No puedo con mi genio. Realmente no puedo con mi genio. Yo me dije a mi misma que no iba a volver a hacer dos fics en simultáneo, pero no pude con mi genio. Así que aquí estoy, con una nueva historia.
Primero quiero advertirles: PELIGRO DE SPOILERS. De acuerdo?, aquellos que no leyeron HP7 NO DEBEN LEER ESTE FIC SI NO QUIEREN ENTERARSE DE NADA…pero si aún así quieren leerlo porque consideran que les gusta como escribo o porque no tienen nada que hacer, no me culpen luego.
Aquellos personajes que reconozcan no son míos, son de Rowling, y si fueran míos los encerraría en mi armario y los violaría salvajemente xD.
Dejen reviews…
Quiero dedicar el fic a mis amigas Bárbara y Antonella. Ambas me presionaron para que lo hiciera xD. Y Anto va a hacer su aparición magistral en este fic como un personaje. Seguramente se darán cuenta quién con el paso del tiempo.. Por cierto: BAR VOLVE DE BARILOCHE QUE TE EXTRAÑO!!!.
Nuevamente: PELIGRO DE SPOILERS!!!.
Capítulo 1: Grimmauld Place 12.
En un silencioso y alejado barrio de Londres llamado Grimmauld Place, escondida entre los número once y trece, estaba la casa número doce. La música de rock en la número once sonaba estridentemente, pero parecía que a los habitantes del número doce no les molestara en absoluto.
Aunque los gritos enojados del vecino del número trece llenaron el barrio de sonoros y molestos ruidos, los que vivían en el número doce seguían en sus actividades como si nada ocurriera. Porque los de las casas número trece y número once no sabían que la casa número doce existía y que estaba ahí, entre ellas, sino que creían que ese error garrafal y olímpico en la numeración era...una mera equivocación.
Grimmauld Place 12 era una casa enorme, de aspecto viejo y sucio. Las ventanas, que se encontraban abiertas de par en par, eran enrejadas con barrotes oxidados, y la puerta, de oscuro ébano, se encontraba cerrada herméticamente, aunque en ella, colgado torcido y con una calavera dibujada, un psicodélico cartel anunciaba "Casa de la familia Potter..no se acerquen o sufrirán feas consecuencias". Aunque las apariencias engañan, y la casa, que de aspecto parecía ser propiedad de una familia de peligrosos y roñosos delincuentes, por dentro era de una majestuosidad sorprendente. Por eso, las apariencias engañan siempre.
La música en la cocina de Grimmauld Place sonaba a todo volumen, y parecía que en cualquier momento los vidrios estallarían y se esparcirían por todo el suelo, debido a que vibraban con cada compás. Pero a ella, bailando y cantando a todo pulmón, no le importaba o, mejor dicho, no lo notaba.
Eran las diez de la mañana y toda la casa se encontraba silenciosa, a no ser por el bochinche de su estéreo y los ronquidos provenientes de la planta alta...y miren que para que los ronquidos se oyesen en la cocina debían de ser muy sonoros. Giró por todo el lugar, esquivando con maestría la mesa y varias sillas, chocando a propósito con su delicada y pequeña mano las copas y los utensilios que colgaban del techo. Se subió sobre la mesa y movió su cabeza a los lados, despeinando aún más su largo y rojizo cabello, cerrando los ojos y dejándose llevar por la alocada música que oía. Fue en ese instante en que la música cesó y, luego de detenerse en su frenético y, admitámoslo, ridículo baile, miró hacia donde su estéreo se mantenía en silencio y apagado. Un apuesto hombre con expresión adormilada la observó levantando una ceja de forma reprobatoria, aunque notó un asomo de sonrisa burlón. Las gafas se encontraban ladeadas, y se percibía que acababa de levantarse. Él tomó aire y se cruzó de brazos, mientras se restregaba los ojos...ojos de un intenso verde esmeralda.
-Papá...-susurró ella mientras se bajaba de la mesa y se sonrojaba excesivamente, equiparando sus mejillas con el intenso color rojo de su cabello.
-Hija...yo sé que te gusta la música y que eres una artista, pero es domingo, son las diez de la mañana...mamá y yo queremos dormir...-Lily sonrió como disculpa.
-¿Quieres que te haga el desayuno papito?-Harry sonrió enternecido y sus ojos brillaron al mirar a su hija. Nunca en su vida se había imaginado que tendría esa hija tan hermosa con la mujer que más amaba (N/A: por más que nos duela a todas), ni que sobreviviría para formar una familia y ser, con todas las letras, completamente feliz.
-Como quieras cielo-dijo, y salió de la cocina.
Sí, ella era Lily Ginevra Potter (N/A: no sé si se llama así, pero me gusta la combinación..si, se llama igual que la otra hija de Harry, la de Despertar xD...bueno, se embroman si les molesta, es mi fic). La única hija del matrimonio constituido por Harry Potter y Ginevra Weasley. La menor, la nena consentida, la princesa de papi y el terror de su hermano mayor...y, sin ser poco modesta, la nieta favorita de los abuelos.
Se acomodó el largo y lacio cabello rojo tras su espalda, y se dispuso a quedar más que bien con su padre. Es decir, se dispuso a preparar un súper desayuno para el estómago voraz de su hermano mayor y los estómagos de pajarito de sus padres. Se restregó la nariz respingona y pecosa cuando la espuma de los platos voló hacia ella. Estornudó con fuerza y continuó lavando los trastos de la noche anterior. La cena había sido cuantiosa y de no ser porque los tíos Ron y Hermione habían ido, estaba segura de que no tendría que lavar tanto plato sucio. El tío Ron comía como un troll...y ni hablar de su primo Hugo. Genes Weasley a la orden del día...menos mal que Rose no los tenía tan presentes.
Lily terminó de secar los platos y comenzó a preparar el desayuno. Cuatro tazas de porcelana se encontraban sobre la mesada esperando ser llenadas con agua caliente para preparar el té. Un plato vacío junto a ellas aguardaba que las tostadas recién hechas descansaran sobre él, y el jarrón con jugo de naranja se jactaba de completar su tarea. Tranquila, tarareando una canción de Las Hermanas Raras, y procurando preparar la mesa con total maestría, Lily terminó de hacer el desayuno y miró satisfecha su "creación". Un jarrón blanco con lirios, su flor favorita gracias a su nombre, se encontraba en medio de la mesa, descansando sobre el mantel blanco. Cuatro platos y cuatro tazas repletas de té lo rodeaban, y un quinto plato contenía las tostadas apenas quemadas, así como le gustaban a su padre. El jarrón con jugo de naranja brillaba junto al florero, y la mantequilla y la mermelada se agolpaban junto a él.
