Titulo: Vínculos

Autor: Chiby-kitsune

Disclaimer: Hetalia ni sus personajes me pertenecen, todo es propiedad de Hidekaz Himaruya.

Advertencia: Universo Alterno. Bastante OCC. Mi ortografía es horrible y Word no corrige todo. Creo que es todo.

No hago esto con fines de lucro.

Nota: No profundizo demasiado en el lugar en donde están, y los lugares que llegan a visitar salieron de mi extraña imaginación. Tampoco profundizo en la descripción de los personajes ya que la mayoría sabe como luce.


Capítulo I

En uno de los asientos del aeropuerto, uno de los más alejados dentro de la sala, Arthur intentaba relajarse, el bullicio que se creaba a su alrededor con el ir y venir de las personas comenzaba a fastidiarle, definitivamente un aeropuerto no era el mejor lugar para relajarse, al menos así lo pensaba él, pensamiento que no compartía la persona a dos asientos a la izquierda de donde se encontraba ya que dormía plácidamente, ¿cómo lo logro?, ¿¡es que acaso no le afectaba el ruido que rodeaba el lugar!. ¿Debería despertarle y preguntarle?, lo medito por algunos segundos, ¡pero qué tonterías estaba pensando!, si lo hacia lo más probable es que le mandara bastante lejos; pero Bloody hell! ¡Necesitaba tanto relajarse!, estaba temblando de los nervios, pero solo un poco, ¡casi nada!

Siempre es difícil llegar a un lugar nuevo, donde prácticamente no conoces nada ni a nadie, con lugares y costumbres un tanto diferentes a las que estas cómodamente acostumbrado. Lamentablemente ese era su caso, todo seria nuevo para él y eso le hacía sentir un poco inseguro, era como ser una ficha blanca entre puras negras o la inversa. ¡Y acababa de llegar!

Observo por decima vez el reloj digital en su mano derecha, «05:30pm», suspiro resignado sin apartar la vista del dichoso aparato, él prefería el modelo convencional, era plenamente capaz de saber la hora en uno de aquellos; pero Peter insistió tanto en que lo llevara que no pudo negarse, e incluso ahora era incapaz de quitárselo y cambiarlo por el que llevaba en el bolsillo interior de la abrigadora chamarra negra que portaba, hacia bastante frio en aquella parte de los Estados Unidos, no era algo a lo que no estuviera acostumbrado, el clima de Londres no era muy diferente, pero no deseaba enfermarse, tenía que estar en las mejores condiciones para lo que le esperaba. Pero el punto no era ese, lo importante ahora era que hace más de media hora que el vuelo de Londres a aquel lugar había llegado; hace más de media hora que estaba esperando a que alguien se dignara a ir por él, odiaba la impuntualidad, la aborrecía con todo su ser, y ellos lo sabían bien, quizá por ello estaban tardando demasiado, ¡eran unos demonios que se alimentaban de su sufrimiento! ¡Unos crueles y viles hijos de…!

― ¿Estas esperando a alguien, lindura? ―tan metido estaba en sus pensamientos, insultando a los adorables hermanos que tenia, que no se había percatado que alguien se había acercado por detrás, hasta que le hablo seductoramente al oído. Dio un respingo y el calor invadió sus mejillas, se levanto con rapidez dispuesto a intercambiar unas cuantas palabras fuertes y de ser necesario algunos golpes, ¡él no era ninguna "lindura"! ¡Era un hombre! Y nadie iba a negarlo y salir ileso, pero desistió al ver al causante de su enojo, quien ahora intentaba contener un ataque de risa.

― Eres un completo idiota Ulster, el más grande de todos ―le espeto molesto, se cruzo de brazos y le miro desafiante, alzando un poco la barbilla―. ¿Y qué mierda de hora es esta de llegar?

― Cuida ese lenguaje hermanito, sé que es de mala educación hacer esperar a una señorita, pero no puede evitarlo ―se burlo, rodeo los asientos y tomo las maletas verde militar de ruedas, hizo una inclinación en forma de burla y con su mano señalo una dirección―. Después de usted, my lady.

― Púdrete.

