue lo más irónico que pudo ver en los Andrew, ya que Madame Elroy no era precisamente la madre amorosa que deseaba Candy… pero quien dijo que William Albert Andrew era el padre que Candy deseaba, si eran por poco de la edad.
- Tía… Candy ya es mayor, es independiente, no es necesario que se quede como hija adoptiva de usted
-Y como crees que se verá ante la sociedad, después de que su reputación estuvo de boca en boca por todo Chicago.
- Eso fue gracias a su familia, Sara y sus hijos, Tía.
- Tal vez tengas razón, pero ella no quedará desamparada jamás. No mientras yo viva… sobre todo, cuando le debo la vida de mi sobrino y la culpe por tanto tiempo de la muerte de los demás que ya perdí, no es justo, es mejor dejarla bien y si es posible que encuentre un buen esposo, mucho mejor.
Albert levantó ambas cejas, un esposo para Candy pensaba, ella era una joven muy hermosa, pero que hombre podía merecer a Candy, y ella se habrá olvidado de Terry, la última vez que hablamos de él solo dijo que estaba en su pasado y que él sería feliz con su esposa.
- ¿Qué sucede William?
- Pensaba si Candy estará presente en mi cumpleaños, ahora como hija tuya.
- Por supuesto envié a George por ella para que hablemos de la situación actual en la que se encuentra.
- Me alegro, Candy siempre tan sonriente y feliz, definitivamente se parece mucho a su nueva madre adoptiva. En un tono de ironía, Albert salía del estudio con media sonrisa, por ver a Candy cuando le dijeran que su Tía querida, la mujer más seria de todo Chicago era la nueva madre de Candy.
Candy en el padre árbol de la colina, sentada con un libro en su regazo, sonreía pensando que podía regalar a Albert ahora que por fin sabía su día de cumpleaños, ya que la Tía Elroy organizó un gran evento. Sonreía al pensar en ir a buscar un buen animalito de compañero y comenzó a reír al recordar cómo se ponía celosa Puppet de Clint al acercarse a Albert, si llevaba otra nueva mascota tal vez Puppet se sentiría agredida y podría espantar a quien le regalará. Y si le regalaba una mofeta macho para Puppet. Soltó una carcajada de solo pensarlo.
Después recordaba que a Albert le gustaba la cocina, y que ella había aprendido en hacer el pastel favorito de Albert, pero en la casa, lo consentían tanto que siempre le daban no solo ese postre favorito sino muchos y todos opacarían cualquier intento de postre especial.
Abrió el libro que tenía en sus manos y sonreía, era de una historia de una familia y en ella hablaban de que el mejor regalo que le pueden dar a su madre son sus hijos, Candy sonrió, ella era el regalo de Albert, pues había sido el único que la adopto, que vio porque ella tuviera ropa y sustento, hasta cuando estuvo con amnesia, el siguió junto a ella y le daba de comer, como una madre suele hacerlo, si sabía cocinar era gracias a Albert y su sincero empeño porque ella aprendiera, cuando la mandó rescatar de irse a México, cuando cayó de la cascada, definitivamente fue un padre ejemplar, sin saberlo siempre la protegió… y de aquel león ¡Por Dios! Albert te debo mi vida por completo, que sería de mí sin ti todos estos años, Albert como te quiero… ¿Te quiero? Si siempre y mucho… mi príncipe, mi amigo, siempre conmigo y cerca… que regalo puedo darte… si todo lo tienes.
En eso un auto se escuchó llegar sacando de sus pensamientos a Candy quien se levantó para ver quien llegaba, a lo lejos vio un auto de los Andrew y camino sacudiéndose la falda del pasto donde había estado sentada. Después se echo a correr y la hermana María estaba conversando con él.
- Candy, hija, vienen por ti, tu familia te necesita
- Hola señor George, que gusto verlo. ¿Cómo está la Tía Elroy y Albert?
- Todos bien señorita Candy, la esperan en casa.
