Introducción
"¿Te das cuenta de que acabas de citar *El Seños de los Anillos* verdad?"
Sam no acabó de decir esto que se escucha el batir de alas en el asiento trasero del Impala. Dean se sobresalta, pero ni siquiera mira por el retrovisor y continúa manejando. No puede disimular la bronca en sus ojos.
"¡Cas!" exclama Sam y lo miró.
"Dean…lo siento. Tenia que esconder la tableta en un lugar seguro"
"¿Y lo haz hecho?"
"Momentáneamente esta segura, pero debo encontrar un lugar mejor" Le contesta a Sam. Dean sigue en silencio, sin dirigirle la mirada. El ángel mira a un costado y se vuelve a ellos "¿Dónde esta Meg?"
Los hermanos se miraron entre si, Castiel reboto los ojos en ellos varias veces hasta que los posó definitivamente en Sam, viendo en su mente las imágenes de lo que había sucedido. Pudo sentir un agudo dolor en su pecho y agudizó el ceño.
"¡Sam! ¡Te pedí que la protegieras!"
Dean da un frenazo que por poco deja la cara de Sam pegada al vidrio frontal.
"¡¿Qué te crees Cas?! ¡Después de lo que has hecho ¿vienes a gritar y reprochar estupideces?!"
Ambos se dan vuelta al mismo tiempo y alcanzan a ver el remolino de dolor arrasando los ojos azules de Castiel antes de que se esfume. Ninguno de los dos pudo poner en palabras el asombro que los invadió al ver como aquella noticia caló tan profundo en él.
"¡Mierda!" Golpeó fuerte el volante y echo a andar nuevamente.
Las alarmas y las luces de los autos que estaban cerca comenzaron a encenderse debido a la alta energía que irradiaba de si mismo. Era el dolor, la culpa, la tristeza y a la vez el miedo de todo lo que eso podría significar esos sentimientos al unísono desprendiéndose de él como ondas expansivas chocando con todo objeto alrededor, volviéndolo loco.
Alzo su mano y el silencio se apoderó de la calle desierta. Se acercó al cuerpo inerte de Meg y arrodillándose a su lado vio el hinchazón, la sangre y sintió un nudo en la garganta.
Sin emitir una palabra se inclino y acaricio el pelo teñido de sangre, inmediatamente vinieron a su mente las escenas de la muerte, lo invadió una angustia profunda y cerró los ojos con fuerza. Vio su muñeca, la misma que había vendado la noche anterior, la tomo y a sabiendas de que era un arrebato inútil, buscó señales de pulso. Fue en ese mismo instante en el que se dejó llevar por el impulso y levantó el cuerpo acercándolo junto al de él. Alzo la mirada al cielo nocturno y le susurró al oído muerto "Te voy a encontrar y traer de vuelta"
Capítulo 1: Sumergido (Cuando los demonios mueren)
En el momento que tomó conciencia, no había ningún recuerdo de cómo llego ni porque estaba ahí. No era importante. Simplemente no había nada de que preocuparse. Sentía paz y esa sensación era tan extraña para un alma inquieta como la suya que se aferró a ella sin pensarlo dos veces.
No sabía cuanto tiempo hacia q estaba allí, podrían haber sido semanas, días o tan sólo unas horas… ¿tal vez segundos?
"Yo tenia un nombre" piensa para si misma.
-Un nombre robado- una voz le murmura cerca del oído.
Ella inclina la cabeza hacia la suave brisa que siente detrás. Raspa los dedos de sus pies contra las baldosas frías del suelo y exhala lentamente, solo para aliviar la tensión, porque esta segura de que aquí no tiene que respirar.
Solamente recuerda fragmentos de tiempo en este lugar. La voz le había explicado que ella estaba allí para sanar y encontrar la paz antes de dar el siguiente paso y que iba a necesitar un cuerpo para caminar. Debía elegir uno y así lo hizo.
