EDITADO Y CORREGIDO: gracias a GiselMalfoy
Los personajes de Harry Potter no me pertenecen a mí, sino que a J. K. Rowling, y solo se los cojo prestados un ratito. Y se los pienso devolver y todo...
Este fic se sitúa a comienzos del sexto curso de Hogwarts. Y a partir de ese punto...y pese a que como siempre intentare ser fiel al espíritu de la historia original, todo el sexto libro me lo pienso inventar. Este es mi segundo fic, y los que habéis leído el primero sabéis de lo que hablo...
Este primer capítulo es un testeo...no se si la historia gustara, dado que es complicada de narrar, se me ocurrió y no sé si saldrá bien...pero que narices...¿porque no intentarlo? Si la historia gusta la continuare, si no gusta...hare como si esto no hubiera pasado y dejare la idea en el cajón de "no salió bien, intentarlo de nuevo otro día con la cabeza más clara"
CAPITULO 1: Siempre puede ser peor...
Hermione recordaba. Se sentía nostálgica. Llevaba unos días viviendo en su infierno particular, y no podía dejar de pensar en lo irónico que era todo. Es como las terribles avalanchas que arrasan ciudades enteras, matando a miles de inocentes...y se desencadenan porque un simple, minúsculo e inofensivo copo de nieve cae en el lugar equivocado. Un milímetro más a la izquierda, o a la derecha...y no habría pasado nada. Pero ese copo de nieve decidió caer en el único lugar donde no debía caer.
Hermione pensaba en todo eso mientras se empezaba a resignar a lo que había pasado. Y sobre todo...pensaba en esas palabras que había dicho. Esa frase...esa frase de cinco palabras que había desencadenado una reacción en cadena que la metió de lleno en un viaje guiado por todos los círculos del infierno. Esas cinco palabras fueron su copo de nieve que cayó donde no debía.
Todo empezó a los dos días de empezar sexto en Hogwarts. Había cierto aire tenso en el ambiente, pese a que esos días siempre se usaban para reunirse con todos los viejos amigos y ponerse al día con lo sucedido en el verano.
Era la primera clase de pociones de Hermione ese curso, y sobre todo, la primera con el profesor Slughorn. Se había esperado otra cosa, pero Slughorn no era más que un pomposo rimbombante. No era mal profesor...pero se sentía frustrada.
Y la cosa solo fue a peor cuando Slughorn hizo lo que según Dumbledore siempre hacia: escoger a sus favoritos...sus chicos predilectos. Los que irían a sus cenas, a sus pequeñas reuniones de su club selecto privado, a los que daría clases extras. Y Hermione estaba incluida en el grupo. También lo estaba Harry...y unos cuantos más. Pero también estaba Draco Malfoy.
El pedante profesor los había citado a todos para una merienda privada esa misma tarde. Y Malfoy fue sencillamente…Malfoy.
-Bueno chicos...y chicas...-dijo el maestro con su voz aflautada mirando a Hermione con indiferencia- hablarme un poco de vosotros...
Todos se miraron algo incomodos. Y la voz de Malfoy resonó arrastrando las palabras.
-Me temo profesor que aquí hay algunos que además que no tienen nada que decir, dudo mucho que alguno de nosotros quisiéramos escucharles...-dijo el rubio mirando de soslayo a Granger mientras se llevaba con indiferencia una copa a los labios.
-Me temo profesor...-contesto la ojimiel escupiendo las palabras mientras desafiaba al rubio con la mirada- que hay otros que por mucho que hablen no dirían nada que mereciera ser oído ni por accidente.
La sonrisa de Draco se esfumó y plantó la copa en la mesa con más fuerza de la necesaria.
-Veo que sigues sin saber cuál es tu lugar, sangresucia- Le espetó con rabia
-Al menos yo estoy dónde estoy por méritos propios Malfoy, no a golpe de galeones...porque yo puedo ser una sangresucia, pero es que tú eres sencillamente idiota.- Dijo ella creciéndose ante la rabia de la mirada de hielo del muchacho.
-¡Tú no eres más que una desgracia para la sociedad mágica! ¡Eres una maldita anomalía, ganado defectuoso al que tendrían que sacrificar!- Malfoy estaba vibrando de ira, y miraba a Hermione como si pudiera matarla solo con sus pupilas.
Hermione no pudo contenerse y se levantó tirando la silla al suelo con estruendo y encarándose con Malfoy.
