La línea que divide tus peores miedos, y la realidad, es tan delgada que a veces solo necesitas un paso para que tus peores pesadillas, se vuelvan realidad.


Mi nombre es Whooves, soy profesor de historia en Canterlot High, además trabajo dos veces en la semana en una relojería.

Ese día, Había trabajado mucho, volví tarde. Estaba cansado, este día había sido muy agotador. Abrí lentamente la puerta. Pude notar que todo estaba en silencio. A excepción de un sonido que venía de la sala de la televisión. Avance hasta la habitación. Estaba oscura; iluminada débilmente por la luz de la televisión. Me encontré con mi hija, Dinky Doo, estaba dormida en el sofá, tapada con una manta que le dejaba ver su cabeza recostada sobre una almohada. Estaba abrasada, por su osito de peluche. Me derritió el corazón. El televisor estaba encendido en un canal, donde pasaban los créditos finales de una película. Se había dormido, esperándome. Me acerque a ella, lentamente para no despertarla y me senté a su lado. Ella se dio cuenta de esto y se despertó ligeramente.

-¿papá?- casi en un susurro me hablo -te había estado esperando.

-perdona hija, estaba trabajando-la levante lentamente del sofá y la lleve en mis brazos-¿Qué estabas viendo?-pregunte suavemente en su oído.

Ella no me contesto, solo se recostó sobre mi hombro. Siempre me llenaba de alegría tenerla en mis brazos desde que había nacido aquella tarde de abril. Ella sostenía su osito en su pecho.

-estaba viendo, la princesa de la noche.

Recordé que era una película infantil, que habían pasado las últimas semanas.

-entiendo, pero no puedes estar despierta hasta esta hora. Mañana tienes clases en la escuela.

No me contesto, solo respiro profundamente. Apague el televisor, y la lleve hasta su habitación. Subí las escaleras, lentamente sin hacer ruido; no quería despertar a mi esposa. Sabía que estaba dormida (mi esposa es cartera) ella, debe ir a trabajar mañana temprano. Suele dejar a Dinky que mire la televisión hasta que yo llegue, la vedad es que no tardo mucho en llegar, pero hoy debía terminar de corregir los exámenes de mis alumnos. Camine por el pasillo hacia su dormitorio y la acobijo entre las sabanas de su cama.

-papá, vamos a ir al zoológico mañana, ¿verdad? lo prometiste- lo dijo muy cerca de mi oído, de manera muy despacio, casi como una súplica.

Su habitación estaba oscura, encendí la luz que estaba al lado de la puerta. Tenía una cama en el centro, al lado una mesita de noche, una ventana a la izquierda de la cama con unas cortinas rosadas y un gran armario al lado de la ventana. Las paredes estaban pintadas de un rosa con figuras de corazones y flores ornamentales, con una mezcla de blanco y verde para las flores y rojo y celeste para los corazones, los juguetes estaban en una esquina ordenados en forma desordenada que solo para un niño tiene sentido, en la otra esquina un baúl cuadrado de color amarillo crema, donde había más juguetes y un ventilador de techo de color amarillo suave. También algunas fotos colgaban de las paredes de fiestas de cumpleaños, fiestas de sus amigas, algunas de sus mascotas y un pequeño espejo cerca del armario.

Le acomode un poco más las sabanas, al igual que su osito que no había soltado en ningún momento y me senté alado de ella.

-claro que si hija; pero ahora debes dormir, porque mañanas tienes un gran día ¿sí?-ella me miro con sus grandes ojos amarillos.

-sí, papá-contesto mirando hacia abajo.

Me quede sentado un minuto contemplándola en silencio. Era verdaderamente hermosa. Me levante para irme. Llegue hasta la puerta y Apague la luz. El cuarto quedo iluminado por la luz del pasillo. Mientras la puerta estaba entrecerrada.

-papá.

La escuche llamarme, volteé y la mire desde el umbral de la puerta.

-¿qué pasa hija?

Me acerco hacia ella sin encender la luz, me siento en el borde de la cama, acaricio su cabello.

-puedes ver si el monstruo está en el armario.