Suspiró satisfecha consigo misma y se dispuso a despertar a los demás miembros de la familia. Subió las escaleras con pasos rítmicos, aun teniendo en su rojiza cabeza la canción que minutos antes había estado escuchando a todo volumen. Se dirigió sin prisa al cuarto de sus padres, rogando que ambos estuviesen vestidos y sin hacer cosas extrañas. Porque a pesar de que sus padres ya eran mayores, no dejaban de comportarse como adolescentes en ese tema. Merlín, habían necesitado un buen psicólogo los tres para olvidar aquellos ruidos.
Se detuvo frente a la puerta. Primero que nada, golpeó. Nada de volver a entrar de golpe y encontrarse con que sus padres hacían el intento de darle otro hermanito. Escuchó un débil entre y, tras tomar el picaporte, cruzó el umbral. Miró a su alrededor, observando con maravilla el hermoso cuarto en donde sus padres dormían. Su madre se encontraba acostada sobre la cama, arropada entre las blancas sábanas, bostezando y mirando detenidamente a Harry, que se peinaba...que hacía el intento de peinarse, mejor dicho. Lily sonrió con dulzura al notar la mirada enamorada y terriblemente embobada con la que su madre miraba a su padre. El amor se respiraba en ese lugar.
-Ya está el desayuno-anunció Lily cuando tanto Ginny como Harry la miraron expectantes. Ginny le sonrió abiertamente y Lily sintió como si se encontrara con un reflejo de lo que sería en veinte años.
-Gracias hija, ya bajamos-dijo Harry, sonriéndole también.
Lily hizo una inclinación de cabeza y salió al pasillo, esta vez dirigiéndose hacia el cuarto de su terrorífico hermano mayor. Pasó junto a la puerta de la que, más de veinte años antes, había sido la habitación de un muchacho llamado Regulus Black, que ahora pertenecía a su hermano favorito: Albus. Sí, su hermano favorito, porque era inteligente, compañero, le gustaba leer, era comprensivo..pero lamentablemente en ese instante Albus no se encontraba en la casa, por lo que, suspirando hastiada y rezando para que el cuarto al que estaba a punto de entrar no oliera a pie, se detuvo frente a la puerta que se encontraba enfrentada a la puerta del cuarto de Albus.
Lily observó detenidamente el cartel tallado que decía James Sirius Potter (N/A: waaaaaaaaaaa...amo ese nommmbre xD). Y bajo el nombre de su hermano, absténgase de entrar o les haré tragar excremento de hipogrifo recién hecho. Lily hizo una mueca. James y su delicadeza, Merlín. Aunque admitió que su terrible hermano mayor le hacía muchísimo honor a sus nombres.
Golpeó. Silencio. Golpeó nuevamente. Nada. Tomó el picaporte y entró con estrépito. Cerró los ojos fuertemente, para evitar ver cualquier cosa obscena y extraña que su hermano estuviese haciendo, pero notó lo silenciosa que se encontraba la habitación, por lo que abrió los ojos. Levantó las cejas al ver que el cuarto estaba vacío, y que la cama estaba...impecablemente hecha. Dos opciones: o James había tenido una embolia cerebral por comer queso roquefort y ahora se le ocurría armar la cama, o no había dormido en la casa. La opción dos era más fehaciente y creíble, la uno ya rayaba la estupidez y el absurdo. ¿James haciendo la cama?...de solo pensarlo se moría de la risa...aunque lo de la embolia no era tan descabellado. Lily hizo una mueca de desacuerdo al ver las fotografías que el difunto tío abuelo Sirius (N/A: xD...me amo y lo amo aunque esté muerto) había pegado en la pared con un hechizo de Pegamento Permanente. Aunque el cuarto había sido magníficamente redecorado a pesar de eso. Así que ahora, el intenso color azul de las paredes tapaba lo que antes había sido un cuarto muy Gryffindor.
Lily sonrió al pasar junto a la fotografía en donde James, Sirius y Remus sonreían. Se le formó un fuerte nudo en el estómago al mirar a su abuelo paterno, joven, guapo y alegre, y reconocer en él a su padre y a sus hermanos, tan idénticos. Le habría gustado conocerlo. Le habría encantado conocerlos a los tres, y que Sirius hubiese tenido muchos hijos varones para repartir entre todas las jóvenes de la familia.
-Vaya que eras guapo tío Sirius-dijo Lily, observándolo fijamente. Sirius hizo una mueca seductora y se acomodó el cabello con galantería. La pelirroja corrió su mirada hacia Remus, y vio en él al joven Ted. Aunque hacía muchos años que no lo veía, lo recordaba como el clon de Remus, aunque con algunas diferencias notorias.
Un ruido sonoro la hizo sobresaltar, y miró hacia la ventana, en donde aparecía el risueño rostro de su hermano James. El joven de gafas la miró levantando las cejas, y entró al cuarto luego de zarandear fuertemente la rama del árbol que se había enganchado en sus pantalones. Lily frunció el entrecejo.
-¿Dónde estabas?-preguntó, notando que James estaba un tanto más despeinado de lo normal y con la bragueta abierta. –No dormiste aquí-confirmó ella.
-Pues no, dormí en la cama de Emma...-
-La chica del número nueve...-
-Sí, la hermosa chica del número nueve-Lily hizo una mueca enojada.
-¿Cuándo piensas madurar?-chilló Lily, mientras James iba desparramando la ropa por el suelo y mostraba lo que muchas titularían como uno de los mejores cuerpos del mundo mágico y muggle por igual. James la miró con una expresión que le daría miedo hasta al...bueno...sí, al mismísimo Lord Voldemort.
-Yo soy una persona madura...que me divierta no significa que eso sea contrario-Lily suspiró hastiada.
-El desayuno está listo, idiota-dijo Lily, y salió del cuarto.