-Al menos yo no soy la prueba viviente de que la endogamia provoca retraso mental en la descendencia, Malfoy, me entristece pensar lo desesperada que estaba tu madre por tener hijos para parir algo como tú.- Le susurró con los dientes apretados, mirándole desafiante.
Todos los demás presentes los miraban con ojos alucinados. Incluido el profesor, en cuya ilusa cabeza no cabía que dos de sus alumnos estrellas, más prometedores y con mejores notas no se llevaran bien. Slughorn se vio obligado a intervenir cuando Hermione y Draco desenfundaron sus varitas dispuestos a maldecirse allí mismo.
Un certero expeliarmus los desarmó a los dos de un solo golpe.
-¡Calma! Basta ya...-dijo el profesor con un toque estridente en la voz- Por favor...somos todos gente civilizada. Sois de mis mejores alumnos y no consentiré este tipo de comportamiento. Sr Malfoy, su vocabulario para referirse a la Srta Granger es realmente ofensivo. Y usted, Srta Granger, me sorprende y decepciona profundamente que no sea capaz de controlar su temperamento, y una cosa es responder a los insultos y provocaciones y otra faltarle al respeto a toda la familia del Sr Malfoy...
Ninguno de los dos lo escuchaba, estaban demasiado ocupados intentando matarse a base de miradas. Y cuando Slughorn les pidió que se disculparan mutuamente ambos se cruzaron de brazos rebufando indignados. Antes se congelaba el infierno que cedieran algo y menos aún para disculparse.
-Ya veo...-dijo Slughorn- No puedo permitir este tipo comportamiento poco afable, así que me veo en la obligación de castigarles. Quizás si pasan algo más de tiempo juntos descubran algún terreno neutral en el que puedan ser amigos.
Las miradas horrorizadas de Hermione y las de asco de Draco no se hicieron esperar.
Y los castigó. Con esa bobalicona inocencia que solo los que se creen el maestro de ceremonias de un grupito selecto que espera que todos sus escogidos se lleven bien. Les castigó a que pasaran esa misma tarde en la mazmorra de pociones las horas de estudio limpiando y recogiendo el aula. Malfoy rebufó asqueado, Hermione estaba temblando de furia. La habían castigado, a ella, por culpa del hurón oxigenado. Y tendría que pasar con el toda la tarde.
A la hora acordada, entró en la mazmorra. Tenía la certeza de que nada podría salir aún peor. Y cuando vio a Malfoy sentado leyendo un libro distraídamente sin hacer nada de lo que le habían dicho hacer, supo que se equivocaba.
-Hay que ordenar esto...- le dijo ella con voz firme.
-Hazlo tú, a una sangresucia no le importara ensuciarse las manos...-dijo el con arrogancia mientras pasaba las páginas del libro de forma elegante y lánguida, como si ella no estuviera ahí y estuviera exponiendo un hecho obvio en voz alta.
-Malfoy...levántate de ahí y ordena tu parte, cuanto antes terminemos antes podremos irnos- La ojimiel estaba vibrando de furia mientras recogía algunos libros y limpiaba calderos a base de hechizos
-¿Para qué voy a hacerlo si lo vas a hacer tu, Granger?- dijo el sonriendo de medio lado
-¡No pienso hacer tu parte!
-Oh, sí lo harás, porque yo no pienso hacerla, y no puedes irte hasta que esto esté arreglado... ¿No ves la ironía del asunto Granger?- Malfoy se arrellanó y se desperezó como un gato que sabe que el ratón no tiene a donde ir, y que disfruta demasiado de la cacería como para dar el golpe de gracia demasiado pronto
-¡No pienso hacer tu parte! Y si tenemos que pasarnos aquí la noche, la pasaremos hasta que la hagas –La ojimiel alzaba progresivamente la voz, Malfoy tuvo el pensamiento de que si seguía alzando la voz en la misma curva progresiva, llegaría un momento que la voz de Granger sería tan aguda que solo la oirían los perros.
-Lo siento mucho Granger...pero es una excusa para pasar conmigo la noche, no me convence...sé que soy irresistible, tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo contigo, así que haz honor a tu clase inferior y limpia el aula tú solita...por algo la culpa de que estemos aquí es tuya.
-¡Yo no quiero pasar la noche contigo estúpido arrogante! Pero no pienso hacer tu parte del trabajo ¡Y es por tu culpa que estemos en esta situación!
