Observó lentamente el pasillo.
Había una alfombra roja extendida sobre el suelo que parecía no acabar nunca, era un tejido delicado, con dibujos de unas rosas color carmesí colocadas en cada lateral de la alfombra. Las paredes eran blancas, totalmente blancas, y el pasillo era completamente recto. Había números por todos lados, y Serah tenía en su lista un número que ella estaba apunto de encontrar.
-Treinta..-susurró Serah echando ojeadas a los números que había escritos en la pared.
Ella estaba buscando un número. Estaba yendo de cuenta atrás, y ella buscaba un veintisiete, veintisiete, ¿dónde estará?, se preguntaba continuamente.
Al pasar el veintiséis se dio cuenta de que, a su lado, estaba el veintisiete. Serah sonrió y se apoyó a la pared con alivio. Dio un pequeño respingo y apoyó su mano contra un círculo que había dibujado en la pared, justamente debajo del veintisiete. Era un círculo azul, como si fuera representado por una esfera. Puso su mano en el círculo y de ahí sacó un cristal azul.
El cristal azul era como un triángulo, solo que en la parte de abajo estaba en una pequeña curva que parecía dejar de ser un triángulo. Era azul oscuro, con un circulo azul celeste sobre el centro. Entornó los ojos lentamente. Era..
-¿Mi lágrima..?
Lo pegó hacia ella, abrazándolo con fuerza, miró el número y entonces, se percató de que el número iba desapareciendo. Quiso detenerlo, pero, sin embargo, apareció algo que la sacaría de allí. Una puerta.
Tardó un poco cuando la puerta se hizo completamente visible, y entonces pudo rozarla lentamente. Serah se guardó su lágrima cristalizada, cuando cogió el pomo de la puerta y la abrió, se asomó en ella y pudo observar algo que la dejó completamente helada.