Había resuelto por uno que parecía correcto y familiar y al instante se había disparado hacia arriba desde la bañera dónde había estado sumergida.
El cuerpo le agrada a pesar de que no está segura de por qué. Pequeño en forma y el pelo una mezcla de oro y negro, ya que no había decidido qué le gustaba más. La carne no estaba marcada por cicatrices o hematomas, pero la cabeza se encontraba llena de pensamientos revueltos. Sin embargo un aire caliente y el abrazo repentino de toallas en todo su cuerpo desnudo la había hecho sentirse abrazada y protegida. Le había traído tranquilidad. Fue una sensación sumamente agradable. Ella comienza a sentirse cómoda, mientras su alma toma una nueva forma.
Después de las caricias del suave algodón, se alejó sin rumbo, no sabia donde iba, no le importaba. Todo era paz y confort.
-Estás a salvo aquí. No habrá más dolor- le dice la voz.
De repente llega un recuerdo de jaulas de hueso, sangre, humo, fuego y azufre alrededor. Baja la cabeza y presiona el talón de la mano contra su ojo para tratar de detener ese dolor punzante que de golpe le producen esos pensamientos.
-No temas, estas protegida, sigue avanzando-
"Sí", susurra y se sigue moviendo.
Los pasillos son un laberinto de grises, monotonía monocromática construido para calmar la mente y mantenerla en blanco. No hay dolor, no hay ningún sentimiento, solo una pequeña sequedad en la garganta.
Ella continúa caminando por los pasillos vacíos, de vez en cuando se encuentra con puertas que llevan a otros ambientes. Por lo general con una cama de sábanas blancas donde puede acostarse y descansar durante todo el tiempo que quiera. Envolverse a sí misma en la seda la hace sentir amada y como si fuese una niña, podía dormir por lo que parecían largas horas.
La primera vez que se acostó sintió angustia al tocar las almohadas y por eso las quitó. La sensación de plumas le hinca fuerte en su interior, trayéndole consigo un agudo dolor, pero no fue importante, ese aguijón en su memoria se desvaneció cuando optó por seguir caminando. El caminar hace que no recuerde, el caminar hace que olvide.
Deslizando los dedos contra la pared, se detiene e inclina la cabeza hacia un lado y mira hacia abajo a sus pies desnudos y pálidos saliendo de sus holgados pantalones blancos.
-Paciencia, ten paciencia-
"¿No hay algo más fácil por aquí?" como de costumbre, ella piensa irónicamente.
No hay nada que hacer más que caminar, pero sin embargo eso la hacía feliz.
Un sonido suave corta el aire por encima de su hombro.
Meg.
Mira hacia atrás, solamente salas vacías se extienden detrás de ella.
Meg.
La pared se resquebraja un poco por la presión que ejerce con los dedos sobre la misma. Se da la vuelta, mira hacia abajo a sus pies con una amplia mirada de pánico y miedo.
-No hagas caso. Estas protegida-
Se despertó sobresaltada de una siesta, cerca de la cama había una ventana por la cual atravesaban los rayos de sol. Había soñado algo que no podía recordar, vino a ella una sensación repentina de miedo y sed al mismo tiempo. Se sentó en la cama y sus pies tocaron el suelo.
"Tú sabes que estas soñando por primera vez desde que eras humana? Es el cielo en la tierra. O… en el infierno" Se dijo con voz ronca. Tomó conciencia entonces de su voz. Sabía que era la suya. Un sonido prestado pero eran sus palabras.
¿Soñar?, pensó ¿Qué podía soñar aquí que no sea paz y calor?
-Tranquila, tienes sed. Bebe y olvida-
"Sí," ella susurra. Cuando se paró, tambaleó ligeramente y comenzó a caminar de nuevo a través de los grises. De repente los pasillos se abren en un gran ambiente con una fuente de agua en su centro. Desesperado por una gota de agua, su estómago se vuelve impaciente. Ella sabe que tiene que beber, que el agua le traerá paz. La sed se hace más intensa, sólo necesita llegar a la fuente.
