Nota: Todo lo que sean capaces de reconocer pertenece únicamente a nuestra reina Jotaka. ¡Merlín salve a la reina! Todo lo demás es traído por mi descarriada mente para con ustedes.

Acompáñenme en el comienzo de esta nueva historia. Sí, espero que dé para más. Y no, no pienso dejarla a la mitad. Los demás fics que llevo también planeo continuarlos ¡No desesperéis, hermanos míos!


Un lento preludio.


El apellido Greengrass siempre ha sido, como muchos otros, digno de respeto. Una de las familias más viejas e importantes de toda Gran Bretaña no solo por la exuberante cantidad de galeones que se almacenan en sus bóvedas sino, principalmente, por ser perteneciente del privilegiado grupo de los sagrados 28 que han logrado mantener, hasta el día de hoy, su línea familiar totalmente pura. Y como todo buen purista es natural el que se quiera seguir manteniendo la dignidad y la lealtad para con las costumbres de antaño; para eso, por supuesto, es necesario que se concierten matrimonios arreglados entre aquellos que poseen los mismos ideales. ¿Y cómo se concretaría la unión de dos familias si ninguna de ellas ha conseguido procrear a una doncella?

Esa es la conclusión a la que ha llegado Hyperion Greengrass al recibir la decepcionante noticia de que tendría una primogénita en lugar de un varón que lograse perpetuar el apellido. El rubio tiene que recordarse a sí mismo que podrá tener un hijo en un par de años más, uno que logre cumplir todas sus exigencias; por ahora ha de volcarse en la educación de una futura esposa. Tiene la suerte de que tanto los Nott como los Zabini y los Malfoy han tenido herederos y aunque los Parkison, por su parte, también han tenido una niña está bastante seguro de que no logrará igualar la belleza de la pequeña Daphne que ha logrado heredar los mejores rasgos de él y su esposa.

Daphne, cariño.. —La llama su madre, Cassandra Greengrass, anteriormente una Burke. —¿Tienes hambre? —Pregunta con algo de consternación pues sabe que la pequeña no emitirá sonido alguno. La niña levanta la vista y clava sus preciosos ojos azules en los de su madre, tiene una mirada profunda e inteligente como si en su mente se guardasen los secretos de toda una vida. Nadie lo dice pero a ambos, a Hyperion y a ella, les incomoda que la diminuta Greengrass de apenas un año y medio les mire tan fijamente.

Daphne se limita a asentir y a extender una de sus manos hacia su madre. Hyperion larga un suspiro. Su hija es preciosa, no importa por donde se la mire, pero sin importar cuan brillante sea su cabello rubio, como el suyo, ni que tan azules sean sus ojos, como los de su esposa, o que tan sonrosadas sean sus diminutas mejillas.. la pequeña es incapaz de hablar. Pasa las horas sentada en la pequeña cama de su habitación observando a la nada y no se retira a menos que alguien capte su atención; mentiría si dijese que no está preocupado, cree que su hija está enferma o que hay algo mal con ella, pues aunque no esté seguro de cómo son o deban ser los niños sabe que a Draco, el hijo de Lucius Malfoy, es casi imposible hacerle callar. Su buen amigo se ha encargado de repetirlo bastante a menudo en el Ministerio. Por si fuera poco, la primera reunión entre ellos tendrá lugar esa misma tarde en la mansión de los Parkinson. No puede evitar sentirse ansioso e incluso y aunque no lo demuestre bajo su inescrutable mirada fría está nervioso. Para alguien de su estatus lo más importante es mantener las apariencias pero, ¿cómo puede estar tranquilo sabiendo que podría no poder enlazar la vida de Daphne con la de otra familia sangre pura? Será difícil para ella el desenvolverse en un mundo en el que no puede ser escuchada. Quizás él no se encontraría tan nervioso de no ser la primera vez que se reúne con sus antiguos camaradas de los tiempos oscuros. No hace más de medio año que el señor tenebroso ha caído y aunque algunos, como Nott, aguardan su llegada otros parecen disfrutar de la calma que ha llegado luego de haber podido limpiar sus apellidos, como él y Lucius. Lo cierto es que aunque antes el no llevar la marca suponía una desgracia para su familia ahora mismo resultaba un verdadero alivio.

