Los personajes de Inazuma Eleven pertenecen a Level-5, nosotras sólo los utilizamos para escribir, sin fines de lucro.

Antes de comenzar con el primer capítulo de este fic, escrito por la señorita Violetaotakugirl y por mí, he de dejar constancia de algunos puntos:

-No es nuestra intención insultar la religión de nadie, es más, nosotras también somos creyentes.

-La idea de este fic es sembrar controversia y retorcer la realidad, por tanto, lo que aquí se expone es, en su mayoría, pura ficción. (Doy por hecho que la mayoría lo sabe, pero siempre hay excepciones)

Bien, aclarado eso, esperamos que este primer capítulo, escrito por Violeta, sea de su agrado.

Enjoy!


"Edén"

Capitulo 1: Comienzo

Sus ojos verdes brillaban con la luz de la oscuridad, mientras su piel blanca resplandecía con los leves rayos de luna que se colaban por medio de la habitación donde se encontraba, sus piernas permanecían cruzadas, sentado tranquilamente sobre la mullida cama que ahí se hallaba, sus facciones permanecían tranquilas, como si nada pudiera perturbarlo en ese momento.

Cerró los ojos, alzando un poco los hombros, encontrándose en un parpadeo con el par de ojos que lo miraban fijamente con un leve brillo de excitación en sus pupilas, el pelirrojo sonrió, negando con su cabeza varias veces, moviendo su dedo en señal de negarse a las acciones que le sugería la provocación del de ojos azabaches, alejo el afilado rostro de su compañero quien se retiró decepcionado al ver la negación del de piel blanca.

–Pronto será…–Pronunció el pelirrojo con una voz suave, dándole un simple roce en los labios. El peliverde sonrió en la oscuridad, después de todo podría esperar un poco más.

El sonido de la puerta se hizo presente en el lugar, acompañado con un fuerte chirrido que a oídos de cualquier humano normal hubiera sido espeluznante.

–Hiroto, Midorikawa–Pronunció la voz del recién llegado, dándoles aún la espalda a ambos jóvenes que clavaron su mirada en el recién llegado, Midorikawa lo observó con pena, no podía creer que uno de sus hermanos se hubiera transformado en aquella abominación, en un monstruo codicioso y mentiroso que había ido en contra de los principios de su especie.

–El blanco te sienta bien Osamu– Resopló Hiroto de forma tranquila, recibiendo como respuesta del pelinegro una tranquila sonrisa que lo hizo estremecer y asquearse de sobremanera.

–Debo admitir que, de alguna manera no pensé que me encontrarían tan rápido–Comentó el pelinegro, acercándose a una de las vitrinas que tenía en la pequeña habitación sacando una biblia de la misma.

–10 años…–Susurró Midorikawa mordiendo suavemente sus labios, apartando sus ojos del cuerpo del más alto.

–Nunca pensamos que te irías a Roma y regresarías convertido en un asqueroso sacerdote–Espetó el pelirrojo, parpadeando varias veces seguidas hasta exponer sus dilatadas orbes verdes con odio– ¿Sabes lo que pasara no?–Cuestionó con aberración nuevamente, Osamu asintió, abriendo la biblia que tenía en sus manos–Osamu…

–Ahora soy un hijo de Adán que sirve a nuestro señor, como siempre debió haber sido Hiroto…–Dijo con sinceridad el de orbes Avellanas, aferrando con su mano la cruz que colgaba de su cuello. El ojijade sonrió cínico, dejando al entrevisto unos colmillos un tanto afilados.

–"En respuesta por el dolor infligido, mataría a los hijos de Adán"–Proclamó de forma baja Hiroto, levantándose de su lugar y caminando hacia el pelinegro hasta tenerlo frente a él, negó nuevamente son su cabeza y suspiró– ¿Cómo puedes estar con las raíces del Árbol del Génesis* cuando tú perteneces al árbol del Éxodo?

–Hiroto…–Resopló el peliverde observando todo hincado desde la cama. Sentía un fuerte nudo en la garganta y en sí no sabía cómo interpretarlo. Era un sentir extraño que se mezclaba una y otra vez dentro de él.

–Porque he encontrado la paz...

–Deberías dejar de mentir–Le indicó Hiroto con enfado. Osamu se quedó pensativo, observando todo a su alrededor. – ¿Dices eso cuando has convertido a hijos de Adán en hijos de Lilith? ¿Hasta dónde llega tu descaro Osamu?–Le retó tomándolo del cuello, Aunque era inútil, aunque intentara matarlo en ese momento, sería inútil…Era el problema con los inmortales. – ¿Qué es lo que buscas?–Volvió a indagar, recibiendo una mueca de la más pura burla del contrario, Osamu no hablaría.

