Muchos siglos atrás humanos y criaturas mágicas vivían en armonía, solo había una regla que jamás se debía romper: No enamorarse de otra raza.
Hasta que una vez un marinero se enamoró de una sirena, aquel gigante y fugaz amor condenó a la sirena a que su cola fuese arrancada.
El pequeño mitad humano y mitad tritón fue criado con amor y lejos de criaturas mágicas, hasta que un día se enamoró de una preciosa Hada. Condenándole a vivir sin alas.
La Niña resultante se enamoró de un ogro, la maldicion que había en su sangre la obligó a vivir oculta con su pequeño.
Siglo a siglo la maldicion de aquella familia se cumplía, de alguna forma se ligaban a una criatura mágica llevando a la muerte de alguno de ellos.
Hasta que ¡por fin! Después de algunos quinientos años la maldicion cesó, cuando aquel descendiente de aquella familia maldita de sangre contaminada se enamoró de una humana común, teniendo una bella niña.
Niña que representaba a la estrella fugaz en una rueda del zodiaco maldita. Sin saberlo se enamoró de quien representaba el pentagrama.
Los símbolos de esa rueda no podían enamorarse, eso era inconcebible por las leyes demoniacas.
La chica maldita se embarazó y el pentagrama quito salvarla haciendo un trato con un demonio sadico de otra dimensión.
Para que La Niña maldita producto de dos símbolos pudiera vivir había que beber sangre de demonio.
Su madre la bebió por su pequeña.
Sin saber que desataba una maldicion aún peor sobre su hija...
Condenando a quien trató de salvar...
