Llevo con esta historia en mente desde yo no se cuando ya... Me he ido cortando un poco porque la gemela (ya sabéis cómo es y si no os lo digo yo:) es una pazguata que decía: que si es muy denso, que si no es entendible, que si sólo tienes un capítulo de nada, que nadie va a leer algo en el que el malo sea Misha... etc (muchos muchos etcéteras )
He dejado de hacerle caso, me apetece. Mi malo (pero malo psicópata de la peor especie) es Misha, su víctima es Jensen y Jared es el encantador caballero que que lo rescata (¿A que parece bonito? pues no va a ser tan bonito como parece)
¿Aguien vio Dollhouse? (Ah mi adorada Eliza...) fue una serie corta, de un par de temporadas, en ella una compañía realizaba contratos de cinco años con personas que no soportaban su propia vida, y durante el tiempo que duraba el contrato se borraba su identidad y se les introducia otras según los deseos de los clientes de la empresa. El punto de partida es apabullante... en fin no hablamos de Dollhouse pero sí de su mundo, porque partimos de ahí.
En justicia esto debería ser un crossover, ¿no? una especie de Wincest AU ambientado en Dollhouse... (me encantan los puntos suspensivos y las aclaraciones entre paréntesis, por si no se nota)
Lo pondremos así,
Dollhouse no me pertenece, si no todavía estaría en antena, y los nombres de los personajes que aparecen en esta historia funcionan como descripción física, no porque piense, ni de lejos, que algo de ésto ha pasado o podría pasar en la realidad.
Empezamos Ya
The Last Doll
Prólogo: …Y no eras tú
El activo subió las escaleras sin recelo. Por supuesto que estaba informado de lo que era y de qué se esperaba de él. Llegó al rellano de la segunda planta dónde aguardaba el compromiso. Éste si estaba nervioso, podía ver el sudor manchar la camisa que no llegaba a ocultar los poderosos músculos. A Ross no le importaba quien fuera o lo que debería hacer de ahora en adelante. Era muy sencillo, ahora tenía a alguien que cuidaría de él y sólo debería obedecer y hacerle feliz.
El activo se aventuró a levantar la mirada, buscando los ojos de quien le poseería en todos los sentidos de la palabra. No había triunfo en la mirada vacía de color, sólo una profunda tristeza. La "Casa" le había enviado ahí con lo puesto, sin apoyo, sin guardián. Sólo unas escuetas indicaciones, esta vez no había habido tratamiento, ya nunca lo habría. Su contrato había expirado pero no habían podido devolverle su identidad pues había sido destruida por error y el hombre que le esperaba se había hecho responsable de él.
Jared Padalecki sintió un doloroso pinchazo en el corazón al notar que quien estaba frente a él no era "Él". Era su cara, su cuerpo, es cierto… pero no era "Él". El hombre que aguardaba pacientemente a que lo recibiera se rascó el cogote en un gesto que Jared había añorado durante meses. Quizás con el tiempo volvería a ser Jensen, ¿Pero qué Jensen? ¿El niño torturado física y emocionalmente o el hombre a quien se suponía que iba a salvar?
No pudo soportar más la distancia, aprovechando su mayor corpulencia empujó al activo hacia la pared buscando su boca con una violencia innecesaria, pues sabía que estaba ahí para él. El cliente se alejó con un gemido y miró el profundo vacío de unos ojos que solían reflejar todas las emociones del mundo.
- ¿Sabes quién soy? – preguntó con la voz rota conociendo de antemano la respuesta programada
- El compromiso
- Te han dado un nombre para mí, úsalo
- Jared – pronunció anodinamente Ross – es Jared
Y el activo una vez se llamó Jensen y le quiso. Jared acarició el rostro del activo, del hombre que había amado y que había destruido cuando sólo pretendía salvarlo.
- ¿Y tú nombre?
- Ellos dijeron que tú me darías mi nombre – respondió confundido
- Te llamas Jensen
- Si señor
- Sólo Jared.
El agente del gobierno tomó a la última víctima de la Corporación Rossum, y del maldito sistema que despersonalizaba a los sujetos y los convertían en lo que tenía delante. Lo abrazó fuerte, sin obtener resistencia ni aceptación y rompió a llorar sobre su cuello.
- Quiero que me recuerdes Jen – suplicó entrecortado sin apartarse de él – Recuérdame, por favor.
- Quiero hacerlo, pero no puedo, perdieron mis recuerdos – explicó conmovido el activo – no quiero que llores
Jared no pudo parar, se derrumbó arrodillado, abrazado a la cintura de quien era incapaz de recordar que tuvo una vida y que le amó.
