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¡Hey! Hace décadas que no escribo nada de SasuNaru, y menos un fanfic largo. ¡Yohohoho~! Soy feliz con este nuevo proyecto. Y, festejando el año nuevo. Pues me atreví a publicar esta burda historia.
Agradecimientos especiales a mi ¡Jodida-bastarda-beta-de-mierda que amo! ¡Gracias mugre~! ¡Amo poder trabajar contigo! –la autora trata de no morderse la lengua de la emoción-
Recuerden que los personajes Naruto y Sasuke son obra de el mangaka Masashi Kishimoto.
Nota: La letra en cursiva es una supuesta canción que escucha Sasuke.
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Capítulo I.
Cuando Naruto cambio el mundo de Sasuke
En realidad,
La atracción o el afecto
No son más que simpatía de la costumbre.
Adam Smith (1723-1790)
En algún suburbio de Tokio, Japón.
Durante las mañanas, los grandes rascacielos sobresalían como un gran espejismo suburbano matutino. Los matices rojizos que daba el sol mañanero, se fundían entre aquellos espejos que servían como adornos de los majestuosos edificios.
El departamento de Sasuke se encontraba localizado en uno de aquellos monstruos de metal, en la parte superior. Las paredes estaban cubiertas por una singular pintura blanca y el piso de madera crujía cada vez que alguien daba un paso en él. Aquel lugar había llenado sus expectativas desde el primer momento que lo visitó. Era particularmente solitario. Nadie le vigilaba, y eso le hacía sentir prácticamente un ermitaño entre toda aquella jungla de asfalto.
Sasuke, por lo menos, disfrutaba de la palabra intimidad. Hacía más de cinco años desde que había decidido mudarse de la casa de su padre. Tan pronto como Sasuke vio el anuncio con la descripción del departamento, decidió mudarse sin objetar el precio de este.
Él se pasaba la mayoría de sus noches escribiendo, o redactando algún borrador para su próxima novela. Toda aquella solitaria inspiración que cualquier genio necesita para darle vida a una gran obra, aquel pequeño departamento se lo proporcionaba.
Sin embargo, desde hacia mas de tres noches, algo le perturbaba. Por más que el departamento fuera de lo más tranquilo y solitario, aquella petición hecha por su mejor amigo, no le dejaba de taladrar su cabeza una y otra vez.
Sasuke se restregó sus ojos de forma cansada, ante una singular melodía que sin querer había roto aquel silencio abrumador… Aquella voz ronca, angustiosa, beneplácita para sus oídos, retumbó como un despertador.
"Esta interminable noche. Esta interminable agonía se mete en mí como una singular droga, ¿puedes escucharlo? El grito desesperado de aquel que desea vivir. El tiempo es, tiempo que me consume. Ahora, sólo ven. Ahora, sólo ven. ¡Ahora, sólo ven y bésame!", cantaba la voz del estéreo.
Las sábanas de Sasuke se movieron ante el acto del estirar su mano, para coger el control de aparato. Lo apagó sin mucho ánimo. Bostezó, volviendo a frotarse los ojos. Al sentir un punzante dolor en su entrecejo, producto de aquellas noches sin sueño -o eso quería pensar- dejó escapar un suspiro. Parpadeó, esperando que le dejara de arder la vista por la molesta luz matinal que se colaba por los ventanales. Se acomodó en su cama, esperanzado en poder dormir aunque fueran unas pocas horas más.
Y, entonces, no pudo evitar recordar.
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Era un fin de semana. Un sábado, recordaba. Las pequeñas calles que regularmente se atiborraban de personas se encontraban vacías. El calor, supuso, era el culpable. Se abanicó con una de sus manos, antes de dejar su bicicleta en el lugar señalado.
"¿Qué compraré para comer?", se preguntó al tiempo que se adentraba al mini súper de la esquina de la calle.
Unos minutos después, se encontraba cogiendo de nuevo su bicicleta. Sasuke caminó tranquilamente por la callejuela. Suspiró.
Las tenciones que había tenido la semana anterior, y los acontecimientos que había resuelto -tales como: el aplazamiento del borrador de la novela, así como los bocetos que la ilustrarían- lo habían agotado sin saber; aun así, eso no le evitó la gran tarea de llevarle comida fresca a su mejor amigo.
"Menudo calor", se dijo antes de empezar a subir las escaleras de aquel viejo y roído departamento.
- Siempre llegando tan tarde, temee –no se cansaba de decirle siempre Naruto, el rubio más molesto que recordaba. Se detuvo unos instantes-. ¿Has traído helado de limón? Tengo un antojo de helado de limón como no tienes idea.
Sasuke meneó la cabeza de forma negativa. Naruto, para él, era desde que tenía uso de razón su mejor y más fiel amigo.
- Lo bueno fue que lo compré esta mañana. ¿A que soy listo?
Sasuke alzó una ceja con incredulidad. "Idiota", pensó.
- Compré comida porque, conociéndote, lo más seguro es que encuentre puro ramen –respondió.