ABOMINACIÓN
PUTA
PERRA
DEMONIO
Una chispa de agonía corría en su cerebro a través de esas palabras, grita y corre hacia la fuente. Vuelve a tambalearse y cae al piso. Siente una fuerza invisible que la arrastra hacia atrás.
Meg
Otra vez esa voz como un sonido suave y seductor, diferente a la otra.
Meg
"No, no, no, no, no, ese no es mi nombre"
Sus uñas rasguñan las frías baldosas y siente el aumento de dolor hasta que su garganta se vuelve demasiado seca para incluso tragar. La fuente de agua esta cerca, pero parece a millas de distancia. La fuerza la jala hacia atrás otra vez. Cae algo cerca de ella, pinceles sobre la parte baja de la espalda, como si fuesen dedos acariciándola y se le instala en el cuerpo con calidez fantasma.
Meg.
"Ese no es mi nombre real", aprieta los dientes de los nervios.
"¿Qué está pasando?"
-Ignóralo. El dolor se irá una vez que bebas-
Con una última sacudida desesperada hacia delante, logra levantarse del suelo y corre hacia el centro del salón. Toca el borde metálico de la fuente y la enciende. El agua sale a borbotones y ella acerca los labios a la boquilla. Permanece con los ojos cerrados concentrándose en el placer puro, traga el agua helada hasta que toda su cara se empapa y le caen gotas por el mentón. Con cada trago, la incertidumbre y el miedo se desvanecen y ella olvida el significado del dolor.
-Eres amada. Estas protegida-
Esas horas calmas luego de beber de la fuente comienzan a disminuir y sabe que es porque tiene que olvidar más y más. De alguna manera intuye que ha recogido siglos de memorias de odio y dolor y quiere olvidarse de todo. Porque no hay dolor en el olvido. No puede recordar por qué odiaba, sólo que lo hacia desde hace mucho tiempo.
El agua facilita la transición, trae brillo a su mente y no hay sufrimiento. Ella sabe que el agua va a barrer sus recuerdos hasta hacer borrón y cuenta nueva.
Los murmullos de la voz indicándole que bebiera continúan hasta que se siente feliz. Alguien quiere que ella sea feliz y por primera vez así se siente.
La inmensa sala lleva a otros lugares, donde otros están vagando. Ninguno de ellos la saludan, cada uno esta tan perdido como ella en la inmensidad del edificio. Forman líneas a medida que caminan lentamente. Intercambian una sonrisa de vez en cuando, pero ni una sola vez existe un reconocimiento real. Uno de ellos, un hombre guapo con el pelo negro y los ojos de color gris azulado, le hace un pinchazo en la memoria otra vez y ella no quiere saber por qué. Se detiene en otra fuente y bebe para olvidar, luego continúa su camino.
Un chasquido, como una presencia con alto poder corta el aire del lugar y la cola de gente que estaba siguiendo se detiene de un momento a otro. No hay ningún cambio en los rostros, todos permanecen quietos y esperando. Ella se da cuenta de que cuánto más quieta permanece, más extraño todo se vuelve y empieza a sentir como el miedo va creciendo nuevamente dentro de su ser. Tiene que moverse. Si se queda quieta, recordará.
Empieza a abrirse paso a través de las filas. Una puerta esta cerca, entra a otra sala y bebe de la fuente allí. Se relaja hasta que oye un silbido de llamas.
-No le hagas caso. Tú estas segura si bebes-
Es entonces cuando ve un cordón de fuego que rodea a uno de los hombres. Los demás comienzan a caminar de nuevo sin percatarse de ello. Ella se queda, es la única que lo mira. El sujeto permanece allí, quieto sin tratar de apagar las llamas, sin gritar. La piel se le achicharra y huele a podredumbre, pero nadie va a salvarlo.
Sin saber por qué, las manos van a su estómago y roza con los dedos debajo de la camiseta para tocar el suave tramo de piel entre el pecho y la cadera.
