Durante algunas semanas me he planteado dejar una nota de autor en éste capitulo, que viene a ser la introducción de la historia. Y me lo he planteado porque en un principio me dije que simplemente me limitaría a publicar y nada más, pero sé que una vez que salga a la luz, llegaran las cuestiones por parte de quienes leen, y yo que soy de leer todos los reviews, aunque no suela contestarlos, pues empiezo a dudar, o bien a intentar explicar cosas que no debo. Por ese mismo detalle, he decidido dejar esta pequeña aclaración que consta de varios puntos.
1: Evidentemente, para entender algo de ésta historia, deben de haber leído antes Nuevos Caminos y Dos Nuevos Caminos.
2: El espacio en el que está situada la historia, queda explicada perfectamente a lo largo de la misma.
3: No entender nada al principio, no saber qué sentido tiene o tomarlo como algo meramente casual, es probablemente lo que vais a pensar si leéis hasta que la trama empiece a desarrollarse. Así que si sois lectoras de mis fics, ya debéis saber que todo está por un motivo concreto y que la paciencia es un DON.
4: Nada es lo que parece, y lo que parece puede que no sea nada.
5: Gracias por seguir acompañándome en ésta aventura.
Christina Perri-Human.
Introducción.
Abril. Los Ángeles.
Tal vez no había sido una decisión acertada, ni siquiera estaba segura de poder fingir que lo había hecho, y evitar la más que probable reprimenda de su hija, pero después de todo un día de reuniones con excéntricos artistas contemporáneos, y algún que otro chiflado del cubismo, se merecía un premio. El mejor premio que podría recibir estando en aquella ciudad, un regalo que hacía más de 7 meses que no se hacía así misma, y que iba a disfrutar como si fuese la última vez que lo hacía. La mejor hamburguesa de todo el país no saciaba su escaso apetito, pero sí la gula que sentía por devorarla y no dejar absolutamente nada de ella. Bueno, tal vez no podría confirmar que fuese la mejor hamburguesa del país, pero sí era su preferida, sin duda alguna. Y no, no es que en Nueva York no existiese algún restaurante de esa famosa cadena de comida rápida, como para tener que esperar a llegar a Los Ángeles y poder disfrutar de ella. El inconveniente surgía porque en la ciudad de los rascacielos tenía a su nutricionista personal, quien se encargaba de cuidar su alimentación con la más saludable y ecológica de las dietas.
Sí, sabía que tarde o temprano Rachel iba a descubrir que durante los dos días que había estado en Los Ángeles, habría cometido todo aquel tipo de atrocidades con la comida, sobre todo cuando descubriese que los pantalones empezaban a ajustarse más de lo habitual a su cintura. Pero mientras eso llegaba a suceder, Quinn estaba dispuesta a seguir desafiándola desde la distancia, y saboreaba aquel último bocado de la delicatesen junto a la puerta del hogar de su hija, como si fuese el último suspiro de oxígeno en el planeta.
Apenas eran las 7 de la tarde, y el sol empezaba a descender tras las colinas de Hollywood cuando Quinn se decidía a entrar en el apartamento de Beth, y dar por concluida su particular pre cena de aquel día. Porque a pesar de sentir como su estómago estaba perfectamente repleto, pensaba terminar aquel último día disfrutando de una tranquila velada con su hija antes de regresar a Nueva York.
O al menos eso esperaba.
No necesitó llamar. Con el pasar de los años y tras los continuos viajes que hacía entre Nueva York y Los Ángeles, Quinn contaba en su poder con un juego de llaves del tranquilo y sosegado hogar de su hija en Ohio Avenue. La misma casa en la que ella vivió cuando arribó a la ciudad de los sueños con apenas 18 años, y que a pesar del tiempo, seguía estando exactamente igual a como ella la dejó. Solo un par de arreglos y poco más. El resto permanecía como siempre había estado, incluida la sala de estudio donde tantas horas pasó preparándose para llegar a ser quien era en aquel instante.