/ Hace dos años /
El agente de la unidad de secuestros de larga duración del FBI llamó a la puerta del precioso dúplex de Austin. Iba a encontrarse con uno de ellos, un hombre que se había prestado voluntario para que le borrasen su identidad y ser impreso con la identidad de otra persona, o como los había definido el desaparecido Paul Ballard, un "activo" de Dollhouse.
El agente Jared Padalecki había colaborado con Ballard en cientos de casos de secuestros con el mismo denominador común. La compañía Rossum y Dollhouse. Durante uno de ellos fue asesinado por una de las víctimas de la compañía programada especialmente con esa misión.
Durante casi veinte años esa compañía se dedicó a ofrecer unos servicios que algunos catalogaron de espectaculares y otros de aberrantes. Al principio usaron presidiarios condenados a muerte o cadena perpetua, después, debido a serios problemas con este tipo de sujetos empezaron a reclutar voluntarios. Gente lo suficientemente desesperada como para querer desaparecer de su propia vida durante cinco años.
Durante un tiempo los servicios de las Dollhouses de todo el país fueron muy apreciados. Incluso algunas agencias de seguridad del gobierno llegaron a disfrutar de sus activos directa o indirectamente. No dejaba de ser nueva forma de esclavitud por lo que el FBI primero a través de Paul Ballard y después como homenaje al agente asesinado, logró la desmantelación de casi todas las casas con la colaboración de la directora del proyecto en California.
Una vez desmantelada la organización quedaba el problema de recuperar a los activos y devolverlos a su vida real. Con algunos fue relativamente fácil, sólo hubo que devolverles su identidad y explicarles que el proyecto se había cancelado por su ilegalidad. Todos fueron indemnizados en la cuantía prometida a cambio de su silencio.
Los casos más difíciles eran los que estaban infiltrados en la sociedad bajo una identidad falsa como "Durmientes" esperando a ser activados o devueltos a la casa pero sin saber quiénes eran y que estaban realizando una misión encubierta.
Jared ya había encontrado a varios de éstos, tenía el récord de su unidad en efectividad pero su éxito comenzaba a hacer mella en él, pues su actuación sacaba a los sujetos de una falsa pero feliz vida común y corriente para enfrentarlos a los motivos por los que consintieron en ser un mero juguete para la compañía Rossum. Nunca eran motivos agradables.
El agente del FBI cogió su portafolios y la identificación falsa, pero que la oficina de Asuntos Sociales de Austin respaldaría como buena. Para ser el último caso relacionado con una Dollhouse, se salía de lo común, pues en los archivos de ninguna Casa constaba ni el nombre, ni las características del que vivía en ese dúplex.
Debía infiltrarse, y poco a poco, acercarse al activo "durmiente" y encontrar la forma de contarle la verdad sin causarle ningún daño irreparable. Y que el sujeto en cuestión creyera ser el tío y única familia de tres críos que lo adoraban no facilitaba en nada su trabajo.
Una niña de trece años le abrió la puerta y lo examinó de arriba abajo. Sus expresivos ojos azules no parecían nada complacidos con el examen, retirándose un mechón de cabello negro de la cara lo dejó pasar. Jared se quedó en la entrada dejando su maleta en el suelo, junto al paragüero. Sonrió a la chiquilla tratando de suavizar el ceño fruncido de ésta.
- Buenas tardes, eres Vicky ¿verdad?
- Victoria Collins para ti – replicó la jovencita sin concederle una sonrisa de vuelta
- Bueno, señorita Collins, no sé si estarás al corriente de mi llegada…
- Por supuesto que lo estoy – cortó la niña – pero no necesitamos nada de los servicios sociales, estamos bien.
Otro niño, de ocho años, con la misma mirada azul y el mismo cabello negro que la muchacha, llegó corriendo y se quedó parado en la subida de las escaleras examinándole con la misma desconfianza con que lo había hecho su hermana.
- ¡Tiiiitoooooo! ¡Ya llegó! – gritó hacia el piso de arriba
Jared no olvidaría jamás la primera vez que lo vio. Esa imagen le perseguiría años después, en los momentos más difíciles de su vida, llenándole de remordimientos y a la vez, de todo el valor que necesitaba para continuar.
El activo llegó con el niño que aún no había visto, un bebé de apenas tres años, subido a cocos. El cabello corto, rubio oscuro y revuelto por las manitas regordetas del pequeño. Los ojos de "su caso" sin tener el llamativo azul de los chiquillos eran aún más impresionantes, pues si hay un dicho que afirma que son "el espejo del alma" los de este hombre eran la prueba irrefutable de ello.