James se quedó con mirada ausente, sentado sobre la cama, mientras se quitaba los zapatos. Se levantó y se dirigió al baño, dispuesto a darse una buena ducha y bajar a la cocina hecho todo un galán. O mas bien, completamente limpio, galán era sin hacer absolutamente nada. Luego de estar varios minutos bajo la ducha y de haberse secado, se afeitó y se acicaló. Se miró detenidamente en el espejo luego de lavarse la cara. Él era James Sirius Potter, el primogénito, aquel hijo que les había enseñado a Harry y a Ginny cómo ser padres.
Frunció el ceño mientras se acomodaba el flequillo color azabache. Realmente era un calco un tanto mal hecho de Harry, su padre, debido a que era igual a él...pero tenía errores deliberados, ya que era
una conjunción muy bonita entre él y su madre. Tenía el cabello negro azabache del mismo color de Harry, pero era lacio y..mm...peinable, digamos..no como el de su padre, que era un desorden descomunal. También tenia ojos cafés, del mismo color que los de su madre, pero..tenía la forma almendrada de los ojos de su padre. Tenía pecas en la nariz, pero, además, tenía la nariz de su padre. Y usaba gafas..ah sí, parecía como si eso fuese una herencia que el padre le pasaba al primogénito. Su abuelo James a su padre, y éste a él.
Frunció el entrecejo mientras se acomodaba las gafas sobre la nariz para poder observarse mejor al espejo. Su rostro ya no tenía rasgos infantiles, sino que ahora mostraba marcados rasgos masculinos. Y, teniendo veintiún años nadie puede tener rostro de nene. Se miró más detenidamente. Su forma de cara, tan idéntica a la de Harry, pero con los labios carnosos de Ginny. Hizo una mueca. Se notaba a la legua que era hijo de Harry Potter. Cualquier persona que lo conocía, antes de decirle un "encantado de conocerle James", decía "eres idéntico a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre". Su padre siempre se reía cuando eso ocurría, debido a que entendía perfectamente la sensación extraña que una persona autónoma puede tener cuando viven comparándole con sus progenitores. Aunque James se ponía orgulloso al saber que lo comparaban con Harry. A menos claro, que la persona que se le presentaba fuese anciana y hubiese conocido al primer James Potter. Ahí la cosa cambiaba, y la comparación ya no era con su padre, sino con su abuelo. "Qué parecido eres a tu abuelo James". Siempre le había dado terror y un poco de vergüenza que lo compararan con él. Y también había sentido dolor al ver la mirada acuosa de Harry.
Suspiró, mientras se vestía. El hedor a transpiración ya habia desaparecido de su cuerpo, y ahora olía a un rico aroma a jabón. Salió del baño, del cuarto y caminó por el pasillo, no sin antes observar detenidamente la puerta del cuarto de su hermano. Lo extrañaba, hacía mucho tiempo que Albus había partido de viaje de estudio a Francia, en donde los tíos Bill y Fleur tenían una casa de campo. Lo echaba de menos muchísimo, porque no tenía con quien pelear, ni con quien hablar de chicas, o de quidditch, o del nuevo producto que el tío George sacaba a la venta en su tienda de chascos. Bajó las escaleras hacia el vestíbulo, en donde, de completo improviso y tomándolo por sorpresa, dos brazos le rodearon el cuello y una boca lo llenó de besos en el rostro.
-Mamá...-Ginny besó sonoramente la mejilla de James, dejándole una marca de rouge en la pálida piel.
-Bebé lindo, buenos días-
-Buenos días ma-dijo James, procurando no reír alborotado. Su madre lo mimaba como si fuera un bebé completamente dependiente. Ginny se los había dicho a él, a Albus y a Lily: ellos podían tener cuarenta años que para ella iban a seguir siendo sus bebés.
-Mi bebé precioso-dijo Ginny, mientras le acariciaba el cabello y lo observaba detenidamente-qué guapo te ves-James sonrió abiertamente-y estás demasiado alto...¿a ti te parece que le saques una cabeza de estatura a tu pobre madre?-
-Ginny, no lo molestes-dijo Harry llegando hasta ellos. Rodeó a James con su brazo. Y James sintió como si se encontrara mirando a su hermano Albus, con la diferencia notoria de la cicatriz, las gafas y...bueno, algunas marcas de la edad.
-Papá, tienes patas de gallo-dijo James, señalando la cara de su padre. Harry frunció el ceño y fulminó a su primogénito con su intensa mirada verde. La risita de Ginny lo hizo sonrojar, mientras que James sonreía abiertamente.
-Los hombres mientras cuanto maduros más guapos-dijo Ginny, haciendo ruborizar intensamente a su marido (N/A: me hace pensar en Johnny Depp y Brad Pitt xD..DIOS). James levantó las cejas cuando su madre se lanzó a los brazos de su padre para besarlo como si nunca lo hubiese besado.
-Em...-sus padres seguían como si nada. James frunció el ceño-me voy, mejor-dijo, viendo que ninguno de los dos le prestaba atención.
-Ya está el...-la rojiza cabeza de Lily se asomó por la puerta, y miró a sus padres frunciendo el ceño-el desayuno ya está-gritó-y no queremos más hermanos-James levantó una ceja.
-Eso debería decirlo yo que soy el mayor, no tú que eres la incordia y la menor-Lily lo golpeó fuertemente en el estómago.
-Lily, no golpees a tu hermano-Lily miró a su madre con odio. Para esas cosas sí dejaba de besar a Harry, para regañarla.
-Lo siento, no volveré a tocar a tu nene-dijo con voz enojada. Le sacó la lengua a James mientras pasaba por su lado. James le hizo una seña un tanto grosera con su mano derecha, y Harry, al ver el gesto, le dio un fuerte coscorrón en la nuca.
-Correctivo-dijo Lily riendo (N/A: xD...sí, los Argento son ideales acá). James la miró con odio. Los cuatro Potter se sentaron a la mesa de la cocina.
-Qué rico desayuno cielo-dijo Harry, acariciando el largo cabello rojo de su hija. Lily sonrió más satisfecha que nunca. Le encantaba quedar bien con su padre (N/A: no es una hija normal digamos xD).
Desayunaron en silencio, como lo hacían todas las mañanas.