La luz tenue que se proyectaba desde la misma hasta el salón le hizo ver que su hija estaba ocupándola en aquel instante, y no se equivocó cuando la descubrió concentrada, sentada frente al ordenador y con los auriculares evitando que se percatase de su llegada.
Quinn la observó durante varios segundos hasta que se decidió interrumpirla.
—Aún me pregunto de dónde sale esa obsesión tuya por el rock—espetó al tiempo que encendía la luz para hacerle ver que estaba allí. Y no fue la mejor opción para ello. Beth llegó incluso a levantarse de la silla tras el susto que le provocó, y la mirada desafiante no tardó en aparecer en ella. Ni la mirada ni la reprimenda, por supuesto.
—¿¡Pretendes matarme!?—le recriminó—, ¿No te has dado cuenta de que estoy concentrada y no te he visto?
—Por eso he encendido la luz—sonrió divertida—, porque con esa música a 90 decibelios en tus oídos y la pantalla del ordenador abduciéndote, no te ibas enterar de que estaba aquí si no es así.
—¡Dios!, odio que hagas eso—volvió a recriminarle al tiempo que dejaba caer los auriculares sobre la mesa—Si lo llego a saber, te quito las llaves.
—Si eres capaz, hazlo—desafió sin perder la divertida sonrisa que se adueñaba de su rostro
—No me tientes—le amenazó—Puedo echarte de mi casa cuando quiera, y si te niegas a darme las llaves llamaré a la policía.
—Llama a quien quieras—espetó—¿Qué haces aún ahí? Son las 7, no deberías estar preparándote para la cena.
—Estoy esperando que me envíen un email con un proyecto que tengo que repasar. Me temo que no vamos a poder salir fuera a cenar—respondió tras ver como Quinn terminaba por acceder al interior y tomaba asiento sobre el escritorio.
—Pero…te recuerdo que mañana me marcho. Pensé que ésta noche…
—Mamá…tengo que hacerlo. Es parte del proyecto que estamos haciendo en la editorial y mañana lo tenemos que entregar. Suficiente ha hecho Jennifer con hacer el borrador ella sola.
—Ok…ok, si tan importante es ese email de Jennifer—murmuró divertida—,podemos pedir comida y cenar aquí, ¿Te parece bien?
—Perfecto, por mí no hay problema…aunque no entiendo cómo eres capaz de querer cenar después de la hamburguesa que te has comido.—Replicó tomando asiento de nuevo frente al ordenador.
—¿Qué? ¿Qué dices de hamburguesa?—disimuló sin mucho éxito.
—Tienes un trozo de la pegatina del envoltorio de la doble—doble ahí—señaló hacia el brazo de la rubia—Eres demasiado previsible.
—Oh…mierda…oh…perdón, no quise decir eso…esto…jod…bueno, eso…¿Por qué tienes que darte cuenta de todo?—recriminó molesta por haber sido cazada con algo tan insignificante como era un trozo de papel.
—¿Por qué eres un completo desastre cuando tratas de mentir?—replicó—No entiendo cómo has sido capaz de llegar a ser directora de una galería. ¿Qué se supone que haces cuando tienes que fingir que te gusta una obra de arte?
—¿Fingir?, yo no tengo que fingir que me gusta algo o no. Yo busco arte para exponer, y el arte siempre es bello.
—Ya, claro…como la mujer esa que llenó la galería de maniquíes con antifaces, cables y cosas raras. ¿Eso es bello?
—Estás hablando de Isa Gezken, y si alguien te escucha ridiculizar su Restrospectiva del cuerpo en el trabajo , te aseguro que podrías tener problemas en tu vida profesional—leavisó—Tienes que ser más abierta de mente.
—Soy abierta de mente, pero un maniquí con un chubasquero no me resulta para nada artístico. Un cuadro de Dalí si lo es…pero eso, ni hablar. Incluso los dibujos que tienes amontonados en el áticotienen más sentido que lo que expuso esa mujer.
—Si tú lo dices—susurró conteniendo la sonrisa—así será.