Quien creía ser Jensen Ackles lo examinó con frialdad. La expresión dura y vigilante, la tensión en los bien formados hombros delineados por una vieja camiseta negra con dibujos del Coyote, los vaqueros desgastados lavados a la piedra que se ajustaban como guantes a las piernas y que terminaban en unas zapatillas de casa con forma de garras de oso.
El agente Padalecki, al notar la falta de oxígeno recordó que tenía que respirar, y lo hizo, profundamente.
- Soy Jensen Ackles y supongo que usted es el enviado de los servicios sociales – murmuró el recién llegado bajando al niño de su nuca y entregándoselo a su hermana – Si me sigue le indicaré dónde puede alojarse.
- Mi nombre es Jared Padalecki, y puedes llamarme Jared, no es necesario tanta formalidad
- Señor Padalecki
- Jared
- Se…
- Jared, hágame el favor, no estoy aquí para apartarlo de su familia – dijo demasiado a la ligera, olvidando que si su trabajo concluía con éxito, incluso en el mejor de los casos, lo apartarían de los niños.
- Está bien, Jared, está aquí para decidir si un hombre sólo con mi tipo de trabajo puede cuidar de tres niños – Jensen se pasó una mano cansada por los ojos – Llevo haciéndolo dos años, no sé dónde está el problema ahora
- Los abuelos…
- Misha no tenía familia, soy su único familiar vivo
- Se lo explicamos señor Ackles, Misha Collins se marchó de su casa al cumplir los veinte años – se mordió la lengua para no hablar de más sobre el maldito bastardo, a fin de cuentas estaba muerto y sus hijos estaban delante – sus padres siguen con vida y pueden darle un hogar a los pequeños.
- Si Misha huyó de casa tendría sus motivos
- No está ayudando…
Jared miró a los niños que no se habían separado del adulto, ellos no debían estar ahí. Eso complicaba tanto la situación. Esta vez el resultado de su misión no afectaría sólo al sujeto investigado, afectaría también a estos niños, por eso tenía más tiempo, por eso este caso era tan especial. Decidió dar un poco de tiempo a todos para hacerse a la idea de su presencia en la casa, a fin de cuentas esta misión era diferente, se le había concedido hasta seis meses para llevarla a cabo con la mínima perturbación posible.
- Chicos dejadme a solas con… Jared – el agente se dio cuenta de que su interlocutor usaba su nombre para no predisponer más a los niños en su contra - ¿por qué no vais a ver los magos y me grabáis el capítulo?
- ¿Estás seguro tito Jensen? – preguntó protector el chico de ocho años
- Si Tyler, por favor.
Su alojamiento era mucho mejor de lo que había pensado. Estaba en el ático y se componía de un dormitorio abuhardillado y un pequeño baño con todo lo necesario.
- El desván antes ocupaba todo el ático, pero Misha lo dividió para convertirlo en mi habitación al mudarme con ellos…
Otra vez tuvo que hacer un importante esfuerzo por no decirle quién era su "maravilloso" Misha y lo que le había hecho realmente. Sonrió dándole las gracias y dejó que marchara con los niños. En los últimos tiempos, sobre todo en los años que llevaba en "recuperación y reinserción de activos" había llegado a sentirse físicamente enfermo a causa de la furia y la impotencia pero nunca se había sentido más furioso y más impotente con un caso en particular que con éste.
Colocó su escasa ropa en la cómoda y habilitó la mesa circular como escritorio. Entonces llamó al señor Collins y le contó la fría bienvenida y que los chicos estaban bien.
- ¿Cuándo podremos traerlos a casa? – preguntó ansioso el viejo
- Era lo que temíamos señor, ellos creen que usted es sólo un viejo asquerosamente rico que quiere apartarlos de su tío. Tardaremos al menos los tres meses que le dije y no sé si alcanzarán los seis de que dispongo – confirmó.
- Está bien, lo siento agente – podía oír la decepción en la voz del amable psiquiatra – parece mentira que trabaje en mi rama… ¿Y Jensen?
- Es él, señor Collins, es un hombre de treinta años pero es él.
- ¿Cómo pudo…? – escuchó el llanto del viejo al otro lado del aparato y lamentó sinceramente su dolor.
- Ahora lo que importa es sacarlos de aquí con el mínimo daño.
- Lo siento agente – repitió Benjamin Collins – tarde todo lo que tenga que tardar, sé que usted es el mejor en esto, y por favor, cuide de Jensen también.
La conversación lo había estresado un poco, se cambió el traje por algo más cómodo que le diera un aire menos serio, unos vaqueros tan desgastados como los de su anfitrión y una camiseta verde militar con cuello de pico.
- Vamos a integrarnos – se animó frente al espejo alisándose el cabello hacia atrás.
Continuará...
