Buenos días, tardes o noches, depende de donde se encuentren en estos momentos ¿Cómo están queridos lectores? No soy nada buena para las presentaciones, así que iré directo al punto. Aquí traigo una historia con la cual llevo tiempo trabajando, ya anteriormente la había publicado pero decidí deshacerme de ese tema y abrir uno nuevo para mejor desempeño personal, aún le faltan algunas ediciones a los primeros capítulos, pero seguramente luego hare algunas correcciones.

Si les agrada la historia no olviden dejar un pequeño review con sus críticas constructivas o comentarios, siempre se aceptan sugerencias e ideas para tratar de mejorar la historia.

Sin nada más que agregar por el momento, disfruten el primer capítulo.

¡Espero que les guste!

DISCLAIMER: Los personajes de Saint Seiya: The Lost Canvas no me pertenecen; ellos son propiedad de Masami Kurumada y Shiori Teshirogi, yo solo utilizo sus personajes para escribir sobre ellos, sin ningún fin de lucro y solo por entretenimiento propio. Esta historia contiene OC's, los cuales son de mi autoría.

ACLARACIÓN: La historia será narrada desde diferentes puntos de vista o con diferentes tipos de narrador, intentaré que a lo largo de la historia predomine el narrador omnisciente o el de tercera persona ya que hace más cómoda la historia desde mi punto de vista; sin embargo, en algunos capítulos deberé utilizar el narrador primera persona por cuestiones de redacción.

Letra cursiva: pensamientos, palabras de otro idioma, posibles palabras clave.

Signos zodiacales: cambio de escena, probablemente con referencia al personaje con el que interactuara Liv, mi OC.


Capítulo uno
¿Qué es este lugar?

Roma, Italia; 2015 (siglo XXI)

Finalmente era el último día de clases, agradecía que el calor aún no estuviera presentándose con tanto fervor en la ciudad. Cuando decidí venir de intercambio a Italia jamás pensé que el calor sería casi idéntico al de mi lugar de nacimiento; sin embargo, aquí sigue siendo más fresco que en California.

Puse una almohada sobre mi cara y gruñí por lo bajo después de haber visto el reloj que se encontraba en la mesa de noche. 6:40 am. ¿Por qué después de casi seis meses viviendo en Italia aún no me acostumbro al cambio de horario? Los dioses seguramente me odian.

— Liv, ¿ya estás despierta?

Gruñí a modo de respuesta, esperando a que mi compañera de departamento y amiga abriera la puerta de mi habitación. Retire la almohada de mi rostro cuando escuche la puerta de la habitación abrirse. Mire rápidamente a Zaira y volví a tirar la cabeza a la almohada.

— ¿También tienes problemas para levantarte tarde? — preguntó burlonamente antes de que sentara en la esquina de mi cama.

— Sabes que sí, nunca logre conciliar mucho el sueño en este lugar. Se me hace raro de ti ya que vienes cada verano a Italia a visitar a tu familia.

— Lo sé, pero sabes que estimo mis horas de sueño — bromeó.

— Como olvidarlo.

Zaira se removió en mi cama ansiosamente, la mire enarcando una ceja antes de suspirar.

— Anda, ya dime lo que me quieras decir que creo que de tanto que te mueves terminare fuera de la cama.

— Me vas a amar por esto, pero primero que nada. ¿No tienes planes hoy para después de la escuela, verdad?

Negué. A decir verdad no recordaba haber hecho planes para lo que restaba de mi estadía en Roma, así que Zaira estaba de suerte.

— No exactame…

— ¡Perfecto porque después de la escuela nos iremos a Grecia! —

— x —

Camine por los pasillos de la universidad de Roma mientras pensaba en la sorpresa que Zaira me había dado en la mañana. Visitar Grecia siempre había sido mi sueño desde pequeña, siempre me había llamado la atención la cultura, el idioma y la historia de ese país; además poseo un extraño gusto por la mitología griega y la astronomía, y ese visitar ese lugar me vendría bien para satisfacer mi curiosidad y conocimientos.

