Prólogo.

Eran muchas las noches que había pasado llorando, pero había decidido que eso iba a cambiar. Tenía que cambiar. Debía dejar de ser aquella chica que pasaba sus noches llorando, aferrándose a sus recuerdos más alegres para evitar aquellos que hacían que mis acciones autodestructivas volvieran. Debía encontrar un interruptor para apagar mis emociones y listo. Una manera de "guardar" los recuerdos que me hacían daño, y olvidarlos. Pero era más complicado de lo que parece.

Hacía ya un tiempo había dejado de ser tan autodestructiva. El problema no era que me cortaba, como suele hacer la mayoría, lo mío eran pequeñas acciones que en el momento eran insignificantes para mí, pero luego al meditarlo me daba cuenta de que me lastimaba.

No recuerdo cuando comencé a ser así, pero si recuerdo que hace 2 meses me había detenido. Ya ni siquiera me mordía el labio.

Pero aún buscaba la manera de apagar mis sentimientos.