"¿No puedes matar demonios, no? Estas desconectado de la fuente y no tienes el poder necesario. ¿Qué es lo que puedes hacer ahora?" Era su voz en un recuerdo lejano.
"Yo puedo hacer esto." Una voz ronca, seductora y caliente como el fuego le devuelve la dolorosa sed en la garganta. Siente sed, dolor y humillación.
La agonía se abre paso en su cuerpo y grita fuerte tapándose los oídos para tratar de bloquear el pensamiento. No es sólo el dolor del fuego, es la memoria de que había sido humillada y derrotada.
Parpadea en la pálida luz a la distancia. De alguna manera había sido llevada fuera, transportada y ahora esta en una playa, con sus pies hundidos en la arena negra y caliente. Es un contacto suave y placentero.
El murmullo de las olas rompiendo en la costa dan un zumbido y siguen. Mira al horizonte, de lejos el sol como un enorme signo. Su luz resaltaba el azul y verde de las aguas. Sentía como los rayos caían sobre ella y la calentaban, se sentía cómoda y acogida.
Meg
Hubo un silencio, una pausa…
"No quiero recordar. Estoy contenta, estoy en paz, soy feliz" Repite una y otra vez, llevándose las manos a la cabeza, queriendo ignorar la angustia que comenzaba a invadirla otra vez.
¡Despierta!
Siente un enorme dolor estrellar en su cuerpo entero. Cada fibra de su ser le dolía profundamente.
-Olvida-
-Bebe y olvida. Sumérgete en Leteo-
Levanto una pierna para acercarse al agua, el movimiento tambaleante sucede otra vez y tropieza no pudiendo controlar sus pasos de nuevo. Casi llega a las olas que giran en la oscuridad de la arena, pero antes de que las toquen los dedos de sus pies, su conciencia amarga vuelve a florecer.
"El infierno es una cárcel, hecho de carne, hueso, sangre y miedo"
"¿Qué soy yo?" Ella pregunta mientras mira al horizonte y trata de recordar. De repente esto es lo importante y no sabe porqué cambió y ahora necesita recordar.
-Estoy haciendo esto por las mismas razones que haces lo que haces-lealtad- Me encanta-
-Tú tienes una causa y has de servirla-
-Ahora no es importarte recordar, porque tú renacerás-
¡Despierta!
El cielo comienza a agrietarse como fragmentos de vidrio y las olas que habían estado tocando sus dedos repentinamente se secan en sal que quema la piel.
Siente otra vez ese toque invisible, una mano que la tira con fuerza hacia atrás y acompaña con un frío nudo de presión en la boca del estómago. Cuando mira nadie la toca, pero el agarre es realmente fuerte.
OLVIDAR
RECORDAR
Las dos palabras comienzan a superponerse en su mente. La paz y la comodidad, el calor y la protección, todo eso se esta borrando, se esta yendo. La confusión, la desesperación y el revoltoso dolor dentro de ella empiezan a imperar.
Las palabras comienzan a sonar una más fuerte que la otra, un nuevo tirón a su alma y en un instante, la pura agonía al rojo vivo de las quemaduras aparecen otra vez dentro de ella. Su alma se va del cristalino blanco a la oscuridad llena de humo en cuestión de segundos. El cielo se cae finalmente cuando inclina la cabeza hacia atrás y grita, mientras la fuerza de una magia y gran poder la arrancan del olvido.
"Meg?"
Castiel esta sentado en el borde de la cama mirando fijamente al demonio acurrucado en el centro de las sábanas. Lo único que sabía era el mito de que los demonios se destruyen cuando sus almas son recicladas y purificadas. Pero al final son consumidos por el olvido. Ni siquiera está seguro de lo que les pasa, pero las barreras en su contra fueron realmente difíciles de atravesar.
Exhausto hasta la médula, había tomado prestado el poder de una antigua magia y ejecutó una gran presión mediante si mismo para tirar de ella hacia atrás.
