Disclaimers: Los personajes de esta historia son propiedad de JJ Abrams. N/A: simplemente no podía dejar de escribir algo acerca de este par, así que, aunque un poco corta, esta historia es simplemente el desfogue que estaba buscando

Todavía te Tengo, Todavía me Tienes por WarriorD

Aquel tinto la envuelve; es su aroma lo que la acompaña en el delirio, en la confusión de sus sentidos, en el desfogue del respiro que ha estado conteniendo toda la noche. No sabe por qué se aferra a él, a la sensación de ardor que consume sus entrañas. Piensa -razona incluso- que es aquella última copa lo único que salvaguarda su cordura. Y aunque a su vez la desboque en las imágenes de un pasado doloroso y la haga rogar por ser poseída como en aquellos recuerdos poco fugaces, sabe que su sabor áspero será el mitigador del gusto salado de sus lágrimas.

Él la ve entrelazar sus dedos alrededor de la copa, sostenerla con fuerza y determinación mientras la delicadeza de su pulso la envuelve en un aura señorial. No sabe si querer beberla -tal y como ella lo hace con el líquido color escarlata-, no sabe si lo puede hacer.

El mundo gira, entonces cierra los ojos; la contempla ahí, en su mente, con aquella belleza esperanzadora, con aquella belleza viva. Pero ahora ella está muerta y su vientre quema bajo su palma; se estremece de dolor por entender que no pudo protegerla, que no pudo brindarle abrigo como cuando la llevaba consigo, como cuando eran una.

La odiaba, la quería muerta, porque pensaba que al sentir el calor de su sangre en sus manos estaría liberando el fantasma que lo acompañó por más de veinte años. Ansiaba verla rota, quebrada y expuesta ante la vida sin nada que la protegiera, amoldándola a la simetría de sus vidas, haciéndola vivir, en fin, todo lo que él vivió después de su partida, y ahora ella está ahí: frágil y vulnerable como una muñeca de porcelana tambaleándose antes de la caída y se odia por no poder embriagarse ante aquel despliegue de emociones, por no poder dejar de amarla.

Luego alza la vista, lo encuentra y bebe una vez más. Saborea su aspereza tratando de aniquilar el nudo que no la deja respirar. Siente su mirada sobre la de ella y recuerda el día en el que descubrió que estaba embarazada y cómo su vida cambió desde que él se la puso en brazos. Entonces ella los amó.

Entiende que no es cuestión de poder sino de necesitar hacerlo. La alcanza y evita su caída; la protege, la consuela, la ama.

Y unen sus almas. Sus susurros y gemidos intoxicados por las lágrimas. No son gentiles, como no lo han sido sus vidas, y ante la rudeza con la que sus cuerpos se entrelazan, ella comprende que volvería a vivir esta vida si fuese necesario.

No la deja escapar, la atrapa bajo su cuerpo y la fuerza a encontrarse con sus ojos. Ella lo desafía, él la admira. Sabe que nunca podrá perdonarla, pero tampoco podrá dejar de amarla. Y con la aceptación llega la esperanza, la delicada llama que alumbra su oscuridad.

Su dolor no ha cesado ni cesará, pero la cercanía de sus cuerpos la levanta, la ayuda a comprender que no está ni estará nunca sola en esto, que aunque ha perdido a Sydney, todavía posee a Jack.