Harry miró detenidamente a sus dos hijos, que en ese instante se peleaban por el cuchillo para untar. Nunca dejaban de pelearse, eran tan distintos uno al otro. Le habría encantado tener hermanos y hermanas, poder charlar con alguien en alguna noche de insomnio o angustia, de la misma forma que Albus hablaba con él cuando no se sentía bien. Aunque hermana tenía, hermana del corazón, y esa era Hermione. Y hermano también tenía, y ese era Ron. Mirando a los dos chicos Potter sintió nostalgia en la boca del estómago. Aún recordaba el día en que habían nacido, en cómo sus manos temblorosas habían tomado a James apenas con segundos de vida, o como había recibido a Lily, llorando de felicidad porque ya habían logrado tener una hija. También recordaba con emoción cuando Albus había abierto los ojos y lo había mirado con su misma mirada verde. Sus tres hijos eran la prueba viviente de cuánto amaba a Ginny y de cuán feliz era.
-Chicos, ya dejen de pelear-dijo Ginny.
-Pero...-dijo Lily. Señaló a James-se apropió del cuchillo para untar-Harry sonrió. Ginny y él eran muy buenos padres, pero había un ligero error que ambos habían cometido tanto con James como con Lily: eran demasiado consentidores. James por ser el primero, y Lily por ser la menor y la única hija. Por lo que Lily era muy caprichosa, y James demasiado mimado. Y no solo eso: ponerle límites a Lily era bastante más difícil que imponérselos a James y a Albus. No lo podía evitar, mirar a Lily y ver en ella los mismos rasgos de su esposa lo enternecía muchísimo y lo hacía ser demasiado condescendiente.
-Lil, puedes usar otro cuchillo para untar, hay cinco-dijo Ginny. Lily suspiró.
-Pero quiero el que tiene James-Harry frunció el ceño cuando Ginny lo miró.
-Lily, tienes diecisiete años, deja de comportarte como niña...no seas caprichosa y toma otro cuchillo-ordenó. Lily hizo una mueca y, luego de golpear a James fuertemente en el brazo, se levantó de su asiento y abrió el cajón de la mesada para tomar otro cuchillo.
Un repiqueteo insistente en algún lugar de la casa hizo que Harry dejara su taza sobre la mesa, y mirara a Ginny frunciendo el entrecejo.
-¿Qué es ese ruido?-preguntó, tomando su varita, dejada con cuidado sobre un enorme aparador de cristal que contenía copas y vasos. Ginny se encogió de hombros.
-Ve a ver cielo-dijo ella. Harry salió de la cocina, buscando el origen de aquel molesto ruido. Segundos después, una lechuza parda entraba a la cocina con una carta tomada fuertemente en sus patas. Harry volvió a entrar a la cocina con una gran sonrisa al reconocer al animal, y se sentó a la mesa.
-Es...-comenzó James, mirando a la lechuza que tomaba jugo en un platón que Lily le había puesto en frente.
-La lechuza de Albus-dijo Harry sonriendo. Ginny lanzó un grito y tomó rápidamente la carta de su hijo. La abrió con manos temblorosas.
-"Queridos mamá y papá...-comenzó Ginny. Miró a Harry con ojos húmedos-..siento no haberles escrito antes, pero me han ocurrido muchas cosas interesantes este último año. No se preocupen, estoy bien, sano y con todas las partes de mi cuerpo en su lugar...-Ginny y Harry rieron-..el Ministro de Francia estaba gustoso de conocerme, parece ser que la profesora McGonagall le habló muy bien de mi, aunque yo creo que en realidad quería conocerme para acercarse a papá...La gente me confunde con él, y yo siempre tengo que aclararles que él es bastante más grande que yo, no tiene diecinueve años.
Francia es hermosa, el tío Bill me llevó al museo de Louvre y casi me muero al entrar. No me pregunten cómo logramos pasar desapercibidos entre muggles, pero lo logramos. Saqué muchas fotografías, y les adjunto una mía para que no me extrañen tanto-James y Lily se miraron haciendo una mueca-..además es para que al volver sepan reconocerme. Ya no tengo cara de niño..
Los amo, volveré pronto, aunque no sé bien cuándo..Díganle a James que no se acerque a mi cuarto porque si veo algo cambiado de lugar lo mataré y díganle a mi hermana favorita que siga tocando el piano y el violín...y que les llevaré regalos.
Nuevamente, los amo. Hasta pronto.
Albus"- Ginny se enjugó las lágrimas, mientras Harry rodeaba sus hombros con el brazo derecho.
-No es para que llores Gin, él está bien, Bill y Fleur lo deben estar cuidando muy bien-
-Lo extraño tanto-susurró ella con voz crispada-hace ya dos años que se fue...-
-Sí, apenas cuando terminó Hogwarts-dijo Harry, abrazándola fuertemente.
-La fotografía, queremos verla-dijo Lily ansiosa. Ginny miró dentro del sobre y sacó de él una fotografía en color. Un apuesto joven de ojos verdes y cabello moreno les sonreía desde la fotografía.
Harry vio de repente una copia fehaciente de él en ese chico. Se vio a sí mismo a los diecinueve años en aquella fotografía, con la diferencia clara de la falta de gafas, la cicatriz, y el anillo de bodas en el anular. Albus tenía su misma cara, su misma nariz, su misma boca, sus mismos ojos y, pobrecito, el mismo cabello negro y terriblemente alborotado.
-¡Qué guapo se ha puesto!..-exclamó Ginny con embobamiento. Frunció el ceño mientras observaba a Albus-se dejó la barba-(N/A: Dios, ya me lo imaginé como Daniel en la revista Details...DIOS!!!).
-Le queda bien-sentenció Harry-se ve muy apuesto-Ginny se mordió el labio y lo miró intensamente.
-Sale al padre-dijo con un ronroneo. Harry se sonrojó.
-Bueno, no empiecen-dijo James al ver que Ginny besaba dulcemente a Harry en los labios. –Merlín, doscientos hijos hubiesen tenido de no ser por los anticonceptivos-Lily rió por lo bajo.
-Queremos ver la foto-dijo ella, mientras sus padres se besaban melosamente-ya rayan la asquerosidad-
-Sí, son demasiado cursis-dijo James con repugnancia.
-Ya te va a tocar-dijo Harry, sentándose a la mesa, y entregándole a su hijo la foto de Albus.
-Cuando te enamores cielo, vas a estar como nosotros-dijo Ginny con una sonrisa.
-Nunca voy a enamorarme-musitó James con voz de ultratumba.
-Nunca digas nunca-dijeron sus padres al unísono, y James hizo una mueca enojada.