—Pues claro que es así—repitió orgullosa por haber ganado aquella batalla.—Y…ya que hablamos de artistas raros como tú, ¿Cómo te ha ido hoy? ¿Has conseguido engatusar a esos locos con los que te ibas a reunir? ¿Te los has llevado a In and Out a comer hamburguesas?—bromeó.
—No, claro que no—respondió desviando la mirada hacia un cuaderno que permanecía sobre la mesa, junto a ella—Casi todos eran veganos, y uno de ellos frutoriano. Si saben que después de reunirme con ellos me he zampado la doble—doble, no aceptarían exponer en la galería ni en broma.
—¿Eso significa que han aceptado?
—Así es—respondió sonriente—, aunque aún tenemos que reunirnos varias veces más…pero eso ya será en la galería, en mi terreno.
—Bien, me alegro por ti y por Bette, tengo entendido que esa exposición puede traerle mucho dinero.
—No es el dinero en sí, es la afluencia de público lo que nos va a beneficiar. Es complicado competir con el MoMa, pero vamos por el buen camino…como tú—musitó tomando el cuaderno—¿Trabajo de la editorial?—le cuestionó al tiempo que lo ojeaba por encima.
—Algo así…es el borrador de mi nueva novela.
—¿Nueva?—la miró sorprendida—¿Has vuelto a escribir?
—Sí. Aunque aún no está acabada, me falta el prólogo.
—¿Prologo? ¿Escribes una novela y dejas el prólogo para el final?
—No cuestiones mis rituales para escribir, ¿Ok?
—Ok…Está bien, me alegro que al menos hayas vuelto a escribir. ¿De qué trata?—se interesó.
—Llévatela. Aunque no tenga prólogo, puedes empezar a leerla. Tú y Rachel, claro. Necesito vuestra aceptación.
—¿Nuestra aceptación?—cuestionó de nuevo algo confusa. —¿Qué es?
—Nuevos…caminos—susurró desviando la mirada hacia la pantalla del ordenador.
—¿Nuevos caminos?—balbuceó Quinn sin poder evitar que la confusión siguiera aumentando en ella
—Tres…nuevos caminos—añadió Beth ante la sorpresa de su madre, que instintivamente lanzó una nueva mirada hacia las hojas perfectamente encuadernadas.
—Pero…tres…quiero decir, ¿No decías que no ibas a volver a escribir después de…lo de la serie?
—Tenía que hacerlo—comenzó a explicar—Ellos no han sabido valorar lo que ha supuesto para mí escribir toda esa historia y…bueno, necesitaba hacerlo y cerrar el círculo. ¿Desde cuándo una saga se acaba con dos libros?—bromeó tratando de eliminar la tensión que se creaba a su alrededor cada vez que volvía a hablar de ello.
—¿Por qué tengo la sensación de que hay algo que no me quieres contar?—preguntó ignorando el intento de Beth por no darle importancia a aquel asunto con la broma.—¿Qué pasó Beth? ¿Qué querían para que cambiaras de opinión tan drásticamente?
—Nada…no pasó nada, solo que no llegamos a un acuerdo y punto.—Respondió al tiempo que volvía a centrar su mirada en el ordenador.
—Te iban a pagar dos millones de dólares por los derechos de autor de los dos libros. Te iban a permitir que estuvieses en el rodaje de la serie y participar de forma activa en ellos, no me puedes decir que no pasa nada porque es evidente que sí.
—Me querían de florero—masculló ofendida.
—¿Qué?
—Mamá, solo me iban a dejar que estuviese en los rodajes, pero no me iban a permitir que diese mi opinión…o bueno sí, tal vez sí podía dar mi opinión, pero no la iban a tomar en cuenta bajo ningún concepto. Solo querían hacerme ver que era importante cuando en realidad se estaban riendo de mí. –La miró ofendida—Creen que porque sea joven voy a aceptar que hagan lo que quieran con algo que realmente es importante para mí. Esos tipos no valoran que haya personas de más de 40 países que han leído lo que yo he escrito, y que si lo han hecho…es por algo. No soy una diva, pero tampoco necesito que salga una estúpida serie de chicas teniendo sexo por todos lados y miles de líos para darle valor a lo que escribí. Yo creo en lo que he hecho.