Sasuke le vio inflar sus mejillas de manera infantil.
- ¿Por qué siempre tienes que hacer eso? –escuchó que le preguntó el rubio cerca de su oído.
- ¿Hacer qué?
- El insultar mi forma de vida.
- La culpa es tuya, tú sabes que no a todo mundo le gusta el ramen, y no te lo tomes tan a pecho, dobe. ¿Has terminado los bocetos? –preguntó Sasuke.
Naruto guardó silencio antes de dar un hondo y abatido bufido.
- No he encontrado la idea. Es como algo que sé que tengo en la cabeza, pero, cuando tengo el papel y el lápiz enfrente de mí, ¡me bloqueo! –exclamó, frustrado- ¿Lo entiendes, temee?
- Supongo –respondió él de forma escueta.
Sasuke se adentró a la diminuta entrada, sentándose en el tatami para después quitarse los zapatos, ponerse las pantuflas que se usaban en interior de la casa y dirigirse a la cocina de forma cómoda. Naruto cerró la puerta tras de sí. Caminó hacia la pequeña sala y se dejó caer en los mini sillones que adornaban su departamento.
- ¡Quiero ramen de puerco! –exclamó enérgico.
- Te conseguí unas semanas más –informó.
Sasuke salió con un frasco de helado de limón en su mano de la cocina. Se sentó en el sillón que se encontraba enfrente del rubio. Un extraño silencio surgió entre ambos.
- Tengamos relaciones –le dijo de pronto Naruto.
Sasuke le miró seriamente, antes de tomar un poco de su bebida helada.
- ¿Te has drogado, usuratonkachi? –respondió el moreno con pasividad.
- Mmm… No, que yo sepa, al menos… que la tinta tenga droga –contestó-. Oh, vamos; no es algo tan anormal en estos días, ¡es más, creo que es normal! Tú sabes, somos dos chicos en plena juventud, que no tienen novia –explicó alegremente-. ¿Qué me dices? ¡Tengamos sexo desenfrenado `ttebayo! –terminó en un pequeño grito.
Sasuke sacudió la cabeza de forma desaprobatoria.
- En verdad, deja de decir estupideces.
El Uchiha le miró a los ojos ante aquella burda, e incoherente petición. Con sorpresa pudo ver aquel brillo que siempre tenía el rubio cuando sus palabras eran verdaderas y serias. Sasuke no evitó cuestionarse si su rubio amigo había comido algún ramen caducado, o si simplemente los efecto de jugar tantos videojuegos había hecho su efecto.
Sasuke se le quedó mirándolo con indagación, esperando que "el dobe" admitiera que aquellas tintas en verdad le habían hecho daño.
Le dio un trago a su bebida, antes de ponerse de pie.
- Debo terminar el borrador del segundo capítulo, es mejor que me vaya –informó.
Naruto se rió.
- ¡Te has puesto nervioso, ¿verdad, temee?!
Sasuke sonrió de forma satírica.
- Claro, claro, dobe…
- Te lo digo enserio… Acuéstate conmigo, Sasuke –pidió el rubio al tiempo que le tomaba la mano.
El pelinegro le pegó en la frente con uno de sus dedos.
- Termina tu parte del trabajo -comentó-. Esta novela es para mí un reto. No creo que Uzumaki Naruto se frustre tan rápido sólo por no poder dibujar algunas escenas…-se burló-. Tómate unas vacaciones, el sentirse estresado te hace decir sandeces.
- Pero lo que digo no son sandeces. No logro captar las emociones de tus protagonistas. Es decir, ¡jamás he tenido sexo con un chico! No sé qué se siente que se la metan a uno, ó metérsela a un hombre -explicó Naruto al tiempo que engullía otra cucharada de helado-. Necesito reflejar esas sensación en el papel, es difícil… por eso te digo, acuéstate conmigo… -explicó al final con la chuchara en alto.
Sasuke se puso de pie y se encaminó hacia la salida.
- Te marco luego, Itachi quiere que le ayude a revisar unas cuentas de la empresa…-Sasuke miró su reloj de pulsera. Eran ya las cuatro y media-. Nos vemos luego, dobe… -dijo rápidamente antes de salir del departamento de Naruto.
- ¡Temee, respóndeme! –escuchó que le gritó el rubio desde adentro.
Sasuke bajo rápidamente las escaleras, tomó su bici y emprendió el camino con rapidez, aún con aquella pequeña cuestión en su cabeza.
- Menuda mierda –dijo, antes de perderse por aquella calle semi vacía.
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Bufó con molestia al percatarse que no había podido descansar como él deseaba hacerlo. "Estúpido Naruto", le insultó antes de levantarse de la cama. Miró su reloj en la pared. Era medio día ya.
Sasuke se adentró al baño con pesadez; necesitaba relajarse un poco, y él podía asegurar que el baño de agua caliente lo haría. Se sentó en la tina con pesadez, recargando su cabeza en el respaldo de esta.
Desde que tenía uso de razón, Sasuke siempre había sido un chico mimado por su madre y duramente calificado por su padre, al estar constantemente siendo comparado con su hermano mayor.