- Bueno ya no soy una Andrew George, pero iré a festejar el cumpleaños de Albert.
- Se equivoca usted Señorita Candy, al anular la adopción usted quedó con el apellido Andrew, por quien realmente la adoptó por orden del señor William.
- ¿Cómo?
- Si usted es la hija de Lady Elroy Andrew. Candy abrió sus ojos y la hermana María la veía asombrada por como dejo muda a Candy al decirle que una dama era su madre. Así que decidió intervenir.
- Hija, es una bendición que sigas contando con el apellido original, es el mejor regalo para una dama tener una hija tan bella y educada como tu Candy. Candy soltó la boca y vio a la madre María, George sutilmente se cubrió la boca y se movió de medio lado para realizar una media sonrisa. Candy respondió
- Madre María, para Tía Elroy soy… la peor de las damas de sociedad, ella jamás pensaría en mí como una hija bella y bien educada.
- Candy no debes juzgar a tus padres, ella es… tu madre adoptiva y no creo conveniente que juzgues a tu madre, cuando ella dio su apellido y ha mandado por ti, para que vivas con ella.
- ¡Qué! ¿Cómo dijo usted?… ¿Madre?
- Hija George trajo esta carta de parte de la Srita. Elroy donde ella acepta que es tu madre y que fue ella quien realmente envió los papeles de William para adoptarte, cuando ella era quien debía ser realmente la que te adoptará, pero como en Escocia, no le permitían, aquí en América si puede ser tu madre adoptiva.
Todo se agilizó y con instrucciones precisas, solicitaba todas las cosas de Candy para que ella no tuviera que volver a vivir en un hogar que no era el suyo, cuando contaba con una familia que siempre velaría por ella.
George subía las cosas con tranquilidad y daba órdenes al chofer, viendo a Candy quien estaba seria y pensativa sin palabra alguna, Candy ya no era la niña que él vio un día, ahora estaba más alta, delgada, su cara afilada y el cabello estaba recogido ahora en una cola alta. Los vestidos se veían cortos y relavados porque ella siempre prefirió la ropa sencilla que podía comprarse, aunque en casa tenía ropas, ya no le quedarían desde hacía tres años que dejó Chicago, mantenían una amistad cordial entre ella y Albert la cual no estaba enterada madame Elroy, pero Albert siempre le escribía contantemente de sus viajes a su hogar, le enviaba regalos y detalles de sus viajes, se despedía al irse dándole su dirección y dejaba donativos en el hogar de Pony para que nada les faltará, se escribían todo el tiempo.
Candy por su parte pensaba que era una broma del destino, ella preocupada por Albert y este debía estarse riendo en casa al saber que su Tía ahora era su madre, cuando ella era una persona independiente y trabajaba, el colmo de una dama en todos los aspectos para la tía Elroy y ahora que… debía decirle mamá… sería primita de Albert… que estaría pensando Albert cuando permitió esto… porque no se le tomó en cuenta… era verdad eso de que ella debió ponerla como su hija desde el comienzo, pues Albert era un joven y apenas le llevaba algunos años… tal vez Albert se podría burlar de ella si reaccionaba como esperaba, pero … y si no… si aprovecho el ser hija de la tía Elroy… ella contaría conmigo y no estaría sola, los Legan decían ser su familia y que la amaban, pero desde que se fueron a Florida ya no la visitan… a caso realmente debía decirle mamá… si ella nunca se casó ¿o sí?
George notaba la seriedad de Candy y eso jamás lo había pensado, si algo tenía Candy era ser una chica muy parlanchina, no podía evitar pensar en cuando la salvo de aquella salida a México, que cuando Candy estaba más callada huyó, ahora también huiría… mirándola de reojo al notar que Candy había cambiado mucho Albert tenía tiempo de no verla sino de escribirse solamente y frecuentemente, que pasaría ahora que vivirían juntos de nuevo… George hizo media sonrisa.