Camino molesto hacia la dirección que le había señalado, unos segundos después tubo a Ulster caminando a su lado con una fastidiosa sonrisa, al parecer eso no había cambiado en los dos años en los que no se habían visto, era bueno saber que su hermano seguía igual de bastardo que siempre. Permanecieron en silencio, tampoco es que fueran los más grandes conversadores o los mejores hermanos del planeta, tenían sus diferencias y ninguno nunca hizo un gran esfuerzo para acercarse al otro, aun con ello se tenían un gran cariño, al igual que con sus otros hermanos, un cariño que no tenían que comunicarle al otro, por orgullo o vergüenza, daba igual, lo importante es que el otro no lo supiera, lamentablemente para ellos no les ha servido mucho. Esquivaron a varias personas, pasaron por varios locales a los cuales apenas miro y rápidamente se encontraron en el estacionamiento del lugar, donde el frio se acentuó más. Le guio hacia un auto moderno pero discreto de color gris, sin decir una palabra se subió en la parte del copiloto mientras Ulster subía las maletas en la cajuela, no se molesto en ayudarle.

Empezó a llover momentos después de que dejaran el aeropuerto, no le dio gran importancia, no es como si fuera una señal de los cielos indicándole que su estancia en aquel lugar no sería agradable, tonterías, no debió de haber puesto atención a la película de la noche pasada, Hollywood y sus raras ideas, ¡es solo el maldito clima!

Se dedico a observar las calles que dejaban atrás, las cuales eran bastante… coloridas, por decirlo de alguna forma, las casas mostraban colores alegres y un tanto llamativos, casi tosas contaban con un pequeño, o no tanto, jardín delantero que mantenían en buen estado, unos eran bastantes normales, otros decorados con figuras de duendes u otros detalles, muy diferente a lo que estaba acostumbrado, todo era tan distinto…

Rompió a reír cuando fue consciente de algo poco inusual: Ulster estaba manejando civilizadamente.

― ¿Qué es tan gracioso? ―le dedico una mirada curiosa antes de regresar su atención al camino.

― Estas respetando los límites de velocidad ―comento con incredulidad, sonrió y agrego con burla: ― ¿acaso ya excediste tu límite de infracciones?

― Nada de eso, hermanito ―dijo como si fuera de lo más normal―, Ennis me asesinaría si algo le pasa a nuestro lindo hermanito antes de que lleguemos. Además estoy seguro de que no te gustaría pasar tus primeras horas aquí, en la jefatura de policías.

Idiot.

Volvieron al silencio, la lluvia se intensifico pero no fue nada a lo que no estuviera acostumbrado, es más, le fascinaban los días de lluvia, podía pasar horas enteras contemplándola, por más triste que se viese el día para algunos, para él tenía algo de encantador, era como si la lluvia estuviera limpiando al mundo y al terminar todo se veía con más color, con mas vida.

La luz roja les hizo detenerse, vio pasar frente a ellos a una joven mujer con su pequeño hijo, los siguió con la mirada hasta que el auto avanzo nuevamente, se sintió triste y a la vez ilusionado, él tenía una importante razón para estar ahí, esta era la oportunidad que había estado esperando toda su vida y no iba a desaprovecharla. No por nada había "huido" de casa, aunque huir no era la palabra correcta, todos sabían dónde estaba y aunque algunos lo desaprobaran no pudieron hacer nada, el podía hacer lo que le diera la gana, bueno no del todo, pero con lo que tenia estaba conforme.

Sonrió cuando diviso la casa a lo lejos, era la primera vez que estaba ahí, pero la había visto en las diversas fotos que sus hermanos habían enviado, su hermana estaba enamorada de la casa ya que era su adorada creación, había estado días enteros supervisando su construcción, acosando a los trabajadores para que siguieran cada detalle al pie de la letra, así que había más fotos de la casa que de ellos mismos en las cosas que de vez en cuando enviaban desde que llegaron ahí. Era una construcción sencilla, en comparación con el lugar donde vivían en Londres, aun así le gusto bastante, en la otra casa había días enteros en los que no veía a sus hermanos, odiaba eso, pero nunca hizo gran cosa para remediarlo, quizá ahora podría remedir eso. La fachada era moderna pero conservadora, al gusto de su hermana, de un verde grisáceo con los bordes negros de las ventanas y la puerta, todas estas de madera, también contaba con un pequeño y encantador jardín delantero, el gran orgullo de su hermana.