—¿Querían…querían hacer eso?—balbuceó.
—Sí. Querían darle "otro punto de vista"—enfatizó molesta—,porque el que yo le había dado a la historia era demasiado…adolescente. ¿Qué pretendes que haga? Tenía 16 años cuando empecé a escribir…y no soy escritora. Solo estaba contando mi mundo porque quería hacerlo para mí. En ningún momento pensé que pudiese tener ningún tipo de repercusión. Pero ahora voy a demostrarles que puedo hacerlo, que soy capaz de darle sentido sin tener que acudir al cliché barato para llamar la atención. Si alguien tiene que cambiar el rumbo de esa historia, soy yo—Añadió al tiempo que se alejaba del escritorio rodando con la silla, hasta detenerse en una de las estanterías repletas de libros que decoraban la sala.
Quinn la observó y guardó silencio esperando que volviese a recuperar la palabra, sin embargo, ésta no lo hizo. Se mantuvo por algunos segundos buscando algo en la estantería y tras rescatar un pequeño libro, permaneció en absoluto mutismo guardando con recelo sus pensamientos. Gesto que evidentemente no pasó desapercibido para Quinn.
La conocía, sabía que a pesar de haber vivido de una forma muy diferente a como ella había crecido, Beth tenía mucho de su propia personalidad, y guardar silencio cuando algo la estaba martirizando era una buena muestra de ello.
—Beth…no tienes que darle importancia a…
—No me digas lo que tiene o no importancia, mamá—fue contundente—Sé lo que es importante en mi vida, y ellos han querido reírse de mi mundo sin siquiera preguntarme que significaba para mí ésta historia. Ellos solo creen que era parte de una imaginación adolescente, y no voy a darles el gusto de llevarse méritos que no les corresponden. Me da igual que me ofrezcan el contrato de mi vida, o me paguen tanto dinero que no tenga que pensar en trabajar nunca más. Soy fiel a mis principios, y no escribí eso para que otros lo modifiquen a su antojo. No sería mi historia. Si lo quieren, tendrán que hacerlo tal y como yo digo que es…si no, pues que utilicen la imaginación y creen su propio mundo. El mío no se toca.
—¿Puedo…puedo hacerte una pregunta que llevo años queriéndote hacer?—musitó Quinn buscando su atención, sin embargo Beth ni siquiera la miró. Seguía inmersa en la búsqueda de otro libro, o al menos eso aparentaba.—Beth…
—Pregunta de una vez—respondió tras la insistencia de su madre, y Quinn volvió a ojear el cuaderno que seguía entre sus manos.
—¿Por qué lo hiciste? Quiero decir, ya sé que fue por un trabajo de clases o algo de eso, pero ¿Por qué te decidiste a escribir nuestra historia? Las chicas de 16 años solo piensan en ir al baile de promoción con el capitán del equipo de futbol, ser capitana de las animadoras y beber a escondidas en una fiesta. ¿Por qué tú te pasabas las noches escribiendo en vez de hablando con tus amigas?
—¿De verdad me estás preguntando eso?—cuestionó Beth dirigiendo la mirada hacia su madre.—He sido reina de la promoción por dos años consecutivos, algo que tú no lograste—bromeó—,y no he sido animadora porque eran patéticas—se burló—¿Qué te hace pensar que no he hecho todas esas cosas?
—No digo que no las hayas hecho.—aclaró—Lo que digo es que ninguna de esas reinas de la promoción dedicaban tiempo de su adolescencia en escribir algo como esto—alzó el cuaderno.—Y es algo que no comprendo. ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué no una historia de vampiros adolescentes o una guerra intergaláctica? —Dudó. Beth volvía a bajar la mirada y dejaba escapar un suspiro que provocó un nuevo intento de Quinn por evitar molestarla, pero recibir por primera vez la respuesta que tanta curiosidad le provocaba, la obligó a insistir una vez más.—¿Cuál fue el motivo que te llevó a hacerlo?