Que dulce, a su edad aún cree en monstruos todavía. La bese en la frente y le conteste

-claro que sí.

Fui hasta el armario, Abrí la puerta, y mire hacia adentro. No mentiré, no pude ver nada porque la luz estaba apagada. Solo podía ver como unos cuantos abrigos sobresalían un poco, algunas camisas y vestidos. No podía identificar con precisión el color de estos, solo las formas entreoscuras de cada uno. Metí un poco la cabeza fingiendo que investigaba. Que quieren que les cuente, sabía que no había nada allí; pero no podía hacerle entender a mi hija, eran miedos irrazonables de una niña. ¿Por qué no podía decirle simplemente que ya era grande para creer en monstruos de armarios? Cerré el armario y con voz suave le conteste:

-no hija, no hay ningún monstruo aquí.

Ella me miro, con unos ojos plomizos. No sé si estaba triste o no me creía. Me acerque nuevamente a ella y la abrase.

-puedes creerme, yo nunca te mentiría.

Le dije mientras besaba su mejilla. Ella se rió.

-está bien papá, confió en ti.

Cerré la puerta de su cuarto y avance hasta el final del pasillo. Nuestra habitación estaba al final del mismo. En el trayecto, se me vino una idea a la cabeza. El armario era lo bastante grande como para que una persona pueda esconderse en el, y era lo bastante profundo para que no pudiera ver a alguien dentro por todas la ropa que en el había. Este pensamiento me siguió hasta que llegue a la puerta de mi habitación. Hice un esfuerzo, para apartar este pensamiento de mi cabeza. Estaba preocupándome demasiado: "estás trabajando mucho y duermo poco" me dije a mí mismo.

Entre en mi habitación, me saque la ropa y me puso mi ropa de dormir. Vi a mi mujer dormida en la cama, era muy parecida a nuestra hija. Mientras me cambiaba vi una foto de nosotros. Nuestra hija había heredado el color de pelo de su madre que era un rubio muy hermoso, incluso tenía el cabello tan largo como ella, y el color de ojos de mi madre. Era muy hermosa.

Me acosté a su lado lentamente sin despertarla, y cerré mis ojos esperando dormirme. No pude al principio, sobrevenía a mi cabeza el recuerdo del armario, y el de mi hija dormida en su cama. Abrí muchas veces los ojos, y vi la habitación oscura, apenas iluminada por las luces de la calle. Estuve así por un tiempo, hasta que me dormí. No pude dormir bien esa noche, tuve una pesadilla.

Soñé que estaba dentro de en un edificio en ruinas. Había moho en las paredes, suciedad por todo el piso como hojas de cuaderno escritas, bolsas de basura apiladas en las esquinas, latas abiertas con algunos insectos en ellas, cucarachas, etc. En algunas partes, había charcos de agua sucia de color grisáceo, también de color verde y negro. Había manchas de humedad en el techo que dejaban caer gotas de agua, también marcas de humedad en las paredes. Estas estaban descoloridas y se podía ver que la pintura estaba desgastada, llenas de musgo negro y verde oscuro e incluso, en algunos lugares se podía ver los ladrillos y concreto de las paredes.

Comencé a caminar, explorando el lugar. Había lámparas que se prendían y apagaban cuando yo pasaba por los pasillos, iluminando apenas la entrada de las habitaciones, que no tenían puertas. No podría decir en que piso me encontraba, porque no podía ubicarme en qué clase de edificio (si es que no era un laberinto) estaba metido.

Entre en algunas habitaciones. Aquellas habitaciones eran oscuras y frías y en algunas, algún foco iluminaba escalofriantemente el lugar. Incluso, en las esquinas no llegaba la luz y quedaban en la inmensa oscuridad. Lo poco que iluminaban aquellos focos se podían ver pocos muebles de madera, plástico o metal. Todos ellos dañados: rajados, oxidados, rotos y muy deteriorados. Los pisos de aquellas habitaciones también estaban sucios: con latas de conservas, charcos de aguas verdosas que caía del techo o escurría de las paredes, botellas de vidrio o de plástico tiradas o rotas, e incluso, en algunos lugares de esas habitaciones el suelo estaba perforado, dejando ver la habitación de abajo. En las paredes, se podía ver la humedad, y también partes perforadas, que dejaban pasar a la otra habitación, que comunicaban un departamento con otro. Yo caminaba por las habitaciones y llamaba a Dinky.

