El deseo del corazón más puro

EL ESPEJO DE OESED

Siete. Siete años desde que lo había perdido, aún le era imposible acostumbrarse a la idea.

Dejó que una rebelde lágrima le recorriera la mejilla hasta perderse en su suave cuello. Sus castaños ojos brillantes habían perdido la luz que poseía de adolescente, recorrieron el lago de Hogwarts donde yacían los caídos de la Batalla.

Podía ver a su madre llorando a viva voz; mientras su padre la abrazada tratando de transmitirle confort, aunque él mismo no podía evitar llorar, vió a magos y brujas que apenas conocía que rodeaban el lugar, la profesora Mc Gonagall se le limpiaba las lágrimas con un pañuelo escoses, mientras Hagrid a su lado sonaba sonoramente su nariz en un pañuelo de lunares, Ginny dió una media sonrisa. Todos allí había venido a dar homenaje al que una vez fue llamado: '' El niño que vivió''.

Sintió una mano en el hombro y ella supo que era Ron, él nunca la dejaba sola y sabía que compartían el mismo dolor, él había perdido a su mejor amigo, a su hermano, a su cuñado y Ginny había perdido al hombre que siempre amó.

Ginny sintió que esas palabras no caracterizaban a Harry, él era eso y más… él era… él era tan terco y malhumorado y patoso con las chicas, aún podía recordar como Harry la abordaba con los pretextos más tontos que había escuchado tan solo para hacer platica y acompañarla a la Sala Común.

-Ginny- la sacudió una Hermione de 25 años con un avanzado embarazo y lágrimas en los ojos -Ginny, ya ha terminado la ceremonia, deberías ir a casa.

Antes que Ginny pudiera responder escucharon una voz que las sobresalto.

-Hermione- dijo un joven pelirrojo de 25 años con pecas en el deberíamos ir ahora a San Mungo.

-Solo me despedía de Ginny, Ronald- respondió Hermione furiosa, claro está producto de las hormonas. Hermione la miro.-Ginny, porque no nos acompañas a San Mungo para saber el sexo del bebé.

-No me ignores Hermione – chilló Ron-. Además, yo también venía a despedirme de mi hermana.

- En serio, no parece

- ¿Que insinúas?

- Nada…presumido

- Sabelotodo

- Idiota

–Engreída

La pelirroja se alejó de allí. Sabía que si esos dos no tenían su pelea del día no estaban felices. Sus ojos se posaron en esa pequeña pero hermosa lapida blanca donde descansaba Harry. Su Harry, al que siempre había amado sobre todo y todos.

-Hola, Harry –pensó mientras coloca una corona de flores y sus dedos rozaban suavemente la lápida-. Cómo pasan volando los años, ya son 7 desde que te fuiste. Las cosas han cambiado un poco Ron y Hermione están esperando su primer bebé y aunque parezca raro ellos se pelean aún más que cuando eran amigos.

Mamá y papá están ansiosos por ser otra vez abuelos. Bill y Fleur están felices con su preciosa hija Victorie y Teddy se lleva muy bien con ella. Charlie por fin tiene una novia ¡puedes creerlo! es veterinaria de dragones.

Percy se casó con Audrey, una compañera de trabajo que es súper divertida y se lleva de maravillas con George… George ha comenzado a salir con Angelina, ella ha hecho que recuperé el buen humor.

Ha pasado tanto en tan poco tiempo pero aún así Harry yo te extraño. Cada momento estoy pensando en ti… si solo pudiera estar un momento contigo, un instante siquiera…

Una brisa de verano interrumpió sus pensamientos cuando sintió que una mano acarició sus mejillas, tan suave, tan reconfortante que por un momento pensó en Harry.

Sintió una mano en su hombro y volteo rápidamente pero sólo vió a su lado a Ron. Suspiro. – Acompáñanos a San Mungo –pidió Ron és de todo eres la madrina – Sí, Ginny acompáñame no quiero ir con este energúmeno- argumentó Hermione.

– ¡Ey!

-Chicos, no discutan – intervino Ginny, al darse cuenta que la castaña iba a replicar –. Quiero quedarme un rato en Hogwarts, a recordar viejos tiempos.

Los dos se quedaron callados porque no tenían como argumentar contra aquello.

–Pero, Ginny ¿Cómo vas a entrar a Hogwarts si está cerrado? - le cuestionó Ron, después de un largo silencio.

–Fácil- dijo la pelirroja con una pequeña sonrisa, sacando de su túnica un manojo de llaves -, después de todo soy la profesora de DCAO, ¿no?

–¡Se las robaste a Filch! ¡Siendo una profesora!

- No te alteres, Hermy, se las devolveré, además ni que estuviera robando.

– Bien, Hermione debemos irnos, y tú Ginny devuelve las llaves.

-Y tú ¿cuándo te volviste tan responsable?-preguntó Ginny con asombro.

– Desde que me casé con Hermione- le respondió-. Vamos, Hermione.

