¡Hola!

Bueno, como ven, traigo un nuevo fic. Llevo como seis capitulos y estoy bastante entusiasmada. Es Dramione, y ya salieron de Hogwarts. Ellos se acuestan juntos desde antes de salir, pero luego siguen haciendolo a pesar de que no se quieren ni nada por el estilo. Draco, es un mortífago y Hermione es parte de la orden. Creo que no habrá spoilers, aunque quizás... si necesito hacerlo, puede que si. Les avisaré en todo caso. Ah, una cosa, Draco es quien mató a Dumbledore, y todavía Voldemort no es derrotado.

Espero que les guste :)

Sus reviews son mi sueldo, recuérdenlo.


Ante Lucem

Antes del amanecer.

1. —

Todo estaba oscuro; a pesar de que mis ojos se acostumbraron un poco a tal oscuridad, me era imposible saber con exactitud qué era lo que pisaba y si iba por el camino correcto. No tenía miedo, ni angustia, pero tampoco puedo decir que estaba feliz. Estaba en un estado neutro donde cualquier cosa que pasara no me importaría en lo más mínimo. No me afectaba nada y me importaba nada, también.

Me había dicho que en aquel lugar — en el que ahora suponía que estaba — nos encontraríamos a medianoche; que no podía demorarme ni un minuto, ni un segundo y menos desviarme del camino. Tenía que estar exactamente donde él me había indicado, porque para él todo era cuadrado. Todo era de una forma, todo era secuencial. Todo estaba premeditado.

Mientras caminaba tratando de hacer ningún ruido, aunque me resultaba casi imposible no romper las pequeñas ramitas secas en el suelo con mis pies, sentí su mano fría tomando mi brazo derecho. Mi exaltación fue tanta que no pude reprimir que un grito ahogado saliera de mis labios.

—Cállate —. Susurró mordaz en mi oído y su aliento me hizo cosquillas en el cuello. —Y súbete al auto.

Lo hice, no por mi propia voluntad, si no que — justo cuando dijo la última frase — sentí como me empujaba hacia dentro de su carro en el asiento copiloto sin delicadeza alguna, porque él no trataba con suavidad a nadie. Antes de que pudiera respirar, o notar el frío glacial que hacía dentro del auto, antes que incluso pudiese pestañear, él ya estaba sentado en el asiento del conductor preparándose para partir lo más rápido posible. Giré la cabeza y traté de ver alguna parte de su rostro; su cabello rubio, su piel pálida o sus ojos grises, pero todo fue en vano. Me pregunté si era posible que no nos estrelláramos con algún árbol o algo que impidiera el paso, porque no había ninguna luz afuera y claramente Draco no tenía intenciones de prender las del auto, ni siquiera las más bajas.

— Ponte el cinturón. — Me ordenó en un susurro, y yo obedecí rápidamente.

Cuando supe que él manejaba, me caí – figurativamente – de trasero. Siempre me pareció imposible que Draco Malfoy pudiese tener cualquier tipo de relación con algo que no tuviese magia, algo usado por muggles. Como también, en un principio, me pareció imposible que yo pudiese entablar palabras con él, pero todo fue tan inverosímil, tan rápido y tan inconciente que no puedo explicar en qué momento ni como me fijé en él como hombre, y no como un sangre pura, mortífago y hurón. Una noche, sin explicación alguna, tuvimos relaciones sexuales. Claro, no lo quería, menos él a mí. Solo era un puro deseo de botar todas las tensiones, rabias, y malos momentos que estábamos pasando; se podría decir que me encontraba en el momento equivocado en el lugar equivocado.

Nunca dijo ninguna palabra, nunca mostró algún signo de arrepentimiento luego de lo que consumamos, al contrario de mí. Él la mayor parte del tiempo la pasaba en silencio, y nunca intercambiamos más de dos frases relevantes, sin embargo, a mí se me notaba todo en la cara. Con solo mirarme cualquier persona habría descifrado que me sentía culpable y arrepentida, porque cuanto más eran las ganas de esconderlo, más se me notaba. Y claro, lo habrían notado si los tiempos hubiesen sido otros, pero ya nadie se fijaba en la mirada pérdida del compañero, ni nadie se preguntaba por qué la mayoría tenía cara de ir a un funeral, porque era precisamente ese el motivo de la tristeza que nos rodeaba, entonces era más fácil darlo por hecho que preguntarle al otro directamente qué mierda le pasaba. Así era con todos y me incluyo.

