¡Hola a todos!
Bueno, pensaba subir este capítulo mañana, pero como dudo tener el tiempo para hacerlo, decidí subirlo hoy. El nuevo fic, también un multichapter, está inspirado en una película australiana que vi la semana pasada llamada "Hey, hey, it's Esther Blueburger!" (¿Quién conoce a Esther Blueburger?). Se las recomiendo mucho, ya que está divertidísima y es ideal para todos aquellos que tienen hermanos pequeños en casa y estén a punto de pisar la adolescencia.
Va a contar con la participación de invitados especiales, como siempre...
Desmond: ¿Yo voy a aparecer?
VicPin: Desmond, tú sí aparecerás, pero no te preocupes, tú no te vas a follar a Butters.
Desmond: Oh... Ok... Uhmmm...
VicPin: Mejor ve a tomar dos con Altair y Connor.
Desmond: Ok...
VicPin: Ok... Como les decía... En fin, sin más qué decir, excepto que los personajes de este relato no me pertenecen, excepto algunos OC's, sino que pertenecen a Comedy Central y a otras compañías anexas, les dejo con el prólogo de este relato.
¡Chaito y Feliz Año 2014!
Vicka.
¿Quién conoce a Butters Stotch?
Prólogo.
Un día normal en South Park. Un día de tantos en donde lo raro suele ocurrir siempre, ves a las mismas personas, vas a los mismos lugares e incluso, cuando te acuestas a dormir, tienes la plena conciencia de que al día siguiente todo va a ser igual.
Ese era el caso específico de Buters Stotch, de 16 años de edad, mientras miraba de lejos a uno de los chicos más atractivos de la escuela, el lado derecho del mariscal de campo del equipo escolar y el hombre de sus sueños, Kenny McCormick. Suspirando con pesar, el chico mordía su sándwich de jamón de pavo con queso en solitario.
Él era el inadaptado social, el niño rarito, el individuo a quien todo el mundo ignora y que anhela ser aceptado. El chico que, a pesar de ser bisexual, buscaba siempre ganarse el afecto de alguien, especialmente de Kenny.
Si bien ambos eran "mejores amigos" en la primaria, al entrar a la secundaria, esa situación cambió… De hecho, parecía ser que esa situación jamás existió, al menos no para Kenny. Esa idea tan nefasta causaba una verdadera turbulencia en el chico Stotch, quien trataba desesperadamente de llamarle su atención o de recordarle su insignificante existencia.
Duro era decir que todos los intentos habidos y por haber fueron ignorados olímpicamente por Kenny, quien siempre permanecía con Kyle, Stan y Cartman, sus amigos de toda la vida, y con Craig, Clyde, Token, Tweek, Scott, Josh, Mark y Trent, quienes conformaban el equipo de futbol americano, y de Bebe, Wendy, Maggie, Tammy, Patty y otras chicas. En pocas palabras, notaba la existencia de todos… Excepto la de Butters.
Suspiró.
Al parecer la vida era una completa perra con él.
Sus padres ni siquiera le ayudaban a sobrellevar aquella situación de soledad; al contrario, le insultan, lo hieren verbalmente, lo castigan por cualquier idiotez, hasta lo golpean. Si llegaba su abuela paterna, lo mismo, pero al grado del bullying.
O sea, el pobre chico estaba, literalmente, solo en el mundo: No tenía amigos a quiénes recurrir y no tenía padres ó familia que le escuchara sus inquietudes. Ni siquiera Trent Boyett, el temible bully de la preparatoria y, para desgracia suya, pariente cercano, le hacía el menor caso ni le interesaba reforzar sus lazos de sangre con él.
Pensándolo detenidamente, Butters empezaba a sentir que nunca había sido deseado, por no decir que jamás fue planeado; tal vez los castigos que le imponían eran formas de sacar su frustración por haberles arruinado la vida. De ser así, ¿por qué se quedaron con él y no lo dieron en adopción como lo han hecho la mayoría de las parejas que tuvieron hijos y nos los querían?
Butters alzó la vista mientras cerraba su libro.
Ahí, a pocos metros, estaban un grupo de chicos uniformados de la preparatoria pública "Rowan" del poblado vecino de North Park. Los veía felices jugando unos con otros a cargar a sus compañeros a sus espaldas y jugar vencidas.
Desvió la mirada.
Observar a cuanta gente estuviera feliz con sus amigos le hacía sentir envidia.
Nadie de la escuela a donde asistía lo aceptaba tal cual es. Cada vez que buscaba ser aceptado, le imponían ciertas condiciones, desde ser esclavo por una semana hasta hacerles su tarea, pero todo eso era solamente una prueba más de que, para todos, era nada más un títere, una persona insignificante en medio de un gran universo.
Eso le dolía, y sin embargo siempre mantenía la terca esperanza en ser aceptado por todos como uno más, con todo y personalidad exasperantemente ingenua y bonachona…
Mentira.
Tomando sus cosas, decidió hacer su primer acto rebelde: Escaparse de la escuela e irse a algún lado a pasear, a repensar bien las cosas.
Al cruzar la barda del patio trasero, el chico empezó a caminar hacia el paradero del autobús que lo llevaría a los poblados cercanos… Bueno, específicamente a North Park por ubicarse a cinco minutos de South Park. Le daba igual.
Cerró los ojos.
Si él pudiera cambiar. Si él pudiera sentirse libre de hacer lo que quisiera, hubiera mandado al carajo a todos, incluyendo a su familia.
Quiero tener amigos, pensó. Quiero tener amigos, quiero tener una novia o un novio. Quiero tener sexo. Quiero experimentar la vida tal y como es…