Chasqueó sus dientes, y apretó más su agarre, inclusive al punto de poder sentir la piel del pelinegro rasgarse entre sus manos, deslizó su mano libre entre su pantalón sacando una fina y larga estaca de madera, la elevó y con todas sus fuerzas la clavó en medio del pecho del pelinegro. Midorikawa permaneció quieto, en silencio, observando como poco a poco la sotana blanca se manchaba de carmesí y la sangre corría por toda la mano del pelirrojo, haciendo sus ojos brillar con agudeza y sus colmillos florecer de su boca.

Osamu torció la boca con cinismo y satisfacción adornando una imperceptible mancha de dolor en sus facciones, sintiendo como poco a poco su mirada se cubría de negro, perdiendo el conocimiento en manos del pelirrojo.

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El terror se dibujaba en su mirada, sentía las saladas lagrimas recorrer sus mejillas mientras veía con impotencia como el peli crema gritaba, se arañaba y gimoteaba en la cama, no sabía que ocurría, su cabeza le dolía, le gritaba una y otra vez que recordara, que tratara de recordar que estaba ocurriendo en ese momento.

Pero en ese instante Shirou era presa de un temor tan fuerte que nunca había experimentado.

Llevó sus manos a su cabello y tapo sus oídos, más todo parecía ser inútil, escuchaba los gritos del peli crema resonar una y otra vez en su mente. Tapó su nariz tratando de ignorar el olor a sangre que se evocaba en la habitación, sintiéndose enloquecer, quería ayudar a Shuuya, pero el solo acercar su cuerpo un poco y ver la sangre que corría por su cuello lo hacía alejarse como un auto reflejo.

–Shirou…–Sollozó Goenji con la voz escasa, estirando su mano en busca de algo que amortiguara el dolor, sintió sus manos y pies engarrotarse y un fuerte estremecimiento lo recorrió por completo, sintiendo como algo dentro de él se quebrara, y su aura desaparecía.

El silencio se hizo por segundos, segundos en los que había jurado sentir su corazón detenerse.

Y entonces el suave sonido del viento llegó a sus oídos, un sonido tan suave y relajante que jamás escucho en su vida, entonces, todo cesó, y poco a poco los sollozos se dejaron de escuchar dando paso al silencio, un silencio sin palabras que sólo cobijaba el sonido del viento de la noche, el tic tac de las manecillas del reloj y el tenue tiritar de la sangre cayendo de su cuello. Y entonces lo vio, vio en sus ojos reflejado un cuervo negro devorando una víbora sin cascabel*, sobre un charco de sangre, observo a los lejos una figura que conocía mejor que ninguna, vislumbró a Ichirouta vestido de blanco, desmembrado el cuervo que antes devoraba la serpiente, cubriendo su ropa completamente de rojo.

–Ichirouta…–Musitó el moreno, abriendo los ojos sobresaltado, encontrándose con Shirou abrazándolo con fuerza a su pecho, y las cuatro paredes de la habitación donde hace apenas unas horas se había acostado con él.

Todo parecía igual, pero sus oídos, su visión y su cuerpo le decían todo lo contrario. Algo sin lugar a dudas había cambiado dentro de él.

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Acomodó sus gafas con suma delicadeza, una de sus cejas se arqueó en señal de duda y sin disimulo alguno rió suavemente ante la mirada prepotente que la persona frente a él le dirigía. Podía escuchar el suave sonido del piano amortiguando el tenso ambiente que se respiraba en la habitación. Pero era obvio cuando las manos que tocaban aquel instrumento se trataban de Atsuishi.

–Entonces ¿dices que puedes traer a Haruna a la vida?–Preguntó nuevamente el ojirojo, acomodando su cabeza sobre la palma de su mano y suspirando con fastidio. – ¿Quieres que te crea?–volvió a inquirir, obteniendo como respuesta un leve asentimiento del contrario que parecía demasiado seguro. –Me parece imposible…

– ¿imposible? Imposible es lo que tú eres ¿no? ¿Por qué negarte a la oportunidad?–Repuso el de cabellos castaños cruzando sus piernas. Cualquiera que lo viese no podría negar la seguridad con la que hablaba, seguridad que lo más seguro en ese momento estaba convenciendo al de rastas.

–Tienes un punto Fudou–Afirmó el de gafas, mirándolo atentamente, el hecho de ser lo que era, era prueba suficiente para darle un punto de credibilidad al de ojos verdes, pero aún habían detalles por definir–Pero ¿Por qué debería confiar en ti? ¿Por qué cuando intentaste entrar a nuestra casa a robar?–Volvió a interrogar el oji escarlata. Akio sintió el frío recorrer su espina dorsal, debido quizá a la mirada afilada que el moreno le mandaba.