La cuestión era que Draco siempre se encontraba en el momento equivocado en el lugar equivocado, justo cuando yo estaba en el mismo momento y en el mismo lugar, lamentablemente.

"Te vas conmigo o mueres" Me había dicho la noche anterior, cuando Harry y Ron habían salido a perseguir mortios – como les gustaba llamarle a lo que hacían – y me había encerrado a causa del enojo por no haberme dejado ir con ellos. Nunca lo hacían y yo no entendía por qué me impedían acompañarlos, cuando Grimmauld Place era incluso igual o más peligroso que salir a matar mortífagos, pero ellos no tenían idea de eso, porque no tenían idea de que Draco podía entrar cuando se le diese la gana solo porque yo lo dejaba. Así que tampoco era que tuviese muchas intenciones de hacérselos saber solo para que me dejasen salir con ellos.

Me rodeé a mi misma con mis propios brazos y empecé a moverlos para fundir un roce entre ellos, porque — a pesar de llevar un sweater y una chaqueta — tenía más frío que nunca. Al parecer Draco lo notó y se compadeció de mí, ya que decidió prender la calefacción por un momento, aunque aún así yo seguí tratando de calentarme con mis propios y absurdos medios hasta que el ambiente entrara en calor.

— ¿Puedes parar, por favor? Me desesperas. — Dijo de pronto, rompiendo el silencio con un sonido ronco, proveniente de su garganta – Para algo puse la calefacción.

— Ya lo sé, pero sigo teniendo frío. — Contesté mirando hacia delante, observando la oscuridad que se abría paso ante mis ojos. Sentí un roce a mi lado izquierdo, supuse que era su brazo buscando algo en el asiento de atrás.

— Toma. — Tiró rápidamente una chaqueta hacia mis piernas.

— Ya tengo una…

— Te la pones y punto. — Me ordenó y yo como tonta obedecí. Me cubrí con ella por delante, metiendo los brazos en las mangas, poniéndomela al revés.

— Gracias. — Justo en el momento en el que dije aquello, doblamos en una curva cerrada haciendo que me pegara con la puerta en el brazo derecho. Chasqueé la lengua y me sobé delicadamente, al mismo tiempo que me percataba que Draco había encendido las luces y que comenzaba a aumentar la velocidad. No tenía idea alguna sobre a donde nos dirigíamos y por primera vez, tuve miedo. Giré mi cabeza y vi por primera vez el rostro del rubio. Tenía el entrecejo fruncido, casi tocándose una ceja la una con la otra; una mano en los cambios y la otra en el manubrio. De vez en cuando abría un poco los ojos, para luego volverlos a entrecerrar, y su rostro me daba a entender que estaba discutiendo de alguno que otro tema consigo mismo. — ¿Puedo saber a donde vamos, Draco? – Pregunté tratando de poner la voz más dulce y angelical que tenía. Sabía que él no estaba de humor para responder mi cuestionario, y que si abría la boca solamente sería para contestarme de mala forma, así que no me quedaba otra que parecer una joven indefensa y perdida que necesitaba una, aunque fuese pequeña y concisa, respuesta.

— Si no te callas, viajarás en el maletero. — Respondió frío y cortante. Suspiré, esa no era la pequeña y concisa respuesta que esperaba. No puedo negar que al escucharlo abrí un poco los ojos a causa de la impresión y del poco tacto con el que me trataba, porque a pesar de que ya llevábamos un año así, todavía no me hacia inmune a sus tratos y me molestaba cada vez que lo escuchaba hablarme de ese modo. Enojada, agaché la cabeza y empecé a jugar con los pulgares de mis dos manos. Era una locura lo que estaba haciendo, claramente era mucho mejor quedarme encerrada en Grimmauld Place, que ir en ese auto a un destino desconocido. ¿Qué estaba pensando cuando accedí a irme con él? Aunque, bueno… de todos modos me habría obligado a seguirlo – con o sin mi voluntad – porque a pesar de haberme dado dos opciones, yo sabía bien que solo tenía una.

— Voldemort va a atacar el ministerio, Hogwarts y todo lo que esté a su alcance. Incluso Durmstrang y Beauxbatons; yo en este mismo momento debería estar con otros mortífagos. — Me informó de repente. Lo miré nuevamente, sorprendida. El tono con el que había dicho todo aquello no era el más adecuado para lo que estaba informando, tan calmado y sin prisa.

