Este es un pequeño cuento que escribí hace mucho, espero lo disfruten. Está levemente basado en la serie de Shonda Rhimes ''Scandal''

Una mujer caminaba con pasos apresurados hacia las puertas del gran edificio, los nervios devoraban su juicio y grito a algunas enfermeras por ayuda. Dos de ellas agradecieron a Dios por darles una mañana emocionante y evitarse tratar a viejos con próstatas defectuosas. No tardaron en asistirla, más por su estatus social que por su estado que indicaba un aborto natural. La sangre goteaba de sus muslos y varios puntos de color borgoña adornaban su falda de seda egipcia. Las palabras de su esposo taladraron un hoyo hacia su alma ''Hazme el favor de quedarte en la mansión, ¿Quieres? Si algo le pasa mi hija tu sufrirás las consecuencias. Quedas advertida''. Por un segundo la mujer sintió rabia, pero desechó por completo esa emoción. Esa mera reacción fue la que provocó que su cuerpo cediera y desobedeciera a su insulso cónyuge. El dolor danzaba en su vientre y gritó desesperada a que la pesadilla se acabara, una pesadilla que había comenzado desde la génesis de su árbol genealógico. Más pronto de lo que pensó, el mundo recibió a su hija, una niña justo con sus facciones, por suerte, no tuvo ninguna complicación más que el obvio sentimiento de pertenencia al verla. Todos en el país celebraron el nacimiento del nuevo modelo a seguir americano.

La mujer se juró a sí misma protegerla y amarla, pero sobretodo consentirla como ningún hombre lo hizo con ella.

La niña era un querubín con ojos color verde, mientras la niña crecía, veía la guerra sin final entre sus padres, la mirada posesiva de su madre y la rabia emanando de su padre, jugando a quién se quedaba con su ''amor'', actitudes que forjaron su personalidad retorcida. Muchos se fijaron que la niña tenía comportamientos inusuales. La sirvienta de la mansión esparcía los rincones habidos y por haber que la mujer amaba a la niña y ella le correspondía de la misma manera. Y que el padre se la pasaba demasiado tiempo trabajando.

-¡Ella es mi hija! ¡No puedes quitármela! ¡Sabes que si lo haces me quitaran la presidencia y los dos caeremos en la ruina! ¡Maldita estúpida!-El esposo de la mujer gritaba y su mano amenazaba con aplastarse contra la mejilla tersa de su esposa. Ella no se inmutaba y levantaba su cara arrogantemente.

-Haré lo mejor para mi hija.-Fue lo único que dijo. Y se fue de la gran mansión, con su mano derecha entrelazada a la de la niña de apenas 10 años de edad. Tres días pasaron y las dos yacían recostadas a la cama del lujoso hotel cuando cuatro toques desesperados explotaron en la puerta. La mujer vistió a la niña con su piyama y sonrió contemplado la perfección hecha carne. Abrió la puerta que mostro al presidente vuelto trizas y con aliento alcoholizado.

-Desde hace tres días no puedo respirar. Necesito de tu aire.-Los labios del presidente chocaron contra los de la mujer, ella no contaba con la carga de el alcohol, pero si con la de la culpa. Todavía era su esposa. Se entregaron el uno al otro en el sofá cercano a la cama en donde la niña tenía cerrado los parpados, aguantando las lágrimas detrás de los mismos. La mujer aparto a su esposo, satisfecho e inconsciente, percibiendo la tristeza en la niña.

-Me mentiste.-Pronuncio la infante.-Tu no me amas mas de lo que yo te amo.-Los ojos verdes de la niña golpearon la quijada de la mujer, en su mente lo único que pudo pensar fue lo bajo que había caído, reemplazar el amor puro de su amada hija, por complacer a su futuro ex.

El presidente la encontró colgada al techo del baño, demasiado blanca para tratar de salvarla. La niña sonrió, ahora el cuerpo de su madre no le pertenecería nunca más a su padre.

FIN

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