—La luna.—Susurró y Quinn se sorprendió.
—¿La luna?—repitió confusa.—No…no entiendo.
Beth sonrió de medio lado y regresó la mirada hacia la estantería, ésta vez hacia uno de los estantes más altos, y tras varios segundos de escrutinio entre los libros sacó una cuartilla que no tardó en entregarle a su madre.
—El sol, la luna y la pequeña estrella—susurró Quinn al leer la portada. —¿Qué es esto?
—Mi primera historia. El primer cuento que escribí cuando estaba en la clase de la señorita Morgan.—Respondió regresando a la silla—Sí, esos dibujos hechos con lápices de cera y la letra ilegible es mía—sonrió.
No había demasiado en aquella cuartilla. Un cielo azulado con un imponente y desdibujado sol, una estrella que resplandecía en el centro y junto a ella, casi escondida entre lo que debían ser montañas, una luna. Debajo del bosquejo un pequeño párrafo que Quinn apenas lograba descifrar.
Y la luna…en las noches oscuras a su pequeña estrella… Cuando el sol ya…
— Recuerdo que Shelby me contaba una historia para hacerme dormir.—Beth interrumpió la lectura de su madre—Me decía que ella era como mi sol…que mientras ella estuviese todo iba a ser luminoso, que no tendría que temer porque la oscuridad no me iba a asustar, y así yo lograba quedarme dormida, pero ¿Sabes que sucedía cuando me despertaba en mitad de la noche y ella no estaba?
—¿Tenias miedo?
—Mucho. Me daba miedo la oscuridad y como sabía que era de noche, pues tenía que dormirme forzada hasta que llegase el día y así el sol volviese a iluminarme—sonrió tímidamente—Lo pasaba mal, pero tenía que ser así hasta que un buen día, no recuerdo como, descubrí cual era el verdadero sentido de la luna. Ella, ella iluminaba las noches, por lo tanto yo no tenía que temer más, porque la luna me iba a acompañar siempre.—Añadió observando como Quinn trataba de enlazar aquella historia con su pregunta, pero el gesto confuso de su cara denotaba que no estaba ni siquiera cerca de poder lograrlo.—¿Recuerdas…recuerdas el día que me regalaste la estrella de oro?
—¿La estrella de oro?—musitó divagando entre sus recuerdos.
—Estuvimos toda la tarde juntas con Rachel, Santana y Brittany, en ésta casa—añadió Beth—Y luego me llevaste a casa de Shelby y me acompañaste al baño, para bañarme.
—Sí…sí, lo recuerdo.
—Ese día tú me regalaste la estrella de oro que tengo en mi habitación. Me dijiste que cada vez que sintiera miedo mirase la estrella y pensara en ti y en Nemo.
—Sí, ya…ya lo recuerdo. Lo has puesto en el libro…es cierto.
—Sí, lo puse, pero nunca describí lo que yo sentí en ese momento, mamá. Ni lo que sentía cada vez que tenía miedo por la noche, y me aferraba a la estrella para poder dormir.
—¿Hacías eso?—interrogó emocionada.
—Shelby era mi sol por el día, yo era la estrella y tú…tú eras mi luna por las noches.—Se detuvo por algunos segundos tras notar como la emoción empezaba acusar a su madre—La señorita Morgan nos enseñaba a escribir pequeños cuentos como ese. No sé cuántos años tendría, supongo qu no lo sé, sería como Elise ahora, y cuando nos pidió que lo hiciéramos yo lo tuve clarísimo…quería que todos supieran lo afortunada que era al tener el sol, y la luna para mí sola.—Sonrió ruborizada, aunque aquel rubor se esfumó al ver como Quinn bajaba la mirada hacia la cuartilla y permanecía en silencio, observando aquel simple y sencillo dibujo infantil.—Cuando crecí y supe que eras mi madre, seguía teniendo esa necesidad por mostrarle al mundo mi luna. Por eso empecé a escribir. Por eso he rechazado que ellos destruyan mi visión de la luna, de mi familia.