— ¿Y que haces aquí conmigo? — Pregunté y por primera vez, aunque solo fue medio segundo, me miró. Claramente no se esperaba esa pregunta y la mal interpretó, pero yo no lo dije cuestionando por qué no estaba haciendo su trabajo. – Déjame bajarme, tengo que ayudar a…

— Tú te quedas aquí. — Me interrumpió de un tirón.

— ¡No! – Me removí en el asiento; mi voz delató la impresión que sentía en mi interior. — Yo tengo que ir, yo tengo que ayudar. ¡Draco!

— Te matarán, lo sabes.

— ¿Y qué?

— Cierra la boca, Hermione. Te quedas aquí y punto, te llevaré a un lugar seguro.

— ¿Qué lugar, ah? ¿Es que hay algún lugar seguro en todo el mundo? — Pregunté sofocada; el frío se me había pasado de un segundo a otro. Sin preguntar ni esperar que Draco me diese permiso, rápidamente apagué la calefacción ganándome una mirada asesina de parte del conductor. Se suponía que yo no debía a hacer nada sin preguntarle, pero me tenía hasta la coronilla con todos aquellos tratos. No era mi dueño, ni mi amo, ni nada por el estilo. Porque no éramos nada. Nada. — ¿Para qué, si de todos modos voy a morir? – Continué. – Voy a morir, todos vamos a morir. Incluso tú Draco Malfoy, no te sirvió de nada estar en el lado de…

— ¡Cállate, Hermione! No te atrevas a decir su nombre. — Me miró frunciendo el ceño, sin que las ruedas del auto se desviaran ni un milímetro de las líneas que marcaban la carretera. "Vaya" Pensé, me había ganado esa noche más miradas de las que se había dignado a darme en toda la vida.

— ¡Me atrevo todo lo que quiero! — Golpeé mi pierna con mi mano echa un puño. No sé de donde sacaba el valor para gritarle, desde hacía mucho tiempo que no lo hacía, porque Draco me causaba algo de miedo. — ¡Porque es un maldito bastardo! Y él no te salvará Draco, oh no, porque todos vamos a morir. Incluso él, y tú. Y yo, todo el mundo. — Añadí con esperanza pesimista. Por su parte, luego de que yo me hubiese callado, frenó tan rápido que no me dio tiempo de sujetarme del asiento; el cinturón se trabó, evitando que me golpease la cabeza con el parabrisas, pero no impidiendo que quedase con el corazón en la boca. Estábamos parados en medio de la carretera, y si venía un auto detrás de nosotros lo más probable era que nos chocara, aunque sabía muy bien – por lo que había visto – que no transitaban muchos vehículos por ahí.

Tragué saliva, tratando de que el nudo que se había formado en mi garganta bajara de alguna u otra forma. Miré de reojo y vi que Draco estaba acribillándome con la mirada, otra vez. Tenía las manos fijas en el volante, como si eso le ayudara a no ocuparlas en asfixiarme.

— Me cansé. — susurró y se agachó para hacer sabe Merlín qué; segundos después se escuchó como la maletera se abría atrás. – Bájate.

— ¿Qué? — Inquirí sorprendida. ¿Me iba a dejar botada en la carretera? — ¿Cómo se te ocurre…?

— ¡Sal! — Dijo y se bajó cerrando la puerta de un sopetón, acto seguido me bajé también. Estaba en la parte de atrás del carro con la puerta de la maletera abierta. Caminé lentamente, porque no veía bien y porque tenía miedo. Por primera vez me fijé en su ropa, que era del mismo color con el que lo veía siempre. Su capa ondeaba al viento. — ¡Métete ahí!

— ¿Qué? — Abrí los ojos desmesuradamente. — ¡Yo no…! ¿Me quieres matar? No podré respirar, Draco. — Me tomó del brazo y me empujó con fuerza hacia dentro; en los siguientes dos segundos ya estaba adentro.

— Sí lo harás. — Fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta y dejarme en completa y absoluta, oscuridad.

"Lo que faltaba". Traté de acomodarme en el apretado espacio. No entendía, ¿para qué me traía consigo si me trataba como basura? Se suponía que él me estaba 'protegiendo', pero no lo estaba haciendo. Meter a una mujer en la maletera no es un indicio de caballerosidad ni de educación, al contrario, eso sólo dejaba en claro su falta de modales. Fui una estúpida al aceptar inmiscuirme en sus planes, pero no tenía otra opción, porque Draco de todos modos me habría obligado a venir con él e incluso eso habría sido peor, ya que me habría tratado con menos delicadeza de la que ahora me entregaba.


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