Ulster paro enfrente y apago el motor, desabrocho el cinturón de seguridad, Arthur le imito, y rápidamente busco algo en los asientos de atrás, tomo algo y se enderezo. Eran dos sombrillas grandes, una negra y una de un rojo intenso con lunares de un tomo mas claro, le dio el último a Arthur quien le miro con una ceja alzada.

― Es de Ennis, es el único que encontré.

Dio la gran explicación y se bajo del auto, a Arthur no le quedo más opción que seguirle, nuevamente el ambiente frio le recibió, a pesar de ello se veían algunos rayos de sol, sonrió, quizá las cosas serian mejor a parir de ahora, al final de cuentas él había elegido esto. Alcanzo a Ulster antes de que este llegara a la puerta, bajarían las maletas después, ahora deseaba llegar y conocer el que sería su hogar, y definitivamente entrar en calor.

Al entrar en la casa lo primero que le recibió fue el calor de la chimenea y el olor a café, lo segundo fue el olor a rosas que llego junto con el fuerte abrazo de su hermana mayor, no dudo en corresponderlo, se sintió feliz, y aun más cuando al abrazo se unió Ulster. ¡Los había extrañado tanto!

― ¡Dios, que cursis! ―empezó Ulster cuando se separaron―. Estoy a punto de vomitar varios arcoíris.

― No sé porque te quejas Ul ―le respondió Ennis sin soltar del todo a Arthur―. Tú siempre eres cursi.

― ¡Aquí la única persona cursi eres tú, señorita-lloro-al-final-de-cada-película-romántica!

― ¡No te he oído quejarte cuando las vemos juntos!

― Oh cállate Enn ―se sonrojo y paso rápidamente de ellos en dirección a alguna habitación, al pasar golpeo el hombro de Ennis.

Arthur sonrió suavemente al escuchar las carcajadas de Ennis y las quejas de Ulster, ambos eran bastante afortunados ya que pudieron alejarse, él también la tenía ya que estaba ahí, con ellos.

― Vamos, coinín1 ―le tomo del brazo y le guio hacia el mismo lugar por donde se fue Ulster, pasaron por el comedor y de ahí a la cocina, en ella Ulster tomaba tranquilamente una taza de café, por su parte Arthur se sintió trasportado al pasado con aquella palabra, cuando sus hermanos y él conseguían escaparse y darse un tiempo para hacer lo que los niños deberían de hacer: jugar y divertirse.

Se sentó en el lugar que Ennis le indico, la cocina era amplia, con los muebles de color caoba, todo perfectamente ordenado, lo cual le pareció extraño ya que en esa casa solo vivían los gemelos, y ahora él. Tal vez vivir solos les había dado un poco de madurez, no mucha claro, eso sería mucho pedir.

Ennis le dio una taza que identifico como café y un trozo de pastel, hizo una mueca, el café no era de su agrado y después del viaje no tenía ganas de comer, mucho menos lago dulce.

― Lo siento, sé que no te gusta el café ―le dijo, con voz neutral―, pero es lo que mayormente se toma aquí, yo también prefiero el té, pero este adicto es el que se ha encargado de las compras de las últimas semanas.

― No hay problema ―se apresuro a decir y a beber del café.

― Ustedes no lo entienden ―comenzó Ulster―, el café es más que solo una bebida, es…

―…una porquería ―le interrumpió Ennis.

― ¡No les escuches my love! ―restregó su mejilla contra su tasa―. Solo están celosos de nuestro amor…

― Te voy a encerrar en un loquero y nunca más volverás a ver, tocar o saborear un café en toda tu vida.

― ¡No! ¡Nunca podrás separarnos!

― Vivirás solo tomando agua, agua y agua… y ni siquiera será de sabor.

― ¡No puede haber tanta crueldad en el mundo!

Y él siguió comiendo su pastelillo y bebiendo su café, escenas así eran normales entre los gemelos, sonrió, había extrañado esos momentos de risas entre sus hermanos, desde que los gemelos se fueron todo se había vuelto más silencioso y hasta cierto punto incomodo.

― ¿Y como están las cosas en Londres? ―le saco de sus pensamientos Ennis.

― Al abuelo casi le da otro infarto cuando se entero que vendría para acá.