-Tú también hija..ya verás cuando te enamores y consigas novio-la mirada que Harry le lanzó a Ginny fue fulminante. Menos mal que no existían las miradas asesinas.
-El único novio de Lily soy, fui y seré yo ¬¬-
-Si claro-dijeron Lily y Ginny a dúo.
-Cuando eras pequeña decías eso-dijo Harry, increpando a Lily. Ginny se tapaba la boca para no reír a carcajadas.
-¿Cuando era pequeña no pensaba?-
-LILY-bramó Harry.
Ella sonrió abiertamente. Miró con detenimiento la foto que James tenía en la mano, y se asombró al no reconocer a su hermano Albus en el joven que sonreía.
-Vaya que está cambiado-dijo asombrada-se ve muy atractivo-James enarcó una ceja.
-Se ve igual que siempre-Lily rió con malicia.
-Ay, el nene está celoso de su hermanito menor...ay, pobre James, pobre-dijo Lily de forma burlona.
-Yo no estoy celoso de Albus-
-Oh claro que sí...-dijo Lily, haciendo una seña de impaciencia con su mano.
-¿Por qué debería estar celoso de Albus?, soy guapo, soy atractivo, tengo a cualquier mujer que quiero, tengo dinero...-
-Error: papá es el que tiene dinero-dijo Lily.
-Bueno, como sea ¬¬-dijo James. Lily seguía sonriendo maliciosamente, y eso le ponía los pelos de punta.
-Tienes razones para celarlo: él sabe leer, es inteligente, caballero, tiene ojos verdes, sabe hablar varios idiomas..-
-Yo también sé leer y hablar varios idiomas-
-Bueno, a Albus le gusta leer..-
-Sí, por culpa de la tía Hermione...-
-Albus trabaja-James y Lily se fulminaron con los ojos. Dos pares de ojos del mismo color se enfrentaron.
-Chicos, no empiecen a discutir de nuevo-dijo Ginny, viendo que Lily había levantado el puño para estrellárselo a James sobre su azabache cabeza. Con un movimiento de varita dirigió los platos del desayuno al lavabo y ya ahí comenzaron a lavarse solos.
-Yo quiero aprender ese hechizo-dijo Lily. Ginny sonrió alegremente-¿por qué yo debo lavar los platos a la forma muggle?-
-Si prestaras atención a tu madre tal vez lo aprenderías-dijo Harry. Se desperezó, mientras Lily lo miraba frunciendo el ceño. –Bueno, yo voy a...-
-Ayudarme a tender ropa-dijo Ginny. Harry hizo una mueca enojada.-Sí Harry..me ayudarás-
-Iba a decir que iba a ver a Ron...-dijo con desgano, mientras Ginny se le sentaba encima.
-Anda, ven, vamos a tender ropa-dijo ella acariciándole el rostro-deberías afeitarte-
-Luego voy...-Ginny lo besó en la nariz.
-De acuerdo-dijo ella, levantándose-yo iré a tender la ropa que quedó ayer en el lavarropas...-
-Y yo iré a hacer la cama-dijo Harry-¿quieres?-Ginny sonrió abiertamente.
-Eres perfecto¿lo sabías?-dijo ella luego de lanzarse sobre él nuevamente.
-Pues...no-dijo él, sintiendo las tibias manos de su esposa adentrándose bajo la camiseta y acariciarle el torso. Se sonrojó al notar las miradas socarronas de sus hijos. –Ejem, bueno-dijo, quitando a Ginny de sobre él y levantándose-voy a ordenar el cuarto-
-Ustedes deberían hacer lo mismo-dijo Ginny a James y a Lily. Ambos comenzaron a quejarse, pero ella, como buena mujer Weasley, los fulminó con su mirada y los dos jóvenes huyeron despavoridos de la cocina.
Harry había salido de la cocina y se había dirigido al cuarto en donde él y Ginny dormían. Hizo la cama en cuestión de segundos, estaba acostumbrado a ordenar su cuarto y realmente no le molestaba en lo absoluto. Guardó los zapatos que habían quedado desparramados de la noche anterior y levantó del suelo la ropa sucia. Se sentó sobre la cama ya perfectamente hecha, y miró con nostalgia una de las fotos que a él más le gustaba de sus hijos. En esa fotografía él llevaba en brazos a una niña pelirroja de apenas dos semanas de vida, y a su derecha e izquierda, se encontraban sentados y sonriendo dos niños parecidos pero con diferencias notorias. Sonrió al recordar aquel día, en el que Ginny había tomado la cámara y los había perseguido a los tres por toda la casa para fotografiarlos. Y él había querido salir con Lily en brazos. James tenía cuatro años en esa fotografía, y Albus tan solo dos. Miró sonriendo la cara de Albus, en donde un enorme chupete azul le tapaba la boca y la naricita. Quería tener nuevamente a su hijo menor con él, abrazarlo fuertemente y llenarlo de besos como lo hacía cuando eran pequeños y los arropaba antes de que se durmieran. O cuando les contaba las historias de Canuto, Cornamenta y Lunático. Se sonó la nariz al notar que se pondría a llorar de pura nostalgia. El corazón se le encogía cada vez que se daba cuenta de que sus tres hijos ya habían crecido, que no eran tres bebés como en esa fotografía, que seguramente en cualquier momento James se iría de la casa, que Albus tal vez se iría a vivir lejos o que Lily se casaría. Tal vez debería agrandar la casa para que sus hijos viviesen allí con sus respectivas familias. A él no le molestaría estar rodeado de nietos y nietas.
Dejó la fotografía sobre el buró, y observó otros cuadros que había allí. Una fotografía enorme de la boda, en donde él y Ginny se encontraban abrazados, y Ron y Hermione sonreían a ambos lados de ellos. Otra fotografía de James cuando comenzaba Hogwarts se encontraba junto a la fotografía de la boda. Sonrió al ver lo parecido que era James a él. También había una fotografía de Albus en su primer año, y otro igual de Lily, con sus dos trenzas rojas y su corbata de Gryffindor. Otra de sus fotografías favoritas era la de Albus y James junto a Ginny con una panza enorme, embarazada de Lily. Le encantaba esa imagen de sus dos hijos rodeando a una Ginny con un vientre abultado y prominente. Además, la recordaba más que bien porque al día siguiente Ginny habia dado a luz. Habían sido unos hermosos viejos tiempos.