-Srita. Candy, al señor William le dará un gusto enorme verla de nuevo.
- Gracias George, eso significa que está en Lakewood.
- No está en Chicago ahora, salió está mañana las inversiones y los nuevos contratos lo tienen bastante ocupado de momento.
- Y que le pareció a Albert, mi nueva madre.
- No hemos hablado de ello, pero fue la Srita. Elroy la que se empeñó en ser su madre, no dejarla sin un buen apellido, no después de que le debe la vida de su sobrino, tal vez quiere que consiga un buen esposo que vea por usted
- ¿Esposo?
- Si, ya es usted mayor y debería pensar en contraer nupcias.
- Pero… ¿por eso me adopto?
- No, ella siempre ha estado sola, más desde la salida del joven Archie a Europa y sin fecha de volver, el joven William todo el tiempo viajando, tal vez lo hace por contar con su agradable compañía.
- Es usted demasiado amable George, no soy la mejor compañía para Tía Elroy, pero si ella lo desea… tal vez tenga usted razón… debe ser difícil estar siempre sola…
- Ella se regreso a Lakewood por usted, porque ella estaba en New York y un tiempo en la mansión de Chicago, pero regreso a organizar la fiesta en Lakewood cuando decidió que usted sería su hija.
- ¿Lakewood? Es fantástico… es un lugar hermoso.
George veía la forma en que ahora sonreía Candy era… distinta… más soñadora y sensual, tal vez por el cambio y por lo delgada que estaba ahora, su altura, bueno ya William se lo haría notar cuando conversaran… pero eso solo hasta que la viera, lo que sentía era algo distinto, como si se pareciera a alguien pero no recordaba a quien.
Candy bajo del auto mientras su nueva madre, la esperaba en la entrada, la vio y no pudo dejar de abrir los ojos, tenía varios años de no ver a Candy. Uno de los sirvientes la tomó al ver que madame Elroy se tambaleaba, Candy corrió al verla
-Tía Elroy, ¿Qué le sucede? ¿Se siente mal?
- No hija, fue la impresión… discúlpame… bienvenida a tu hogar Candice.
- Gracias Tía, déjeme acompañarla para revisarla. - Por favor tráiganle un té y denme un botiquín debo atenderla, ella está un poco pálida, Tía si le molesta que haya venido, dígamelo por favor y me iré de inmediato, diré a todos que soy una caprichosa que no le obedeció.
- No hija, al contrario es una agradable impresión verte, ven toma mi brazo, caminó con ella hasta el gran salón y se colocó frente a una fotografía - Ves ahora mi impresión hija.
Candy levantó la cabeza y veía a una dama hermosa, con un vestido elegante y unos ojos grandes, el cabello recogido y sonriendo elegantemente
- Es la madre de Anthony tía.
- Si ahora ven. Dijo Madame Elroy al notar que ella no sabía porque su impresión, se fue frente a un gran espejo y al verse en el, era una joven mucho más alta que madame Elroy, un vestido desteñido, sus rizos en la cola alta y sin una sola gota de maquillaje lucía una hermosa joven con el rostro afilado y ojos grandes.
- Tía, ya estoy más alta que usted, no le parece que no es necesario que me adopte… estoy demasiado grande para ser una niña indefensa, sé trabajar y soy una enfermera muy eficiente, pero cuando me dijeron que vino a vivir aquí sola, no pude negarme, la verdad no quiero que este sola todo el tiempo, si usted le parece bien mi compañía, con gusto seré su hija el tiempo que usted lo desee.
- Hija, eso serás… mi hija, gracias a ti William está ahora en casa, Archie regresa y lo mejor es volver donde he sido la mujer más feliz del mundo aquí en mi hogar, gracias por no negarte, al final de mis días después de haber sido tutora de cuatro jóvenes, una hija es el mejor regalo que puedo tener.
- Gracias Tía Elroy. ¿O querrá que le diga madre?
