Publicado originalmente el 2 de julio de 2010. Sólo lo completo, corrijo y reedito algunas partes para hacer mejor la lectura.
Gracias a todos los lectores quien aún no me olvidan con el pasar del tiempo.
Los personajes aquí nombrados no me pertenecen. Lo único que viene de mi mano es la historia. Cualquier duda relacionada con ella manden mensaje.
Ya llevaba rato parada en el mismo lugar, su largo kimono negro le daba una sensación de bochorno y pereza. El abanico a su espalda, pesado y por ahora inútil, la agobiaba más.
Miro el cielo, tapo con un dedo el sol, mientras maldecía a cierto chico por su retraso y falta de cordialidad.
Resopló revolviendo su flequillo rubio, mientras echaba a andar hacía algún lugar más fresco, se sentó debajo de un gran árbol para disfrutar de la sombra, estaba enojada y no entendía por qué no se iba de una buena vez. Algo, o alguien, la detenía, y estaba segura que no era el abatimiento de calor en la aldea de Konoha.
"Baka…dijo que llegaría a las 12:00. Ya han pasado dos horas… — se dijo a sí misma. Sin querer comenzó a dilucidar sobre que podría haberlo retrasado. Algunas misiones peligrosas o dificultades especiales se le atravesaban por la mente. No, no podía preocuparse cuando él ni si quiera mostraba atención a ella.
Se levantó, abrochó el abanico a su espalda. Ya comenzaba a alejarse del lugar cuando alguien le hablo.
—Temari…
—Creí que habíamos dicho 12:00 en punto, Nara— contestó mientras seguía su camino sin siquiera girar a ver el rostro de quien la llamaba.
Shikamaru la siguió, mientras un "problemático" se dibujaba en su mente.
—Tuve una misión…muy importante — se excuso él, siguiendo el paso acelerado que la chica de la arena había tomado, casi podía mirar su ceño fruncido, su boca torcida, su mirada encelada.
—No te creo.
—¡Te digo la verdad!— respondió ya cabreado Shikamaru. Aunque la verdad era otra, sabía que no debía revelarla si quería seguir hablándole a Temari para sus propósitos finales.
Asuma lo había invitado a jugar Shogi y Shikamaru aceptó creyendo que terminaría rápido. Al final, se concentró demasiado, el juego era bueno y cuando estuvo a punto de ganar, miró que ya era muy tarde y corrió al encuentro de la rubia.
Temari frenó, por fin, después de esos 5 minutos de apatía se detuvo a mirarlo, cruzaba de brazos, suspiro:
—No se le pueden pedir manzanas al olmo, ¿verdad? — comento ella, mirando a otra dirección, tratando sobre la poca atención que el manipulador de sombras aplicaba a cada aspecto de su vida. Sabía que no era algo contra ella, el hombre era así, desde que lo conoció, pasando a cuando comenzó a salir con él junto a otros amigos y ahora, finalmente, cuando aceptó a salir sólo con él sin avisarle ya a sus hermanos.
—Entonces… ¿quieres ir o no?... — pregunto Shikamaru con un tinte de amabilidad, sabía que no podía seguir fallando en esta incipiente cita.
—¿Sabes? Ya no tengo hambre.
—Mmm… — Shikamaru sintió que le hervía la sangre¡Cómo demonios se le había ocurrido invitarla a comer a ella! Con ese genio y mal carácter ¿Qué rayos tenía esa mujer que la hacía tan atractiva para él? Suspiro tratando de mantener su torpe genio lo más estable posible. ¿Por qué sólo perdía el control frente a ella? Sólo Temari hacía que se sintiera estúpido a la par que trataba de parecer confiado, que su mente tan supuestamente brillante se ofusara para sacar ideas que ni Naruto diría aún estando adormecido.
—Entonces, creo que esta cita no tie…
—Pero si quieres te puedo acompañar… — Frenó. Mientras jugaba con sus uñas pintadas de escarlata.