—¿Estás…estás orgullosa de mí?—preguntó Quinn visiblemente emocionada, sin ser capaz de alzar la mirada hacia su hija.
—Descubrir que eras mi madre fue el mejor regalo que nunca nadie me ha podido dar.—Respondió sin titubeos, y las lágrimas a punto estuvieron de caer por las mejillas de Quinn, que trataba de contenerse tal y como siempre hacia Beth en aquellas situaciones.—Sé que nunca te lo he dicho así, pero…supongo que sabes cómo me siento con éstas conversaciones.
—Beth, sabes que todo lo que he hecho ha sido por tu bien, ¿Verdad?—ignoró el último comentario de su hija—Todo, absolutamente todo lo que he hecho en mi vida respecto a ti, ha sido por tu bien.
—Lo sé, mamá. No te reprocho absolutamente nada. De hecho, estoy más que agradecida.
—¿Agradecida?
—Gracias a ti tengo una familia enorme—sonrió orgullosa— He sido la chica moderna del instituto, la única que tenía a tres madres—se burló— y dos de ellas son impresionantes artistas. Bueno, tú también lo eres…aunque tengas un gusto del arte bastante extraño—añadió provocando una leve sonrisa en Quinn, que ya había dejado que las lágrimas se apoderasen de sus ojos—No todo el mundo tiene la suerte de poder disfrutar del sol y la luna, ¿No crees?
—Nunca…nunca me sentiré completamente satisfecha de lo que hago por ti, Beth. Siempre me exigí más, y lo sigo haciendo. A veces pienso que he dejado que mi mundo influya sobre el tuyo, que te he llevado a mi terreno en vez de ser al contrario. Yo debería haber visto esto antes—alzó la cuartilla—.Yo tendría que haberme sentido orgullosa cuando esa profesora te pedía un cuento, y tú pensabas en mí. Yo tendría que haber estado a tu lado por las noches, pero…
—Mamá—la interrumpió—Deja de lamentarte. Piensa en lo que viviste con la abuela. Tu vida no fue sencilla cuando eras una adolescente. Os pasó de todo…y sin embargo, ¿Le recriminas algo? ¿Te lamentas por algo que ella no pudiera hacer cuando estaba con nosotras?—cuestionó mientras recibía la negación por parte de Quinn—He sido feliz y lo sigo siendo, mamá. Y mira a Elise, es la confirmación de que realmente lo haces bien. Rachel y tú sois perfectas juntas, y yo no puedo estar más orgullosa de ello. No pienses en que algún día te pueda reprochar que me entregases en adopción, porque lo que hiciste de verdad fue darme la vida. Y después de asegurarte de que estaba bien, participaste en ella. Sigues estando aquí, conmigo…aunque te comas las hamburguesas y no me traigas una, sabiendo que tengo hambre y que…
—Oh dios…deja de ser tan…
—¿Cómo tú?—le interrumpió sonriente—Estoy orgullosa de ti, mamá. Y voy a estar a tu lado siempre, lo necesites o no.
—Siempre te voy a necesitar.
—Me alegro, aunque…—Alargó la respuesta al tiempo que regresaba rodando hasta la mesa.
—¿Aunque qué?—cuestionó Quinn secándose las lágrimas.
—No estoy segura de que me quieras a tu lado cuando leas eso…es probable que incluso hagas que me detengan y no me dejen escribir nunca más.
—¿Qué? ¿Por qué? Se supone que en estas hojas está parte de mi vida, ¿No es cierto?
—Tal vez...—musitó añadiéndole un toque de travesura a su sonrisa.