Suspiró y tomó la ropa que se encontraba sobre la cama, dispuesto a arrojarla dentro del cesto para ropa sucia, cuando una fotografía cayó al suelo luego de que él la golpeara sin querer. Miró detenidamente la foto. Sonrió al reconocer la última fotografía que sus hijos se habían sacado antes de que Albus viajara por Europa. Aún tenía cara de niño en aquella imagen, y Lily se veía mucho más pequeña de lo que era en ese momento. Salió del cuarto con paso apresurado luego de dejar la fotografía nuevamente sobre el buró. Oyó la música proveniente de la habitación de Lily, y decidió pasar para ver si su hija tenía algo de ropa sucia. Entró al cuarto con sigilo, y sonrió al ver a la bella joven pelirroja bailando con frenetismo. Se parecía tanto a Ginny.
-Lily-dijo, pero la música se encontraba demasiado fuerte-LILY-su hija lo miró en ese instante. Apagó la música y se sentó en la cama.
-¿Qué sucede?-
-¿Tienes algo de ropa sucia?-Lily señaló una enorme pila de ropa contra el armario-Merlín¿cómo haces para ensuciar tanta ropa?-Lily se encogió de hombros.
-Soy coqueta-Harry la miró con sorna-bueeeno...me gusta cambiarme de ropa según cuánta luz hay-su padre levantó las cejas-bueno esta bien, soy demasiado higiénica..no uso la misma ropa interior toda la semana como hace James-
-James no usa la misma ropa interior toda una semana-dijo Harry, levantando del suelo la ropa. Lily hizo una mueca y se encogió de hombros-no seas así-salió del cuarto, dejándola sola en la habitación.
Lily se miró en ese instante al espejo. Su reflejo la miró con un rojizo cabello cayendo sobre la frente, y dos ojos marrones increíblemente almendrados. No se parecía en nada al hombre que ella tanto adoraba, y muchas veces su maldito hermano James le había hecho el chiste de que en realidad era adoptada. Estúpido James. Se miró fijamente en el espejo. Aquellos que no la conocían se asombraban de que se pareciera tanto a Ginny de la misma forma en que Albus se parecía a Harry. De no ser porque Ginny lo había parido, Albus podría ser tranquilamente el clon de su padre.
Lily sonrió. Extrañaba a Albus, lo echaba mucho de menos. Albus era comprensivo y sabía escuchar, además no era para nada celoso, no como James y Harry que la atosigaban cada vez que quería salir con un chico.
Se acomodó el flequillo corte al costado, mirándose las pecas que tenía en la nariz y las mejillas. No le gustaban, pero tenía que soportarlo. No podía quitárselas y además era algo distintivo suyo. Muchas veces se había preguntado si había heredado algo de su padre y, mirándose fijamente, había descubierto muchos rasgos de Harry. Por ejemplo, tenía sus orejas, la misma forma almendrada de los ojos, los mismos dientes, las mismas cejas. En todo lo demás, era completamente idéntica a su madre. Tenía boca carnosa, nariz respingona, mentón redondeado, cintura delgada, piernas esbeltas...Merlín, que era guapísima. Se veía muy bien proporcionada...era intrépida, atractiva, inteligente...podría tener a cualquier chico que quisiera...a no ser que su padre se enterara, ahí todo se iba al caño. Se ató su largo cabello rojo en una coleta, y fue en ese instante en que vislumbró una lechuza parda golpeteando contra su ventana con insistencia. Lily frunció el ceño y se dirigió con paso titubeante hacia la ventana, y la abrió. El animal entró estrepitosamente, y Lily tomó la carta que le entregaba. La fina y prolija letra de su prima Rose la hizo levantar las cejas. Abrió el sobre y leyó con rapidez lo que tenía frente a sus ojos. Levantó las cejas. Fue en ese momento que la chimenea a metros de la cama se encendió, y en ella apareció la cabeza pelirroja de su prima Rose.
-Rose..¿qué...?-
-Problemas, serios problemas-dijo Rose, saliendo de cuerpo entero de dentro de la chimenea.
Lily observó con detenidamente a su prima. Tenía el cabello enmarañado como el de la tía Hermione, pero de color rojo, del mismo color que tenía el cabello del tío Ron. Tenía los ojos del mismo color que los de Hermione, y podría haber sido un calco exacto de ella de no ser por las pecas y el cabello rojo.
-¿Qué sucedió Ro?-preguntó Lily. Le hizo señas a la pelirroja para que se sentara junto a ella en la cama. El edredón violeta fue completamente ocupado por dos cuerpos delgados y jóvenes.
-Es Alan-lloriqueó Rose. Sus ojos marrones se humedecieron y se tapó el rostro, y Lily temió que se lanzara a llorar como de costumbre: a los gritos y haciendo berrinches. –Papá...papá se enteró de que salgo con él...-Lily enarcó una ceja.
-Pero creí que el problema era Alan, no tu padre-Rose suspiró con hastío.
-El problema es Alan porque el idiota se le presentó a papá diciendo que es mi novio-Lily levantó las cejas y se atragantó con su propia saliva. Miró a su prima con expresión aterrorizada.
-¿Ese hombre está loco?-
-Pues parece que sí-Lily miró detenidamente el calendario que se encontraba sobre la pared color lila.
-¿Y entonces?-
-Y no solo eso...-susurró Rose. Se restregó las manos nerviosa-a papá le dio un ataque porque el idiota de Alan le dijo que nos casaríamos-Lily tuvo que contener una sonrisa-no te rías..no pienso casarme con ese imbécil...-
-¿De veras le dio un ata...?-la puerta del cuarto se abrió de golpe y Harry entró con estrépito. Miró detenidamente a las dos chicas, boquiabierto. Lily y Rose se miraron con cautela, esperando lo que Harry tuviera que decir.
-¿Rose?-él enarcó una ceja. Rose tragó saliva ante la mirada peligrosa de su tío-¿qué haces aquí?-
-Er...-
-Me acaba de llegar una carta de tu madre diciendo que tu padre está internado en San Mungo por un pico de presión-dijo Harry con voz seria-¿se puede saber qué sucedió?-Rose miró a Lily suplicante.