Irónico, Shikamaru nunca había puesto atención a la manicura de una chica…
Anduvieron entonces hacía la aldea. No pudo evitar mirarla de reojo. Qué mujer tan malhumorada, detestable, problemática, impulsiva era… Aunque también era graciosa, atractiva y con un temperamento que, si hacía buenos cálculos, podría ser lo que necesitara para domar su detestable pereza continua. La verdad era que la chica le parecía bastante sensual. Su cabello como melena dorada era tan brillante y sus orbes aquamarinos le refrescaban en aquella caminata calurosa.
—Y, ¿Qué te apetece? — pregunto él con un acento de "me da lo mismo"…
—Lo que tú quieras.
—¿No te cansa traer ese abanico todo el tiempo?
—¿No te cansa ser tan irresponsable todo el tiempo?
Shikamaru sintió ganas de dejarla ahí mismo, irse sin más para evitar una discusión sin sentido. Lo sabía, como su papá más de una vez le advirtió: "las mujeres eran tan malhumoradas y problemáticas".
—Eres demasiado malhumorada para ser una mujer joven ¿lo sabías?
Temari lo miro fijamente. ¿Por qué? Por qué entre tantos chicos él terminó siendo el único con quien había aceptado tener una cita. Sabía que no era fea, y que como hermana del kazekage pretendientes le sobraban, todos más ricos que los anteriores, con tantas propiedades que el bosque de los Nara podría caber tres, cuatro o cinco veces en sus palacios. No debería estar ahí. Ni Kankuro ni Gaara aprobarían que se paseara con aquel shinobi. Debería dejarlo, lejos con su visión masculina y apática y su pereza de mierda… "¿Por qué él?".
El chico siguió caminando, el silencio entre ambos rozaba ya lo incomodo. Sin darse cuenta se hallaban ya frente al Ichiraku Ramen, donde paró en seco, y sin decir más levantó la cortinilla para permitir que la chica pasara primero.
¿Era enserio? Su primera cita, aquella que contaría a sus hijos y después a sus nietos. La que tendría que valer como la primera imagen, aquel lugar bonito para recordar donde podría llevar a sus hermanos para presentarle al Nara formalmente para…
Se bofeteó mentalmente. Temari entendió la invitación. El vapor le pegó fuertemente a la cara, ya de por si enrojecida y acalorada. Pero, tenía que admitir que el olor a tallarines le abrió el apetito después de perderlo por el retraso del chico de la mirada adormecida. Shikamaru pidió dos órdenes de ramen con cerdo:
—No sé si te gusta el ramen…pero era lo primero que se me ocurrió invitarte…—le dijo Shikamaru mientras partía sus palillos para comenzar a comer.
—No, está bien…
Shikamaru notó que quizá este no era el mejor lugar para invitar a comer a una chica; que Choji, Ino y el vinieran a comer ahí era diferente a comer con un mujer en una cita.
Y más con ella.
Qué idiota.
Era la hermana del kazekage, acostumbraba a comer en palacios y mansiones lo mejor de lo mejor allá a donde fuera. Tal vez aún era momento de…
—Desde que vine aquí para hacer mi examen chunnin yo… no había comido ramen.
—Mmm… ¿Cuánto hace de eso?
—Dos años, Nara, no seas idiota, ambos nos graduamos.
"Juntos"
Terminaron, Shikamaru pagó, cuando se dio la vuela ella ya estaba afuera, de brazos cruzados y mirándolo detenidamente.
—¿Y ahora? —pregunto la manipuladora de los vientos.
—No sé…¿quieres ir a caminar?...si no quieres yo entenderé...
—Vamos…no tengo otra cosa que hacer. —contesto resoplando al final como si estuviera siendo obligada a acompañar al castaño.