Hyperion, Cassandra. —Le saludan los Parkinson al pasar hacia el gran vestíbulo de la mansión. La castaña lleva en brazos a una Daphne que observa con curiosidad todo cuanto puede. —Los pequeños están en la habitación de Pansy. —Susurra la señora Parkinson con voz suave mientras que el dueño de la casa conduce al señor Greengrass hacia la sala, con el resto de los invitados.

La habitación de Pansy es bastante similar a la de Daphne. Llena de enormes peluches por doquier. Los pequeños se entretienen, en el suelo, jugando entre ellos mientras son liderados por Draco Malfoy que parece dispensar la cantidad de juguetes que tendrá cada uno bajo las miradas embelesadas de diminuta pelinegra con cara de duendecillo y los dos robustos pequeños que no pueden ser otro que Vincent y Gregory. —Ellas son las Greengrass. —Las introduce la señora Parkinson mientras tira uno de sus mechones negros hacia atrás. Seis pares de ojos se posan en la pequeña rubia que llega en brazos de su madre. La pequeña los observa uno a uno y afirma sus brazos sobre el cuello de su madre. No quiere ir con ellos.

Daphne, cariño.. —Susurra su madre con tono cansado. La niña parece entender porque afloja su agarre y no rechista en cuanto es dejada en el suelo junto a los demás.

El primero en reparar en la pequeña es Draco que se irgue como si fuese un pequeño caballero y extiende su diminuta mano hacia ella.

Soy Draco. Draco Malfoy. —Dice el pequeño rubio con tono petulante. Daphne observa su mano y extiende, a su vez, la suya para estrecharla como tantas veces ha visto hacer a su padre. El rubio la observa con expectación y al ver que no contesta frunce los labios. —¿Cómo te llamas?

Pero ella no contesta.

Yo soy Pansy Parkinson y esta es mi casa. —Dice ella con orgullo como quien ha recitado a la perfección un discurso previamente ensayado. Suelta una risita boba y observa a Draco por el rabillo del ojo. —Draco te hizo una pregunta.

Pero la pequeña permanece en completo silencio mirando primero al rubio y luego a la pelinegra.

Me llamo Blaise. —Interviene un chico moreno mientras deja de lado los juguetes. —Soy un Zabini. Esos de allá son Crabbe y Goyle.

Daphne observa al muchacho y, posteriormente, a los otros dos que sonríen perezosamente cuando ella clava sus ojos azules en ellos. La pequeña gira la vista, ahora, hacia el lánguido chico de pelo negro.

Theodore Nott. —Se limita a decir el chico en cuanto ve que la rubia le ha mirado. Tan pronto como ha abierto la boca ha vuelto a cerrarla para acabar centrándose de nuevo en su juego.

¿No nos dirás como te llamas? —Pregunta Draco ahora con tono demandante como quien está acostumbrado, aún a su corta edad, que se haga lo que él dice tan pronto como lo demanda. Se pone de pie y coloca sus pequeñas manos sobre su cintura como ella solo ha visto hacer a su madre. Daphne sacude la cabeza y el rubio le avienta un cubo que la rubia logra esquivar con tanta facilidad que a él le resulta insultante.

¡Le has tirado una caja! —Chilla Zabini con tono acusador. Se pone de pie y echa a correr escaleras abajo con la clara intensión de acusarlo. Es rápidamente seguido por Draco, Pansy, Grabbe y Goyle.

En la habitación solo quedan Theodore y Daphne. Esta última observa al chico con curiosidad y él parece estar haciendo exactamente lo mismo.

Deberíamos bajar. —Anuncia el pequeño después de un instante. Se pone de pie y echa a andar fuera de la habitación. La pequeña Daphne tarda un par de segundos más en levantarse y seguirle.