Él recordaba que contaba con apenas tres años de edad cuando lo vio por primera vez en su vida. Un pequeño niño de ojos azules como el mar, adornando en sus mejillas unas curiosas marquitas que le hacían ver como un zorrito. Él no sabía que aquel pequeño rubio le haría descubrir su talento innato dormido. El don de poder plasmar sentimientos, ideas y sensaciones en papel.
El moreno tomó la toalla. Salió de aquel espacioso baño. A los pocos minutos salía de su cuarto, secándose su cabello. Revisó su reloj otra vez. Las doce y media.
Sasuke lanzó la toalla en un sillón que se encontró en su camino a la cocina. Tenía mucha hambre. Revisó su refrigerador y sacó un poco del estofado del día anterior.
"¿Sabes? ¿Alguien te dijo que pareces una niña?", le había dicho Naruto la primera vez que se habían visto.
Sasuke sonrió al darse cuenta que ese día había sido el peor y mejor día de su vida mismo tiempo. Ese día, había sido sumamente soleado. Su padre le había llevado a su oficina. Siendo él un niño, había estado observando con detenimiento cada cosa que adornaba la oficina de su progenitor. Era algo sumamente genial para un niño de apenas 4 años. Naruto había aparecido tras unos cuantos minutos después de su llegada. Con una gran y magnífica sonrisa en su rostro, tanto que él mismo se había llegado a preguntar si las sonrisas debían ser tan radiantes y optimistas.
Sasuke se sentía ciertamente más alegre con las ocurrencia alocadas de aquel niño rubio que no paraba de hablar y hablar de cosas sin sentido. Él había sido educado para ser prudente, hablar cuando la situación indicara lo correcto; cosa que su amigo, al parecer, no compartía. Ese día no había parado de regañar al pequeño y tampoco había parado de aguantarse la risa por las ocurrencias vividas. Y tampoco había sentido la necesidad de estrangular. Naruto era para él, en ese momento de su niñez, en esa pequeña cosa que le alegraba su corta existencia.
Sasuke, con el paso de los años, había llegado a pensar que, sin Naruto, simplemente su vida se sentía vacía. Él lo odiaba y lo apreciaba. En algunas ocasiones amaba su compañía, en otras la detestaba. En varias cosas amaba competir con él, porque sabía plenamente la fuerza que tenía el rubio para no darse por vencido jamás. Esa cualidad la amaba, la envidiaba y compendia perfectamente que gracias a ella, muy en el fondo de su corazón, él respetaba y admiraba a su amigo.
Un sonoro tintineo le cortó sus cavilaciones. Su comida estaba lista. Se sentó en la pequeña barra y sin mucho ánimo empezó a masticar.
"Acuéstate conmigo, temee", recordó que había dicho Naruto.
No.
No.
Naruto no podía decirlo en serio. ¿O sí?
Sasuke volvió a bufar.
¿Qué es lo que haría? No lo sabía. ¿Le diría que no? No lo sabía. ¿Le diría un sí? ¿O haría lo que había hecho cuando tenían doce años?
Le abandonaría de nuevo.
Sasuke dejó la comida a un lado. Por alguna extraña razón, su apetito se había ido.
Prendió el televisor que se encontraba en la sala. Cansado, se tumbó en el sillón y cerró un poco los ojos, esperanzado de poder quitar aquel insufrible ardor. Sasuke se masajeó la sien con desesperación, al recordar los ojos vidriosos de su amigo.
"No te vayas... Eres mi mejor amigo... Sasuke, por favor", le había dicho el Uzumaki de la forma más lastimera y débil que jamás pensó que escucharía salir de su boca.
Esa ocasión se sintió muerto en vida. A sus doce cortos años, él había perdido a sus padres en un accidente automovilístico. Sasuke quería estar solo, abandonar todo aquel dolor que le oprimía el alma. Sintió por primera vez en su vida crecer el sentimiento de odio.
Odio hacia la vida. Odio a su hermano. Odio a su futuro incierto. Y odio a Naruto, por hacerle comprender que era más fuerte de lo que él mismo pensaba que era.
Bajó la mirada a su reloj de pulsera. Eran casi las cuatro de la tarde. Se puso de pie. Decidido a enfrentar al rubio con una respuesta que le había costado tres días sin sueño.
Él lo sabía. Él lo comprendía. Naruto era su muy preciado amigo, ¿qué más daba si le había propuesto el tener sexo? Sus sentimientos por él no cambiarían.
Eso era la amistad, ¿no?
Eso era el poder comprenderse. Sasuke por fin había tomado una decisión. Esta vez, él había decido que no huiría como aquella ocasión. Está vez le diría en su cara su negativa y dejaría que sus culpas más internas se diluyeran, justo como aquella recién llovizna refrescante que se agolpaba en las ventanas.
Continuará...
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No queda más que desearles:
¡Feliz Año Nuevo!
¡Esperemos un genial 2009!
¡Les mando chocolatinas virtuales a tods!