Caminaron hasta el campo de entrenamiento, donde algunos críos ya estaban recogiendo sus kunais y algunos se golpeaban la tierra de las rodillas y espalda. Varios chicos se alejaban del lugar en grupos de tres riendo a carcajadas, tan alejados aún d elas misiones pesadas y arriesgadas. Daba por momento ternura verlos
Shikamau fue el primero en tirarse cerca del río. Ayudo a la otra a sentarse cerca. El césped verde reflejaba el atardecer. El sol teñía de naranja el cuerpo de agua, mientras gotitas frías les refrescaba las mejillas y la mente. Una brisa removió el cabello rubio de Temari, llamando la atención del otro, que notó el brillo que despedía aumentado por el sol carmesí. ¿Era la luz bermellón o tenia las mejillas y los labios rojizos?
Shikamaru se recostó, como siempre lo hacía mientras cerraba los ojos, parecía que pronto se quedaría dormido.
—Oye Nara, despierta— susurró sensual al oído.
Shikamaru sintió un fuerte escalofrió al escuchar aquel tono…tan cerca. Abrió los ojos y se sentó rápidamente, mientras sonrojado miraba la cara sonriente de Temari, que reía con picardía, la misma mueca que usaba cuando ganaba una batalla, o conseguía algo que deseaba.
—No hagas eso…— le dijo mientras sonreía.
—Jah, baka—Temari sonrió, se veía preciosas.
Peligrosamente preciosa.
—Oye.
—Mmm…
—¿Por que eres tan insensible conmigo? Es decir, sé que eso es como nato en ti, pero cuando hablas conmigo, no sé, es como si pusieras una barrera…
—No lo soy…—sonrió, avergonzada. –Pero a veces me sacas de mis casillas, ¿sabes?
Temari no era fría, sólo calculadora y anticipada. Si alguien se había encargado de Gaara y Kankuro, era ella. Más allá de tener la vida resuelta con decenas de sirvientes detrás de ellos, la única que miraba por demostrar poco o mucho cariño, siempre fue ella.
No, no era un chica insensible, sólo había pasado por malos momentos.
—Tú también de las mías. Tanto que no entiendo por qué te veo como a nadie más había notado antes.
Temari sonrió, girándose lo sujetó de los hombros y lo tiró al césped…
—Pues, digamos que no eres el único que piensa así —respondió, acomodándose suavemente en el pecho del chico.
Shikamaru sonrió, le gustaba esa actitud de Temari, quizá eso era lo que le gustaba de ella, que lo complementara tan bien, que lo hacía sentirse bien. Su actitud vivaz equilibraba su serenidad, le inyectaba vida y ruido a su opaca vida.
Cuando se dio cuenta, cabellos dorados caían regados sobre su rostro, mientras sentía algo tibio fundirse en sus labios. Una suave danza de vientos y sombras bailaba dentro de ambas mentes aturdidas. La posesión y liderazgo se hizo presente en aquella unión. Se afianzo a la cintura fina envuelta en el kimono de seda negra que tenía sobre sí. Entendió que era lo único que quería mantener cerca para sentirse completo.
Al separarse, las miradas chocaron, a lo que siguió una risa torpe. La chica se reincorporó, mientras se ajustaba el obi de lana roja a su delicada silueta, mientras dejaba un tanto extrañado a Shikamaru, que seguía recostado en el suelo.
—Creó que lo demás sobra…
—¿Qué es lo demás? —preguntó Temari, a la par que se levantaba.
—Que te quiero.
Le tendió una mano a la rubia, que ella usó para ayudar a levantar. Comenzó sacudir el pasto de sus hombros y cabello. Para luego acercarse a él y sentir cómo pasaba los brazos por su espalda.
—Para mí nada de eso sobra, Nara.
—Pues ya lo dije…
-—No te escuche— susurró ella, mientras se apegaba al cuello del varón.
—Te quiero.
Levantó su mirada celeste para cruzarla con la de él. Sonrieron, complacidos antes de darse otro beso. No había nada más que esperar escuchar ni que decir por ahora. Las estrellas comenzaban a brillar, al igual que los ojos de la chica del abanico, mismo que fue recogido por Shikamaru. Se echó a la espalda tal arma, y de la mano de su ahora cómplice comenzaron a andar hacía la aldea.
¿Revisiones?
l
l
v