La última clase termino antes y con una emotiva despedida de curso por parte del profesor de historia. Zaira no me dio tiempo de despedirme de nadie ya que en cuanto terminaron las clases me tomó de la muñeca y me arrastró hacía la salida de la universidad, alegando que perderíamos el avión a Grecia. Dramática.

— Ya reserve el hotel no te preocupes, todo saldrá bien.

— A veces es difícil creerte, Zaira.

Bufe. Tomé mi libro y lo comencé a hojear, buscando la página en la que me había quedado la última vez que lo había leído. La Historia de los Silmarilli, debo agradecer a mi madre su enorme gusto por las obras de Tolkien ya que ella fue la que me inculcó este tipo de lecturas desde pequeña. Fantasía, así como muchas otras cosas que leía y veía cuando niña como: Harry Potter, Percy Jackson, Inuyasha, Sakura Card Captor, los Caballeros del Zodiaco; estos últimos pasando a formar gran parte de mi vida y ser de mis lecturas y series favoritas ya que leí todos los tomos del manga y mire cada una de las series de estos mismos, desde la obra clásica hasta el Lienzo Perdido.

Pero solo eran eso, lectura y entretenimiento de fantasía.

No supe en que momento me quede dormida mientras leía. Zaira me zarandeó levemente cuando el avión aterrizó en Grecia, aún no era tan tarde ya que el sol aún iluminaba en lo alto del cielo toda la ciudad de Atenas.

— Pensé que llegaríamos más tarde. ¿Qué hora es? — pregunte con voz ronca mientras estiraba mis brazos para desperezarme del viaje.

— No es tarde, son las 2:10 de la tarde. Hicimos un viaje corto relativamente.

— Entonces lo mejor será ir a dejar nuestras maletas al hotel y salir a conocer un poco mientras el sol nos lo permita.

— Concuerdo. Vamos.

Agradecimos que el hotel estuviera cerca del aeropuerto ya que así no tuvimos que pagar a un taxi. Para ahorrar económicamente Zaira había alquilado una habitación doble y que estuviera en el segundo piso ya que a ella le encanta asomarse en las mañanas por la ventana y mirar la ciudad en todo su esplendor.

Dejamos las maletas en las camas y salimos del hotel, no sin antes tomar un mapa de la ciudad para evitar perdernos. Zaira tomó el mando del mapa y decidió ser la guía, al igual que yo, Zaira jamás había visitado Grecia por lo que no dudaba que en cualquier momento nos perdiéramos entre las calles de Atenas.

— Esta será una aventura interesante — resoplé, evitando perder de vista a la hiperactiva de Zaira.

— x —

— Te dije que llegaríamos a Delfos, pero no quisiste creerme.

Mire a la pelinegra con una ceja enarcada y una mueca. Claro que llegamos a Delfos, pero la pregunta que ahora atraviesa mi mente constantemente es ¿por qué demonios no tomamos un taxi o el metro en vez de habernos venido caminando desde Atenas? Me dolían las piernas a muerte, aunque también fue mi culpa por haber dejado que Zaira tomara el control del viaje desde el principio.

— De regreso pediremos un taxi o tomaremos el metro. ¿Me escuchaste?

— Sí, sí, lo que digas. Ya párate de esa roca y vamos a ver el Oráculo de Delfos.

— ¿Sí sabes que ya no existe ningún oráculo verdad? Ahora solo es Delfos.

— Eso no importa. Además, tu eres la cerebrito en cuanto a historia se refiere, yo solo vengo como tu compañía y a maravillarme con todo lo que vea a mi paso.

— Está bien, si tú lo dices. Vayamos a las ruinas.

Delfos era un lugar grande y majestuoso, no me imagino como habrá sido en sus tiempos más gloriosos en la Grecia Antigua. Inclusive no puedo imaginarme el templo dedicado al dios Apolo, mucho menos a las pitonisas. El actual santuario de Delfos está muy bien restaurado, sin embargo no se le podría comparar al de la Grecia Antigua. Subí unos cuantos escalones y llegue al centro del santuario, me reproché a mí misma por no haberme traído mi cámara del hotel, ya que no tendría otra oportunidad de ver el santuario de Delfos.