-Merlín-suspiró Lily. Ella miró a su apuesto padre (N/A: xD, lo amo aunque tenga más de cuarenta años..). Tomó aire. Sabía lo que tenía que hacer a continuación. Por ser la única hija, tenía ciertas ventajas que ni James ni Albus tenían: ser completamente persuasiva y convincente con su padre.
-Papá...-dijo. Harry la miró frunciendo el ceño-papito, papi querido-poco a poco el rostro de Harry mostró una tenue sonrisa-un bobo le dijo al tío Ron que se casaría con Rose, pero tú sabes, y el tío Ron también, que tanto Rosi como yo somos completamente dependientes de ustedes...y nunca, jamás, nos pondríamos de novias sin su consentimiento-Harry miró detenidamente a Lily. Sí, su hija tenía un poder de convencimiento totalmente sobrenatural, y sabía con toda claridad que ese poder lo había heredado de Ginny. Esa fiera pelirroja sabía cómo conseguir lo que quería, no por nada había logrado sobrevivir a seis hermanos mayores. Sonrió. Él no era estúpido, y sabía que Lily estaba utilizando sus armas para con él. Pero qué más daba, la amaba y, aunque sabía que su hija había tergiversado la versión del hecho, no debía estar demasiado alejada de la realidad. Fue en ese mismo instante en que la puerta volvió a abrirse, y fue Ginny la que esta vez entró.
Lily tragó saliva ruidosamente al ver la expresión de su madre. Ella no era tan fácil de convencer como Harry.
-Harry, cielo, déjanos a solas-dijo con una voz muy dulce. Lily y Rose se miraron terriblemente asustadas. Ambas rogaban que los genes Weasley, apaciguados gracias a la presencia del manso Harry, no salieran a la luz, porque sino ambas morirían asesinadas varias miles de veces.
Harry hizo una seña con la cabeza.
-No seas demasiado mala con ella-susurró al oído de Ginny. Ella sonrió y le propinó un dulce beso en la mejilla.
Harry se dirigió a la puerta. El silencio se hizo tenso dentro del cuarto cuando él salió al pasillo y cerró la puerta.
-Díganme-dijo Ginny, poniendo sus manos sobre su cintura. Lily se mordió el labio.
-Mamá..-
-A mi no lograrás convencerme tan fácil como hiciste con tu padre-anunció Ginny. Lily y Rose se miraron.
-Un chico...-
-Alan-dijo Ginny. Rose suspiró.
-Alan le dijo a papá que nos casaríamos-Ginny enarcó una ceja.
-¿Y eso es cierto?-preguntó Ginny con voz desmayada.
-Oh claro que no-chilló Rose. Se rascó la cabeza-es un chico con el que...ando...pero tampoco era para que dijera semejante estupidez, y ahora estoy segura de que papá va a encerrarme eternamente, y a poner un dragón alrededor de mi cuarto para que no salga nunca...hasta que llegue mi príncipe azul y me rescate-Lily enarcó una ceja. Otra cualidad de Rose: tenía una imaginación prodigiosa..aunque a veces rayaba la estupidez y el absurdo.
-Rose, creo que deberías dejar de leer historias de hadas-dijo Ginny sonriendo-te hacen mal a la cabeza-
-¿Acaso no hay ningún hombre parecido a esos príncipes?-Ginny se mordió el labio (N/A: mmm...no Rose, parece que no).
-Sí hay uno..pero yo me casé con él-Lily rió divertida (N/A: ay, coincido con Ginny xD).
-¿Qué hago tía?-preguntó Rose con tristeza-no quiero que a papá le ocurra nada-Ginny se acercó a su sobrina y la abrazó.
-Ahora lo que debes hacer es ir a San Mungo a ver a tu padre...Harry te llevará, no te preocupes...-Rose se restregó los ojos, que le escocían. –Y hablas con tu padre...-
-No-dijo Rose rápidamente.
-Sí Rose, debes hablar con tu padre...lo mejor que puedes hacer con él es dejarle las cosas claras...él te creerá si le dices la verdad..y habla con Hermione también, para que respalde tu versión..-
-Pero tía...-
-Rose, conozco a tu padre..no por nada soy su hermana menor-la ayudó a levantarse de la cama. La abrazó por los hombros-ahora le diré a Harry que te lleve, él también quiere ver a tu padre...-Ginny miró a su hija, que se encontraba sentada sobre la cama-¿tú quieres acompañar a Rose también?-Lily suspiró y asintió con la cabeza. Qué más daba. Su tío Ron seguramente necesitaría un buen calmante...y Rose mucha ayuda para que él no la matara.
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Ya era de noche cuando llegó al lugar. El ambiente se encontraba pesado, no por nada estaban en pleno verano. Podía sentir su camiseta pegarse cada vez más sobre su piel, sofocándolo. Se quitó la campera y la lanzó sobre su valija. Hacía mucho calor, más si se percataba de que estaba demasiado cerca del humo caliente que lanzaban los trenes.
Miró la hora. Eran las once de la noche. Suspiró y se despeinó aún más el cabello. Seguramente en la casa se encontrarían todos durmiendo. Tomó su valija y el carrito con todo su equipaje, y lo arrastró hacia la salida. Percibió varias miradas interesadas en él, pero continuó caminando como si no las viera. Sabía que atraía a las chicas, pero realmente no estaba interesado en comprometerse con alguna. Para eso necesitaba estar seguro de que era la única...y por como andaban las cosas, parecía que jamás podría lograr encontrar a alguna muchacha que le hiciera sentir eso.
Salió de la estación de trenes, caminando por la calle oscura. Caminó con paso apresurado, mientras la noche entrecortaba su silueta contra el cielo azul. Lo único que le gustaba de las calles muggles era que nadie lo reconocía. El hecho de parecerse tanto a su padre provocaba que mucha gente lo confundiera con él, y lo atosigara a preguntas cuando descubrían que en realidad no era Harry Potter, sino su hijo menor.
Se acercó a una calle sin salida, en donde, luego de tomar fuertemente sus pertenencias, desapareció de la vista. Cayó con estrépito sobre un césped recién cortado y húmedo debido al rocío que caía lentamente del cielo. Se puso en pie de un salto, acomodándose los jeans y la cernida camiseta celeste.