-Entonces ponle fin, Granger, para pavonearte de ser tan lista eres indeciblemente estúpida...es simple...-Draco se inclinó y la miró por primera vez a la cara, sonriendo como un tiburón. Puso esa típica voz que ponen los adultos dirigiéndose a chiquillos especialmente tontos y canturreo- tú limpiar todo esto, y los dos poder irnos, a mí no dar la gana ensuciarme las manos y menos si tu poder hacer trabajo tú solita, que para algo debéis servir los sangressucias después de todo. Simple, ¿ves?
Hermione no pudo más y sacó la varita apuntando al rubio.
-Eres un malnacido, arrogante, estúpido elitista, pagado de ti mismo...-comenzó ella
-Si si si si...-dijo el ignorándola y volviendo al libro- Lo que tú digas Granger, pero haz el trabajo que tengo prisa.
La ojimiel no pudo contenerse más y un certero hechizo hizo volar el libro de Draco de entre sus manos
-¿¡Cómo te atreves estúpida sangresucia!- dijo echando mano al bolsillo para sacar su varita, pero Hermione ya estaba preparada y antes de que el rubio pudiera desenfundar ella ya le había lanzado un expeliarmus que lo mandó volando un par de metros hacia atrás.
Pero Hermione no había tomado en cuenta donde estaban. Draco chocó de espaldas contra la estantería en la que se guardaban montones de pociones y una cascada de botes llenos de líquidos de todos los colores, así como montones de frascos con ingredientes se le fueron encima.
La castaña no pudo más que mirar la escena con horror. Draco estaba inconsciente, y toda su ropa así como su pelo y toda la piel visible, estaba cubierta de manchas de mil colores distintos y salpicados por todo tipo de ingredientes mágicos de manera aleatoria. Tal como le habían caído encima. Le entro el pánico. No sabía qué le había caído encima. Podían ser desde filtros amorosos, pasando por pociones de paz, hasta pociones de muertos en vida y venenos variados. Draco podría estar muerto. Ella podría haberle matado.
Se acercó corriendo al chico y con cierta repugnancia, empezó a empujar con la varita trozos de cristal y pedazos de asquerosos ingredientes.
Draco seguía sin moverse.
-¿Estas bien?- le dijo sacudiéndole un poco por los hombros- Malfoy...despierta... ¿estás bien?
El atroz pánico seguía allí. Y entonces sucedió. Hermione lo dijo. Las cinco palabras que cambiarían su vida.
-Esto no puede ser peor...-y lo peor es que lo dijo mientras con dedos trémulos, tocaba la pálida piel del cuello del chico para tomarle el pulso.
Todo se puso blanco. Un fogonazo de luz cegadora la aturdió y perdió la consciencia. Por primera vez en mucho tiempo, Hermione se había equivocado. Las cosas siempre pueden ir a peor.
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Hermione despertó. Esperaba despertarse tumbada encima del hurón idiota o en un lecho de cristales rotos dentro de la mazmorra, o en la enfermería. Pero no sabía dónde estaba. Todo estaba oscuro. Muy oscuro.
Cuando se le desembotó la mente, se intentó mover, pero no podía. Bueno...no es que no pudiera moverse, no exactamente. Es que no se notaba el cuerpo. La punzada del pánico volvió.
Malfoy la había provocado, ella había atacado, y había acabado provocando un accidente mágico con unas 200 pociones implicadas. Posiblemente estuviera muerta. O algo peor...podría desear estar muerta cuando descubriera que diablos le había pasado.
Procuro calmarse, procuro ser fría y racional: lo primero que tenía que averiguar, era donde estaba. Lo segundo, que había pasado. Y una vez tuviera claro esos dos puntos, descubrir cómo solucionarlo. Era un plan.
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Draco se despertó en el aula de pociones totalmente solo. Le dolían las manos por los cientos de cortes que tenía. Nada grave, pero molesto. Estaba pegajoso y sucio por restos de pociones e ingredientes, y mascullo molesto. La sangresucia no estaba allí. Lo había atacado y había huido. Y lo había dejado tirado en medio de todo aquel estropicio. La desprecio más que nunca. Esa imbécil le había atacado. No iba a quedar así.
Se levantó con cuidado de no cortarse con más vidrios rotos y se espolsó la túnica con las manos. Sacó la varita y con varios reparos, arreglo la mayor parte del desastre. Le dolía atrozmente la cabeza.
"-Oh...no...No no no no...no,...esto no puede estar pasando...no, por favor no..."