Exploré cada rincón del templo con la mirada maravillándome con todo lo que veía. Di unos pasos hacia atrás y accidentalmente tropecé con algo. Afortunadamente no caí al suelo, pero si me lastimó un poco el tobillo. Dirigí mi mirada hacía el objeto con el que había tropezado y me encontré con un ónfalo de considerable tamaño.

— ¿Un ónfalo a mitad del santuario? Que extraño. ¿Qué estará haciendo aquí?

Lo examiné cuidadosamente sin levantarlo de su lugar. Parecía estar hecho de duro mármol y poseía unos notables relieves extraños en todo su alrededor, también parecía estar incrustado en el suelo, como si hubiera salido de la tierra así sin más.

— Bueno, dudo mucho que lo deba de dejar aquí. Será mejor que lo lleve al museo arqueológico, alguien más podría tropezar y no contar con mi suerte — bromee conmigo misma.

Coloque mis manos sobre el ónfalo e intenté tirar de él para desprenderlo de la tierra; sin embargo, justo antes de que tirara por segunda vez el pequeño montículo, una luz brillante comenzó a emanar de la piedra cegándome por unos minutos. No escuchaba nada, no miraba nada, ni siquiera podía oler algo.

— ¿Qué está pasando?

Intenté soltar el ónfalo, pero fue en vano. Parecía que mis manos se habían quedado pegadas como un imán a la roca. La luz siguió cegándome por unos cuantos minutos más, y de repente, todo lo blanco y luminoso paso a ser negro y oscuro mientras sentía una terrible sensación de caer en un agujero negro.

— x —

Abrí los ojos lentamente, tratando de enfocar la vista en el cielo. Todo me daba vueltas y me dolía la cabeza, sentía el cuerpo pesado y bastante torpe al levantarme del suelo. Sacudí la cabeza levemente, retirando unos cuantos castaños cabellos de mi rostro hasta que todo regresó de golpe a mi mente.

El ónfalo, aquella luz, la sensación de estar cayendo en un pozo sin fondo.

¿Qué demonios había pasado?

Observe a mi alrededor, el santuario de Delfos ahora era diferente, ¡completamente diferente del santuario de Delfos en el que estaba! El perímetro de este santuario era mucho más grande que el anterior, había más arboles a la vista y pasto nuevo de un verde vivaz y llamativo a la vista, las construcciones de repente se habían vuelto más antiguas y desgastadas. Todo era diferente.

Dirigí mi mirada al extraño ónfalo del suelo del santuario, el cual seguía ahí, normal y sin inmutarse. Decidí que debía de olvidar eso por la paz, había sido un suceso de lo más aterrador y extraño pero si nadie vio nada, todo estaba bien. Esperen.

¿Dónde están todas las personas que había cuando recién entre al santuario de Delfos?

Zaira. ¡¿Dónde está Zaira?!

— ¡Zaira! ¿Dónde estás? — grité lo más fuerte que mis pulmones y cuerdas vocales me lo permitieron, pero nada. Ninguna respuesta.

Corrí hasta llegar al borde del santuario, esperando encontrarme mínimo con algún trabajador del museo arqueológico que estaba a los pies del santuario, pero lo que encontré fue algo completamente diferente.

Bosque. El museo arqueológico, el hotel, las casas, los bares, la plaza, la escuela e inclusive la iglesia habían desaparecido de mapa y había aparecido ahora un enorme y verde bosque.

El terror me invadió y tragué seco.

— Por dios, ¿dónde demonios estoy? ¿qué es este lugar?


Glosario

Ónfalo: El ónfalo es un antiguo betilo o artefacto pétreo de uso religioso originario del ádytondel oráculo de Delfos, en la Antigua Grecia. Según la mitología, sería la piedra dejada por Zeus en el centro (ombligo) del mundo.

Bueno aquí termina el primer capítulo, espero haya sido de su agrado y por favor no se olviden dejar sus comentarios sobre la historia.

Ya sé que no ha salido ningún personaje de SS, eso me lo reservo para el próximo capítulo, así que si quieren saber que pasa solo pídanlo :D

¡Nos vemos luego!

Nota de autor: Posibles correcciones gramaticales.