Tomó la mano de su esposa y desaparecieron. La pelirroja miro el punto donde habían desaparecido. Realmente, Ron había cambiado para bien.

Dió media vuelta y se encaminó al Castillo. Sacó el manojo de llaves e introdujo una llave de plata en la cerradura y con un pequeño ''clic'' la puerta se abrió y pudo ver Hogwarts en todo su esplendor.

Caminó por los pasillos, por el Gran Salón, la torre de Astronomía, recordando cada detalle, cada incidente que había vivido con Harry y se derrumbó. No podía controlar las lágrimas que habían pugnado salir desde la mañana. Era un dolor profundo e insoportable el saber que había perdido para siempre a la persona que más amaba. Se aferró a una columna y dejó que las lágrimas cayeran con más libertad.

Cerró los ojos, mientras una imagen aparecía en su mente:

Eres más linda cuando sonríes, Ginny- le dijo un Harry de 16 años, con las mejillas rojas de la vergüenza.

Ese pequeño pero hermoso recuerdo le alegró el corazón, era la primera vez que Harry le decía un cumplido y ella lo atesoraba con amorporque sabía lo difícil para Harry expresar sus sentimientos. Dió un par de pasos, recobrando la fuerza que ese recuerdo la infundado, pero se detuvo en una puerta que despedía un brillo dorado debajo de esta.

Sorprendida abrió la puerta con precaución y esta chirrió con suavidad. Sus ojos recorrieron aquel lugar: era un amplio salón de clases en desuso, lleno de escritorios sucios y polvorientos; pero lo que llamó su atención era un mueble alto y grande cubierto con una tela llena de polvo que despedía un brillo nacarado al fondo de la clase.

-¿Qué hacia allí un mueble de ese tipo?-pensó acercándose-parecía que fue puesto aquí para esconderlo o algo así.

La curiosidad la hizo acercarse a ese extraño y enigmático objeto, descorrió la tela que lo cubría y cuando este cayó, pudo apreciar un gran y ovalado espejo que tenía grabado en el borde letras sin aparente sentido, podía notarse por el diseño del espejo que era muy antiguo y majestuoso.

Limpió la superficie polvorosa del espejo y éste le devolvió su reflejo: una Ginny de 24 años, con el cabello pelirrojo hasta la cintura y con gesto asombrado miraba el espejo; pero un segundo después jadeo y su pulso se aceleró. El espejo no sólo había devuelto su reflejo sino el de alguien más.

-¡No podía ser! , acaso era él… dió dos pasos temblorosos y se situó al frente del espejo-. ¡¿Harry?

La imagen que le devolvía el espejo era el de un muchacho alto y guapo, con el cabello negro azabache y despeinado, con lentes redondos y detrás de estos unos ojos verdes brillantes y una cicatriz en la frente con forma de un rayo: Harry Potter con 17 años.

– ¡Harry!- exclamo sin aliento.

El Harry del espejo le sonrió agitando la mano y Ginny aun llena de asombro lo imito. Lo miro larga y tendidamente esperando que no desapareciera al cerrar los ojos, entonces reparo en que Harry no estaba solo, detrás suyo había muchas personas que no había notado al absorberse mirando a Harry.

-¡George!- un muchacho pelirrojo con una sonrisa pícara en el rostro la miro a través del espejo, acentuando más su sonrisa; alzo el pulgar y apunto a una pareja: era una joven mujer con el cabello rosa chicle, acompañada de un hombre alto de cabello marrón y con una discreta sonrisa en el rostro.

–Tonks, profesor Lupin- susurró, entonces fue consciente que estaba viendo a todas las personas que había perdido en la Guerra. Vió a su antiguo amigo Collin, a Dobby mirando a Harry con adoración, a Ojoloco con rostro serio, a Sirius más joven de lo jamás allá visto, con las manos en los bolsillos y una gran sonrisa y al lado suyo al profesor Dumbledore con su larga barba blanca y su túnica celeste y ese extraño brillo en sus ojos azules. Todos ellos, regalándole una cálida sonrisa, pero la más grande y más cálida era la de Harry.

Entonces, las letras doradas del espejo empezaron a brillar, pero no sólo eso el propio espejo también se envolvía con su brillo y sin darse cuenta la propia Ginny se envolvía con ella. Entonces, de algún lugar del espejo o tal vez en la mente de Ginny, ella escuchó una voz musical que le decía:

-El espejo de Oesed, revela el deseo más anhelante del corazón; he visto que todos los hombres que se han presentado ante mí sólo han deseado el poder y la fortuna, pero tu corazón es diferente a todos ellos. Tú deseas volver a ver a las personas que perdiste, en especial a ese muchacho al que amas. Es por eso que haré realidad tu deseo. Ginny Weasley, toma esta segunda oportunidad que te doy y aprovéchala para amar.

Entonces, la luz dorada la envolvió por completo y la atrajo al espejo haciéndola girar más y más rápido hasta que lo único que pudo ver fue oscuridad.