La atmósfera en la sala era de por sí bastante más extraña de lo que cabía esperar. Theodore permanecía completamente quieto observando todo en completo silencio; Daphne se hallaba ahora a pocos pasos de él dejando bailar los ojos entre Draco que fulminaba con la mirada a Blaise mientras que éste se abrazaba a las piernas de su madre y le sacaba la lengua. Pansy estaba cruzada de brazos al igual que Crabbe y Goyle. Los adultos por su parte parecían tensos sobretodo el señor Greengrass.

Draco.. ¿De verdad has hecho eso? —Preguntó enarcando una de sus finas cejas. El aludido negó con fuerza y se cruzó de brazos. Lucius clavó sus ojos en los Daphne y se aclaró ligeramente la garganta antes de proseguir. —¿Draco ha hecho eso?

La pequeña sostuvo la mirada del señor Malfoy haciendo que éste se notase ligeramente incómodo, sin embargo, no rompió el contacto. La rubia asintió levemente. Luego de un intercambio de miradas entre Narcissa y él. El asunto quedó resuelto.

Los chicos se acuclillaron en el suelo y comenzaron a jugar en silencio bajo la mirada vigilante de los adultos.

¿No puede hablar? —Pregunta con escepticismo el señor Nott dirigiéndole una mirada de reojo a la pequeña que observa en silencio a sus compañeros reír y jugar.

Puede que lo haga luego. —Comenta la señora Parkinson observando con algo de pena, que probablemente no sienta, a la pareja Greengrass que no hace más que encogerse de hombros. Lo cierto es que a ella le conviene así su Pansy podrá resaltar aún más, aunque no lo dice.

—¿Y qué hay de las muestras de magia? —Es ahora la señora Zabini quien habla mientras observa a la pequeña con cierto desdén que no oculta. Los demás parecen encontrar esa información bastante interesantes porque todos observan al señor Greengrass que parece, ahora mismo, ligeramente contrariado pues sabe a dónde justamente están apuntando; insinúan que Daphne es una Squib. —¿Debemos tomar eso como un..?

Pero guarda silencio al observa la cara blanquecina de Cassandra Greengrass que debe sostenerse del hombro de su esposo para no darse de bruces contra el suelo. Al parecer el permanecer sentada no ayuda demasiado; hace meses que se siente extraña y teme haber cogido alguna enfermedad grave. Hyperion la observa con el semblante serio pero la preocupación se le marca en las líneas que surcan su frente. El resto parece creer que se trata de una estrategia para dejar de lado la incomoda conversación. Una actuación bastante convincente apremia Narcissa Malfoy, en su mente, mientras enarca una de sus finas cejas.

Lo que todos parecen ignorar es que la pequeña y rubia Greengrass se ha puesto de pie. Se aproxima silenciosa y apoya ambas manos en las piernas de su madre que la observa con ojos aturdidos. La diminuta señorita esboza una sonrisa cerrando sus ojos como si quisiese embeberse de algún pensamiento. Los adultos intercambian preguntas de preocupación mientras la mujer, ahora más serena, mira extrañada a su hija. —Daph.. —Pero guarda silencio porque la pequeña a puesto una de sus manos en el vientre de su madre.

Astoria. —Susurra la pequeña con voz cantarina haciendo que los ojos de su padre se abran desmesuradamente. No sabe qué le resulta más sorprende. Si el hecho de que su hija haya emitido su primera palabra, una bastante extraña, o que sea el tono más dulce que jamás haya escuchado. Su madre por otro lado, observa a la pequeña como si estuviese desorientada. La muchachita se limita a acariciarle el vientre ligeramente abultado esbozando una sonrisa risueña.

Tardarían un par de meses más en comprender de qué se trataba e incluso muchos más años en desentrañar los misterios que envolvían a la mayor de sus hijas.


Ha sido muy corto. Esto es más como un capítulo piloto. Para introducirlos en la historia real y ver si les gusta. ¿Qué les parece? Los Reviews son siempre bien recibidos. Sí, que me hace tremenda ilusión el leerlos. ¡Los tomatazos también son bienvenidos! Quéjense conmigo.

See ya!~~