Remembranzas

"Que largo se me está haciendo el viaje", y pensar que todavía falta un día para llegar. Estoy ansioso pero no sé por qué.

Miro a mi alrededor y sólo veo el paisaje cambiante, uno que otro poblado o conjunto de casas en donde hay pobladores con niños jugando, viendo cómo pasa el tren rápidamente y dejando una estela de polvo a su paso… a su paso… como todos los caminos que existen en este mundo, nuestra vida también surca caminos de diferentes formas, longitudes, direcciones y destinos… como el que estoy a punto de llegar.

¡No puede ser!, sólo ha pasado una hora desde que abordé este tren y me siento tan agobiado que parecería una semana entera viajando.

Encima de la mesita de mi compartimento hay un café humeante que acaba de traer el mozo y en la banqueta una de las mejores obras de Shakespeare, "Hamlet". Es la primera vez que me ausento tanto tiempo del hogar, tanto tiempo…, por fin he de llegar y ver a los niños jugando en las aceras del parque como todas las tardes, dejando a los hogares con el frio de su ausencia esporádica pero significativa… y eso me hace recordar que tengo en mi portafolio el cuaderno de apuntes personales, el mismo que se encuentra vetusto por el excesivo uso y por el paso de los años.

Me siento un momento en la banqueta, pienso que hacer… ¿dormir?, ¿seguir pensando?, ¿leer? O mejor… recordar y mejor aún… recordarla…

Erase un poco más de 15 años atrás, quien diría que mi vida daría un giro tan significativo, un cambio radical en mis apreciaciones hacia el mundo que vivía. Yo, el hijo de un noble inglés y por mis venas corría esa sangre, pero parcialmente pura por ser mi madre de origen americano, una dama que se dedicaba a la actuación. Por ello, siempre se tejía un velo de misterio acerca de mi nacimiento, el mismo que debería ser siempre oculto para yo ser el próximo heredero al ducado como mi padre lo esperaba, pero que lejos de acertar estaba él.

Mi vida hasta poco antes de cumplir los 16 años, "todo un adolescente", rebelde, alcohólico, fumador y mujeriego (sé que era muy joven…. Pero buscaba el consuelo de la falta de amor maternal en mujeres mayores), era para mí lo mejor que me estaba pasando, no tenía otra óptica, sabía que tenía que molestar a mi padre por el deplorable hecho de haberme separado de mi madre y lo peor, que ella tratase de negarme cuando fui a visitarla. Simplemente mi vida era un caos... un caos agradable pero lastimero.

El día de año nuevo de 1913, se celebraba en el salón principal del Mauritania la Fiesta de Año Nuevo, una de las tantas fiestas que se da en las altas clases sociales y aristocráticas, las mismas que a mí no me gustaban en absoluto (siempre he sido un poco huraño). En ese momento preferí salir a observar el mar en plena bruma, había un ambiente misterioso y lóbrego, algo que me inducía a quedarme ahí pasmado mientras estaba haciendo un análisis de mi comportamiento y recordaba todas las vivencias que tuve en mi niñez, desde que me separaron de mi madre y supe que mi vida (si se podría llamar a eso vida) siempre había estado vacía, si bien mi madrastra y mis hermanastros no me hacían ningún daño… el hecho que me ignorasen y les sea indiferente me dolía en lo más hondo y eso que prácticamente para mi padre yo era una sombra y sólo porque tenía el parecido físico de mi madre.. Eleanor. Uhm…, que gracioso!

Pensaba que era un chico solitario, muy solitario, con todo lo que muchas personas podrían desear pero sin el cariño que necesitaba tan urgentemente… recordando y meditando sobre ello, empecé a sentir como mi pecho me dolía dejando una sensación de vacío y tristeza inmensa e inconsolable y sin que me diera cuenta empezaron a brotar lágrimas de mis ojos sin poder evitarlo; aproveché abrirme un poco a la nostalgia, al fin estaba solo y oculto por esa bruma que se levantaba por la proa del barco. En eso escuché unos pasos, lentos pero que se acercaban a mí, me asusté, no quería que me viera alguien así... dejaría mi mala reputación por los suelos y ese no era yo (al menos eso creía), cuando pregunté quién andaba ahí, y entonces… la vi. A mi Candy...

Candy… Candy … Candy, tus ojos iluminaron mi alma, prendiendo una llama invisible en lo profundo de mi alma… no sabía lo que sentía, era sólo que estaba regocijado al verte, se me fueron las penas instantáneamente, como un paréntesis sublime en mi vida.. ¡por Dios!, ¿quién era ella?, ¿por qué me preguntó si estaba triste?, ¿por qué me respondió de esa manera tan impetuosa ante mis burlas?, ¿por qué?, ¿por qué?, si ella sólo se hubiera ido en ese mismo instante… ahora, en este momento mi corazón no estaría compungido por su ausencia porque ella lo llenó para luego no dejarlo nunca más…