–Fue un error, además es muy modesto llamar "casa" a esta mansión Yuuto–Se defendió con rapidez el de mechas blancas, Kidou parpadeó y sonrió tenuemente, observando como el menor de ambos tomaba un cigarrillo entre sus dedos y lo encendía con calma. Kidou no se sorprendió, era más que obvio al ver su cabello largo, alborotado y las perforaciones de su cuerpo que ese comportamiento sería común en él…El haber vivido tanto tiempo le daba la ventaja de poder descifrar a las personas.

–Tal vez, pero aún así no quita el hecho de que lo hicieron, me sorprende como son tan descarados para venir aquí a exigir prácticamente cosas después de ese incidente–Musitó el de ojos rojos sin mucha importancia, ya había pasado más o menos un mes desde que Akio junto con su compañero de ojos azules que se encontraba a un lado de Atsuishi habían llegado prácticamente a instalarse a su casa y no dejarlos solos por ningún momento.

–Yo no te estoy exigiendo, yo te estoy ofreciendo…–Dialogó Akio de forma calmada, dejando escapar el humo de una sola bocanada, Kidou suspiró, sacándose las gafas de los ojos y dejarlas a un lado de la mesa.

– ¿Qué quieres a cambio?–preguntó el de rastas, si Akio tenía la posibilidad de traer a su hermana de vuelta, no importaría el precio a pagar.

–Lo que quiero es…

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Sus ojos azules se quedaron contemplando la figura que estaba a su lado, ni siquiera se había dado cuenta de cómo Atsuishi había dejado de tocar bruscamente el piano, no, a Natsuhiko no le importaba absolutamente que el suave danzar en las melodías en el aire hubiera cesado, lo único que le llamaba la atención era el perfecto albino quien había formado una suave mueca en sus labios.

– ¿Atsuishi?–Llamó el castaño rápidamente, observando como el chico dejaba de tocar el piano para exhalar aire abatido, sin querer había estado escuchando la conversación que los castaños habían tenido y no le había parecido nada bien la última parte. Atsuishi sonrió tenuemente ladeando el rostro para responder de inmediato al llamado que el de ojos zafiros le había dado.

– ¿Qué sucede Natsuhiko?–Preguntó el de ojos verdes, Nepper torció la boca indignado, dejando caer su cabeza en el piano que anteriormente el peliblanco tocaba.

– ¿Hasta cuándo me darás tu sangre a beber?–Reclamó el de cabellos ondulados, haciendo una mueca de fastidio, tenía insistiendo demasiado tiempo, y si las cosas seguían así terminaría siendo presa de sus temores.

–No sé de qué hablas, estás perfecto así como estás–comentó Atsuishi pasando sus manos por las teclas del instrumento, Nepper volvió a bufar indignado, haciendo un puchero notorio que hizo al peliblanco reír por lo bajo.

–Será tu culpa si me tiro de un puente antes de cumplir los 23 o cuando tenga mi primera arruga… todo porque fuiste demasiado egoísta –Escupió indignado el ojimar ¿tan difícil era convertirlo? ¿Tan difícil conservar su amada belleza y no verse viejo, feo, arrugado y sin nadie que lo admirara? Atsuishi al escuchar aquello no pudo evitar interpretar aquellas palabras como las de un pequeño niño inmaduro…demasiado para su gusto, pero no podía negar el hecho de que Natsuhiko de alguna manera le hacía sonreír y reír exageradamente y por supuesto ponía en prueba su paciencia.

–No lo haré, debes aprender muchas cosas aún~–indicó el peliblanco, observando rápidamente al de rastas que se encontraba conversando aún amenamente con el compañero de Natsuhiko.

–¿Al menos una mordidita?–Volvió a insistir el castaño con clara voz de ruego, Heat volvió a negar, levantándose de su lugar, alertando a lo lejos al de rastas que de igual manera se levanto de la silla y se dirigió al lado del peliblanco de inmediato, bajo la atenta mirada de Nepper y Fudou que torcieron su boca coléricamente.

– ¿No crees que están demasiado juntos?–susurró Akio apagando el cigarro en un mueble cercano al piano, Nepper alzó la ceja pensativo, llegando a la conclusión que no querían llegar.

–Viven en la misma casa, son iguales… ¿hermanos tal vez?–Preguntó en voz baja el de ojos azules, logrando así que su compañero sonriera divertido.

–No lo sé, ya me empezaba a imaginar otra cosa…porque aparte de su origen no comparten nada más, es decir la diferencia entre el rojo sangre y el verde esmeralda es mucha, al igual que su piel y estructura ósea–indicó el de mechas algo indignado, rascando su cabeza con fuerza y frustración.