—¿Tal vez?¿Qué has hecho?—la cuestionó recuperando su estado natural—¿No habrás…? Beth, es halagador que tu propia hija escriba acerca de la vida de su madre, pero no es agradable leer ciertas cosas…
—Hasta ahora todo lo que escribíhabía sucedido.
—Eso lo dices tú—la interrumpió—Porque ni Rachel ni yo te hemos dado detalles de ciertas escenas que tú recreas en los otros libros. De hecho, es muy desagradable que sigas…
—Tengo 23 años. ¿Crees que me escandaliza saber lo que hace mi madre? No es algo que quiera presenciar pero…es el mundo en el que vivo, así que no hay problema.
—Para mí si lo hay. Y si aquí leo algo que no sea adecuado, te aseguro que tendrás que borrarlo y cambiarlo. ¿Entendido?—le amenazó.
—¿Ahora eres mi editora? Te recuerdo que en la version final, no hay ninguna Quinn, podria ser otra persona.
—Me da igual que la protagonista se llame Quinn o Valerie. Esta basado en mi vida y eso ya me es suficiente ¿Te haría gracia que yo describiese detalles de tu vida sexual?—espetó ofuscada.
—No lo ibas a hacer nunca, porque no tienes ni idea de cómo es mi vida en ese aspecto.—Respondió orgullosa.
—Te aconsejo que no me tientes, porque puedo investigar más de lo que te imaginas y te…
—¿Y qué?—volvió a interrumpirla—,¿De verdad serás capaz de escribir un simple texto hablando de mi vida sexual? Porque yo creo que si lo intentas terminarás depresiva.
—¿Depresiva?—preguntó confundida—¿Tan triste es tu vida sentimental?
—No precisamente—sonrió divertida—Caerías depresiva por saber lo que tu hija ha hecho o hace sin que lo sepas.
—¿¡Qué!? ¿De qué diablo estás hablando?—la interrumpió algo molesta—¿Me estás queriendo hacer creer que…
—Que nada—intervino Beth divertida justo en el instante en el que el timbre de la puerta sonaba—Te ha salvado la campana—bromeó regalándole una palmadita en la pierna al tiempo que se levantaba, y acudía a abrirla.
Exactamente lo contrario a lo que hizo Quinn, que se quedó allí mientras contemplaba de nuevo el cuento entre sus manos, y trataba de asimilar que había querido decirle con aquella sentencia. Y sobre todo, tratando de comprender como había sido posible que la conversación que incluso la había hecho llorar al recordarle cómo fue su infancia, y lo que significó para ella estar en su vida, se había convertido en un tira y afloja respecto a su vida sexual. La vida sexual de su propia hija, algo para lo que ninguna madre, aunque seas directora de un museo de arte contemporáneo, está preparada para conocer. Por suerte aquella llamada inoportuna en la puerta acabó con la batalla, antes de que alguna de las dos cometiese el error de dar un paso en falso, y dijese algo de lo que terminaría arrepintiéndose. Sin embargo, lo que no sabía Quinn es que aquella llamada no iba a calmar la situación sino que la iba a prolongar, y sobre todo, ponerla de su lado.
Una voz la sacó de sus pensamientos, y rápidamente acudió al salón donde Beth ya conversaba con la inesperada visita.
—No tenías que haber venido hasta aquí, estaba esperando que me enviases el email y…
—Estaba cerca—se excusó la chica—Tenía que entregar unos archivos en la editorial y como me pillaba de paso, preferí dejártelo aquí. Así no tienes que imprimirlos y podemos…podemos echarles un vistazo juntas, ¿No crees?
—Oh…está bien, claro…—sonrió—adelante, estaba con mi madre en…bueno, estaba—balbuceó lanzando la mirada hacia Quinn, que hacía ya algunos segundos que observaba la escena junto al pasillo que la llevaba a la sala de estudio—Mira…ella es mi madre, Quinn Fabray
—Oh encantada Sra. Fabray—saludó la chica forzando la sonrisa, al tiempo que veía como Quinn se acercaba a ambas y le ofrecía la mano para saludarla.
