Mi decadencia
Los frágiles sentimientos que me rodeaban eran como el dolor incandescente de las diminutas burbujas que en el aire se crispaban al reventar. Quien me viera no asemejaría aquello en mí. Yo era aquel benevolente príncipe lleno de cualidades exorbitantes, que sin embargo sufría.
No, mi mezquindad era aún mayor, resquebrajaba los límites de la opulencia, porque el deseo era incontrolable. Aunque mi mirada no opacara en él su sensatez, nunca olvidaré la volátil sensación que me hizo palpitar en el deseo. Si he merecido un castigo peor que los ghulags, es el ser esclavo de mis propios sentimientos, o más bien dominado por él. Ya se imaginarán las horas que me arrepentí de aquello; los desgraciados minutos de su ausencia acrecentaban en mí la pasión, pero sólo una sonrisa de él me avivaban el alma.
Mientras me encontraba sumergido en la intangible oscuridad, revivía aquel instante, minuto a minuto; mis cálidos ojos se humedecían al recordar como aquellos labios posaron por primera vez en mí y avivaron los más fuertes deseos. Y ahora, ¿quién era yo ahora?, era el que esperaba en las mazmorras de Peshawar donde no habitaba nadie. En esta soledad que me vaciaba, sólo pensaba en sus labios y en sus delicados cabellos que recorrían hasta sus hombros, hasta que mis manos separaban las hebras de su rostro y lo colocaban detrás de sus orejas. Entonces no podía evitar acercarme hasta ese sensible lugar y morder su lóbulo derecho mientras pronunciaba su nombre, Daryun.
Maruka15: Espero y disfruten este pequeño relato que hice de los sentimiento de Arslan, como yo también lo hice al escribirlo, aunque en realidad esta es la introducción y la historia que tengo en mente se desarrollará un poco.