Miró a su alrededor, respirando hondamente el aroma a césped y tierra húmeda. Su lugar, su barrio, su casa. El desarraigo había desaparecido en el mismo momento en que había bajado del tren, y ahora estaba más que seguro de que no quería volver a irse. Caminó con paso rápido por la calle silenciosa y solitaria, mirando de vez en cuando a las casas, reconociendo en cada una de ellas los edificios que tanto había observado de niño. Pero notó que había una casa que no era como las demás, y que nunca había visto.
-¿Una librería?-se dijo-¿en Grimmauld?-se acercó, cruzando la calle. Miró detenidamente el escaparate, notando que su corazón se inflama de emoción al ver esa inmensa cantidad de libros. Su madrina, la tía Hermione, siempre le regalaba libros en sus cumpleaños, diciéndole que el conocimiento era la mejor herramienta del ser humano. Sonrió feliz, pensando en todos los libros que se compraría al día siguiente. Decidió que se dirigiría a su casa y dejaría de babear por esos libros, cuando, al darse la vuelta, chocó fuertemente con alguien.
-Oh..lo siento..-una fina voz de mujer lo hizo levantar la mirada. Se levantó del suelo. Una joven de cabello rojo intenso y ojos azules lo miró detenidamente desde unos centímetros más abajo que él. Sonrió.
-No es nada, no te vi...-dijo. Percibió una inmensa cantidad de libros desparramados por el suelo-¿son tuyos?-ella asintió frenéticamente con la cabeza. La chica se agachó rápidamente, y comenzó a juntar los libros. –Déjame ayudarte-dijo él, agachándose también. Como todo un caballero levantó los libros, mientras la chica lo observaba con expresión idiotizada.
-Gracias, pero no es necesario-él sonrió. Ella contuvo un suspiro.
-¿Quieres que te acompañe a tu casa?-preguntó él. Ella lo miró frunciendo el ceño-tranquila, no soy un violador serial-eso, muy a su pesar, la hizo sonreír-solo digo porque son muchos libros y...-se mordió el labio-una chica tan delicada no creo que pueda con ellos-
-Oh...no soy tan delicada como crees-dijo ella riendo. Lo miró con ojos brillosos- y no, deja..soy..muy desconfiada, lo siento-
-Oh...-dijo él. Se encogió de hombros-bueno, toma, entonces-ella recibió la gran pila de libros. Él le sonrió, mostrando su hermosa dentadura. –Adiós...un gusto conocerte-
-Igual..igualmente...-él caminó por la calle, alejándose de la chica. Por lo que no notó la mirada embobada que ella le lanzó.
Transitó por las oscuras casas, y llegó hasta las casas número once y trece.
El vecinito de quince años del número once escuchaba música a todo volumen, como lo haría su encantadora hermanita Lily. Oh, cómo la extrañaba, oírla cantar rock, o escucharla tocar el violín y el piano con maestría. Extrañaba a James también, a sus comentarios ácidos, a su humor, a su compañía. Echaba de menos a sus padres, a su madre con sus exquisitas comidas y sus besos cariñosos, y a su padre con sus consejos y su incondicional amor. Se acercó a la verja que separaba ambas casas. Y, tras esperar unos minutos que le resultaron interminables, lentamente una casa imponente y bastante descuidada, apareció frente a su vista, moviendo las casas a ambos lados sin que los muggles lo notaran. Se encaminó hacia la puerta, en donde el psicópata cartel que su hermano James había hecho varios años atrás aún se mantenía ahí. Tocó con fuerza. Esperó, sintiendo cómo poco a poco comenzaba a sentir frío. Volvió a golpear. Ya se imaginaba al abundante comida de Ginny, o el abrazo de Harry...o el golpe que James le daría al entrar. Decidió entrar a la casa por la fuerza, al ver que nadie contestaba. Tomó su varita y, tras decir varios conjuros, la puerta se abrió con un leve clic. Cruzó el umbral con paso firme, notando que la casa no había cambiado absolutamente nada en su ausencia.
Todo seguía en su lugar. Miró hacia las escaleras. Rogaba que James no se hubiese metido a hurtadillas en su cuarto. Quiso ir a las habitaciones para saludar a sus padres y a sus hermanos, pero en ese momento su estómago rugió fieramente, y decidió dirigirse hacia la cocina. La casa estaba a oscuras, por lo que no notó que una mesita completamente nueva se encontraba estorbándole el paso, y chocó ruidosamente contra ella, haciendo tal ruido que temió que los muertos no continuaran tranquilos en sus tumbas. Maldijo a la mesita, y caminó hacia la cocina con un incipiente dolor en la pierna. Encontró el lugar en completo silencio, y se sentó a la mesa luego de hacerse un sándwich de jamón y queso. Estaba a punto de comenzar a comer cuando un grito lo sobresaltó y lo hizo lanzar su apetitoso sándwich por los aires.
-Quieto ahí y levanta las manos-el que empuñaba la varita lo iluminó. Segundos después escuchó otro grito, pero esta vez emocionado. Un cuerpo delgado se le lanzó encima.
-Ay, hermanito volviste. Papá, volvió, está aquí-él sonrió mientras Lily se le sentaba encima y lo llenaba de besos. La luz de la cocina se encendió y tres personas, paradas junto a la puerta, se acercaron a él y lo abrazaron.
-Merlín-la voz de su padre lo hizo levantar la mirada hacia él. Los mismos ojos verdes que poseía lo miraron desde varios centímetros sobre él. Harry abrazó fuertemente a su hijo menor.
-Hola hermano-dijo James, sonriendo junto a Harry.
-Hijito, mi bebito, has vuelto a casa-Ginny lo besó dulcemente en la frente.-¿Tienes hambre cariño?-él asintió con la cabeza-te haré unas milanesas-
-Y yo te prepararé el baño para que te tomes una ducha-dijo Harry-te ves cansado-
-Yo...-dijo James-olvídate que haga algo por ti-masculló.
-Gracias James..no esperaba menos de ti-dijo. Se sonrieron. Los había extrañado a todos. Poco a poco el bullicio inundó la cocina, y se sintió completamente a gusto. Su casa, su hogar, su familia. Él sonrió abiertamente. Había regresado. Sí, él, Albus Severus Potter, había vuelto a Grimmauld Place 12.
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Nota de Autora:
Bien, este es el intento de hacer un fic sobre los hijos de Harry. Espero que les haya gustado. Al principio lo dejaría como un ONE SHOT, pero realmente me encanta escribir fics, así que estoy segura de que continuaré esta historia.
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