Hola. Aquí les dejo otro fanfic. Espero les guste. Está basado en la saga Evil, pero no todo, sólo algunas partes, Vocaloid no me pertenece.

Capítulo I: Nuevo sirviente.

-¡Princesa Rin!

-¿Qué quieres?

Respondió la princesa a uno de sus sirvientes.

-Alguien ha venido a visitarla.

-¿Quién es?

-No dijo su nombre.

-¿Y qué quiere?

-Tampoco lo dijo. Sólo dijo que quiere una audiencia con su majestad.

-Ash. En serio que no sabes nada.

Dijo Rin mientras iba enfadada hacia el pasillo para ver de quien se trataba la misteriosa visita.

Llegó a su destino y vio frente a ella un joven de aspecto similar, pero con el cabello recogido. Aquél niño le sonrió amablemente. Ella se sorprendió.

-Buenos días, princesa.

-¿A-Allen?

-¿Allen?

-¡Eres tú hermano!

Rin corrió hacia los brazos del chico y lo abrazó. Él se sorprendió.

-¡Te extrañé mucho! ¡Allen! ¡Mi querido hermano!

-Pero yo…

La princesa lo volteó a ver.

-¡Te he extrañado mucho hermano! Creí que habías muerto…

El joven abrió los ojos sorprendido. ¿Muerto? Era algo horrible, entonces le siguió el juego a la princesa.

-Estoy aquí.

Y correspondió su abrazo.

-¿Dónde has estado?

-Yo… tuve que irme, pero ya regresé.

-Pero ya no eres de la realeza…

-Pero vengo a pedirte algo.

-¿Qué?

-Quiero ser un sirviente aquí. Para estar contigo.

-¿Seguro?

-Sí, mi princesa.

Dijo el chico mientras le besaba la mano a Rin.

Pasó una semana. Al principio "Allen" todavía no podía ser buen sirviente, pero Rin le tenía paciencia. En un inicio a los demás sirvientes esto se les hizo raro esto, ya que la princesa era una persona muy fría, pero al saber que el chico era su hermano, dejaron de sospechar.

Sin embargo, el joven escondía un secreto.

-Allen, ¿Ya está listo el té?

-Sí, princesa.

El sirviente sirvió el té.

-Hoy quiero salir a pasear. Quisiera hacer unas compras.

-Como desee.

Salieron, y el joven notó a la princesa comprar todo lo que ella gustaba, desde zapatos hasta joyas. Su cara de cansancio trató de disimularla, de hecho su cara trató de ocultarla lo más posible, evitando mirar a la gente y cubriendo su rostro con su cabello rubio. Rin estaba tan absorta en sus compras que no notó esto.

Llegaron al castillo, y Allen se puso a preparar la cena mientras Rin se probaba todo lo que había comprado.

-Esa niña está demasiado consentida.

Susurró en la cocina.

-Pero es esto o el fin de mi familia y el mío.

Dijo en voz aún más baja.

Después de servir la cena, Rin estuvo mostrándole a "Allen" todos sus nuevos vestidos, aunque él ya los había visto.

-¿Qué color me queda mejor Allen? ¿Amarillo o naranja?

-El que guste princesa.

-¡Dime cuál es el mejor! Pronto será mi fiesta de cumpleaños y quiero verme perfecta.

-El amarillo.

-Bien. ¿Y uso mi moño o mi corona?

-Lo que sienta que le queda mejor princesa.

-No Allen. Ya te dije que necesito que me digas. ¡Ya sé! Voy a probarme el vestido.

Rin se fue un momento. El sirviente esperó, pero su espera no duró mucho.

-No. Mejor espero el día de mi cumpleaños para estrenarlo.

Salió con su vestido de siempre puesto.

-Sí, princesa.

-Ya vete a dormir Allen. Te ves cansado.

-De acuerdo. Buenas noches princesa.

-Buenas noches, Allen.

El niño salió del cuarto. Se dirigió directo a su alcoba, pero alguien apareció en su camino. Era una de las sirvientas del castillo.

-Joven Allen.

-¿Sí?

-Llegó esta carta.

-¿Quién la trajo?