― Ojala…

― ¡Ulster! ―le regaño Ennis―. ¿Y los chicos?

― Ian cada día trabaja más, Owen le ayuda en todo lo que este le deja, que no es mucho ―comento con visible tristeza―, ya saben cómo es Ian…

―…quiere cargar con todo para que nosotros seamos "libres" ―termino Ennis.

― Yo no me quejo ―comento Ulster siendo ignorado.

― ¿Y Peter?

― Lloro un poco cuando se entero que me iba.

― Pobrecito.

― Me hubiese gustado traerlo conmigo.

― Agradase que al menos pudiste salir tu ―Ulster le sonrió, como intentando darle animo―, hablando de eso, me he estado preguntando: ¿Cómo hiciste para que te dejaran salir?

― Fue Ian...

― Oh, el todo poderoso Ian.

― Idiota ―Ennis solo rodo los ojos, Arthur no supo identificar a quien de los dos, o tres insultaba.

Ulster se termino su café de un solo sorbo y se levanto, paso a su lado y le revolvió el cabello con cariño, Arthur sonrió, las palabras no eran algo que se le diera a sus hermanos, no del todo, y siendo honesto ni a él, pero las muestras de afecto valen más que las palabras. Este día había sonreído más de lo que normalmente hacia en un mes, según recordaba, y no era una broma. Le siguió con la mirada hasta que su figura se perdió en el pasillo.

― Va a ver esa serie de detectives que tanto le gusta ―comento Ennis con el seño fruncido―, se está volviendo adicto a esa cosa, como si no tuviera suficiente con el café, se pierde con eso. Durante las próximas dos horas solo existirán él, la tv y su dramático amor, creo que le falta una verdadera novia.

Arthur asintió, en realidad no sabía que decir, no era muy fanático de la televisión, más por el hecho de que no tenía la costumbre de verla que porque no fuese de su agrado. Y sobre la vida amorosa de Ulster no tenía nada que comentar. Ennis le sonrió y él solo pudo mirarle anonadado, hacia bastante tiempo que no le veía sonreír con tanta alegría, nuevamente se sintió transportado al pasado. Al parecer estar lejos le había hecho más que bien, tanto a ella como a Ulster.

― Debes estar cansado ―le saco de sus pensamientos, se levanto con suavidad y tomo los platos que había utilizado, también los de Ulster, Arthur le imito―. Deja eso, lo hago yo.

― Pero…

― No discutas coinín ―ante eso no puedo hacer nada más que mirarla llevar los platos al fregadero―, después hare que los lave Ulster, ahora te llevare a tu habitación.

Pasaron por el comedor hacia las escaleras, en el camino oyeron a Ulster quejándose, Ennis solo rodo los ojos con fastidio. Subieron las escaleras, la habitación del fondo a la izquierda seria la suya, era amplia, las paredes eran completamente blancas, había una gran ventana que daba al jardín trasero, tenía una gran cama con cubiertas grises y diseños en negro y azul, también tenía esponjosas almohadas, un escritorio con una laptop y varios documentos, también había una tv y un Dvd

― Yo escogí los muebles, si lo deseas puedo llevarte para que escojas otros.

― Me gustan.

― Que bueno ―se acerco a la puerta y se detuvo en el marco―. Deberías dormir, solo a ti se te ocurre hacer un viaje tan apresurado, pero te entiendo y no te culpo por querer salir de ahí lo más rápido posible. Hare que Ulster suba tus maletas más tarde y te despertare mañana con tiempo. Descansa.

Espero hasta estar seguro de que Ennis había bajado las escaleras para observar a detalle la habitación, era amplia, a la derecha de la cama había una puerta que llevaba a un baño listo para ser usado, curioseo en los cajones, había ropa, un poco más colorida e informal de lo que solía usar, pero no estaba mal. Una pequeña biblioteca con varios libros que le gustaban y algunos que seguramente llegaron a fascinar a los gemelos, reviso los títulos hasta que decidió que necesitaba descansar. Se quito el abrigo y lo dejo sobre el baúl frente a su cama, arrojo los zapatos debajo de esta, quito los cobertores y se recostó dejándose llevar por el sueño.


Continuara…


1 Conejito en irlandés, según el traductor de google.