- No merezco tanto honor hija, en todo caso si tuviste un padre, nunca estuvo como tal y de mí a una verdadera madre hay mucha distancia, pero si con eso te comprometo a estar a mi lado y ser una dama, seré tu madre hasta que muera.
No intento cambiarte hija, las veces que lo intenté fue en vano, mis métodos tal vez sean arcaicos, mejor es aceptarte cómo eres, si al menos deseas ser parte de mi familia, intentare que seas feliz y toda una verdadera Andrew porque cuando ya no esté aquí… serás lo único que deje de mi, una hija.
Candy soltó su boca y no pudo evitar que le brotaran lágrimas, abrazó con cariño a madame Elroy y ella sonrió sutilmente al sentir su corazón acelerado, pensaba que Dios le dio una segunda oportunidad, ella no lo noto pero Candy era semejante a Rosemary, tal vez ella todos estos años no lo vio, pero tenerla a su lado abrazándola, era volver a ver a Rosemary a su lado, en el espejo donde ambas permanecía veía a Candy con sus ojos cerrados y sus lagrimas brotando, mientras ella no pudo evitar sentir la ternura de tener de nuevo a su sobrina Rose junto a ella.
A penas se acomodaba en su nueva habitación, que estaba con detalles muy femeninos, notó que no había ropas como cuando era la hija de Albert, pero si la habitación más grande, el balcón al jardín de las rosas, perfumes y accesorios muy femeninos.
Tocaban a la puerta y metían paquetes al closet enormes, atuendos de todos tipos entraban y eran acomodados en el lugar, una joven que no conocía entraba dando instrucciones, ella con su cabello recogido, se acercó a Candy y la medía de la cintura de largo sin decir media palabra, después sacaba detalles y cosas nuevas sobre la cama, para que las viera
- Madame, estas son sus ropas de dormir, estas son las de ropa casual, vestuarios de cóctel, estos son sus zapatillas, se puede medir para saber si son cómodas para sus pies.
-Gracias, si. Candy estaba asombrada, notó como una joven sacaba sus ropas y cambiaba por los nuevos atuendos.
Salía después de horas de que por fin la soltarán todas esas personas, se encaminó por el pasillo y se encontró con Madame Elroy
-Hija, te parecieron bien los atuendos
- Si, Gracias.
- Acompáñame, caminemos un rato por el jardín. Me dice George que deseas seguir trabajando como enfermera, a mi me gustaría mucho que sigas pero de manera altruista, es decir, sin cobro alguno, ya que de ahora en adelante cuentas con ingresos suficientes, y sé que te empeñas en trabajar por seguir ayudando a tu hogar adoptivo, pero sabes, he decidió asignar una campaña de beneficencia directa al pequeño hogar y mejorar su estilo de vida.
- Gracias Tía, entonces no le parece mal que siga siendo enfermera.
- Hija… creo que es tu forma de ser, siendo honesta, me agradó mucho que me revisaras tú como enfermera cuando te vi llegar, es mucho muy gratificante contar con alguien familiar que te revise y te estime, al menos no por un pago, sino por consideración.
- Tía no lo diga así, usted me importa y siempre me ha importado mucho, si no la visitaba era porque no quería causarle un disgusto con mi forma de ser.
- Candice, he notado que has cambiado mucho, no veo a la pequeña niña inquieta sino a una joven preocupada por los demás, eso es muy agradable al menos no tendré que mandarte a buscar en los arboles.
- ¡Tía! Candy sonreía, pero ella si subía a los arboles, ahora de forma más discreta, sabiendo que le podía causar problemas a su tía.
Si tenía razón era mucho más considerada, pues solo al verla ya se le había bajado la presión, ahora si la hacía molestar eso podría dañarla, la verdad ya había tenido un padre ausente, ahora tener una madre que era mayor y que al menos estaba preocupándose porque ella fuera atendida y tratada con distinción, aunque fuera por agradecimiento o por dejar a alguien de compañía, era agradable.