-Un hombre con capucha. No pude ver su rostro. Le dije que el destinatario no se encontraba aquí pero no quiso escucharme y me la entregó a la fuerza.

-¿A quién va dirigida?

-Un tal… Len.

Dijo mientras veía el sobre. El chico le quitó la carta.

-Yo me encargo de esto.

-Está bien. Buenas noches.

-Buenas noches.

Respondió frío. Y siguió su camino a su cuarto vigilando que nadie lo siguiera.

Al llegar a su alcoba se sentó en su escritorio y se dispuso a leer la carta. La cual decía:

Querido hijo:

Perdóname por mandar a una persona tan de repente al castillo, pero por fin sé dónde estás. Me alegra saber que por lo menos tú estás bien. Si te preguntas cómo me enteré de todo esto, es porque en el diario apareció que la princesa del reino amarillo encontró a su hermano gemelo después de muchos años.

No sé qué decirte al respecto, porque sé que eras tú, esa foto era tuya. Pero eso no es lo importante en este asunto. Lo importante es lo que estás haciendo. Tú no eres su hermano. Ese chico Allen quien sabe dónde está, pero no quiero que te pase nada malo.

Aquí las cosas siguen igual, pero lo que a mí me importa es que estés bien. Por favor hijo, no pierdas contacto con nosotros. Aquí, en esta carta al final te mando la dirección para que contestes, quiero saber cómo estás. Por favor. Nunca lo olvides. Te quiero, Len.

Atentamente.:

Tu madre.

Al final de la carta venía una dirección, el sirviente bajó la mirada, y unas cuantas lágrimas rodaron por sus mejillas.

-M-mamá… si me estoy arriesgando tomando el lugar del hermano de esta princesa, es porque busco algo mejor para ustedes, por favor, sólo denme un poco de tiempo…

Guardó cuidadosamente la carta de nuevo en su sobre y se dispuso a escribir otra, en la cual le explicaba a su madre sus propósitos y que ahora esas cartas deberían estar dirigidas a Allen y debería entregarlas una persona que ella conocía de un pueblo para no levantar sospechas.

Ambas cartas las guardó bajo el colchón de su cama.

-Espero que nadie los encuentre.

Al día siguiente, Len se levantó antes que todos y le dio su carta a una persona a la cual le pagó para que no dijera nada. Después se fue a preparar el desayuno para Rin.

-Buenos días princesa.

Dijo él cuando ella entró al comedor.

-¿Qué hay de desayuno?

-Omelette, jugo de naranja y pastel de chocolate.

-Me parece bien.

-Provecho.

Dijo mientras servía.

Después del desayuno hubo una audiencia en el castillo, al parecer una persona del pueblo vino a pedirle algo a la princesa. Ella acudió, algo molesta. Len la siguió tranquilo, y sólo se dedicó a observar.

-Buenos días, princesa.

-¿Qué es lo que quieres?

-Verá usted… las cosechas han sido malas estas temporadas y…

-¿Qué quieren que haga?

-Bueno, nosotros estábamos pensando que usted podría…

-¿Qué?

Rin empezó a darle miedo al señor, incluso a Len le estaba dando un poco de miedo, pero se mantuvo sereno.

-Apoyarnos…

-No.

-Pero, princesa…

-Ya dije que no. Si esas cosechas son malas, no es mi problema, es el de ustedes, todos son un montón de perezosos, trabajen. ¿Es todo?

-Princesa…

-¿Es el único tema que querían tratar?

-Sí, pero…

-Entonces adiós.

-Por favor, escúcheme…

-Llévenselo.

Los guardias aparecieron y se llevan al pobre señor, con todo y sus súplicas. La princesa se levantó del trono y fue a su alcoba. Len se acercó a uno de los sirvientes.

-¿Qué acaba de suceder?

-Verá. Cuando a la princesa no le gusta algo o está de mal humor suele hacer esto. Ella no soporta que las personas la interrumpan.

-Bueno, ella estaba desayunando, pero…

-Para ella ya es una interrupción y ello la pone de mal humor…

-Ya veo… pero, ¿Sólo los echa del castillo?

-Depende.

-Entiendo… "Tengo que tener cuidado con mi verdadera identidad, por lo menos mientras no tenga protegida a mi familia".

Continuará…