–No me interesa, sea lo que sea, yo sólo quiero a Atsuishi y que me muerda–mencionó con desdén el de cabello ondulado, la verdad era que desde que había encontrado a Atsuishi y admirado su belleza, había quedado prendado de él, era hermoso, sutil, perfecto…era, era todo lo que él mismo deseó ser. Atsuishi tenía la llave en sus manos de la belleza eterna que él tanto anhelaba. – ¿Akio?–Le llamó al ver al menor distraído con la boca semi abierta, haciendo que al mismo tiempo el mismo Nepper fijara su mirada en lo mismo que presenciaba el de mechas; Su Heat y Kidou se besaron, dejando así todas sus dudas resueltas.

–Suzuno… ¿Qué te trae por aquí?–susurró el de gafas separándose de Heat, para abrir la puerta del salón y dejar pasar el recién llegado. Habían escuchado su voz hace unos minutos y por tal motivo habían abandonado a sus "queridos" invitados para recibir al peliplata.

–Lo he encontrado…–Repuso Gazelle haciéndose a un lado para dar paso a un pelirrojo que traía tomado de la mano. –Alguien digno de "ese" piano–Musitó de nuevo. Kidou y Heat se miraron entre ellos para justo después observar fijamente al recién llegado. Era demasiado extraño que Suzuno dijera eso o admitiera el talento en otro ser humano.

– ¿Y su nombre es?–Inquirió el ojiverde, observando los orbes dorados del pelirrojo carentes de brillo y vitalidad. –Es ciego…–murmuró Heat de nuevo, sorprendido de aquel detalle tan peculiar que el peliplata había visto en ese joven. –Disculpa no fue mi intención…

–Nagumo Haruya–Respondió el invidente con rapidez, sonriendo tenuemente–No se preocupe estoy acostumbrado–Profesó el ojiámbar, Kidou sonrió, dándoles paso a ambos para guiarlos hacia el piano donde, minutos atrás Atsuishi tocaba.

Por su lado Fudou y Nepper observaban todo de forma callada y algo ausente, inclusive con un deje de molestia que fue más que visible para todos, especialmente para Gazelle que sentía la mirada del joven de ojos zafiros clavada en su persona.

–Que él sea el siguiente…–Sugirió en un susurro el pelicafe, Akio observó fijamente al peliplata, negando con su cabeza de inmediato.

–Y ¿si es como ellos?...no seas idiota Natsuhiko–Reprendió el de mechas clavando sus orbes verdes en los fríos ojos grises azulados que el peliplata les dirigía, al parecer Suzuno era uno de ellos. Porque de la manera en que los observaba sugería que, había escuchado su pequeña conversación.

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Sintió el viento chocar contra su rostro, los tenues rayos soleados golpear con fuerza su piel, y una imperceptible sonrisa adornaba sus facciones, ese día iría a recibir al nuevo aprendiz de sacerdote que, se entregaría en cuerpo y alma al llamado de Dios, y nada ponía de mejor humor a Ichirouta, que pensar que otra persona fuera un fiel siervo del señor, que un hijo de Adán regresara a la humilde morada de su creador.

Alzó sus manos con fuerza, estirando cada uno de sus músculos, pasar ayudando en las actividades de la iglesia era verdaderamente cansado, pero nada se comparaba con la satisfacción espiritual que éste recibía. Porque Ichirouta, era un fiel seguidor, era puro…era un instrumento más de Dios.

El viento volvió a soplar, removiendo las finas ropas del menor que se mecieron con su danzar, e incitando a su cabello a cubrir gran parte de su rostro molestando así la visión del peliazul.

– ¿Ichirouta?–Preguntó una voz, haciendo reaccionar de inmediato al pelilargo que sonrió tenuemente al reconocer a la persona que tenía frente a él.

–Mamoru…que grata sorpresa–indicó con alevosía el más bajo, uniendo sus manos en señal de alegría–Me alegra saber que has abierto los ojos, bienvenido seas a las puertas del cielo…–dijo Ichirouta, tomando la mano del castaño, quien sonrió forzadamente, dejándose guiar por el peliazul.

Porque para muchos podrían ser las puertas del cielo, pero para él no había otra frase en la entrada más que las siglas grabadas "Dejar toda esperanza atrás"*

Fin del capitulo uno

Continuará…

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Aclaraciones:

* Se refiere al árbol del éxodo, que da lugar al movimiento de un pueblo por un propósito, es mencionado en la biblia judía.

*Es un simbolismo que en este momento no se revelará hasta más adelante

*Es la frase que se tiene marcada en la entrada al infierno.


Primer capítulo listo...

Y pues, antes de despedirme, sólo me queda decir que la publicación de los capítulos será cada dos semanas y la escritura de los mismo se alternará entre Violeta y yo.

Muchísimas gracias por darse el tiempo de leer...

Bye!