—Encantada de conocerte…eh…
—Jennifer—musitó Beth bajando la mirada.
—Oh, Jennifer—enfatizó sonriente—Tú eres la nieta de la Señora Sullivan, ¿Verdad?
—Eh sí, si soy yo—respondió la chica—Beth me ha hablado mucho de usted y de Nemo. Es increíble, ¿No cree?
—Ya te digo—murmuró buscando la mirada de su hija, pero ésta la evitaba a toda costa.
—¿Cómo está el pequeño Skim…Como se llamaba?
—Skimbleshanks—apuntilló Quinn aún más curiosa—Está muy bien, mi hija lo cuida como si fuera ella misma.
—Menudo nombre. Me alegro que pueda cuidarlo y disfrutar de él. Mis padres ya tienen varios y tener más cachorros es bastante complicado. Cuando les dije que Beth estaba interesada en uno, se alegraron mucho. Es agradable saber que lo van a cuidar.
—Puedes estar tranquila, y tus padres también. En casa no le va a faltar de nada.
—Eh…perdonad que os interrumpa en esa conversación tan…canina que mantenéis—intervino Beth decidida—,pero creo que tenemos algo que hacer, ¿No?—miró a Jennifer, que rápidamente asintió.—Mamá, tengo que repasar un trabajo y necesito la sala de estudio, no es que…
—Tranquila—la interrumpió sin perder la traviesa sonrisa que tan nerviosa ponía a Beth—No os voy a molestar. Voy a ponerme cómoda y preparar la cena.
—Ok…¿Vamos?—cuestionó Beth incitando a su compañera a que la siguiese hasta la sala de estudio, tratando en todo momento no mirar a su madre a los ojos.
Cinco meses.
Habían pasado cinco meses desde que cometió el terrible error de comentarle que conocía a la nieta de la señora Sullivan, y que descubrió a Nemo en una fotografía que colgaba de la habitación de la chica, logrando con aquel comentario que una incesante cadena de preguntas comenzara en aquel mismo instante. Preguntas que la cuestionaban acerca del motivo que la había llevado a compartir cama con aquella chica, aunque su respuesta siempre fuese la misma. A Quinn no parecía convencerle que las dos amigas se limitasen a dormir, e intuía o quería intuir que había algo más le ocultaba. Durante todos aquellos meses tuvo que soportar las indirectas que su propia madre le regalaba por culpa de aquel tema, y estaba convencida que en aquella noche después de la improvisada presentación, todo sería aún más intenso, sin duda.
—Eh…Jennifer—interrumpió Quinn antes de que ambas chicas se perdiesen por el pasillo—¿Te quedas a cenar?
La mirada de Beth fue clara respecto a lo que pensaba sobre aquella invitación, pero a su amiga no parecía importarle demasiado, de hecho, terminó aceptando.
—Sí, claro…si Beth quiere.
—¿Beth?—cuestionó Quinn victoriosa por tener a su hija contra las cuerdas después de tanto tiempo esquivando aquel tema.
—Claro mamá—respondió fingiendo una boba sonrisa que no hizo más que divertir a su madre—Jennifer se queda a cenar, por supuesto.
—Bien—apuntilló divertida—Pues entonces, creo que me voy a poner cómoda y me meteré en la cocina para hacer algo digno de tan grata compañía.
—Gracias señora Fabray—agradeció Jennifer al tiempo que notaba como Beth tiraba de ella y la arrastraba directamente hasta la sala.
—Me las vas a pagar—gesticuló con un divertido gesto de sus manos, evitando por supuesto que Jennifer fuese testigo de ello.
—Totalmente lesbiana—respondió Quinn de la misma forma y molestando aún más a su hija, que ya desaparecía de su vista y se adentraba en la habitación con su amiga.—Totalmente…
Si quieren ver el trailer del fic solo tienen que entrar en Vimeo/NuevosCaminos.
También está todo, incluido los still con los personajes en la página de Facebook de Nuevos Caminos.
LuceQFabray
#3NCFic