Pero "algo", no puedo explicarlo pero sé que "no era humano", acechaba desde la oscuridad, detrás de mí. Me miraba, me seguía, me asechaba en ese lugar; como si se divirtiera hacerlo. Algo verdaderamente extraño que nunca poder explicar es que, a pesar de que yo no podía verlo, esa cosa sonreía. Podía escuchar cómo se movía por las salas y pasillos que yo acababa de pasar, haciendo sonar las latas tiradas del suelo, o pisando los papeles arrugados que había visto anteriormente, de manera muy despacio. Al igual que su respiración y su risa baja que se extendían por todo el edificio mezclándose con él viento frio que soplaba en las habitaciones. Sentía un miedo casi animal ¿Que era esa cosa?, no lo sé. Pero no deje de llamar a Dinky.

Hasta que un grito me despertó de golpe de mis sueños. Abrí los ojos, y mire hacia mi derecha. Mi esposa no estaba. Inmediatamente, saque de la cabecera de la cama una llave y abrí el cajón de mi mesa de noche. Saque un revolver, mire la ruleta de carga y vi que tenía todas las balas cargadas. Lo cerré y me levante de la cama. El pasillo seguía iluminado. Escuche nuevamente a mi esposa gritar. Venia de la habitación de Dinky. Empuñando el arma y recostándome por la pared fui hasta la puerta.

La puerta estaba entrecerrada, dejando ver solo oscuridad en el interior, y el llanto de mi esposa dentro de la habitación. Con una patada abrí y sin dejar de empuñar el arma con una mano, encendí la luz con la otra.

Nada me había preparado para ver lo que vi.

Mi hija estaba colgada del ventilador de techo, estrangulada con sus sabanas. Su largo cabello, cubría su cara. En las puntas de su cabello, estaban manchados de sangre que goteaban sangre hasta el piso, al igual que sus ropas de dormir blancas, estaban todo manchado de sangre. Su ropa estaba negra mientras más se acercaba hacia su cuello, mientras diversas líneas rojas se dibujaron en todo su cuerpo por donde la sangre había bajado, llegando a las puntas de sus pantalones. En el suelo un pequeño charco de sangre se había formado, con la sangre que goteaba.

Un frio rayo corrió por todo mi cuerpo. Seguía escuchando a mi esposa gritar. Por el rabillo del ojo pude ver que estaba en una esquina, arrodillada con el rostro hacia el piso. Su pelo cubría la mitad de su cuerpo y no se veían ni sus brazos o su rostro.

No me reconocía que estuviera en esa escena. Era como estar viendo una película de terror, y que yo era otra persona. Un actor, una escena de una película de terror, una pintura o una foto de un artista perturbado, cualquier otra maldita cosa que no estuviera verdaderamente aquí. Mientras que yo estaba viendo la escena atrás de una pantalla, o esa pintura desde un pasillo en un museo.

En un momento me reconocí en la escena y grite. Sé que grite muy fuerte, con toda la capacidad que daban mis pulmones. Pero no me escuche, fue como si el sonido se hubiera apagado por un momento. No me escuche gritar, ni a mi esposa, ni los sonidos de la calle, ¡Nada!

Luego los sonidos emergieron de golpe. Yo estaba de rodillas en el suelo llorando. Había dejado caer el arma a un lado. Cubría mi cara con las manos, gritaba y lloraba. No sé cuánto tiempo estuve así. En un momento, un maldito momento, gire mi cabeza hacia la derecha, y vi algo que sé que me acompañara hasta las profundidades de mi tumba, que se marcó en mi memoria como ácido, que me hizo gritar hasta desgarrar mi garganta.

La puerta del armario estaba abierta.


Les deseo un tenebroso Halloween, y acidas pesadillas.

Bloom.