Con el más grande esfuerzo que realizo en su existencia, logró deslizar la columna de humo a través de los portales ínter dimensionales y traerla de regreso, pero aún no se evidenciaban signos de éxito en lo que acababa de hacer.
El hechizo había tomado mucho de él, puede advertir las heridas que brotaron espontáneamente en su piel mientras se concentraba permitiendo que la fuerza se abra camino en su esencia. Nunca antes había usado tanto poder a la vez y siente un inmenso cansancio a través de su gracia. La sangre aún esta pegoteada en la ropa y la quema del dolor le consume todo el ser. Sin embargo, allí esta, a su lado, tomándola de la mano y llamándola por su nombre reiteradas veces esperando una señal.
El no soportó la idea de no haber podido protegerla, quiso traerla de regreso porque siente que todavía le debe un favor.
"Meg?"
Ha pasado más de una hora desde que había sido asesinada, atravesada por la cuchilla que una vez había dejado a su uso.
Dean y Sam están dormidos en los sillones, no les gustaba la idea de hacer esto, pero en una rara señal de solidaridad se quedaron a su lado.
Hay un leve movimiento en la cama y un gemido que suena ronco. Cerca de él, Sam se despierta y mira fijamente a lo que había sido un cadáver.
"¿Funcionó?"
"No estoy seguro" Tratando de mantener un poco de esperanza "Meg?"
Sin levantar la cabeza de la almohada, abre los ojos y se mueve un poco en la cama. Aún con una de sus manos sujetando la de ella, Castiel se arrodilla a su lado y la mira a los ojos. Desliza una caricia en su frente llevándole las ondas del cabello ensangrentado hacia atrás y buscando alguna otra reacción en su aparente despertar.
Pasan unos cuantos segundos en los cuales ella procesa el flujo de recuerdos y el grito que tira es salvaje y furioso, como un animal herido frente a un depredador. Se sacude en la cama, su cuerpo choca contra la cabecera con un fuerte golpe y dispara una mirada de odio hacia el ángel. No hay ni siquiera una pizca de gratitud en esa mirada.
"¿Qué has hecho?" Susurra ella, levantando las manos a la cara. Como él, ella puede ver su propia oscuridad justo debajo de la superficie de la piel robada y en lugar de su habitual orgullo hay disgusto y repugnancia. Sus ojos se ciernen sobre él. "¿Qué has hecho?"
"Te he traído de vuelta." Él espera que ella haga lo que siempre hace. Aceptar y seguir adelante.
Pero algo cambia y se retuerce en su rostro, algo que no estaba allí antes.
El susurro se convierte en un grito "¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Cómo pudiste hacer esto?! "
El grito fuerte despierta a Dean, pero Castiel mantiene la atención en la angustia que desprenden los ojos del demonio. No hay espinas en su interior. No ve el mal, no ve el odio. Tampoco la extraña belleza. Sólo percibe dolor y miedo. Nunca la había visto tan perdida en sí misma, tan fuera de control.
Los demonios fueron torturados en el infierno por lo que el dolor es algo a lo que no les temen. Pero ahora que el dolor se mezcla con el miedo, es una combinación volátil y verdaderamente explosiva. Sus manos tiemblan y niega con la cabeza varias veces. "Yo quiero volver"
Dean y Sam se lanzan una mirada el uno al otro. Dean traga saliva, mirando el cuchillo demonio especulativamente, pero Sam niega con la cabeza, señalando a Castiel.
Meg ignora las miradas y sus ojos se posan sobre el ángel que seguía sentado a su lado. Cautelosamente él junta las manos y dirige la mirada hacia el suelo. Esta vez la derrota en su cara es real y como el filo de un cuchillo se retuerce dentro de él, más profundo de lo que debería. El sabe que aceptaría mejor ver odio dentro de ella en vez de esa angustia y ese terror. Y por primera vez, sucede que un ángel pide disculpas a un demonio…
"Lo siento."