Escuchó la voz de la sangresucia alta y clara. Se giró. Allí no había nadie. Quería cogerla del cuello y estrangularla con sus propias manos por su osadía. Pero allí no había nadie. Se agachó y miró bajo los pupitres por si la muy rata de biblioteca estaba escondida.
"¿Que yo te ataque maldito arrogante? ¡Lo estabas pidiendo a pulso! No estoy escondida imbécil, estoy aquí. ¡Y como se te ocurra intentar estrangularme te arranco la piel a tiras!"
Draco parpadeó confuso. El no había dicho nada. ¿Dónde diablos estaba Granger? ¿Cómo sabía lo que estaba pensando?
-¿Dónde mierdas estas Granger?- El rubio escupió las palabras con odio- no es que quiera ver tu fea cara, pero este juego no es divertido...
"-Pues cuando sepas donde estoy aun te reirás menos..."
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Hermione estaba muy preocupada. En un momento estaba a oscuras, flotando en un vacío sin forma ni nombre, y de pronto estaba envuelta en una luz brillante, y vio claramente el aula de pociones. La familiar mazmorra. Vio cómo su cuerpo se levantaba, y se quitaba el polvo sin que ella pensara siquiera en moverse. Vio como sacaba la varita y arreglaba algunas cosas. Y entonces oyó la voz de Malfoy de forma inconexa diciendo de matarla, buscarla y que si se estaba escondiendo.
Hermione era lista. Hermione sumo dos y dos. A Hermione no le gustó nada el resultado que obtuvo. Después de su charla con Malfoy ella decidió asegurarse de que estaba en lo correcto.
-Mírate en un espejo Malfoy...-dijo con voz trémula, sin estar muy segura de sí quería ver lo que iba a ver.
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"- Mírate en un espejo, Malfoy..."
Draco no sabía a qué diablos jugaba Granger, pero salió a zancadas del aula y fue a uno de los aseos, se encaró a una de las picas y lo que vio le robo el aliento.
Allí estaba su reflejo. Pálido, un rostro masculino de piel blanca, su perfectamente peinado cabello platinado, sus ojos color glaciar. Pero había otra imagen. La imagen de Granger superpuesta a la suya. Como un fantasma, etérea y sutil, pero allí estaba. El cabello rizado y salvaje de la ojimiel superponiéndose como un halo al suyo propio. Unos ojos color melaza dibujados con trazo etéreo sobre los suyos acerados. El escudo de Gryffindor sobre el de Slytherin
-¿¡Qué significa esto!- Gritó el rubio-¿Qué diablos me has hecho?
"- Esto significa lo que ves...estoy dentro de ti, maldito arrogante. ¡Estoy en tu cabeza!"
-¡Sal de ahí ahora mismo!-le espetó él.
"-Si supiera como salir no estaría aquí, créeme"
-¿Qué narices me hiciste Granger?
"-¿Yo? La culpa no es mi Malfoy, no seas tan prepotente"
-¡Tú me lanzaste contra las pociones sangresucia descerebrada!
"-Si hubieras hecho tu parte y no me hubieras sacado de mis casillas insultándome esto no habría pasado..."
-Lo que te estoy preguntando, maldita estúpida, es que narices ha pasado. ¿Cómo diablos has acabado dentro de mi cabeza? ¡Y por Salazar bendito más te vale saber cómo salir de ahí, a la voz de YA!- Malfoy estaba perdiendo los estribos por momentos.
"- Sinceramente Malfoy...con tal de ver la expresión de tu cara en estos momentos, casi me divierte lo que ha pasado...casi..." Dijo Hermione con tristeza. Sabía a ciencia cierta que su propia cara era un reflejo de la que veía en Malfoy ahora mismo en el espejo.
Malfoy pateó con rabia las puertas de los aseos, gritó, se desgañitó. Hermione contempló la escena con divertida fascinación. El rubio tardó cosa de 30 minutos en calmarse lo suficiente como para que sus frases sonaran coherentes.
-Está bien Granger, ¿y ahora qué?- Dijo forzando una a una las palabras.
"-No lo sé Malfoy...sinceramente no lo se..."
Y por primera vez en sus vidas, Draco y Hermione se encontraron sinceramente aterrados, enfrentándose a su peor pesadilla, con la única e íntima compañía de su peor enemigo como consuelo. Y pese a que los dos pensaron que la cosa no podía ser peor, los dos se equivocaron.
